sábado, 23 de julio de 2022

Los caballos de Mayascong en la guerra con Chile - Bernardino Salcedo

     Ciudad de Chiclayo sufrió la ocupación chilena en setiembre de 1882




Los caballos de Mayascong en la guerra con Chile

 

La Ciudad de Chiclayo sufrió la ocupación chilena en setiembre de 1882

 El General-Almirante Patricio Lynch fue uno de los oficiales más crueles de la fuerza invasora.

La ciudad de Chiclayo sufrió la ocupación chilena dos veces; la primera vez, por unos días, el contralmirante Chileno Lynch la invadió, no habiendo hallado resistencia alguna. Los chiclayanos, como todos los demás pueblos del norte, carecían de todos los elementos de defensa, y tuvieron que resignarse a su suerte.

Fue en setiembre de 1880, cuando Lynch, en visita que hizo a Chiclayo, ordenó quemar o reducir a escombros el local de la municipalidad de Chiclayo, que se encontraba ubicado en el mismo sitio en que hoy existe ya reedificado; el reloj público, que en dicho local existía, fue también quemado. Igualmente, quemaron las casas de los señores José María Arbulú y Clark, José María Quiñones y Lastres y José Villasis, por haberse resistido a pagar el cupo de guerra que se les impuso.

 

Lynch impuso contribuciones que fueron pagadas en libras esterlinas.

Al ferrocarril de Eten, tres mil doscientas cincuenta libras; a la hacienda Cayaltí, mil libras; a la ciudad de Chiclayo, mil novecientas veintitrés libras; a la hacienda Combo, quinientas libras; a Lambayeque, cuatro mil libras; a Ferreñafe mil; total L: E: 11,673.

Las segunda ocupación, fue bastante larga. Durante ella. Ocurrieron los sucesos que vamos a narrar.

Fue don Manuel José Becerra, oriundo de la Provincia de Chota (departamento de Cajamarca); trigueño, de facciones regulares, mediana estatura, delgado, de 33 años de edad.

 

 
Manuel José Becerra Silva 

La persona que nos ha proporcionado estos datos, nos manifiesta, que era Don Manuel un poco más alto que su hijo, que vive, y que es comerciante de Chiclayo, señor Tomás A. Becerra; quien en todo lo demás del físico, es vivo retrato de su señor padre. Da una idea del carácter levantado de don Manuel J. Becerra el hecho siguiente que relatamos:

 

Al poco tiempo de declarada la guerra con Chile, se formo en Chota un batallón de 500 hombres, cuyo primer jefe era un Coronel apellidado Tapia y segundo jefe Don Manuel J. Becerra. Este cuerpo, marchó a Lima por la ruta de Cajamarca a Pacasmayo, donde se embarcó para el Callao, llegando sin novedad. Una vez en Lima, sucedió lo mismo que había pasado con el batallón no.2 de Chiclayo; los jefes que lo condujeron, quedaron sin puesto. En este estado Becerra , sin emitir la memoria la menor queja, se dio de alta como soldado, y en tal condición peleó en San Juan y Miraflores.

 

De regreso de aquella desgraciada campaña en Lima, estuvo en Chota, como subprefecto; puesto que desempeñó, entre el año 1881 al 1882.

 

Becerra era inteligente y tenia instrucción. En su primera juventud, estuvo en los Estados unidos. Ejerció después el cargo de Rector del Colegio Nacional de Caraz, ciudad del Departamento de Ancash.

A principio de 1882, vino a Chiclayo, en circunstancias que existía en esta ciudad, una fuerza chilena, de efectivo considerable. Era tropa destacada de los regimientos Buín y Lautaro, del batallón de Zapadores y del regimiento de caballería Granaderos a Caballo.

 

Los chilenos cometían muchas tropelías en el pueblo. Cobraban, además, cuarenta centavos a toda persona por el pasaporte para salir fuera de la población. Siendo los chilenos tan desaseados, como lo demostraba el hecho de que no se podía pasar por delante de los locales ocupados por la tropa, por la pestilencia que despedían, obligaban, sin embargo, a los habitantes peruanos a asear los techos y los corrales de las casas, así como pintar con alquitrán el zócalo de las paredes de las fachadas; operación que tenía por objeto el pretexto para imponer fuertes multas a los omisos.

 

Tal vez, si los abusos que a diario cometían los chilenos, decidió a Becerra a tomar una actitud resuelta contra éstos. Es el caso que, de repente, su nombre se convirtió en la pesadilla de los rotos, para quienes, el cholito, como lo llamaban, resultaba siempre su más encarnizado enemigo.

 

El pueblo, que odiaba a los chilenos, comenzó a mirar a Becerra, como a su vengador; gozando con íntima fruición, cada vez que llegaba a su conocimiento una proeza de su heroísmo.

En el caso, que Becerra, un día se apoderó de toda la caballada chilena que pastaba en la hacienda Mayascón. Eran más de doscientos y tantos caballos pertenecientes a la fuerza que había sido enviada contra él y los cincuenta hombres que le acompañaban. Becerra, una noche, asaltó esa caballada con 25 hombres, mientras que el resto de su gente, cuidaba el paso del callejón del Cárcamo, sitio en que batió a los chilenos, haciéndoles de 25 a 30 bajas.

 

 
Partida de nacimiento 


Aumentada la fuerza chilena, pues, de Chiclayo se envió refuerzos, Becerra emprendió la fuga con su gente. Eran 500 chilenos, contra escasamente 50 peruanos. Aquella fuerza, para movilizarse, tuvo que echar mano de todos los caballos de don Bernardino Salcedo. La persecución llegó hasta Cachén, punto del que se regresaron, considerando que era ya imposible poder capturar a Becerra, creyéndolo que se había internado en la sierra. Pero no fue así; o por lo menos, permaneció Becerra muy poco tiempo por el interior, pues, al regresar la fuerza enemiga a Chiclayo, volvió él de nuevo a reanudar las sorpresas diarias que daba a los chilenos, a quienes tenía en constante alarma.

 

Cuentan que, cuando los chilenos se acercaban a Cachén en su persecución, Becerra salía con su gente de la población y los burlaba ¡alejándose de ellos, en la seguridad de que no podían perseguirlo hasta el siguiente día. Los chilenos necesitaban hacer descansar su caballada.

 

En otra ocasión, el jefe de las fuerzas enemigas, ideó salir con todas éstas, a Eten, dejando abandonado Chiclayo, para embarcarse al sur, especie que se hizo circular en la población.

 

Al retirase los chilenos, Becerra entró a Chiclayo en compañía de un señor Salgado, y se hospedaron en la casa en que, hasta hace poco, ha sido el local del centro escolar de niñas. (46) cuéntese, por muchos, que fueron testigos, de que hallándose muy tranquilo y hasta en mangas de camisa, se le acercó una mujer del pueblo, que llevaba en su semblante la agitación producida por la velocidad con que corriera y le dijo: ¡señor Becerra, los chilenos vienen a tomarlo! Nuestro héroe no tuvo más tiempo que el de echar mano a su revólver, que tenía sobre la mesa, y partió a correr. Divisado por los chilenos, que desembocaban la plaza, le hicieron varios tiros, a los que Becerra contestó con algunos disparos de revólver, que hizo al penetrar a la casa de don Mariano Polo, en la calle de Balta.

 

¿Cómo habían regresado los chilenos ¿ el tren que los trajo, llegó silenciosos hasta la estación; y, gracias a la mujer que los vio bajar rápidamente, y que resuelta, corrió a dar aviso a Becerra, pudo éste librar a tiempo. Gracias, también a la serenidad de Becerra y a su agilidad para ponerse a salvo. Penetró a la casa del señor Mariano Polo, quien le proporcionó para su fuga un buen caballo, en el que llegó a la hacienda Samán del señor Sebastián Salazar, que a su vez le proporcionó recursos.

Entre tanto, los chilenos buscaban como aguja a Becerra; rodearon la manzana, registraron casas, indagaron, hicieron conjeturas, pero todo fue inútil. Su plan de capturarlo se había frustrado.

Este hecho, convirtió a Becerra, en el héroe popular; reveló, al mismo tiempo, que no obstante de existir algunos malos peruanos que haciendo traición sirvieron de espías a los chilenos, pues, cuando la fuga de Becerra, que hemos descrito, fue este mostrado a aquellos, que le hicieron fuego desde la plaza, confirmase así el cariño de que gozaba Becerra, en Chiclayo. Los habitantes a pesar del temor que sentían, no pudieron ocultar de sus semblantes la íntima satisfacción de saber que aquel hubiera escapado ileso de las manos de sus enemigos.

 

La ocupación chilena duró algo más de dos años. Durante todo este tiempo, los invasores cometieron innumerables crímenes apoyados en la fuerza de las bayonetas. La soldadesca cometía impunemente actos contra la moral y contra la tranquilidad de los moradores. Los chilenos no respetaron nada; violaban mujeres, martirizaban a las criaturas, maltrataban a los hombres indefensos, y hasta los ancianos; robaban y saqueaban. Cuando algunas veces, a causa de la exasperación de los ultrajados, que tomaban venganza, resultó algún soldado chileno muerto a palos o a puñaladas, las autoridades chilenas sometieron a la población inocente de tales hechos, a las angustias de ver quintar a los habitantes de un barrio, o de alguna calle en la que hubieran encontrado muerto al soldado. Se procedía a sacar violentamente de las casas a todo hombre peruano que encontraran; se formaba con ellos una fila se les numeraba de 1 a 5, y , a todos lo que le tocaba este ultimo numero, se les pasaba por las armas sin más trámite.

 

Se cuenta que en el camino de Eten a Reque mataron a dos chilenos, porque quisieron abusar de dos mujeres; y, una comisión destacada de Eten se dirigió a Reque, donde al saber que los chilenos llegaban, las autoridades y el pueblo salieron a recibirlos en el camino a manifestarles que el hecho no se había perpetrado en el mismo Reque, y así impidieron que los chilenos llegaran a esta población. Sin embargo, los chilenos solían ir a Reque, cuando necesitaban ganado, exigiendo su entrega como cupos.

Durante la segunda ocupación chilena y habiendo fallecido el comandante Urrutia, quedó como comandante militar y jefe político del departamento, don Demetrio Carballo, a quien, los chiclayanos intencionada y despectivamente nombraban carabayo.

Este jefe envió en octubre de 1882 una expedición de 50 hombres, al mando del teniente de zapadores don Isidoro Labra, al pueblo de Chongoyape, al que le impusieron contribución por valor de 36.000 soles. Más tarde, envió otra expedición de 180 hombres, al mando del capitán ayudante del batallón Coquimbo a don Francisco Antonio Machuca. Al pueblo de Olmos. Los olmeños derrotaron esta fuerza, que se vio obligada a guarecerse en la haciendas de bigote, Buenos aires(plata) $ 2.500 Morropón (plata) $ 2.500. (48)

 

Ya nos hemos ocupado anteriormente de las concusiones o exacciones arbitrarias de los chilenos, quienes, cuando veían resistencia al pago, procedían inmediatamente a incendiar las casas, después de vaciarlas y de repartirse entre ellos las existencias.

 

A los chilenos les atacó durante el verano la enfermedad que corrientemente se presenta con el nombre genérico de la epidemia; y murieron muchos. Esto los obligó a distribuir su tropa en guarniciones. En puerto Eten, pueblo Eten, islas de lobos, Lambayeque, Monsefú y Pimentel; disminuyendo así, en número, la guarnición de Chiclayo. Fue entonces que, dictaron las medidas de higienización de que ya hemos hablado anteriormente, y las que adoptaron, no tanto para tener pretexto de imponer multas y sacar dinero, cuanto para evitar la propagación de epidemias. Pero debe tenerse en cuenta, que, las enfermedades cebaron en los soldados, a causa del desaseo de los alojamientos y a la vida desordenada que llevaban. Propensos al hartazgo, a la ebriedad, solían perder la razón y tirarse a dormir en plena calle, en los patios de cualquiera casa o en el campo próximo a la ciudad, hasta el siguiente día en que pasada la ebriedad,. Volvían a su razón; pero se sentían enfermos a consecuencia de haber absorbido la humedad y respirado las miasmas de la calle.

 

La desocupación de Chiclayo, Eten y demás poblaciones del departamento de Lambayeque, según lo aseverado por el coronel don José Luis Torres en su libro “Apuntes”, se efectuó el 26 de julio. Esta desocupación pudo haber efectuado mucho antes; pero, las autoridades nombradas por el gobierno de Iglesias carecían de la tropa indispensable para resguardar el orden público. Este gobierno, hasta cierto punto tolerado no era popular. Se sabía que era un gobierno impuesto, más que por las circunstancias, por las bayonetas chilenas. Los chilenos se fueron; pero las partidas de guerrilleros que encabezaban Becerra, Mondoñedo y Romero Flores, comenzaron a hostilizar a los iglesistas, quienes, poco tiempo después, recibieron como auxilio enviado de la capital de la república, el batallón Canta, que se acuarteló en el local del colegio de San José (Chiclayo).

 

Don Manuel J. Becerra, juzgó a don Miguel Iglesias, como un traidor a la Patria, que había suscrito un tratado como el de Ancón, que obligaba al Perú a la pérdida de Tarapacá y a entregar por diez años las provincias de Tacna y Arica. Así es, que , no vaciló un instante un sólo instante en plegarse a la causa que encabezaba en la República al General Cáceres.

 

Contando ya con una fuerza armada de mayor efectivo que cuando la ocupación chilena, se unió, sin embargo, a las fuerzas que comandaban en el Norte, Romero y Flores y Mondoñedo, con el fin de cooperar con mayor eficacia ala triunfo de la revolución en el Norte.

 

En este estado las cosas, un incidente desgraciado se promovió luego, entre los cabecillas Romero y Flores, y Becerra, cuyos pareceres eran encontrados respecto a las disposiciones que convenía tomar para batir a los iglesistas. Estos, tenían en la ciudad de Cajamarca, fuerzas más que suficientes para poder infligir una desastrosa derrota a los revolucionarios, si se atrevían atacar, y así lo manifestó Becerra a Romero y Flores, expresándole que era mucho más conveniente entrar en negociaciones con uno de los jefes de la plaza, de quien estaba seguro conseguiría, que si no se plegaba a la revolución, por lo menos, se lograría que depusiese las armas o capitulase. Romero y Flores, desdeñando todo consejo, y sin decir una palabra a Becerra, tomó el mando de las fuerzas y rápidamente se dirigió al frente de ellas a Cajamarca, que atacó, siendo completamente derrotados.

 

Como se recuerda el coronel Manuel José Becerra Silva, guerrillero chotano, fue declarado Héroe Nacional por Ley Nº 23955 de fecha 27-10-1984, peleó en "San Juan" y "Miraflores" contra los chilenos, los emboscó en el cañón El Cárcamo, límites entre Miracosta y Tocmoche. Es necesario remarcar que Becerra no tuvo formación militar, pero era un líder respetado y obedecido al que le llamaban Coronel. Fue profesor de matemática del Colegio "San Juan", su vicerrector y más tarde dirigió el hoy Colegio "2 de Mayo" de Caraz.

Lo importante es que con 60 hombres integrados por chiclayanos, cruceños, chotanos y cutervinos, preparados por él como guerrilleros, desalojaron de Chiclayo a los chilenos que eran 150 hombres bien equipados a órdenes del capitán Ricardo Canales. Esto sucedió el día 2 de agosto de 1882.

Autor: Luis Mallep

jueves, 21 de julio de 2022

Saña - Juan Delgadillo Primer Encomendero de Saña - Ascendencia materna de nuestra familia , 1907

       Revista Histórica del Perú

Esta es una copia digital de un libro que durante generaciones se ha conservado en las estanterías de una biblioteca, hasta que Google decidió escanearlo.
Autor: Academia Nacional de Historia
Volúmen 2
Año 1907
De la colección: Harvard University

Ver es estas crónicas:
Sucesión de Encomenderos de Saña
Partidos de Saña y Lambayeque pertenecían a la Provincia de Trujillo
1563 separan a Saña de Trujillo convirtiéndola en Provincia que comprendía hasta Piura
Sociedad Lambayecana tiene sus orígenes en Saña



Juan Delgadillo Encomendero de Saña
Apuntes Genealógicos




























Enfrentamiento entre La Gasca y Gonzalo Pizarro en Jaquijahuana (Cusco, 9 de abril de 1548) no fue una batalla formal, pues los gonzalistas fueron desertando poco a poco. Gonzalo y sus capitanes fueron decapitados al día siguiente.



Provincia de Saña



Provincia de Piura, Obispado de Trujillo




 
 







 La descendencia del Capitan Delgadillo continúa en la siguiente entrada del Blog titulada:

Origen Materno de los Salcedo

martes, 19 de julio de 2022

Rio Chupicallaco afluente del Jequetepeque

   ALGUIEN CONOCE UN RÍO, O QUEBRADA AFLUENTE DEL RÍO JEQUETEPEQUE, CUYO NOMBRE ANTIGUO ES CHUPICALLACO ?

El caso es que allá por 1856, a poco de haber comprado la Hacienda Talambo y Huabal, mi bisabuelo realizó trabajos de encausamiento y limpieza de esta quebrada para aumentar el caudal del rio Jequetepeque.

De esta manera esas agua las recuperaba en la toma Talambo para llevarlas por el canal Talambo y poder sembrar Mancoche,

Adjunto el documento notarial de la época 





 

 
  

 




















lunes, 18 de julio de 2022

Navidades Salcedo 2021

   Ramirez Salcedo 

 

 



Salcedo Lourido 

 
 

 

  


Aguinaga Salcedo 

  

Talavera Salcedo 
 


Portocarrero Salcedo 



Claudia Salcedo 

 


Galvez Salcedo 

  

 

  


Salcedo Honores 

 


Chepy Salcedo 
 


Rosa Salcedo  Garcia Urrutia 

 

Jaime Conroy 

  


Gladys Gonzales.- Vigil Zorrilla 

 
 


Otto Salcedo 

  
 

 

 


Augusto Salcedo Garcia Urrutia 

  


Pape Salcedo

 

  



  

Anabella Salcedo Guzmán 

 








 Ramirez Salcedo 

 

 



Salcedo Lourido 

 
 

 

  


Aguinaga Salcedo 

  

Talavera Salcedo 
 


Portocarrero Salcedo 



Claudia Salcedo 

 


Galvez Salcedo 

  

 

  


Salcedo Honores 

 


Chepy Salcedo 
 


Rosa Salcedo  Garcia Urrutia 

 

Jaime Conroy 

  


Gladys Gonzales.- Vigil Zorrilla 

 
 


Otto Salcedo 

  
 

 

 


Augusto Salcedo Garcia Urrutia 

  


Pape Salcedo

 

  



  

Anabella Salcedo Guzmán 

 








 Ramirez Salcedo 

 

 



Salcedo Lourido 

 
 

 

  


Aguinaga Salcedo 

  

Talavera Salcedo 
 


Portocarrero Salcedo 



Claudia Salcedo 

 


Galvez Salcedo 

  

 

  


Salcedo Honores 

 


Chepy Salcedo 
 


Rosa Salcedo  Garcia Urrutia 

 

Jaime Conroy 

  


Gladys Gonzales.- Vigil Zorrilla 

 
 


Otto Salcedo 

  
 

 

 


Augusto Salcedo Garcia Urrutia 

  


Pape Salcedo

 

  



  

Anabella Salcedo Guzmán 

 








 Ramirez Salcedo 

 

 



Salcedo Lourido 

 
 

 

  


Aguinaga Salcedo 

  

Talavera Salcedo 
 


Portocarrero Salcedo 



Claudia Salcedo 

 


Galvez Salcedo 

  

 

  


Salcedo Honores 

 


Chepy Salcedo 
 


Rosa Salcedo  Garcia Urrutia 

 

Jaime Conroy 

  


Gladys Gonzales.- Vigil Zorrilla 

 
 


Otto Salcedo 

  
 

 

 


Augusto Salcedo Garcia Urrutia 

  


Pape Salcedo

 

  



  

Anabella Salcedo Guzmán