sábado, 13 de agosto de 2022

María del Rosaroio Carolina Salcedo Taforó

 María del Rosaroio Carolina Salcedo Taforó n. Lambayeque 1832  cc. Manuel Lynch n Chile con 

Rosalba Lynch Salcedo n 1870,+ 1968

Sara  Lynch Salcedo n 1881,+ 1949

María del Rosario Carolina Salcedo Taforó n. Lambayeque 1832  cc. Samuel Salcedo , con

Carlos Ernesto Salcedo Salcedo n1864, +1937 CC Margarita Gallo Salinas con 

Carolina Salcedo Gallo CC  JoaquínVijil Lejarza con 

Ana Matilde Salcedo Vijil n.León,  Nicaragua cc Juan Antonio Gazol Montalvo n 1921 Callao, Perúcon 

Juan José Silvio Gazol Salcedo(1945)

Sergio Antonio Bernardo Gazol Salcedo(1951) 

Carlos Ernesto Félix Gazol Salcedo(1952) 

Matilde del Socorro Gazol Salcedo(1954), 

Alejandro José Gazol Salcedo(1956) 

Carolina Margarita Catalina Gazol Salcedo(1960).

Partida de Bautizo de María del Carmen Salcedo Taforó 

Partida de Bautizo de María del Carmen Salcedo Taforó 





 



 

  

Ana Matilde Salcedo Vigil de Gazol

  



















viernes, 12 de agosto de 2022

Apolinario Salcedo y la batalla de San Francisco(Dolores) (1879)

      

Apolinario Salcedo y la batalla de San Francisco(Dolores)

Gran Militar lambayecano del grado de Capitán, hijo de hacendados y acaudalados comerciantes y de descendencia de otro gran héroe lambayecano como lo fue don José Leonardo Ortiz Salcedo, así como también del mismo tronco familiar del Presidente Augusto B. Leguía Salcedo.

Este gran militar fue compañero de guerra de Grosio Prado, hijo del Presidente Mariano Ignacio Prado, con quien son destinados al Ejército del Sur, que operó bajo las órdenes del General de División EP Juan Buendía. Ambos Pelearon valientemente en la batalla del Cerro de San Francisco en Tarapacá el 19 de noviembre de 1879 en la guerra con Chile.

A pesar del gran problema del desierto por falta de agua que los obligaba a caminar grandes distancias para llenar sus cantimploras, logró con éxito, tras una apuesta gloriosa con Grocio Prado y don Justo, tomar la cima del cerro San Francisco. La tropa aliada peruano- boliviana empezó a subir, ganando posiciones lentamente. Grocio Prado subía con su unidad, pero fue sorprendido y detenido, siendo fusilado por las tropas chilenas que se encontraban en la cumbre.

Mientras Apolinario Salcedo junto al teniente coronel Ladislao Espinar capturan con audacia dos cañones chilenos permitiéndoles seguir hacia adelante pero a escasos metros de la cumbre, el teniente coronel Ladislao Espinar cae herido y debilita el avance.

Apolinario Salcedo continua en la lucha, mientras en la parte baja ya se empezaba la lucha cuerpo a cuerpo. Entonces sucede lo peor, las fuerzas bolivianas comandadas por Hilarión Daza que comandaba las tropas “Casacas Rojas bolivianas” con uno 3000 soldados empezaron a sentir un incontrolable temor por la lucha cuerpo a cuerpo e hizo que abandonaran la lucha dejando sus armas regadas por el desierto y huyendo rumbo a su tierra. Los pocos soldados que estaban a punto de tomar el cerro comandados por Apolinario Salcedo se vieron obligados también a retirarse, ellos fueron los últimos que abandonaron el cerro conquistado con tanto heroísmo y que tanta sangre había costado.

Cuando se produce el desbande boliviano, los chilenos cargan por tercera vez y arrojan de la cima a exhaustos soldados peruanos siendo derrotados.

Publicado por M. Elmer Fernández Gastelo en 14:18

Fotos: Batalla de Dolores, Monolito. 

Foto de José Leonardo Ortiz Salcedo.






jueves, 11 de agosto de 2022

Combate del 2 de Mayo de 1866, Manuel Salcedo

      

 Combate del 2 de Mayo de 1866





2 de Mayo, aniversario del combate que desde el Callao los peruanos defendieron la independencia  ante el  ejército español. 

Recordemos los hechos en la memoria de José Gálvez  quién dirigió las defensas del Callao.

Pocos saben que previamente se vivía un clima tenso entre los miles de españoles que aún residían en Lima y el gobierno y población peruana, en esas circunstancias se produjo una reyerta en la Hacienda Talambo, donde trabajaban obreros españoles, producto de la muerte de uno de ellos, en un altercado con trabajadores locales. Manuel Salcedo Peramás hizo defensa de la dignidad Peruana, la que fue mancillada en esos momentos, tratando los españoles de sacar provecho de los acontecimientos. La experiencia de Manuel Salcedo, partícipe en la Batalla de Junín integrando los Húsares, le permitió manejar la situación, pensando siempre en el Perú antes que todo.

Algo consiguieron los españoles al atacar Callao con sus fuerzas navales acoderadas en las Islas Chincha, esperando dar el zarpazo que les permita recuperar las excelentes Colonias del Virreinato Peruano





José Gálvez Egusquiza y Manuel Salcedo Peramás coincidentemente ambos de ascendencia Vasco-Navarros

martes, 9 de agosto de 2022

Baltazar Martínez de Compañón y su coincidente relación con nuestra familia Salcedo Peramás

   


La fama viaja de vuelta de Trujillo a Cabredo

En mi viaje a Villa de Cabredo, Navarra, España, para seguir estudiando el tema de nuestra familia los Salcedo, me encontré con la inmensa sorpresa siguiente:
Al leer la partidas de bautismo del padre de Manuel Custodio Salcedo Peramás, llamado Manuel Joseph López de Osaba Salcedo Martínez de Arriaga, nacido en Villa de Cabrero, curiosamente el cura párroco que lo bautizó, fue justamente Martínez de Compañón, nacido también en Villa de Cabredo  y conocido y recordado en dicha Villa. 
En ese sentido incluyo en nuestro Blog, la nota sobre el recorrido de la ruta Quetzal, promovida curiosamente también por una persona con nuestro apellido, Miguel de la Cuadra Salcedo, periodista  cuyos orígenes de este aventurero son de zonas muy contiguas al Alto Ega, más cercanas a Bilbao.



En el siglo XVIII Martínez Compañón se convirtió en el personaje más ilustre de Cabredo al ser nombrado obispo de Trujillo. En julio 222 jóvenes de la Ruta Quetzal harán el viaje inverso, de Perú al Alto Ega para conocer su lugar de origen


Escudo de la casa donde nació el obispo. MTX

R.A. ESTELLA Jueves, 9 de diciembre de 2010 - 04:00 h.

LA mayor sorpresa de su mandato le llegó a Ángel Jesús Sancho Martínez vía telefónica. Y poco tenía que ver con la política municipal de la que se ha ocupado durante casi tres legislaturas el actual alcalde de Cabredo. "Hará unos siete meses recibí la llamada de Miguel de la Cuadra Salcedo. Sigo su trabajo desde hace años, pero nunca me imaginé que hablaría con él. Fue toda una sorpresa", reconoce.

El veterano periodista, que desde hace años organiza la Ruta Quetzal tras las huellas de la conquista española del continente americano había reparado en la figura de Jaime Baltasar Martínez de Compañón y Bujanda, obispo de Trujillo, nacido en Cabredo en 1737. De hecho, el itinerario que recorrerán en 2011 un total de 222 jóvenes de 53 países, sigue en buena medida los pasos del religioso español por Perú. Y también tras sus huellas la expedición se acercará en verano a Cabredo, una localidad de cien habitantes, que espera con ilusión este momento. El plan de viaje se presentó hace dos semanas en el Palacio de Navarra ya que la ruta recalará por segunda vez en la Comunidad foral después de su primera incursión en 2006. El propio Ángel Jesús Sancho Martínez y un colega vecino, Esteban Echagoyen de Genevilla, fueron invitados a participar en el acto. 
En el recuerdo 
Aunque la figura de Martínez de Compañón desapareció hace más de tres siglos en Cabredo el hijo más ilustre sigue presente en la memoria local. "Aquí todo el mundo sabe quien fue. Además hubo un sacerdote que en las últimas décadas se dedicó a recopilar datos e historia, José Pérez de Albéniz Valencia, que también era natural de aquí. Sabíamos que había varios libros y documentos que se guardaban en la antigua biblioteca. Aunque ésta desapareció hace años, varias mujeres del pueblo los recogieron, de manera que estaban localizados", recuerda el alcalde. Desde tiempo inmemorial se exhibe en la sacristía, protegida por un marco gótico, su partida de nacimiento, un original que los organizadores de la expedición estaban buscando y no habían podido localizar. "También ellos se llevaron una sorpresa cuando les dijimos que la teníamos aquí", bromea el alcalde. 
Nuevos testimonios 
Pero ese no es el único testimonio aparecido recientemente, puesto que al pequeño retrato del obispo que se custodiaba en la sacristía le acompaña ahora un lienzo de mayores proporciones, un regalo ofrecido por De la Cuadra Salcedo. "En el mes de octubre hizo una escapada al pueblo, acompañado de su mujer y un hijo y nos trajo el cuadro, que debe ser copia de uno de los que existen en Perú", relata Sancho. Y aunque falta mucho por concretar, la maquinaria de los preparativos ya está en marcha. El jefe de campamentos de la ruta Quetzal, Jesús Luna, también ha estado sobre el terreno. "En principio parece que quieren acampar al aire libre en una zona de bosque, aunque desde el pueblo les hemos ofrecido la explanada junto a la ermita, porque allí hay agua y luz". La visita de los expedicionarios en el mes de julio obligará a los habitantes de Cabredo a echar mano de sus recuerdos para volver a montar una carbonera. "Quieren que enseñemos a los chavales la elaboración del carbón vegetal. Y no será muy difícil porque en este pueblo hubo carboneros y hay gente que aún se acuerda de cómo hacerlas". 
De esta manera la fama de Martínez de Compañón sigue rondando al pueblo de Cabredo, en este caso en la forma del viaje de vuelta que el nunca realizó pero que un nutrido grupo de jóvenes retomará ahora para conocer su historia. 

Alcalde actual 2011: Ángel Jesús Sancho Martínez
Fuente:

http://www.diariodenavarra.es/20101209/tierraestella/la-fama-viaja-vuelta-trujillo-cabredo.html?not=2010120901385870&idnot=2010120901385870&dia=20101209&seccion=tierraestella&seccion2=tierraestella&chnl=10&ph=106


De otro lado, en la mencionada visita a Cabredo, conocimos a la familia Martínez (sin conocimiento de parentesco), quién nos comentó sobre la antes mencionada Ruta Quetzal, y nos mostró un diario de Vitória (Capital de la provincia Vasca de Álava) con un artículo sobre Martínez de Compañon.


Igualmente nos mostró copia de un lienzo, que proporcionó el alcalde, como dice la nota.



Agradecemos a la familia Bacigalupo que nos atendió con mucho esmero, por lo que añado un par de fotos y comentario de Marcela nuestra redactora del viaje

 

Domingo 26:
Nos despertamos a las 11!!!! Acostumbrarse a nuevo horario y con 38°.
Arrendamos un Seat  Ibiza rojo, del año y partimos por la carretera, rumbo a Cabredo, lugar de origen familia de Otto. Gran aventura no equivocarse en la carretera, Bien!!! Población con categoría histórica de villa, a 82 Km de Pamplona y 39 de Estella, situada en la comarca del alto Ega. Dentro del propio termino municipal se puede disfrutar de la bella e impresionante Reserva Natural de Peñalabeja, en donde se puede admirar un bosque de Marojo, muy escaso en todo el territorio navarro.
El pueblo se distribuye a lo largo de las calles Mayor y San Simeon, adquiriendo una característica forma de pueblo-carretera.
Conocimos a una familia donde la matriarca Baltazara Bacigalupo nos recibe en su casa, nos invita café y un licor de  arándanos. Muy acogedores, gente de pueblo.

Se mantiene todo intacto por fuera, aunque interiormente han modernizados las casas.



   

                                  Sería la casa Salcedo ?                            Iglesia de Cabredo


Estado actual de las callecitas de Cabredo

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Miguel de la Quadra Salcedo 



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Pero quien fue Martínez de Compañon 

Baltasar Jaime Martínez Compañón y Bujanda

Martínez Compañón y Bujanda, Baltasar Jaime. Cabredo (Navarra), 10.I.1737 – Bogotá (Colombia), 17.VIII.1797. Obispo de Trujillo en Perú y arzobispo de Santafé de Bogotá.

 

Hijo de Mateo Martínez de Albéniz y de María Martínez de Bujanda y Pérez de Viñaspre, originarios de la provincia de Álava. Aprendió las primeras letras en Cabredo, de donde pasó en 1748 a la ciudad de Quintana para estudiar Latín. Estudió Filosofía en el convento de la Merced de Calatayud. Cursó Leyes y Cánones en las Universidades de Huesca y Zaragoza.

 

Ganó una beca de jurista en el colegio de Sanctis Spiritus de Oñate del cual fue catedrático de Instituta y Prima de Leyes, desempeñando por tres veces el rectorado del colegio Universidad. Después de cursar Sagrada Teología en Victoria, se ordenó sacerdote en 1761 a los veinticinco años. En 1763 obtuvo por oposición la canongía doctoral de Santo Domingo de la Calzada. En 1765 fue recibido por capellán de manto en el colegio de San Bartolomé de Salamanca.

 

Fue juez sinodal del Obispado y representante del Cabildo en varios negocios ante el Consejo y Cámara de Castilla. En 1766 era consultor de la Suprema Inquisición.

 

En 1767 fue presentado por el rey Carlos III como chantre de la metropolitana de Lima posesionándose de su chantría el 17 de julio de 1768.

 

En Lima desempeñó los cargos de visitador general de cofradías y de obras pías, juez ordinario de diezmos y subdelegado apostólico de la Cruzada en el Perú, con extensión a los reinos de Chile y Río de la Plata.

 

En 1770, fue nombrado rector del colegio seminario de Santo Toribio en reemplazo del panameño Agustín Gorrichátegui Gómez ejerciendo el cargo con rígida disciplina. Asistió como primer secretario, canonista y consultor al VI Concilio Provincial Limense, sobresaliendo por su trabajo, empeños y fatigas en estudiar y transcribir por sí mismo todos los puntos que se trataban en las juntas, lo que le valió se le tributase pública gratitud al finalizar las sesiones.

 

Por Cédula Real de 25 de febrero de 1778, se le promovió al Obispado de Trujillo, siendo consagrado como tal en Lima en 25 de marzo de 1779. Ejercería el pontificado en Trujillo por espacio de once años, años prolíficos en realizaciones y trabajos durante los cuales reedificó la iglesia catedral de Trujillo y su sagrario, construyendo en ella una nave completa para enterramientos, formó asimismo la colección de retratos de sus predecesores que existe en la sala capitular, creó cuarenta y un curatos, fundó veinte pueblos, y trasladó diecisiete, construyó cincuenta y cuatro escuelas, seis seminarios, cuatro casas de educación para indios y treinta y nueve iglesias, reparando además otras veintiuna, construyó seis caminos nuevos y tres acequias. Fomentó la siembra de cascarilla, cacao, lino y algodón. Convocó un Sínodo y confirmó ciento sesenta y dos mil personas. En 1789 celebró concurso para proveer algunas de las noventa y siete parroquias de su jurisdicción y el mismo año se declaró patrón de ese Obispado al santo arzobispo de Lima Toribio Alfonso de Mogrovejo. De su visita pastoral al Obispado de Trujillo, que duró cinco años, quedó una crónica gráfica que bastaría por sí sola para inmortalizar la imagen de este ilustre prelado.

 

Se trata de la Historia Natural, Moral y Civil de la Diócesis de Trujillo del Perú. Antes de partir en su visita, Martínez Compañón envió a todos los curas párrocos de la diócesis una doble carta circular con su correspondiente interrogatorio revelador de su propósito, por un lado, relacionado con la obra catequística y de administración eclesiástica, y, por el otro, con un franco e inequívoco intento de averiguación etnológica. El resultado de este empeño es una colección de 1.421 dibujos y acuarelas recogidos en nueve tomos y distribuidos más o menos de la siguiente manera.

 

El primer tomo, además de los retratos de Carlos III y Carlos IV, lleva un mapa topográfico del Obispado de Trujillo, un estado que demuestra el número de habitantes del Obispado, y otro que demuestra el número de iglesias que se han construido desde el año 1779. Otro que demuestra los nuevos caminos y acequias y otro con el número de escuelas de primeras letras. Tiene una carta topográfica de la provincia de Trujillo y un plano de la ciudad, además de imágenes de funcionarios civiles y militares, una planta de la iglesia catedral de Trujillo, los retratos de sus obispos, los eclesiásticos seculares y regulares, un plano de la nueva casa de educandas y recogidas y cartas topográficas de las provincias de Piura, Jaén y Cajamarca.

 

El tomo II contiene un plan de las cuarenta y tres voces castellanas traducidas a las ocho lenguas que hablan los indios de la costa, sierras y montañas y numerosa imágenes de los habitantes locales del Obispado tales como: española con bolador, otra con mantilla, otra con manto, otra a caballo, otra en calesa, otra en litera. Español en hamaca, a caballo, indio con traje ordinario, indio con traje de iglesia, indio de Lamas carguero, india de Hivitos con carga y su hijito a las espaldas, india de Moiobamba cargando plátanos, indio arrancándose la barba, quarterón de mestizo, mestizo, mestiza, negro, mulato, mulata, sambo, samba, casamiento de indios, indios colando chicha, y despumándola, indio bailando en el patio de la chichería, indios barbechando, indios sembrando, trilla de trigo, molino de moler trigo, rodeo de yeguas, indias ordeñando vacas, indios haciendo quesos, indios pescando con chinchorro, indios pescando con red, etc. De gran interés son los cuadros referentes a las diversiones, juegos y bailes, tales como: indio dando la lanzada (variante colonial de la fiesta de toros), juego de gallos, indiecitos jugando a los cholones, ídem jugando a la pelota con ganchos, ídem jugando al trompo, ídem jugando a las tres en raya, ídem jugando a los naipes, ídem jugando a las conchitas, ídem jugando a la pelota, juego de carnestolendas, danza de Bailanegritos (estas danzas son mezcla de las de origen español e indígena, son, pues, un producto puramente colonial resultado de la convivencia de ambas culturas). Ídem de negros, ídem tocando marimbas y bailando, danza de los Parlampanes de los doce pares de Francia, de los diablitos, de carnestolendas, de Pallas, de hombres vestidos de mujer, de huacos, de caballitos, de espadas, del Chusco, del doctorado, de los pájaros, de los monos, de la degollación de Inga, etc.

 

En este tomo, Martínez Compañón hizo recoger también numerosas melodías indígenas que están escritas en pauta pentagramada, así: Allegro Cachua a Duo y quatro con violines y bajo, al nacimiento de Christo Nuestro Señor, Allegro tonada el congo a voz y bajo para bailar cantando. Majestuoso baile del Chimo a violín y bajo, Allegro tonada de Donosa a voz y bajo para bailar cantando, Andno tonada para cantar, llámase la Sclosa del pueblo de Lambayeque para cantar y bailar, Andno tonadilla, llámase el Palomo del pueblo de Lambayeque para cantar y bailar, Andno tonada el Diamante para bailar cantando de Chachapoyas. Allegro tonada el Tupamaro de Cajamarca, Allegro tonada La Brujita para cantar de Guamachuco, etc.

 

El tomo III está dedicado principalmente a los dibujos de árboles nativos, entre los que se cuentan, el aliso, el algarrobo, el fresno, la guayusa, la jagua, el laurel, el palo de balsa, el poroto, el sauco y el totumo, entre otros. Son cincuenta y tres especies. Los fructices de los que hay veintiséis, sufructices setenta y uno, bejucos diecisiete, etc.

 

El tomo IV comprende la flora, árboles frutales como el plátano, el chirimoyo, la granadilla, la guanábana, la papaya, el tumbo, la cereza, el níspero, el cacao, el café, el zapote, el almendro, el caimito, el marañón y el caucho. Maderas como el cedro, el bojo, el melonsillo, el espino, la sabina, la cucharilla, cuarenta y dos especies. Palmas como la nuezmoscada, el coco, el añame, el palmito, la chonta, etc. Yerbas frutales como el pepino, el poroporo, el anís, el arroz verde, el arroz seco, la lenteja, el fríjol montañés, la yuca, el maní, los ollocos, la pitaya y la piña, entre otros. Flores como la peregrina, la ambarina, la trinitaria, la achupa y la siempreviva.

 

El tomo V comprende las yerbas medicinales: abrojos, adormideras, barbasco, borraja, canelilla, cardo santo, chicoria, coronilla, cucharilla, grama, yerbabuena, llantén, manzanilla, ortiga común, poleo, ruibarbo, romerillo, toronjil. Un total de ciento treinta y ocho especies.

 

El tomo VI comienza con la fauna y la dedica a los cuadrúpedos, reptiles y sabandijas. Entre éstos están el cui, el conejo, el huanaco (llama), el armadillo, la ardilla, diez y seis especies de monos, la danta negra, la danta pintada, el jabalí, el gato montés, el tigre de la costa, el oso hormiguero, el zorrillo, la mariposa de seda, los grillos, el lagarto, la iguana, el gusano de chirimoia, la araña de seda, el sapo de árbol, la langosta y el alacrán.

 

El tomo VII está dedicado a las aves y allí se encuentran entre otros el pato común el pato real, el paujil, la perdiz, varias especies de pavas, el periquito, el trompetero, la paloma torcaz, el jilguero, el ruiseñor, el chiroque, el gorrioncito, los carpinteros, el alcatraz, el siete colores, el cuatro colores, el organero, el flautero, el cuervo, la lechuza, el murciélago, el gallinazo, además de otros como el guaiachu pisco, el aiapumau, el mana caracuc, el unchara, el pumapisco, el pucuchiliu, etc.

 

El tomo VIII comprende los cetáceos: la vaca marina, la manta, el pej espada, el perro marino, y los escamosos, además del azote, el camotillo, el barbudo, el róbalo, la sardina, etc. Y los sin escamas, como el pulpo, la anguilla, el caballito, el lenguado, el pulpo.

 

Cartilaginosos como el cangrejo, la jaiba, el camarón de agua dulce, la langosta, etc. Y, por último, los testáceos entre los que figuran las conchas, los caracoles, el muimui o almeja, el erizo, la estrella, la tortuga, etc.

 

El tomo IX y último, comprende principalmente planos de edificios y lugares notables en el Obispado de Trujillo tales como: “Vista en perspectiva de la sala principal de la casa del cacique de las siete Guarangas, Don Patricio Astopilco, que es la misma que según común tradición ofreció Atahualpa llenar de oro y plata por su rescate”. “Plano que demuestra los vestigios de una población de tipo de los reyes Chimos que dominaron en la costa del mar del sur que hoy pertenece al Obispado de Trujillo”, “Plano del palacio de los reyes Chimos con sus murallas, piezas, puertas, plazas, patios, estanques, etc.”, “Plan que demuestra los fragmentos de una población de piedra de tipo de los incas del Perú situada a dos leguas de distancia del pueblo de Guamachuco, diócesis de Trujillo”, “Huaca situada en el cerro de Tautallac de la provincia de Cajamarca etc”. Hay además, láminas de ajuares funerarios, tejidos, y mallas, diversos objetos de uso industrial y doméstico, de metal y maderas, collares y cerámica.

 

Hasta el presente se ignora quienes fueron los autores de los dibujos y acuarelas de tan vasto proyecto cuya calidad artística al decir de los especialistas, es dispar. Lo que si no puede negarse es el incalculable valor documental de la obra. En la Biblioteca Nacional de Bogotá, en el Fondo Antiguo, Sección de Manuscritos, se conserva un duplicado del primer tomo de la Historia Natural, que debió pertenecer al arzobispo durante su permanencia en la capital.

 

De 1788 a 1790, datan los envíos que Martínez Compañón hace a España con destino al príncipe de Asturias de la magnífica serie de vasos peruanos y otras antigüedades que constaban de veinticuatro cajones de arte y naturaleza recogidas por el arzobispo en su diócesis.

 

En 13 de septiembre de 1788, Martínez Compañón fue nombrado arzobispo de Bogotá en reemplazo del arzobispo virrey Antonio Caballero y Góngora. En mal estado de salud y llevando a su tierra trujillana “a todas partes en su corazón” el arzobispo arribó al puerto de Cartagena de Indias en el año de 1790 y subió por el río Magdalena hasta el puerto de Honda adonde llegó en enero de 1791. Allí le fue impuesto el palio arzobispal. Después de visitar las iglesias de Honda y Mariquita y demás pueblos de su tránsito, llegó a Bogotá el 12 de marzo de 1791 haciendo su entrada con toda la solemnidad acostumbrada en estos casos.

 

Una vez en Bogotá, en el mes de abril, adquirió de Luis Caicedo y Flórez, una casa alta y baja, de tapia y teja y tres tiendas por valor de 14.200 pesos y luego en el mismo mes, diez tiendas por un valor de 3.780 pesos a María Micaela de Mena Felices, todas en la colación de la catedral y vecinas al colegio de la enseñanza. Durante su permanencia en Bogotá, el arzobispo habría de dedicar todo su cariño y predilección al monasterio de la Enseñanza fundado por María Gertrudis Clemencia de Caicedo y Vélez (1707, 1779) para la educación de la mujer, tanto de las niñas nobles como de las niñas del pueblo. De la renta episcopal saldrían grandes aportes no solamente para la extensión y comodidad del edificio del monasterio, sino para la fundación y dotación de sillas tanto para religiosas de velo negro y blanco, como para adjutoras, invirtiendo en el todo más de 80.000 pesos de los fondos de sus limosnas.

 

Consagró Martínez Compañón las iglesias de la Capuchina, San Francisco y la santa iglesia metropolitana de Bogotá, costeando la urna de plata con las reliquias de los mártires que fue colocada en la capilla del Sagrario de la misma catedral. Fue amigo de José Celestino Mutis, fundador de la Real Expedición Botánica, a quien nombró examinador sinodal del Arzobispado, cargo que éste declinó. En 1793, se opuso fuertemente a la construcción del primer teatro de la ciudad, el Coliseo, proyecto presentado por José Tomás Ramírez a quien trató de disuadir del intento; el teatro, de todas formas, se construyó. En ese mismo año, bendice el primer cementerio que se construye en la ciudad.

 

En 1795 solicita del Rey el perdón para los jóvenes condenados por la fijación de los pasquines. Con general sentimiento de la comunidad, Martínez Compañón murió en Bogotá el 17 de agosto de 1797, a los cincuenta y nueve años de edad. En su testamento instituyó como universales herederas a la santa iglesia metropolitana de Bogotá, a la de la ciudad de Lima, a la de su antiguo Obispado de Trujillo del Perú y a las de Cabredo y Bernedo en su patria. En noviembre de ese mismo año, las monjas del monasterio de la Enseñanza, le hicieron unas honras fúnebres muy solemnes como benefactor que fue de su convento. Predicó la oración fúnebre Fernando Caicedo y Flórez, futuro arzobispo de Bogotá.

 


Obras de ~: Historia Natural, Civil y Moral de Trujillo del Perú por Mapas, Planos y Estampas con sus Memorias para ella. 1780-1785, Madrid, Ediciones Cultura Hispánica del Centro Iberoamericano de Cooperación, 1978.

 

 

Bibl.: F. Caycedo y Flórez, Oración fúnebre que en las solemnes exequias funerales hechas por el Monasterio de la Enseñanza de Santa Fe de Bogotá a su insigne benefactor y padre, el Illmo.

 

señor Arzobispo de esta Metropolitana, Don Baltazar Jaime Martínez Compañón de gloriosa memoria, Santafé de Bogotá, en la Imprenta Patriótica, 1798; M. Ballesteros Gaibrois, “Un manuscrito colonial del siglo XVIII, su interés etnográfico”, en Journal de la Société des Americanistes Nouvelle Serie (Paris), facs. I, t. xvi (1935); R. Vargas Ugarte (SJ), “Don Baltazar Jaime Martínez de Compañón y Bujanda, Obispo de Trujillo”, en Revista Histórica de Lima (Lima), t. X, entrega 11 (1936), págs. 161-191; J. M. Pérez Ayala, Baltazar Jaime Martínez Compañón y Bujanda, prelado español de Colombia y el Perú. 1737-1797, Bogotá, Imprenta Nacional, 1955.

 

 Pilar Jaramillo de Zuleta
















sábado, 23 de julio de 2022

Los caballos de Mayascong en la guerra con Chile - Bernardino Salcedo

     Ciudad de Chiclayo sufrió la ocupación chilena en setiembre de 1882




Los caballos de Mayascong en la guerra con Chile

 

La Ciudad de Chiclayo sufrió la ocupación chilena en setiembre de 1882

 El General-Almirante Patricio Lynch fue uno de los oficiales más crueles de la fuerza invasora.

La ciudad de Chiclayo sufrió la ocupación chilena dos veces; la primera vez, por unos días, el contralmirante Chileno Lynch la invadió, no habiendo hallado resistencia alguna. Los chiclayanos, como todos los demás pueblos del norte, carecían de todos los elementos de defensa, y tuvieron que resignarse a su suerte.

Fue en setiembre de 1880, cuando Lynch, en visita que hizo a Chiclayo, ordenó quemar o reducir a escombros el local de la municipalidad de Chiclayo, que se encontraba ubicado en el mismo sitio en que hoy existe ya reedificado; el reloj público, que en dicho local existía, fue también quemado. Igualmente, quemaron las casas de los señores José María Arbulú y Clark, José María Quiñones y Lastres y José Villasis, por haberse resistido a pagar el cupo de guerra que se les impuso.

 

Lynch impuso contribuciones que fueron pagadas en libras esterlinas.

Al ferrocarril de Eten, tres mil doscientas cincuenta libras; a la hacienda Cayaltí, mil libras; a la ciudad de Chiclayo, mil novecientas veintitrés libras; a la hacienda Combo, quinientas libras; a Lambayeque, cuatro mil libras; a Ferreñafe mil; total L: E: 11,673.

Las segunda ocupación, fue bastante larga. Durante ella. Ocurrieron los sucesos que vamos a narrar.

Fue don Manuel José Becerra, oriundo de la Provincia de Chota (departamento de Cajamarca); trigueño, de facciones regulares, mediana estatura, delgado, de 33 años de edad.

 

 
Manuel José Becerra Silva 

La persona que nos ha proporcionado estos datos, nos manifiesta, que era Don Manuel un poco más alto que su hijo, que vive, y que es comerciante de Chiclayo, señor Tomás A. Becerra; quien en todo lo demás del físico, es vivo retrato de su señor padre. Da una idea del carácter levantado de don Manuel J. Becerra el hecho siguiente que relatamos:

 

Al poco tiempo de declarada la guerra con Chile, se formo en Chota un batallón de 500 hombres, cuyo primer jefe era un Coronel apellidado Tapia y segundo jefe Don Manuel J. Becerra. Este cuerpo, marchó a Lima por la ruta de Cajamarca a Pacasmayo, donde se embarcó para el Callao, llegando sin novedad. Una vez en Lima, sucedió lo mismo que había pasado con el batallón no.2 de Chiclayo; los jefes que lo condujeron, quedaron sin puesto. En este estado Becerra , sin emitir la memoria la menor queja, se dio de alta como soldado, y en tal condición peleó en San Juan y Miraflores.

 

De regreso de aquella desgraciada campaña en Lima, estuvo en Chota, como subprefecto; puesto que desempeñó, entre el año 1881 al 1882.

 

Becerra era inteligente y tenia instrucción. En su primera juventud, estuvo en los Estados unidos. Ejerció después el cargo de Rector del Colegio Nacional de Caraz, ciudad del Departamento de Ancash.

A principio de 1882, vino a Chiclayo, en circunstancias que existía en esta ciudad, una fuerza chilena, de efectivo considerable. Era tropa destacada de los regimientos Buín y Lautaro, del batallón de Zapadores y del regimiento de caballería Granaderos a Caballo.

 

Los chilenos cometían muchas tropelías en el pueblo. Cobraban, además, cuarenta centavos a toda persona por el pasaporte para salir fuera de la población. Siendo los chilenos tan desaseados, como lo demostraba el hecho de que no se podía pasar por delante de los locales ocupados por la tropa, por la pestilencia que despedían, obligaban, sin embargo, a los habitantes peruanos a asear los techos y los corrales de las casas, así como pintar con alquitrán el zócalo de las paredes de las fachadas; operación que tenía por objeto el pretexto para imponer fuertes multas a los omisos.

 

Tal vez, si los abusos que a diario cometían los chilenos, decidió a Becerra a tomar una actitud resuelta contra éstos. Es el caso que, de repente, su nombre se convirtió en la pesadilla de los rotos, para quienes, el cholito, como lo llamaban, resultaba siempre su más encarnizado enemigo.

 

El pueblo, que odiaba a los chilenos, comenzó a mirar a Becerra, como a su vengador; gozando con íntima fruición, cada vez que llegaba a su conocimiento una proeza de su heroísmo.

En el caso, que Becerra, un día se apoderó de toda la caballada chilena que pastaba en la hacienda Mayascón. Eran más de doscientos y tantos caballos pertenecientes a la fuerza que había sido enviada contra él y los cincuenta hombres que le acompañaban. Becerra, una noche, asaltó esa caballada con 25 hombres, mientras que el resto de su gente, cuidaba el paso del callejón del Cárcamo, sitio en que batió a los chilenos, haciéndoles de 25 a 30 bajas.

 

 
Partida de nacimiento 


Aumentada la fuerza chilena, pues, de Chiclayo se envió refuerzos, Becerra emprendió la fuga con su gente. Eran 500 chilenos, contra escasamente 50 peruanos. Aquella fuerza, para movilizarse, tuvo que echar mano de todos los caballos de don Bernardino Salcedo. La persecución llegó hasta Cachén, punto del que se regresaron, considerando que era ya imposible poder capturar a Becerra, creyéndolo que se había internado en la sierra. Pero no fue así; o por lo menos, permaneció Becerra muy poco tiempo por el interior, pues, al regresar la fuerza enemiga a Chiclayo, volvió él de nuevo a reanudar las sorpresas diarias que daba a los chilenos, a quienes tenía en constante alarma.

 

Cuentan que, cuando los chilenos se acercaban a Cachén en su persecución, Becerra salía con su gente de la población y los burlaba ¡alejándose de ellos, en la seguridad de que no podían perseguirlo hasta el siguiente día. Los chilenos necesitaban hacer descansar su caballada.

 

En otra ocasión, el jefe de las fuerzas enemigas, ideó salir con todas éstas, a Eten, dejando abandonado Chiclayo, para embarcarse al sur, especie que se hizo circular en la población.

 

Al retirase los chilenos, Becerra entró a Chiclayo en compañía de un señor Salgado, y se hospedaron en la casa en que, hasta hace poco, ha sido el local del centro escolar de niñas. (46) cuéntese, por muchos, que fueron testigos, de que hallándose muy tranquilo y hasta en mangas de camisa, se le acercó una mujer del pueblo, que llevaba en su semblante la agitación producida por la velocidad con que corriera y le dijo: ¡señor Becerra, los chilenos vienen a tomarlo! Nuestro héroe no tuvo más tiempo que el de echar mano a su revólver, que tenía sobre la mesa, y partió a correr. Divisado por los chilenos, que desembocaban la plaza, le hicieron varios tiros, a los que Becerra contestó con algunos disparos de revólver, que hizo al penetrar a la casa de don Mariano Polo, en la calle de Balta.

 

¿Cómo habían regresado los chilenos ¿ el tren que los trajo, llegó silenciosos hasta la estación; y, gracias a la mujer que los vio bajar rápidamente, y que resuelta, corrió a dar aviso a Becerra, pudo éste librar a tiempo. Gracias, también a la serenidad de Becerra y a su agilidad para ponerse a salvo. Penetró a la casa del señor Mariano Polo, quien le proporcionó para su fuga un buen caballo, en el que llegó a la hacienda Samán del señor Sebastián Salazar, que a su vez le proporcionó recursos.

Entre tanto, los chilenos buscaban como aguja a Becerra; rodearon la manzana, registraron casas, indagaron, hicieron conjeturas, pero todo fue inútil. Su plan de capturarlo se había frustrado.

Este hecho, convirtió a Becerra, en el héroe popular; reveló, al mismo tiempo, que no obstante de existir algunos malos peruanos que haciendo traición sirvieron de espías a los chilenos, pues, cuando la fuga de Becerra, que hemos descrito, fue este mostrado a aquellos, que le hicieron fuego desde la plaza, confirmase así el cariño de que gozaba Becerra, en Chiclayo. Los habitantes a pesar del temor que sentían, no pudieron ocultar de sus semblantes la íntima satisfacción de saber que aquel hubiera escapado ileso de las manos de sus enemigos.

 

La ocupación chilena duró algo más de dos años. Durante todo este tiempo, los invasores cometieron innumerables crímenes apoyados en la fuerza de las bayonetas. La soldadesca cometía impunemente actos contra la moral y contra la tranquilidad de los moradores. Los chilenos no respetaron nada; violaban mujeres, martirizaban a las criaturas, maltrataban a los hombres indefensos, y hasta los ancianos; robaban y saqueaban. Cuando algunas veces, a causa de la exasperación de los ultrajados, que tomaban venganza, resultó algún soldado chileno muerto a palos o a puñaladas, las autoridades chilenas sometieron a la población inocente de tales hechos, a las angustias de ver quintar a los habitantes de un barrio, o de alguna calle en la que hubieran encontrado muerto al soldado. Se procedía a sacar violentamente de las casas a todo hombre peruano que encontraran; se formaba con ellos una fila se les numeraba de 1 a 5, y , a todos lo que le tocaba este ultimo numero, se les pasaba por las armas sin más trámite.

 

Se cuenta que en el camino de Eten a Reque mataron a dos chilenos, porque quisieron abusar de dos mujeres; y, una comisión destacada de Eten se dirigió a Reque, donde al saber que los chilenos llegaban, las autoridades y el pueblo salieron a recibirlos en el camino a manifestarles que el hecho no se había perpetrado en el mismo Reque, y así impidieron que los chilenos llegaran a esta población. Sin embargo, los chilenos solían ir a Reque, cuando necesitaban ganado, exigiendo su entrega como cupos.

Durante la segunda ocupación chilena y habiendo fallecido el comandante Urrutia, quedó como comandante militar y jefe político del departamento, don Demetrio Carballo, a quien, los chiclayanos intencionada y despectivamente nombraban carabayo.

Este jefe envió en octubre de 1882 una expedición de 50 hombres, al mando del teniente de zapadores don Isidoro Labra, al pueblo de Chongoyape, al que le impusieron contribución por valor de 36.000 soles. Más tarde, envió otra expedición de 180 hombres, al mando del capitán ayudante del batallón Coquimbo a don Francisco Antonio Machuca. Al pueblo de Olmos. Los olmeños derrotaron esta fuerza, que se vio obligada a guarecerse en la haciendas de bigote, Buenos aires(plata) $ 2.500 Morropón (plata) $ 2.500. (48)

 

Ya nos hemos ocupado anteriormente de las concusiones o exacciones arbitrarias de los chilenos, quienes, cuando veían resistencia al pago, procedían inmediatamente a incendiar las casas, después de vaciarlas y de repartirse entre ellos las existencias.

 

A los chilenos les atacó durante el verano la enfermedad que corrientemente se presenta con el nombre genérico de la epidemia; y murieron muchos. Esto los obligó a distribuir su tropa en guarniciones. En puerto Eten, pueblo Eten, islas de lobos, Lambayeque, Monsefú y Pimentel; disminuyendo así, en número, la guarnición de Chiclayo. Fue entonces que, dictaron las medidas de higienización de que ya hemos hablado anteriormente, y las que adoptaron, no tanto para tener pretexto de imponer multas y sacar dinero, cuanto para evitar la propagación de epidemias. Pero debe tenerse en cuenta, que, las enfermedades cebaron en los soldados, a causa del desaseo de los alojamientos y a la vida desordenada que llevaban. Propensos al hartazgo, a la ebriedad, solían perder la razón y tirarse a dormir en plena calle, en los patios de cualquiera casa o en el campo próximo a la ciudad, hasta el siguiente día en que pasada la ebriedad,. Volvían a su razón; pero se sentían enfermos a consecuencia de haber absorbido la humedad y respirado las miasmas de la calle.

 

La desocupación de Chiclayo, Eten y demás poblaciones del departamento de Lambayeque, según lo aseverado por el coronel don José Luis Torres en su libro “Apuntes”, se efectuó el 26 de julio. Esta desocupación pudo haber efectuado mucho antes; pero, las autoridades nombradas por el gobierno de Iglesias carecían de la tropa indispensable para resguardar el orden público. Este gobierno, hasta cierto punto tolerado no era popular. Se sabía que era un gobierno impuesto, más que por las circunstancias, por las bayonetas chilenas. Los chilenos se fueron; pero las partidas de guerrilleros que encabezaban Becerra, Mondoñedo y Romero Flores, comenzaron a hostilizar a los iglesistas, quienes, poco tiempo después, recibieron como auxilio enviado de la capital de la república, el batallón Canta, que se acuarteló en el local del colegio de San José (Chiclayo).

 

Don Manuel J. Becerra, juzgó a don Miguel Iglesias, como un traidor a la Patria, que había suscrito un tratado como el de Ancón, que obligaba al Perú a la pérdida de Tarapacá y a entregar por diez años las provincias de Tacna y Arica. Así es, que , no vaciló un instante un sólo instante en plegarse a la causa que encabezaba en la República al General Cáceres.

 

Contando ya con una fuerza armada de mayor efectivo que cuando la ocupación chilena, se unió, sin embargo, a las fuerzas que comandaban en el Norte, Romero y Flores y Mondoñedo, con el fin de cooperar con mayor eficacia ala triunfo de la revolución en el Norte.

 

En este estado las cosas, un incidente desgraciado se promovió luego, entre los cabecillas Romero y Flores, y Becerra, cuyos pareceres eran encontrados respecto a las disposiciones que convenía tomar para batir a los iglesistas. Estos, tenían en la ciudad de Cajamarca, fuerzas más que suficientes para poder infligir una desastrosa derrota a los revolucionarios, si se atrevían atacar, y así lo manifestó Becerra a Romero y Flores, expresándole que era mucho más conveniente entrar en negociaciones con uno de los jefes de la plaza, de quien estaba seguro conseguiría, que si no se plegaba a la revolución, por lo menos, se lograría que depusiese las armas o capitulase. Romero y Flores, desdeñando todo consejo, y sin decir una palabra a Becerra, tomó el mando de las fuerzas y rápidamente se dirigió al frente de ellas a Cajamarca, que atacó, siendo completamente derrotados.

 

Como se recuerda el coronel Manuel José Becerra Silva, guerrillero chotano, fue declarado Héroe Nacional por Ley Nº 23955 de fecha 27-10-1984, peleó en "San Juan" y "Miraflores" contra los chilenos, los emboscó en el cañón El Cárcamo, límites entre Miracosta y Tocmoche. Es necesario remarcar que Becerra no tuvo formación militar, pero era un líder respetado y obedecido al que le llamaban Coronel. Fue profesor de matemática del Colegio "San Juan", su vicerrector y más tarde dirigió el hoy Colegio "2 de Mayo" de Caraz.

Lo importante es que con 60 hombres integrados por chiclayanos, cruceños, chotanos y cutervinos, preparados por él como guerrilleros, desalojaron de Chiclayo a los chilenos que eran 150 hombres bien equipados a órdenes del capitán Ricardo Canales. Esto sucedió el día 2 de agosto de 1882.

Autor: Luis Mallep