EL PERÚ Y LOS VASCOS
EL INCIDENTE DE TALAMBO
EN LA HISTORIA DEL PERÚ
Introducción...……………………………..……………………………………....…………Pág.
4
Manuel Salcedo Peramás y Talambo (1802-1877) ...…………………………..………….…………………
5
Hacienda Talambo y Huabal………………………………………………………………………………….…………15
Los preparativos e idea reconquistadora (1824-1866) ……………………….………….………
33
La supuesta expedición científica de los españoles (1862-1866)
……………….………..…… 40
Arribo de la expedición a Chile…………………………………………………………………….………..…..……43
Arribo de la expedición al Perú………………………………………………………………………………..………46
Arribo de la expedición al Ecuador ……………………………………………………….…………..…….………48
Arribo de la expedición a México y Estados Unidos…………………………………..……………….……49
Retorno de la expedición científica al Perú………………………………………………………….……..……51
Nombramiento de Juan Ugarte……………………………………………………………………..…………..……51
Plan de invasión y toma de islas Chincha…………………………………………………………….……..……52
Llegada de José Manuel Pareja y firma del tratado……………………………………………….…-.……54
El mal ambiente creado, los pasquines y escritos en contra
del Perú y de Manuel Salcedo Peramás (1860-1865) …………………………………………………………….…………………………….…..……
57
Nombramiento de Mensi para investigar en Talambo……………....…………………..……61
Primer documento difamatorio: “Últimos asesinatos en el
Perú”, anónimo……………….……63
Segundo documento difamatorio: Pasquín de Rázuri, Fano,
Sorazu, Garues…………….....…64
Tercer documento difamatorio: Memorándum de Eusebio Salazar y
Mazarredo…………….65
El enganchador o contratista Ramón Azcárate…………………………………………….………………….67
La contratación vascongada (1859) ……………….…………………………….……………..…………..…….
73
Los inicios en la hacienda (1860-1863) ……………………………………………………….……………..……87
El Gran Incidente de Talambo (agosto 1863) ……………………………………………………………………………………………….……
85
El final en la hacienda y proceso jurídico del incidente (agosto1863-junio
1864) ………………………………………………………………………………………………. 95
Términos del Informe de vista del Fiscal Paz Soldán, diciembre de 1863…………………………………………………………………………………………………. 97 Declaran fundada la queja interpuesta por Don Manuel Salcedo, y para resolver sobre lo principal, mandaron se pasen los de la materia al señor Fiscal, trascribiéndose el presente a la Ilustrísima Corte Superior del Departamento de la Libertad-Cinco rúbricas, enero 1864…………………………………………………………………………………………………… 99
Informe
expedido por la Excelentísima Corte Suprema acerca de los cargos que contiene
la protesta del cónsul español…………………………………………………………. 102
La sentencia
ministrara una prueba más en favor de las victimas elegidas, por los españoles,
para perpetrar el sacrificio……………………………………………………………… 105
Fallo: absolutorio,
a Camilo Villodas, Cayetano Olastegui, Fermín Poyen, Francisco Ramírez y José
María Zapata y a D. Manuel Salcedo por los hechos ocurridos en Talambo el 4 de agosto
del año próximo pasado expedido por el juez Pedro Larrea, Chiclayo, junio de
1864…………………………………………………………………………………………. 112
Conclusiones a los sucesos según los españoles representantes
del gobierno español……………………………………………………………………………………. 117
Consecuencias del incidente de Talambo en las relaciones
entre Perú y España………………..…………………………………………………………………121
Ocupación de las islas Chincha, pág. 179 de Historia Guerra
del Pacífico (14 ABRIL 1864 – 1865) ………………………………………………….………………………………………………125
ANEXOS
Invitación que Don Ramón Azcárate dirige a los agricultores
Guipuzcoanos, para que se comprometan al cultivo del algodón, en esa región,
según las bases y condiciones que se expresan, 27 de octubre de 1859………………………………………………………………….………………
117
Bases para la contrata que ha de celebrar Don Manuel Salcedo
y Don Ramón Azcárate con la expedición vascongada, 6 de agosto de 1860……………………………………..…………………….
120
Declaración de Rosario Salazar antes de morir a petición de
sus padres, 15 Febrero de 1864………………………………………………..…………………………..……….
124
Gobierno del Perú, ordena tomar declaraciones a los vascos,
con declaración de Fano y Sorazú, dando conformidad al contrato……………………………………………..…………………………
173
Documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores al Cónsul
de España, dando respuesta a sus protestas, 1863, 1864……………………………………………………..……………………………………
179
El supuesto contrato suscrito entre la Hacienda y los vascos…………………….………………….
184
Relación de Vascos en Talambo………………………………………………………………………….…………
186
INTRODUCCIÓN
Durante mucho tiempo he venido leyendo los documentos y
libros escritos acerca de lo que aconteció en Talambo en agosto de 1864, todos
de pluma española, al igual que los pasquines difamatorios contra el dueño de
la Hacienda Manuel Salcedo Peramás, sin encontrar alguien que narre la otra
versión de los hechos en forma desapasionada y según otro criterio la real de
cómo sucedieron.
Como el incidente de Talambo es un hecho sucedido entre otros
dos hechos de vital importancia para nuestra nación y su posterior vida
republicana, uno el intento fracasado de España, por recobrar su colonia, el
Perú, la más rica y valiosa de ellas, la que intentó enviando la famosa llamada
Expedición Científica, una escuadra disfrazada de científica, y el segundo
hecho y definitivo la toma de las islas Chincha y el Combate del Dos de Mayo de
1866, que se justificó de motivos entre
otros por el incidente de Talambo, para justificar el bombardeo al puerto del
Callao, y que para beneplácito de los peruanos, triunfamos nuevamente después
de Junín y Ayacucho e imprimir sellos definitivos de nuestra emancipación de la
corona española.
Por tal causa me aventuro en hacer una recopilación de datos,
cartas, declaraciones, informes, narraciones, bitácoras de navíos, y todo
aquello que pueda servir para preparar un legajo de información que se deja a
criterio del lector.
Lo importante es desmitificar tres cosas, la primera
mencionada, la Falsa Expedición científica y la segunda la llamada Expedición
vascongada la que falsamente hizo creer a los lectores que se trataba de
“colonos” que se les traía de España al Perú para ocupar algunas tierras,
asentarlos, otorgándoles tierras y algunos beneficios en propiedad y en un
futuro tener una zona nueva desarrollada del Perú, como lo alemanes en Oxapampa.
Pero esto no fue así, nunca fueron colonos, lo que se trató es de “una
contrata, un enganche de braceros vascos”, como se hizo con coolies, o
africanos en otras oportunidades. El tercer mito, es del amigo de Salcedo, D.
Ramón Azcarate. Al parecer este señor nunca fue amigo de Salcedo, nunca fue
español tampoco, era un peruano hijo de españoles que estudió en Vergara (Guipúzcoa),
donde conoció a los hijos de Salcedo que allí estudiaban, para luego enterarse
de la necesidad de braceros, emprender ese negocio de enganche.
La documentación de donde se obtuvo la información de Talambo
son documentos notariales de mi propiedad, los que fueron heredándose hasta la
actualidad. Provienen de la notaria de Lima de Juan Ignacio Berninzón Molina y Lambayeque donde Manuel Salcedo tenía
todos sus asuntos jurídicos.
Augusto Bernardino Salcedo Torcello,
Talambo 2017
Manuel Salcedo Peramás
y Talambo
(1802 – 1877)
Manuel Salcedo nació en Lambayeque en 1802, hijo del español,
Manuel Joseph López- Osaba Salcedo Martínez de Arriaga, natural de Villa de
Cabredo, Pamplona, Navarra y de Thomasa de Peramás Villodas Cabero de Francia,
dama sañera de padres españoles. Emprendedor al igual que sus padres, llegó a
ser alcalde de Lambayeque siendo joven, aun así, participo en el grupo de ideas
libertadoras junto a Juan Manuel Iturregui, Pascual Saco Oliveros y otros
notables lambayecanos, junto a los cuales firmó el acta de la Independencia de
Lambayeque en 1820.
Desde muy joven tuvo la oportunidad de dirigir fundos y
hacerlos productivos, inicialmente heredando de su familia, y posteriormente
comprando grandes haciendas, y mejorándolas en su administración y producción.
Sus abuelos maternos fueron Antonio Ramón de Peramás y Ángela
María de Villodas y Martínez de Ripalda, quienes heredaban tierras en la zona
de Lambayeque.
Se inicia con el predio llamado “Cialupe” que constaba de Dos
mil Ciento ochenta y un fanegadas dotadas de agua para su cultivo que tuvo
antes de su matrimonio y están situadas entre Lambayeque, Mórrope y Mochumí, en
el departamento de Lambayeque. Dichas tierras las heredo de su familia materna,
de su antiguo propietario Don Feliciano Ripalda quién a su vez las recibió de
D. Melchor Huycop Corñan.
En el libro Compendio de historia económica del Perú, hace
referencia lo siguiente: Folio 106
Haciendas Lancarranco o Sancarranco y La viña
Tal fue el caso de la hacienda de Lancaranco y la viña de Jayanca, pertenecientes al cesado convento de San Agustín de Zaña: el censo de 1.200 pesos de principal dejó de ser abonado por el dueño, el hacendado Manuel Salcedo.
Testamento de Manuel
Salcedo Peramás
En Lima mayo 29 de 1877 a la una del día. Ante mí el Escribano
Público y los Testigos que al final se nombrarán, constituidos en mi escribanía
pública cita en la cuadra de Camaná número 47 fue presentado el Señor Don
Manuel Salcedo mayor de sesenta años de edad, casado natural de la ciudad de Lambayeque y vecino de esta
Capital, hijo Legítimo de Don Manuel Salcedo y de Doña Tomasa Peramás, finados
a quién juzgué en el pleno goce de sus
facultades intelectuales de que doy fe,
y dijo: que encontrándose con capacidad para testar, en todo su conocimiento y
en completa libertad, deseaba otorgar y otorgó por esta Escritura Pública su
testamento, dictándomelo en la forma y la manera siguiente = Primero: - Declaro
que soy Cristiano, Católico, Apostólico, romano; que creo en los Misterios de
la Santa Iglesia Católica y que en esta creencia protesto vivir y morir
fielmente
DSCN2560 – Segundo – Dejo a favor de las mandas forzosas lo
que es de costumbre = Tercero – Declaro que soy casado y velado según rito
católico con la Sra. Doña Josefa Ruíz, de cuyo matrimonio hemos tenido varios
hijos, de los que viven hasta hoy once, nombrados, Don Manuel, Don José María,
Don Enrique, Don Guillermo, Don Carlos, Don Ricardo, Don Eliseo, Don Augusto,
Doña María Pilar, Doña Beatriz, Doña Isabel Widemina Salcedo – Cuarto – Declaro
que cuando contraje matrimonio con la expresada Doña Josefa Ruíz recibí su dote
que constaba de Escritura Pública: Posteriormente también recibí otra cantidad
por su herencia, que también constaba de Escritura Pública, ambas cantidades
forman más de treinta mil pesos de las
cuales se me entregaron más de las dos terceras partes en onzas de oro selladas
de a diecisiete pesos fuertes y el resto en pesos fuertes de cien centavos –
Quinto – Declaro que los bienes de mi exclusiva propiedad son los terrenos
nombrados “Cialupe” que constaba de Dos mil Ciento ochenta y un fanegadas
dotadas de agua para su cultivo que tuve antes de mi matrimonio y están
situadas en el Distrito de Lambayeque – Sexto –Ídem. La mitad de los demás
bienes que hemos adquirido durante la Sociedad Conyugal con la Dicha mi esposa
Doña Josefa Ruíz, cuyo monto resultará de los Inventarios que se practiquen con
arreglo a las Leyes, deduciéndose previamente el haber dotal de mi esposa
mencionado en la cláusula Tercera y las sumas que yo resulte deber y durante la
sociedad conyugal según
Los documentos que aparezcan – Sétimo – Nombro por mis
Albaceas, en Primer lugar a la Sra. Doña Josefa Ruíz de Salcedo, mi esposa: En
Segundo lugar a Don Guillermo Valentín Fry y en Tercer lugar al Señor Don José
Dávila Condemarín a quién consultaran los dos primeros mis albaceas para el mejor acierto de sus deliberaciones –
También les doy facultades en razón de que los
bienes residen aquí en parte, y parte fuera de la Capital, para que deliberen separadamente, cuando así lo exijan
las circunstancias, para que no sufran demoras que ocasiones perjuicios a la
Testamentaría, pero siempre con consulta previa del tercer albacea,
concediéndoles la facultad de poderse
dar recíproco poder en los casos que ocurran y la de prorrogar el tiempo
necesario para la cancelación de la Testamentaría – Octavo – Instituyo por mis
herederos forzosos en todo el remanente de mis bienes, derechos y acciones
presentes y futuras que por cualquier título me correspondan, a los once mis
hijos legítimos nombrados en la Cláusula 2ª mejorando, como desde luego mejoro con el tercio de mis bienes,
a los menores mis hijos, a saber,
Beatriz, Isabel Widelmina, y Augusto Salcedo, en atención a su edad y sexo y es
mi voluntad que siendo guardadora la madre conforme a la ley yo por mi parte
también le confiero la facultad, conveniente para que ejerza el cargo
encargándole el haber de las menores los sitúe en fundos seguros por el tiempo
de la minoridad y que sus productos se
inviertan en beneficio de ellos – Noveno – Es mi voluntad que mi funeral se
haga sin pompa
DSCN2561 alguna y que en el exceso que había de gastar se
invierta en limosna de gente verdaderamente pobre – Décimo Declaro que no tengo
ni reconozco a ningún hijo natural. Y el dicho señor testador expreso por si su
voluntad a presencia de los testigos reunidos en un solo acto desde el
principio hasta el fin del testamento; se leyó este por la persona que nombró
al efecto: durante la lectura y al fin de cada cláusula se examinó al testador
viéndolo y oyéndolo que lo contenido en cada una de ellas era la expresión de
su última voluntad. Así lo otorgó y firmó siendo testigos:
Don Eduardo Velarde =
Don Miguel Gálvez y Don Cristóbal Camacho de esta vecindad = Manuel Salcedo –
Eduardo Velarde – Miguel Gálvez y Coloma – Cristóbal Camacho = Ante Mí = Manuel
Iparraguirre Escribano Público = Tesorería de la beneficencia de lima –
Recibidos de Don Carlos Jaber tres soles cuarenta centavos por los derechos del
Testamento que otorgó Don Francisco Leyva en 26 de abril de 1877.
Ante el Escribano Don Manuel Iparraguirre – Lima Julio 5 de
1877 – Manuel Y. León – Está conforme con el Testamento original otorgado ante
mí y se encuentra a f. 976 de mi Registro Corriente a que me remito, en fe de
lo cual doy este segundo testimonio en f. 5 que signo y firmo después de
confrontado con su matriz, en Lima Julio
10 de 1877 –
Un signo – Manuel Iparraguirre – Escribano Público –
Testamento de Manuel Salcedo Peramás
Melchor Huycop, 1650 +
- Dueño heredero de Sialupe, que se componía de
doce mil doscientas catorce varas de largo y siete mil quinientas sesenta varas
de ancho que reducidas a Fanegadas Castellanas hacen ciento y quince fanegadas
compuestas vende parte de Sialupe a Feliciano de Ripalda. El 25 de enero de
1680 reparte otra parte de las tierras a sus herederos.
En 1700 Tomás Huycop, bisnieto del don Melchor Huycop y nieto
de Lucia Sianca Huycop. Al heredar de Lucia y comprar a Balentin se hizo de 46
fanegadas de pastos de Sialupe, que luego vendió a Juan Joseph Cabero
antepasado de Manuel Salcedo Peramás.
Feliciano Ripalda sucesor de Juan Sánchez Cavero, cura de
Mórrope, antepasados de Manuel Salcedo Peramás, compra los pastos y rastrojales
de Sialupe en 19 octubre 1774 a Juan Manuel Temoche, Fermín Guepe, Juan
Saltante, y otros muchos descendientes herederos de Francisco Solano Menollulli.
Juan Sánchez Cavero (¿Padre De Tomasa Cavero Carrasco del
Saanz, bisabuela de Tomasa de Peramás Villodas) (Tomasa de Peramás Villodas,
madre de Manuel Salcedo Peramás) Administrador de Sialupe y dueño de una quinta
parte al comienzo el 9 de noviembre de 1778, ¿el 23 de noviembre tomó posición
de Sialupe como dueño Josef Joaquín de Irigoyen y Cavero sucesor de las tierras
de Juan Sánchez Cabero?
Don Josef Manuel de Villodas Licenciado, Presbítero
depositario y administrador de las Haciendas de Sancarranco, Viña Fina y
Femenia (Esposo de Antonia Ripalda Cabero, padres de Ana María Villodas
Martínez de Ripalda, casada con Antonio Ramón de Peramás, ambos padres de
Tomasa de Peramás Villodas, esposa de Manuel López-Osaba Salcedo Martínez,
padres de Manuel Salcedo Peramás) Administrador de las Haciendas de Josef
Joaquín de Irigoyen Cavero (Sialupe). El 7 de enero de 1778 le dan amparo y
posesión de Sialupe en Lambayeque. Encontrándose en posesión el 25 de junio de
1779
Los descendientes, hijos de Melchor Huycop, Doña Francisca
Siancia Huycop, Don Andrés, Doña Lucia, Doña María, y Don Balentin Siancia
Huycop también vendieron veinte y tres 23 fanegadas a Don Feliciano Ripalda. 92
fanegadas quedan en manos de Don Francisco Solano Menollulli.
Juan Josef Saavedra Cavero, estando en posesión de Sialupe
falleció, habiendo entrado todos estos fondos y derechos a poder de Don
Feliciano de Ripalda
Según datos de la
revista Compendio de Historia económica del Perú, Tomo 4, menciona que entre
1829 y 1834 Manuel Salcedo Peramás era propietario-arrendatario de la hacienda
de Lancaranco (o, Sancarranco) y la Viña en Jayana. Cuando se produjo la
reforma de regulares de 1826, los conventos sus tierras y censos pasaron a
manos del estado. Por imposiciones de censos enfitéuticos debía de pagar un
canon o arrendamiento al censado convento de San Agustín de Saña: el censo de
1.200 pesos de principal dejó de ser abonado por el dueño, el hacendado Manuel
Salcedo, por la incertidumbre de no tener a quién pagar, al Estado en ese
momento a cargo de Agustín Gamarra. O al Convento censado.
Testamento de D. Tomás
Infuc Huycop, 1745 – Propiedad de Cialupe
Testamento otorgado por el Gobernador de las armas y Pachaca
De varias Parcialidades Don Tomás Infuc Huycop Corñan, el 29 de junio de 1645;
en la cláusula once declara que tiene donadas a favor del Dr. Don Juan Sabedra
Cabero (vecino de la Viña y Sancarranco) las Tierras y Pastos de Cialupe. Una
fuente que cupo a su Atache Doña Angela Huycop, la otra comprada a su tío don
Balentin, la de Doña Micaela, y la de Don Andrés Luis Triay, que dichas cuatro
partes unidas a las que remató el Dr. Cabero hacen las cinco partes del todo de
Cialupe que de ellas tiene poseídas los dueños
de la Viña desde el año 1781 se dio nuevamente (a Salcedo comprador) Esto
enmendado en 1827 ambas ¿?
Dice Tomás Infuc Huycop: Declaro por mías propias las tierras
nombradas Cialupe como consta en los Títulos que están en mi poder y los Pastos
de estas dichas tierras pertenecen al Doctor Don Juan José de Saavedra Cabero y
dichas tierras las tengo Compuestas con su Majestad
D. Don
Tomás Infuc Huycop Corñan, además poseía otras tierras llamadas Culpón, Cadape
además de Cialupe.
Sucesión del Dr. Don
Juan Sabedra Cabero.
Gregoria Carrasco del, casada con el Capitán Don Juan de Saavedra
Cabero, natural de Saña.
Tomasa Cabero y Carrasco del Saaz López de Saavedra, por
quien se continúa la sucesión, casó en Saña con Don Matías Ripalda
Antonia Ripalda Cabero, natural y vecina de Saña y allí
casada con don Manuel Villodas
Ana María de Villodas y Ripalda Cabero, casada con Don
Antonio Ramón Peramás
Doña Tomasa Peramás, Villodas Cabero de Francia López de
Saavedra, Carrasco del Saaz y Soto Bermúdez, casada con el español Don Manuel
López Osaba de Salcedo.
Don Bernardino Salcedo y Peramás Ripalda Cabero, casado con Doña
María del Carmen Taforó y Zamora.
Don Manuel Custodio Salcedo y Peramás Ripalda Cabero, casado
con Doña Josefa Ruíz.
Testamento Manuel
Salcedo Peramás
Testó en Lima mayo 29 de 1877 en la escribanía pública de D.
Manuel Iparraguirre sita en la cuadra de Camaná número 47. Siendo testigos: Don Eduardo Velarde = Don
Miguel Gálvez y Don Cristóbal Camacho de esta vecindad– Lima Julio 5 de 1877 –
Se encuentra a f. 976 de mi Registro Corriente a que me remito, en fe de lo
cual doy este segundo testimonio en f. 5 que signo y firmo después de
confrontado con su matriz, en Lima Julio 10 de 1877 – Un signo – Manuel
Iparraguirre – Escribano Público –
En Lima mayo 29 de 1877 a la una del día. Ante mí el
Escribano Público y los Testigos que al final se nombrarán, constituidos en mi
escribanía pública cita en la cuadra de Camaná número 47 fue presentado el
Señor Don Manuel Salcedo mayor de sesenta años de edad, casado natural de
la ciudad de Lambayeque y vecino de esta
Capital, hijo Legítimo de Don Manuel Salcedo y de Doña Tomasa Peramás, finados
a quién juzgué en el pleno goce de sus
facultades intelectuales de que doy fe,
y dijo: que encontrándose con capacidad para testar, en todo su conocimiento y
en completa libertad, deseaba otorgar y otorgó por esta Escritura Pública su
testamento, dictándomelo en la forma y la manera siguiente = Primero: - Declaro
que soy Cristiano, Católico, Apostólico, romano; que creo en los Misterios de
la Santa Iglesia Católica y que en esta creencia protesto vivir y morir
fielmente
DSCN2560 – Segundo – Dejo a favor de las mandas forzosas lo
que es de costumbre = Tercero – Declaro que soy casado y velado según rito
católico con la Sra. Doña Josefa Ruíz, de cuyo matrimonio hemos tenido varios
hijos, de los que viven hasta hoy once, nombrados, Don Manuel, Don José María,
Don Enrique, Don Guillermo, Don Carlos, Don Ricardo, Don Eliseo, Don Augusto,
Doña María Pilar, Doña Beatriz, Doña Isabel Wilemina Salcedo – Cuarto – Declaro
que cuando contraje matrimonio con la expresada Doña Josefa Ruíz recibí su dote
que constaba de Escritura Pública: Posteriormente también recibí otra cantidad
por su herencia, que también constaba de Escritura Pública, ambas cantidades
forman más de treinta mil pesos de las
cuales se me entregaron más de las dos terceras partes en onzas de oro selladas
de a diecisiete pesos fuertes y el resto en pesos fuertes de cien centavos –
Quinto – Declaro que los bienes de mi exclusiva propiedad son los terrenos
nombrados “Cialupe” que constaba de Dos mil Ciento ochenta y un fanegadas
dotadas de agua para su cultivo que tuve antes de mi matrimonio y están
situadas en el Distrito de Lambayeque – Sexto –Ídem. La mitad de los demás
bienes que hemos adquirido durante la Sociedad Conyugal con la Dicha mi esposa
Doña Josefa Ruíz, cuyo monto resultará de los Inventarios que se practiquen con
arreglo a las Leyes, deduciéndose previamente el haber dotal de mi esposa
mencionado en la cláusula Tercera y las sumas que yo resulte deber y durante la
sociedad conyugal según
Los documentos que aparezcan – Sétimo – Nombro por mis
Albaceas, en Primer lugar a la Sra. Doña Josefa Ruíz de Salcedo, mi esposa: En
Segundo lugar a Don Guillermo Valentín Fry y en Tercer lugar al Señor Don José
Dávila Condemarín a quién consultaran los dos primeros mis albaceas para el mejor acierto de sus deliberaciones –
También les doy facultades en razón de que los
bienes residen aquí en parte, y parte fuera de la Capital, para que deliberen separadamente, cuando así lo exijan
las circunstancias, para que no sufran demoras que ocasiones perjuicios a la
Testamentaría, pero siempre con consulta previa del tercer albacea,
concediéndoles la facultad de poderse
dar recíproco poder en los casos que ocurran y la de prorrogar el tiempo
necesario para la cancelación de la Testamentaría – Octavo – Instituyo por mis
herederos forzosos en todo el remanente de mis bienes, derechos y acciones
presentes y futuras que por cualquier título me correspondan, a los once mis
hijos legítimos nombrados en la Cláusula 2ª mejorando, como desde luego mejoro con el tercio de mis bienes,
a los menores mis hijos, a saber,
Beatriz, Isabel Widelmina, y Augusto Salcedo, en atención a su edad y sexo y es
mi voluntad que siendo guardadora la madre conforme a la ley yo por mi parte
también le confiero la facultad, conveniente para que ejerza el cargo
encargándole el haber de las menores los sitúe en fundos seguros por el tiempo
de la minoridad y que sus productos se
inviertan en beneficio de ellos – Noveno – Es mi voluntad que mi funeral se
haga sin pompa
DSCN2561 alguna y que en el exceso que había de gastar se
invierta en limosna de gente verdaderamente pobre – Décimo Declaro que no tengo
ni reconozco a ningún hijo natural. Y el dicho señor testador expreso por si su
voluntad a presencia de los testigos reunidos en un solo acto desde el
principio hasta el fin del testamento; se leyó este por la persona que nombró
al efecto: durante la lectura y al fin de cada cláusula se examinó al testador
viéndolo y oyéndolo que lo contenido en cada una de ellas era la expresión de
su última voluntad. Así lo otorgó y firmó siendo testigos:
Don Eduardo Velarde =
Don Miguel Gálvez y Don Cristóbal Camacho de esta vecindad = Manuel Salcedo –
Eduardo Velarde – Miguel Gálvez y Coloma – Cristóbal Camacho = Ante Mí = Manuel
Iparraguirre Escribano Público = Tesorería de la beneficencia de lima –
Recibidos de Don Carlos Jaber tres soles cuarenta centavos por los derechos del
Testamento que otorgó Don Francisco Leyva en 26 de Abril de 1877.
Ante el Escribano Don Manuel Iparraguirre – Lima Julio 5 de
1877 – Manuel Y. León – Está conforme con el Testamento original otorgado ante
mí y se encuentra a f. 976 de mi Registro Corriente a que me remito, en fe de
lo cual doy este segundo testimonio en f. 5 que signo y firmo después de
confrontado con su matriz, en Lima Julio 10 de 1877 –
Un signo – Manuel Iparraguirre – Escribano Público –
Hacienda Talambo y
Huabal
Ubicada al oriente de la ciudad de Chepén distante 4.0 kilómetros,
hoy en día es un centro poblado, en cuyo parque central destaca la Casa
Hacienda de Manuel Custodio Salcedo Peramás, de muros anchos, pisos de madera,
pasadizos ocultos y amplios patios; correspondientes al último período
colonial, y que alberga en su interior una colección privada de cerámica pre
inca.
El hectareaje de la Hacienda Talambo como sus límites, nunca
fueron correctamente establecidos ni definidos, desde que en 1803 la compra el
Presbítero Bernui, luego las nuevas tierras incluidas por desconocer sus
límites iniciales, posteriormente los denuncios de Manuel Salcedo adjudicados
por el estado, han hecho de Talambo una hacienda sin límites. Solo leyendo los
documentos notariales podemos tener un marco referencial aproximado de lo que
Talambo abarcaba
Limita por el norte con la intersección del “Rio seco” con el
Camino del Inca que va de Guadalupe a Zaña, se deslindó Talambo por el cerro
Prieto de Zaña al este hasta un punto llamado Ventanilla cruce con el río
Mirador, al sur con el río Jequetepeque, al oeste con la ciudad de Guadalupe,
la hacienda Lurifico los cerros de Charcape que se ubican paralelo al Océano
Pacífico.
Acerca de Talambo: en un manuscrito redactado por don Justo
Modesto de Rubios y Andrade, cura de los pueblos de Mórrope y Pacora, en el año
de 1782 dice que los religiosos de Guadalupe fundaron el Colegio de San
Ildefonso para que aprendiesen las primera letras los estudiantes coristas y
religiosos que se traían, aplicándole al dicho colegio la grande hacienda de
Talambo, que está situada poco más de dos leguas de Guadalupe, hacia el
oriente, y ha sido y es estancia de ganados mayores, y menores, con tina y
tenería de labrar jabones, y cordobanes, y negros esclavos de capital
correspondientes no solo a este beneficio, sino al de las grandes cosechas de
arroz y trigo, con ingenio y molinos propios, y todos los emolumentos se
destinaron para la conservación del citado colegio de San Ildefonso.
Se conoce que los primeros dueños podrían haber sido el
Cacique Chepén, el que dio unas tierras a su hija Francisca Lachosa como dote
de matrimonio con el cacique de La Trinidad, Caxamarca.
Francisca Lachosa vende a Pedro Méndez Dolebun y así empieza
a darse forma de lo que fue la Hacienda Talambo.
DSCN2721) Años de 1618, 1620, 1623 y 1624
Testimonio 94 – Reconocimiento
Instrumento que contiene siete testimonios
El 1° que se hizo el año 1618 por el que consta que Doña
Francisca Lachosa hija natural de Don Francisco Chepén Cacique del Pueblo de Chepén viuda de Don Antonio Canaf (Canpeche)de la
Guaranga de Chonta Provincia de Caxamarca y su hijo Don Francisco, cacique
principal del pueblo de la Trinidad de
la otra Provincia de Caxamarca , vendieron a Pedro Méndez de Donlebun unas tierras de Pan llevar
que contienen seis fanegadas, poco, más
o menos, nombradas Pocupe, situadas en la otra vanda del rio Pacasmayo,
lindando con el camino que viene de Tolón a el Asiento de Pocupe, y lindando
así mismo con el rio arriba hasta el cerro de la loma de Tolón y linde con la
tierra que vuelve a dar hasta el Pueblo Asiento y de Pocupe en precio de Doscientos y Cincuenta Patacones
con autoridad y licencia de Alonso de Escobedo teniente de Corregidor en el
Partido de Guadalupe. Y se actuó este primer testimonio ante Antonio Rodríguez
Galindo, Escribano Público y de registros.
Otras fuentes que considero inprecisas, señalan que Talambo tuvo su Origen en la
primera “Composición General de Tierras” el año 1595, antes las “Tierras de
Talambo” formaban parte de las Estancias del Encomendero de Chepén.
El año 1596 se otorga la Propiedad al Visitador Bartolomé de Villavicencio, en pago de su salario. Eran 1,649 Fanegadas de Tierras consideradas “Vacas y Realengas” valorizadas en 2 pesos c/u.
Se hace un deslinde de las tierras de Joploc con arreglo al
primer Título y Composición que se le dio a Pedro Mendez Dolenbun, Como el mayor y mejor
postor que hubo en la visita de tierras hecha por Don Gómez Villavicencio
Corregidor de Trujillo a 18 de noviembre de 1595 que se estuvo esta ¿? Para
reconocer sus respectivos linderos bajo los cuales compró el Colegio de San
Idelfonso de Pedro Méndez Donlebun el 3 de agosto de 1613 con un ¿? Y otros
aperos.
En 1614 El Colegio de los Agustinos San Idelfonso de Lima
compra la propiedad en 13,059 Pesos a Pedro Méndez Dolebun
El año 1651 se empieza a llamar Hacienda San Idelfonso de
Talambo.
En 1717 por contrato de Arriendo los Agustinos lo entregan en
venta enfitéutica por una Vida a un religioso de la misma Orden.
En 1780 Manuel Prieto cura de la Doctrina de Chepén,
Arrendatario de Talambo abandona la Hacienda por problemas económicos. Esta es
tomada por el Español Pedro de Rivadeneira quien después de 10 meses de
Administración la pide en Arriendo la que le es entregada de inmediato.
En 1792 vuelve a manos de los Religiosos Agustinos.
En 1797 Talambo queda sin Administrador entrando en
decadencia clamorosa a tal punto que los Religiosos se vieron obligados a
vender esclavos.
El 27 de marzo de 1801 el Colegio San Idelfonso vende Talambo
al licenciado Manuel de Arrieta, Presbítero representante de Joseph Bernuy, Presbítero
domiciliario del obispado de Trujillo. Fue vendida con sus esclavos,
herramientas y todos sus usos y costumbres, derechos y servidumbres,
estipulándose en el contrato que la Propiedad no pagaría más censo al Convento
de Guadalupe.
En septiembre de 1803 Fray Augustín Mesa Rector actual del
Colegio de San Idelfonso de Lima, otorga poder a Fray Isidro Vásquez Prior Rector del Convento
Recolección de Nuestra Señora de Guadalupe
EL veinte y siete (27) de marzo de mil ochocientos uno por
DSCN2747 el Poder que
le ha conferido ante el escribano Público del mismo Lima, Antonio Luque, a
veinte y tres de Septiembre de este año, que para la constancia de este
Instrumento se agrega a este Registro y su tenor es el siguiente Poder En la ciudad de los reyes del
Perú en veinte y tres de Septiembre de mil ochocientos y tres años, Ante mí el
Escribano y Testigos pareció el Reverendo Padre Maestro Fray Augustín Mesa del
orden de Hermitaños de Nuestro Padre San Augustín Rector actual
del Colegio de San Idelfonso de esta
dicha Ciudad de dicho orden y dijo: Que
como tal Rector daba, y Pidió su Poder cumplido el que por derecho se requiere
y es necesario al Padre Rector Jubilado Fray Isidro Vásquez Prior actual del
Convento Recolección de Nuestra Señora
de Guadalupe del referido Orden, para que en nombre del otorgante, como tal
Rector, y del dicho su Colegio intervenga y concurra extrajudicial o judicialmente a allanar las dudas, equívocos
o dificultades que puedan existir y, u ocurrir sobre las tierras y
pertenecientes a las Haciendas de Talambo sita en el Valle de este nombre, o
Guadalupe en el Partido de Zaña que el
otorgante como tal Rector vendió por Escritura ante mí en veinte y siete de marzo de mil ochocientos
uno al Licenciado Don Manuel de Arrieta Presbítero quién ante su imagen y ante
mí declara tocar y pertenecer dicha
Hacienda al Doctor Don Joseph
Bernui Presbítero Domiciliario del
Obispado de Trujillo por haberla comprado
de su orden
El Presbítero Don Josef Bernui asienta que, si se expuso a
comprar la
DSCN2750 Hacienda de Talambo y por los trece mil cincuenta y
nueve pesos, tres reales, como que no conocía el fundo, fue en el firme
concepto de que a esta Hacienda de Talambo pertenecían no solo las cuarenta
fanegadas de tierras de Joploc, si no las demás nombradas Cosleche, Mancoche, Chamán,
Las Viejas, Checos, Moro, Pocupe y otras que han corrido siempre por unas con
Talambo
Todas las demás tierras que han corrido próximas con la
Hacienda de Talambo bajo los nombres de Cosleche que están al pie de la
cordillera del cerro grande de Talambo de donde se mira para la otra suerte de
tierras nombradas, Mancoche: y de donde
separa a la Rinconada de tierras de Chamán que es por donde se dividen o por el
camino Real de la Sierra, y Las Viejas y las otras nombradas Checos De Donde se
va a dar a las Cordilleras de la Sierra deslindando las tierras nombradas Moro.
Y finalmente las tierras de Pocupe que están por las Partes del río arriba con
todas las demás que juntas con aquellas han corrido por Del Colegio Declara
Dicho Reverendo Padre Prior como su Apoderado que las da por unidas a
DSCN2752 la Hacienda de Talambo y vendidas en esos tiempos
como si en aquella Escritura en que otorgó la venta al Rector en veinte y siete
de marzo de mil ochocientos uno deslinde de las Tierras de Joploc para Purificar
en mezcla con las de Lurifico se contempla lo estipulado.
DSCN2757 ¿????????al otro Deslinde de las tierras de Joploc
con arreglo al primer Título y Composición que se le dio a Pedro de ¿? Como el
mayor y mejor postor que hubo en la visita De tierras hecha por Don Gómez Villavicencio
Corregidor de Trujillo a 18 de Noviembre de 1595 que se estbo esta ¿? Para
reconocer sus Respectivos Linderos bajo los cuales compró el Colegio de san
Idelfonso de Pedro Méndez Donlebun el 3 de Agosto de 1613 con un ¿? Y otros
Aperos que en el día a excepción del suelo nada existe.
Salimos de las casas de la Hacienda Lurifico dándoles la
espalda y tomando rumbo a a dar al primer pie del cerro de Chepén. En donde
hecho pie con la cara al cerro, a la derecha el Pueblo y a la izquierda que
aguas abajo sigue la Acequia ¿del mismo Pueblo, haciendo junta a ella en el
mismos puesto que se había hecho pie, otra acequia antigua nombrada Focupe que
volviendo la cara para abajo hacen Lindero con la Acequia antigua, por la derecha
y parte de afuera las tierras de Talambo por arriba y por abajo las de Moro que
ambas tocan al Presbítero Don Josef Bernui y para adentrar
Folio a las tierras de Joploc: Y la Acequia de Chepén, que
cae al lado izquierdo por la parte de afuera hace lindero a las tierras de la
Hacienda de Lurifico, y por adentro a las tierras de Joploc: De manera que,
caminando por este interior, de ellas, desde la otra punta para
abajo, van a rematar las dos acequias al río seco, que cruza
aquel Territorio del Moro, Lurifico y demás de los cerros que desaguan por él,
cuando hay muchas lluvias, y por tanto quedan las tierras de Joploc en una
punta como esta:
Y en su Cabimiento las cuarenta fanegadas con doscientas
ochenta y ocho varas por largo cada una, y ciento cuarenta y cuatro por ancho,
como lo explicó el otro Fit. De 28 de Noviembre de 1595: Quedando la Hacienda
de Lurifico debajo de la Hacienda de Chepén, con el aprovechamiento de sus
riegos y labores de una cantidad de agua que de ellas le han Cortado a
beneficio de otra acequia menor, que pasa por la inmediación de las casas, y
por la derecha de la citada Acequia antigua nombrada Pocupe, a las partes de
afuera quedan igualmente las tierras de
Moro con la prevención que en lo presente
por esta acequia también rueda agua, sacada un poco más debajo de la
punta, y hecha caer a lo que antes era la acequia Antigua. Por cuyo resultado,
y figura delineada a satisfacción de los
DSCN2758 Interesados, y de los que dieron razón, quedaron
descubiertas las cuarenta fanegadas de tierras de Joploc, y entregadas al
Reverendo Padre Prior a Disposición del Colegio de San Idelfonso.
Oído todo lo otro por el Apoderado del Presbítero Don Josef
Bernuy se dio por contento y por tomada la Posesión, deponiendo el Proyecto
DSCN2759 que se había tomado de poner en práctica la materia
Posesión de todas las tierras agregadas preservando su derecho para pedirla
siempre que le sea necesario, o que se le falte a las expuestas, protestas,
aunque no espera por que las ha tomado por de palabra de honor, con la cual se
concluyó el acto.
Y para la Constancia de todo, lo pongo por esta Diligencia,
firmando con los Interesados de que Doy fe.
Isidro Vásquez
Mariano Quezada
En
Fe firmo de Verdad
Josef
López Merino
El 13 de octubre de 1803 se firman Escritura de
compromiso José Bernuy y el Prior del
Convento de Guadalupe como apoderado del Colegio de San Idelfonso de Lima,
vendedor de Talambo, por el presente quedarán agregadas todas las tierras pertenecientes
a dicho Colegio de San Idelfonso, a la Venta de Talambo, como son, Cosleche,
Mancoche, Chamán, Las Viejas, Checoy, Moro, Pocupe, excluyendo las 40 fanegadas
de Faploc que quedaran a favor de San Idelfonso, y en su consecuencia, se hizo
el deslinde de estas sin la contradicción del Padre Prior del Convento de
Guadalupe en el Año de 1863.
El 13 de noviembre de 1850 sale a remate el fundo Talambo en
la ciudad de Chiclayo, y la máxima oferta fue de Cuarenta y tres mil doscientos
pesos por no haber licitador que ofrezca mayor suma; y deducido el pago de los
acreedores como igualmente los derechos que competen a la Señora Bernuy quien
tenía compromisos de deudas con varios acreedores.
El 30 de septiembre de 1851 Don Manuel Salcedo Peramás de
familia de agricultores Lambayecanos, compra Talambo a Doña Antonia Bernuy
descendiente de Don Joseph Bernuy con 2,200 Fanegadas, notable incremento de
las 1,400 que tenía el año 1801 cuando la compró Bernuy.
Salcedo compró en Cincuenta mil trescientos doce pesos seis
reales a que ascendió el citado avalúo practicado por los vendedores en el
referido año de cuarenta y seis cuyo Documento existe en la Excelentísima Corte
Suprema de la República.
Compra venta de Talambo
y Huabal.
En 30 de septiembre de 1851 Manuel Custodio Salcedo Peramás compra
la Hacienda Talambo por el valor de Cincuenta mil trescientos doce pesos seis
reales a Doña Antonia Bernuy, propiedad que aumentó sus tierras de 1.400 a
2.200 fanegadas en la primera parte del siglo XIX por incorporación a la
labranza de tierras eriazas.
Las tierras eran conocidas con los nombres de Cosleche,
Mancoche, Chamán, Las Viejas, Checos, Moro, Pocupe y otras que han corrido
siempre por unas con Talambo
Todas las demás tierras que han corrido próximas con la
Hacienda de Talambo bajo los nombres de Cosleche que están al pie de la
cordillera del cerro grande de Talambo de donde se mira para la otra suerte de
tierras nombradas, Mancoche: y de donde separa a la rinconada de tierras de
Chamán que es por donde se dividen o por el camino Real de la Sierra, y Las
Viejas y los otros nombrados checos de donde se va a dar a las Cordilleras de
la Sierra deslindando las tierras nombradas Moro.
La venta incluye las tierras de Huabal:
10° Décima: Los vendedores hacen traspaso en forma y conforme
a derecho a favor del comprador, de los derechos que reservaron en la Escritura
de venta que se otorgó de la tierra del Guabal favor del difunto Bergara padre
del actual poseedor, y como es parte integrante de la Hacienda de Talambo
comprendida en sus Títulos, recuerdan los vendedores que toda preferencia en
caso de venta la dejaran por donde le conviene
A partir de la compra de Talambo, se traslada a vivir a la
Hacienda, ubicada en el distrito de Chepén, para dedicarse íntegramente a
realizar mejoras puesto que dicho fundo estaba años en abandono, mejoras que en
poco tiempo la convirtieron en una de las mejores haciendas del norte del Perú.
Implementó un sistema de arriendo de parcelas a cambio del 20-25 % de la
producción, este sistema de terrazgo les acomodaba mucho a los arrendatarios
puesto que no tenían compromiso de pagar una suma fija, a menores ingresos,
pagaban menos terrazgo. Sus arrendatarios vivían muy conformes con el sistema,
y supieron apreciar al dueño viéndolo más como un socio que como un patrón,
además que Salcedo compró nueva maquinaria para el molino donde pilar el arroz
y buscó mercado en el extranjero. La producción la exportaba a Chile
directamente por el puerto de Pacasmayo, donde abrió una agencia de aduanas
para sus importaciones y exportaciones a cargo del señor Garrués.
Manuel Salcedo fallece en 1877, concluyendo la primera etapa
exitosa de la Nueva Hacienda Talambo, fundo próspero en que lo convirtió desde
su adquisición a Antonia Bernui.
A partir de la muerte de Manuel Salcedo, la Testamentaria se
hace cargo de la propiedad, iniciándose una segunda etapa de la Hacienda
Talambo.
Inventario, Mesura y
Tasación de las Haciendas Talambo y Huabal 1,877
A nombre de la nación
Adolfo Quiroga abogado de los tribunales de la República,
Juez de 1era Instancia de esta Capital.
Hace saber el Señor Juez de Primera Instancia de la provincia
de Pacasmayo: Que el juicio seguido por Doña Josefa Ruíz de Salcedo sobre
inventario de los bienes dejados por su finado esposo, Don Manuel Salcedo y
Peramás, a solicitud de dicha Señora ha ordenado dirigir a Ud. El presente a
fin de que inventaríen, midan y Tasen, los bienes que pertenecientes a la
Testamentaria se encuentran en esa jurisdicción, con la citación de D. Guillermo Valentín Fry, según consta todos
los actuados siguientes = Señor Juez de 1ª Instancia = Josefa Ruíz viuda de
Salcedo, en el expediente iniciado sobre facción de Inventarios de la
Testamentaria y lo demás deducido, dijo: en mi primera solicitud no creí
oportuno pedir se librase comisión a los jueces de Pacasmayo y Lambayeque para
que el segundo albacea D. Guillermo Valentín Fry promoviera la facción de
inventarios de la mayor parte de los
bienes que existen en esos lugares, por las razones que consigné en mi
recurso, arreglándose a la disposición del ¿?. ; mas tratando yo de evitar
pretextos para artículos perjudiciales a
los intereses de la Testamentaría sobre punto tan delicado, ocurro nuevamente a
Ud. A efecto de que se sirva mandar con citaciones de los interesados se libre
a los Señores Jueces mencionados, el correspondiente derecho y comisión a cada
uno de ellos, para que con la personería del citado segundo albacea se
practiquen dichos inventarios, mesura y tasación de los bienes
DSCN2558 que se hallan en sus respectivos territorios y
concluidos que devuelvan todo lo actuado al juzgado de qué es el juez de la
Testamentaría. Por tanto= A U.S. Pido se sirva proveer y mandar como
propiamente solicito por ser de justicia.
Lima 12 de Julio de 1877 Josefa Ruíz de Salcedo = José Dávila
– Lima Julio 14 de 1877
En el distrito de Chepén se hallan ubicadas las Hdas.
“Talambo” y “Huabal” correspondientes al referido Señor Salcedo y contienen
enseres y capitales de diversos géneros, para cuyo caso es de imperiosa
necesidad el nombramiento de peritos para la práctica de esa actuación
DSCN2559 en cuya virtud nombro por mi parte a Don Timoteo
Gastelo persona de reconocida probidad y conocimiento, dejando a Ud. La
designación del tercero para los casos de discordia, designándose el día que
debe de iniciar la operación previa la juramentación de los peritos= A UD. Suplico
que teniéndome por presentada con el testimonio adjunto, se digne tener por
nombrado el perito que propongo y proveer y mandar como solicito en justica =
Abot- Abril 27 de 1878 – Otro si digo: que tanto por mí como por la Sra. Poderdante Doña Josefa Ruíz, nombro para el acto de
remensura los fundos “Talambo” y “Huabal” al Ingeniero Don Santiago Rosse quién
prestará así mismo el juramento de ley = Pido fecha Ut supra – Fry
Certificado Certifico y doy fe, que el tenor del testamento
del Señor Don Manuel Salcedo y el poder conferido por la Sra. Doña Josefa Ruíz
al Señor Guillermo Valentín Fry, quién los ha presentado y se mandan devolver,
son del tenor siguiente =
Testamento En Lima mayo
29 de 1877 a la una
del día. Ante mí el Escribano Público y los Testigos que al final se nombrarán,
constituidos en mi escribanía pública cita en la cuadra de Camaná número 47 fue
presentado el Señor Don Manuel Salcedo mayor de sesenta años de edad, casado
natural de la ciudad de Lambayeque y
vecino de esta Capital, hijo Legítimo de Don Manuel Salcedo y de Doña Tomasa
Peramás, finados a quién juzgué en el pleno
goce de sus facultades intelectuales
de que doy fe, y dijo: que encontrándose con capacidad para testar, en
todo su conocimiento y en completa libertad, deseaba otorgar y otorgó por esta
Escritura Pública su testamento, dictándomelo en la forma y la manera siguiente
= Primero: - Declaro que soy Cristiano, Católico, Apostólico, romano; que creo
en los Misterios de la Santa Iglesia Católica y que en esta creencia protesto
vivir y morir fielmente
DSCN2560 – Segundo – Dejo a favor de las mandas forzosas lo
que es de costumbre = Tercero – Declaro que soy casado y velado según rito católico
con la Sra. Doña Josefa Ruíz, de cuyo matrimonio hemos tenido varios hijos, de
los que viven hasta hoy once, nombrados, Don Manuel, Don José María, Don
Enrique, Don Guillermo, Don Carlos, Don Ricardo, Don Eliseo, Don Augusto, Doña
María Pilar, Doña Beatriz, Doña Isabel Wilemina Salcedo – Cuarto – Declaro que
cuando contraje matrimonio con la expresada Doña Josefa Ruíz recibí su dote que
constaba de Escritura Pública: Posteriormente también recibí otra cantidad por
su herencia, que también constaba de Escritura Pública, ambas cantidades forman
más de treinta mil pesos de las cuales
se me entregaron más de las dos terceras partes en onzas de oro selladas de a
diecisiete pesos fuertes y el resto en pesos fuertes de cien centavos – Quinto – Declaro que los bienes de mi
exclusiva propiedad son los terrenos nombrados “Cialupe” que constaba de Dos
mil Ciento ochenta y un fanegadas dotadas de agua para su cultivo que tuve
antes de mi matrimonio y están situadas en el Distrito de Lambayeque – Sexto
–Ídem. La mitad de los demás bienes que hemos adquirido durante la Sociedad
Conyugal con la Dicha mi esposa Doña Josefa Ruíz, cuyo monto resultará de los
Inventarios que se practiquen con arreglo a las Leyes, deduciéndose previamente
el haber dotal de mi esposa mencionado en la cláusula Tercera y las sumas que
yo resulte deber y durante la sociedad conyugal según
Los documentos que aparezcan – Sétimo – Nombro por mis
Albaceas, en Primer lugar a la Sra. Doña Josefa Ruíz de Salcedo, mi esposa: En
Segundo lugar a Don Guillermo Valentín Fry y en Tercer lugar al Señor Don José
Dávila Condemarín a quién consultaran los dos primeros mis albaceas para el mejor acierto de sus deliberaciones –
También les doy facultades en razón de que los
bienes residen aquí en parte, y parte fuera de la Capital, para que deliberen separadamente, cuando así lo exijan
las circunstancias, para que no sufran demoras que ocasiones perjuicios a la
Testamentaría, pero siempre con consulta previa del tercer albacea,
concediéndoles la facultad de poderse
dar recíproco poder en los casos que ocurran y la de prorrogar el tiempo
necesario para la cancelación de la Testamentaría – Octavo – Instituyo por mis
herederos forzosos en todo el remanente de mis bienes, derechos y acciones
presentes y futuras que por cualquier título me correspondan, a los once mis
hijos legítimos nombrados en la Cláusula 2ª mejorando, como desde luego mejoro
con el tercio de mis bienes, a los
menores mis hijos, a saber, Beatriz, Isabel Widelmina, y Augusto Salcedo,
en atención a su edad y sexo y es mi voluntad que siendo guardadora la madre
conforme a la ley yo por mi parte también le confiero la facultad, conveniente
para que ejerza el cargo encargándole el haber de las menores los sitúe en
fundos seguros por el tiempo de la minoridad
y que sus productos se inviertan en beneficio de ellos – Noveno – Es mi
voluntad que mi funeral se haga sin pompa
DSCN2561 alguna y que en el exceso que había de gastar se
invierta en limosna de gente verdaderamente pobre – Décimo Declaro que no tengo
ni reconozco a ningún hijo natural. Y el dicho señor testador expreso por si su
voluntad a presencia de los testigos reunidos en un solo acto desde el
principio hasta el fin del testamento; se leyó este por la persona que nombró
al efecto: durante la lectura y al fin de cada cláusula se examinó al testador
viéndolo y oyéndolo que lo contenido en cada una de ellas era la expresión de
su última voluntad. Así lo otorgó y firmó siendo testigos: Don Eduardo Velarde
= Don Miguel Gálvez y Don Cristóbal Camacho de esta vecindad = Manuel Salcedo –
Eduardo Velarde – Miguel Gálvez y Coloma – Cristóbal Camacho = Ante Mí = Manuel
Iparraguirre Escribano Público = Tesorería de la beneficencia de lima –
Recibidos de Don Carlos Jaber tres soles cuarenta centavos por los derechos del
Testamento que otorgó Don Francisco Leyva en 26 de abril de 1877. Ante el
Escribano Don Manuel Iparraguirre – Lima Julio 5 de 1877 – Manuel Y. León –
Está conforme con el Testamento original otorgado ante mí y se encuentra a f.
976 de mi Registro Corriente a que me remito, en fe de lo cual doy este segundo
testimonio en f. 5 que signo y firmo después de confrontado con su matriz, en
Lima Julio 10 de 1877 – Un signo – Manuel Iparraguirre – Escribano Público –
Actas en Talambo En 30 de abril de 1878 – En la Hacienda
Talambo comprensión del Distrito de Chepén de la Provincia de Pacasmayo,
Departamento de la Libertad – El Señor Doctor Don José Clemente Peralta, actual
juez de Primera Instancia de la Provincia y comisionado por el de igual clase de
Lima, Sr. Dr. Adolfo Quiroga para la diligencia de inventario y avalúo de los
bienes que radican en esta jurisdicción y que han fincado por fin y muerte del
que fue el Sr. Don Manuel Salcedo, se
DSCN2563 constituyó con asistencia del Sr. Don Guillermo Valentín
Fry, albacea del referido difunto y a la vez apoderado de la Sra. D. Josefa
Ruíz Vda. Del mismo finado, su albacea y guardadora legal de sus menores hijos;
de los Peritos Don Timoteo Gastelo, y Don Eusebio Ulfe y del Tercero dirimente
Don Adriano Saavedra, así mismo del Perito Agrimensor, nombrado a Petición del
señor Albacea, Señor D. Santiago Rosse, todos los cuales han presentado el
juramento de Ley, y estando la administración de los bienes a cargo del Sr. D. Baltazar
Ramírez, siendo las once de la mañana
Resumen de Talambo
Total de terrenos buenos, bajo riego por la acequia madre
actual de “Talambo” 3492.60
Terrenos algo Inferiores a los anteriores de cultivo y bajo
riego de la misma acequia madre de “Talambo”
378.80
Terrenos con Algarrobo seco sin riego
442
Terrenos buenos con monte, principalmente de algarrobos
verdes y de pasto natural 938.30
Terrenos eriazos, sin riego, pero de pasto durante las
lluvias
3962
Total, Nueve mil doscientas trece, setenta cien avos
9213.70 Fanegadas
Hacienda Huabal
Esta Hacienda es
rivereña, situada dentro de los linderos siguientes: al Oriente por el cerro
llamado “Sampaden”; por el Poniente con el llamado “La Puntilla” por el Sur con
el Río Jequetepeque y por el Norte con la cordillera de cerros que están a la
banda de la acequia de “Talambo”. Su mensuración da 266 Fanegadas de muy buenos
terrenos bajo riego 266
Faneg.
Terrenos sin riego pero de monte
7.50 Faneg.
Total Doscientas setenta y tres y media fanegadas
273.50 Fanegadas
Adjudicaciones nuevas
A más de los terrenos comprendidos en las cinco divisiones
anteriores, resulta que según cuaderno N° 9 por orden superior y según Decreto
Supremo de la materia de 23 de Julio de 1853 se adjudicaron al Sr. Manuel
Salcedo una cantidad de terrenos de los cuales fue puesto en posesión en vista
de los informes del Sr. Sub Prefecto de la Provincia de Chiclayo cuyos linderos
son, como sigue:
Copia de la Cláusula del Cuaderno N° 9 de f. 3 y f. 4 – De
“Río Seco” en el punto donde cruza el camino del Inca que viene de Zaña para
Guadalupe andando río abajo hasta tocar con una cordillera de cerros nombrado
“Charcape” y que corre Sur y Norte y cuyo río que desde el camino real del Inca
termina en el barranco, deja deslindados a la parte del sur los terrenos de
“Saman” , “Felipe” , Pueblo Nuevo y “Charcape” quedando a la parte del norte
los baldíos y continuando el mismo río que trae su rumbo al Poniente y lo
cambia por la dicha cordillera hacia el norte hasta donde termina esta y de
este sitio vuelve el río a tomar rumbo al Poniente hasta encontrar el mar y
deja deslindados a la parte del N. los terrenos baldíos pedidos por el Sr.
Salcedo y al lado del Sur quedan otros terrenos baldíos de la propiedad del
Estado, siguen deslindando por el N. a donde entra el río al mar con la misma
orilla del mar hasta tocar con los
terrenos del Pueblo de Lagunas, y desde este sitio, mirando hacia el lado del
oriente, se van deslindando con los terrenos de este pueblo y los de las
Haciendas de “Ucupe” y “La Viña” , hasta tocar con una cordillera de cerros
inmediata a dicho camino del Inca;
DSCN 2594 con cuya demarcación quedan deslindados los terrenos
baldíos, pedidos por el Sr.Salcedo; por
el sur el Río Seco que baja de San Gregorio hasta su desembocadura en el mar;
por el norte con los terrenos de Lagunas, “Ucupe” y “La Viña” ; por el poniente
con la orilla del mar y por el oriente con el camino Real del Inca propiedad de
“Talambo”.
Como no me ha presentado ningún documento que acredite
deslinde hasta el día, de dichos terrenos con los vecinos, no he podido
practicar mensuración de ellas, de modo que se distinga los derechos del dueño
de “Talambo” con aquellos vecinos; pero si he hecho un croquis en el plano
copiado del mapa antiguo levantado por el Sr. D. Pedro de las Muñecas, Regidor
Perpetuo de la ciudad de Lambayeque, en aquella fecha en el año de 1820 que los
peritos pudiesen valorizar aproximadamente estos terrenos, pues la mayor parte
está sin agua y solamente se pueden regar con extensión de la Acequia de
Talambo, siendo necesario primero los deslindes correspondientes.
Como estoy haciendo un plano de las Haciendas que aún me
falta algunas semanas para ponerlo en limpio y completarlo, no he podido
acompañarlo con el presente informe; pero en su debido tiempo será remitido a
los interesados para que puedan juzgar de la extensión de los terrenos; pero la
mensuración antes expresada es sumamente exacta – Hacienda de Talambo, Junio 3 de
1878 = Santiago J. Rosse =
Decreto Lima (San Pedro) Junio 8 de 1878 = Por Presentado;
pase esta solicitud a los Peritos para que practiquen el
Avalúo y fecho, dese cuenta = Una rúbrica – Chávarri.
Sr. Juez de 1era Instancia = Los Peritos nombrados que suscriben
para tasar los Intereses de las Haciendas “Huabal” y “Talambo” pertenecientes a
la Testamentaria del finado Sr. D. Manuel Salcedo y en cumplimiento del mandato
de Ud. Para emitir nuestro dictamen acerca del avalúo y tasación de las fanegadas
de terrenos pertenecientes a dichas Haciendas que contienen el informe que
precede presentado por el Ingeniero nombrado y Agrimensor D. Santiago J. Rosse
y después de haber reconocido antes los expresados terrenos y bajo el juramento
que tenemos hecho de proceder bien según nuestros conocimientos, hemos
procedido a tazar aquellos terrenos en
el orden puntualizado en el informe dicho, como sigue
3492 Fanegadas que se hallan bajo riego por la acequia madre
de Talambo de buena clase a 250 soles Fanegada sean…………………………………………………………………………………$
873000
378 Fanegadas de terrenos inferiores a los anteriores y bajo
el riego de la misma acequia al precio de 200 soles c/u
sean………………………………………………………………………………….75600
442 Fanegadas con algarrobos secos sin riego a 25 soles cada
una sean......11050
938 Fanegadas terrenos de buena calidad con monte de
algarrobos verdes y de pasto natural a 50 soles c/u
sean……………………………………………………………………………………………..46900
3962 Fanegadas de terrenos eriazos si riego, pero de pasto
durante las lluvias al precio de 5 soles c/uno
sean………………………………………………………………………………………………….19810
266 Fanegadas de terrenos pertenecientes a
A la vuelta
$ 1026360
De la vuelta
$ 1026360
La Hacienda de “Huabal” situada en la cabecera del río de
esta Provincia al precio de 300 soles c/una
sean…………………………………………………………………………………………….$ 79800
7 ½ Fanegadas de terrenos sin riego pero de monte natural en
el mismo lugar a 50 soles c/u
sean………………………………………………………………………………………………………….375 80175
Total $
1106535
De manera que las nueve mil cuatrocientas ochenta y seis
fanegadas de terrenos que aparecen re mensuradas, según el informe anterior
vienen a importar la cantidad de $ 1.106535 soles.
En cuanto a los terrenos baldíos que el Supremo Gobierno
adjudicó al S. D. Manuel Salcedo, y de los que hace referencia el Ingeniero Sr.
Rosse no hemos podido aplicarle valor alguno en virtud de no estar determinado
el número de fanegadas que contiene y por la misma razón que expone dicho
Ingeniero de no estar deslindadas sus límites con los demás propietarios
vecinos de aquellas; de modo que puedan distinguirse las fanegadas que
pertenezcan realmente a esta Testamentaría.
Esta es nuestra opinión Señor Juez y en nuestro concepto se
servirá Ud. Dar por terminada la operación que se nos ha enmendado = San Pedro
Junio 11 de 1878 = Eusebio Ulfe = Timoteo Gastelo = Adriano Saavedra
Providencia San Pedro Junio 11 de 1878 – Agréguese al
expediente de su propósito = Una rúbrica = Chávarri
Cronología y nombres
que aparecen
1820
Pedro de las Muñecas hace el croquis en el plano copiado del mapa
antiguo, Regidor Perpetuo de la ciudad de Lambayeque
23 de Julio de 1853 se adjudicaron al Sr.
Manuel Salcedo una cantidad de terrenos de los cuales fue puesto en posesión en
vista de los informes del Sr. Sub Prefecto de la Provincia de Chiclayo
1876
Sr. Ramírez Administrador de Talambo
19 de Mayo de 1877 Manuel Salcedo Peramás, Testa en Lima a
los 60 años
Declara tener once hijos, Don Manuel, Don José María, Don
Enrique, Don Guillermo, Don Carlos, Don Ricardo, Don Eliseo, Don Augusto, Doña
María Pilar, Doña Beatriz, Doña Isabel Wilemina Salcedo
Declaro que los bienes de mi exclusiva propiedad antes del
matrimonio son los terrenos nombrados “Cialupe” que constaba de Dos mil Ciento
ochenta y un fanegadas dotadas de agua para su cultivo situadas en el Distrito
de Lambayeque
Nombro por mis Albaceas, en Primer lugar, a la Sra. Doña
Josefa Ruíz de Salcedo, mi esposa: En Segundo lugar, a Don Guillermo Valentín
Fry y en Tercer lugar al Señor Don José Dávila Condemarín
30 de abril de 1878 –Actas en Talambo de la tasación mandada
por Josefa Ruíz
Un legajo de contratos de chinos que son los 39 inventariados
Un testimonio de arrendamiento por Dn. Bernardino Salcedo y
Ruíz a D. Manuel María Cruzado
Un cuaderno en que trata de más tierras de Pocupe.
Un Cuaderno que trata sobre un pago que hizo D. Juan de la
Torre a la Caja Fiscal
Un Expediente que trata sobre la traslación de una colonia alemana
a Talambo
Un testimonio que contiene un compromiso celebrado con el común
de Chepén relativo a aguas. Una memoria de lo que fue Talambo en el año 1665.
Unos Testimonios sobre la entrega de unos indios a Talambo.
Un tanto, Testimonio de una Escritura de donación de las
tierras de Moro al Convento de Guadalupe.
Un legajo de 6 paquetes de comunicaciones de D. Juliá
Zaracóndegui.
Un documento de D. José Escolástico Esteves por el que
declara deber 100 fanegas de arroz en cáscara y 16 sacos de arroz quebrado, su
fecha 22 de diciembre de 1876 endosado por D. Manuel Salcedo para su cobro al
Administrador Ramírez.
3 Junio 1878 Término
de la Tasación de Talambo
José Clemente Peralta juez de Primera Instancia de
la Provincia
Dr. Adolfo
Quiroga Juez de
Primera Instancia
Baltasar Ramírez Administrador de
los bienes o de Talambo en 1878
14 de junio de 1877 Josefa Ruíz toma control
del Testamento
27 de abril de 1878 En San Pedro, nombran
los Peritos
Manuel Iparraguirre Escribano Público
Eduardo Velarde Testigo
Miguel Gálvez Testigo
Don Cristóbal Camacho Testigos
José del Carmen Chávarry Juez de Primera Instancia
Manuel Pozo Escribano
Público y Notario de Provincia
Guillermo V. Fry Segundo Albacea
Adolfo Quiroga
Eusebio Ulfe Perito
Tasador
Timoteo Gastelo Perito Tasador
Adriano Saavedra Perito Tasador
Santiago Rosse Ingeniero
Agrimensor
José Álvaro Cavero Sr. Subdelegado el 6
de Julio de 1802
Administración de la
hacienda por la sucesión de Manuel Salcedo
Luego de su muerte, la hacienda es administrada por la
sucesión de Manuel Salcedo encabezada por su viuda Josefa Ruíz Ugás, y por algunos
de sus hijos más cercanos como Ricardo Salcedo Ruíz de 23 años de edad, tercero
de sus hijos.
Ricardo Salcedo Ruíz contrajo matrimonio con Isabel Olivares
Camino con quien continúa la administración de la hacienda hasta su
fallecimiento el 25 de noviembre de 1918.
Durante esta etapa la hacienda continúa su proceso
modernizador y las utilidades empiezan a ser invertidas en acciones de otras
empresas hasta el fallecimiento de Ricardo Salcedo, quedando la viuda al frente
quien en el mes de julio con Ricardo ya enfermo habían creado Negociación Talambo
con el capital de las Haciendas Talambo y Huabal valorizadas en 30,000 Libras
peruanas, empresa que al morir Ricardo pasa a propiedad de su viuda Isabel.
La viuda invita a su hermano Carlos Olivares Camino para la
administración de la hacienda, pasando inmediatamente a arrendársela.
El 8 de diciembre de 1892 fallece Josefa Ruiz, quedando la
propiedad de las Haciendas Talambo y Huabal y de Negociación Talambo Limitada a
cargo de sus hijas María Isabel, Ana Rosa y Manuel Ricardo Salcedo Olivares
El arriendo de Negociación Talambo Limitada, es a partir del
1 de Julio de 1919 en 10,000 Libras Peruanas Oro sellado, a pagarse la primera
mensualidad el 30 de Setiembre siendo el arriendo por 8 años obligados y 2
voluntarios, trimestre vencido prohibiendo el sub-arriendo.
Durante estos años solo se retiraba el producto de las
cosechas y la empresa empieza a decaer, habían llegado a hacerse cargo de
Negociación Talambo Limitada en enero de 1926 el Dr. Rafael Loredo Mendívil
como Gerente, quien decide rescindir el contrato Con Carlos Olivares y
arrendarlo por 6 años a Grimaldo del Solar Cárdenas
De regreso de Europa las hijas de Ricardo e Isabel, deciden
intervenir en la administración por lo que María Isabel Salcedo Olivares,
intercede para que su esposo el español Fernando Espá de Cuenca se haga cargo
de la Sub Gerencia de Negociación Talambo Limitada, sin conocer nada del
negocio agrícola, pues siempre había sido empleado en un barco de una empresa
naviera donde conoció a su esposa Isabel Salcedo con quien se casó, sin
posteriormente tener ningún hijo. Ella murió en circunstancias extrañas en un
viaje a España.
En septiembre de 1953, Ana Rosa Salcedo Olivares invita a su
consuegro Carlos Palacios Villacampa padre de Carlos Francisco Palacios Moreyra
casado con María Rey Salcedo en 1946 a hacerse cargo de la Administración de
Talambo.
El 1 de abril de 1956 Fernando Espá y Cuenca se hace cargo de
la Negociación Talambo Ltda. Como Director Gerente, y forman la empresa
Agrícola Pacasmayo a cargo de Carlos Palacios Moreyra esposo de María Rey
Salcedo
Fernando Espá esposo de María Isabel Salcedo Olivares, en
1956 como Director y Gerente de Negociación Agrícola Talambo Limitada, arrienda
Talambo y Huabal a Agrícola Pacasmayo S.A. representada por Carlos Moreyra y
Paz Soldán por 10 años por el valor de 8,000 fanegas de arroz de 300 libras c/u
y 3000 qq de algodón Carlos Palacios Moreyra, trae a su hermano Francisco
Palacios Moreyra en 1958 y lo pone a cargo de Agrícola Pacasmayo, año álgido
por el levantamiento de los comuneros de Chepén.
En septiembre de 1958 aparece Francisco Palacios Moreyra como
Gerente de Agrícola Pacasmayo, otorgando arriendo de 675 hectáreas por 2 Años a
Negociación Agrícola el Moro representada por su Gerente Don Carlos Moreyra
García de parte de tierras de la Hacienda Talambo en el sector de Moro, donde
la hacienda tenía un algarrobal para la inverna del ganado.
A partir de la muerte de Ricardo Salcedo, los yernos Espá y
Palacios hicieron uso de los bienes de la familia Salcedo, e invitando a hermanos,
otros parientes y amigos de Lima para compartir las administraciones,
consiguiendo así ir sustrayendo recursos sin reinvertir en la hacienda hasta la
llegada de la Reforma Agraria en 1968.
El 26 de Julio de 1958 se produjo un levantamiento de los comuneros
de Chepén, reivindicando tierras de Mancoche y Moro donde murieron 3
Comuneros.
El Gobierno decretó Estado de Sitio en Chepén e instaló un
Cuartel de la Guardia Republicana en la zona de San José de Moro para controlar
las protestas, , la justicia les dio la razón a los Propietarios de Talambo.
A raíz de la Reforma Agraria la Hacienda Talambo fué
expropiada por el Gobierno Militar el año 1969, creándose la Cooperativa
Agraria de Producción Talambo.
Años después durante el proceso de parcelación Talambo se parcela entre todos
los Cooperativistas, encontrándose actualmente en manos privadas.
Los eriazos de las Pampas de Cerro Colorado (8,000 Hectáreas)
han sido vendidas por el Gobierno a través del Proyecto Especial
Jequetepeque-Zaña a inversionistas nacionales y se han creado Grandes
Extensiones de Cultivos de Exportación no tradicional conducidos mediante riego
tecnificado y otras tecnologías de punta.
LOS PREPARATIVOS E IDEA
RECONQUISTADORA
(1824 – 1866)
La situación española de esos momentos (1808 – 1813) en el
contexto internacional era pobre y de nula importancia a partir de la derrota
en Ayacucho y la pérdida de su más importante colonia en América Colonia que le
otorgaba presencia y respeto en las cortes europeas y la nutría de riquezas de
oro y plata llevadas en decenas de galeones cargados con estos preciosos
metales.
España estaba sumida en internas luchas políticas entre el
viejo absolutismo y el emergente liberalismo, las guerras civiles carlistas,
los cambios incesantes de gobierno o los continuos pronunciamientos militares.
Su antiguo virreinato era hoy productor mundial de guano de
islas, el fertilizante moderno, explotaciones a cargo de ingleses y franceses,
pero el estado peruano se quedaba con el 60% de las utilidades, lo que permitió
eliminar el tributo a los indios.
Los Preparativos e idea reconquistadora de la ex colonia, fue
el ambiente donde se gestó el incidente de Talambo, un tanto manipulado como
veremos para tener un motivo más que justificara la reconquista española nunca
dada por perdida según los peninsulares.
Posterior a la Independencia del Virreinato del Perú el
ambiente siguió tenso, durante los gobiernos de Agustín Gamarra, Ramón Castilla
y Rufino Echenique, tanto por qué no se resolvía la deuda decidida sin razón por
los españoles y contraída finalmente por
el Perú para indemnizar a los españoles residentes durante la guerra por la independencia,
que habían solventado con su propio peculio la campaña de la guerra contra las
fuerzas independentistas peruanas y latinoamericanas, como por esa sensación
aún pendiente de haber perdido una colonia que le significaba buenos ingresos
para sus arcas.
En 1542 se funda el Virreinato del Perú centro del dominio
español en América donde establecieron el sistema de encomienda y se incentivó
la extracción de oro y plata diezmando así la población nativa de este lado del
mundo por lo que se empieza a traer migrantes africanos para las labores
agrícolas en la costa, ya que nunca se adaptaron a la sierra donde estaba la
producción minera por el frio y la altura.
Inicialmente dentro del virreinato sentaba mucha presencia
los criollos, los que de a poco fueron desplazados por los peninsulares, al ser
relegado el criollo nació una idea independentista naciendo así los primeros
visos de distanciamiento entre Perú y España.
La corona española consideraba como deuda la gestión en la
administración de la Colonia durante el colonialismo que se sustentó en
territorio peruano, todo eso lo valorizaron como si no hubieran obtenido
ingentes recursos para los españoles residentes como para la corona misma en
España.
El ambiente diplomático
era tenso entre ambas cancillerías y no se tenía relaciones formales desde la
independencia luego de las batallas de Junín y Ayacucho.
Luego de nuestra
segunda victoria consecutiva en Ayacucho el 11 de diciembre de 1824, se firmó
el documento llamado “Capitulación de Ayacucho” firmado entre el español, jefe
de estado mayor José de Canterac y el general del ejército libertador Antonio
José de Sucre.
Este documento, establecía los siguientes puntos:
*El territorio bajo control será entregado el ejército único
libertador.
*Los militares
españoles podían regresar a su país con gastos pagados por el estado peruano.
*Se reconocen títulos nobiliarios.
*España se compromete a desocupar militarmente el Perú.
Dejaría todas las guarniciones y parque militar.
*Los españoles que permanezcan en el Perú serán considerados
peruanos; y los militares podrán conservar sus grados en el ejército
libertador.
*Se conservarán los derechos y privilegios de las personas
que estuvieron al servicio del régimen colonial.
*Se reconocía una deuda con España.
Estos planteamientos de la capitulación de Ayacucho
beneficiaban generosamente a los españoles, sin embargo, se firmó por el
objetivo principal, dar por concluido oficialmente el Virreinato del Perú en el
antiguo Imperio del Tahuantinsuyo, tierras del Imperio incaico.
Sobre la conservación de los derechos y privilegios a los
servidores del régimen colonial, no hubo cumplimiento para el caso de algunos
caciques al servicio de la corona, quienes quedaron sin beneficio.
Por otro lado, se aceptó el latifundismo, la servidumbre y la
esclavitud, en forma táctica, al plantear el punto en el cual se respetaban los
derechos y privilegios de los españoles.
En conclusión la independencia del Perú se logró en conjunto por
la acción dedicada de los montoneros, por los intelectuales peruanos que
contribuían con sus publicaciones y creación de una conciencia independentista
y obviamente por la fuerza de un ejército libertador conformado por oficiales y
soldados de distintas nacionalidades sudamericanas, pero muchos consideran que solo
benefició a la aristocracia criolla, criollos de clase media y hasta españoles;
pero no a los campesinos, esclavos, indígenas y al pueblo peruano que lucho con
denuedo y valentía por que el sistema de explotación, contra el cual lucharon,
seguía vigente.
En 1821 llegaba al Perú el General San Martín conocedor del virrey
La Serna (con
quien había coincidido en la batalla de Bailén en 1808
durante la Guerra por la independencia de España. San Martín y sus ayudantes eran partidarios de
una monarquía constitucional que no tenía muchos visos de realidad en el Perú,
aunque tal vez hubiera sido una transición más pacífica viendo las luchas
internas posteriores que se suscitaron posteriormente.
San Martín después de declarar nuestra independencia, se
retira tras conferenciar con Bolívar, quien allegar en 1824 crea un gobierno
dictatorial
Con el tiempo hemos podido ver que la lucha, y la forma como
conseguimos nuestra independencia, no fue de la forma que posterior a ella, nos
hayamos quedado con un país libre y con todas las posibilidades de surgir y
desarrollar con todos los bienes naturales con que contábamos, oro, guano,
minería. No fue así, nos quedamos con un país muy dividido en luchas internas,
entre los diferentes líderes que se alzaban cada uno más que otro con la
ambición o derecho de gobernar el Perú. Y hasta duda, me cabe que hoy en día 2020
queden secuelas de esa forma de pensar y actuar del fuerte colonialismo vivido
durante la dominación española.
Muchos criollos y peruanos vieron con desagrado la victoria
independentista, puesto que vieron afectadas sus posiciones económicas y
aristócrata dentro de una sociedad dominada por personas proclives al régimen
real de España y que en la práctica eran los que dominaban la economía
nacional, el crédito o fuentes de financiamiento, la propiedad de las empresas
productivas, los contactos con los mercados en Europa.
En 1851 el Señor Mariano Moreyra era el representante del
Perú ante el gobierno español, y a su vez en Lima el Señor José de Jane era el
encargado de los asuntos españoles sin que esto significara normalizar las
relaciones entre ambos estados. Eran los que hoy serían Encargados de negocios
que siguen operando cuando la relaciones entre dos países se ve interrumpida.
Recordemos que por 400 años estas tierras fueron
administradas y usufructuadas por la corona española y capitalistas españoles y,
consecuentemente a la independencia se produjo un alejamiento del capital. La
agricultura, así como otras actividades decayó notoriamente, por falta de
financiamiento, que en parte venía de España. Aún con el problema de por medio,
y ante, el proyecto de traer inmigrantes para la agricultura se aprobó la
inmigración vasca, por el presidente Ramón Castilla, quién creyó que era mucho
mejor que continuar con la esclavitud que abolió en 1854.
En la práctica la traída de vascos no fue un proceso
inmigratorio como la de los chinos o negros, como se trata de hacer creer, o
como involuntariamente se le ha dado esa nominación. Este caso nunca fue un
proceso migratorio, fue una contrata de braceros del pueblo de Bergara en
España para trabajar directa, única y exclusivamente en la hacienda Talambo. Lo
que hacía que los que venían se comprometían a ir a trabajar a la Hacienda
Talambo en Chepén, localidad en el norte del Perú, perteneciente al partido de
Saña o Lambayeque.
La sociedad limeña presionaba a España para que interviniese
en recuperar la Colonia en cuanto muchos de sus intereses estaban ya en
situación de perderse, el planteamiento era apoderarse de las islas guaneras y
así cobrarse de sus gastos luego de la independencia logradas en Junín y
Ayacucho.
La contienda se daba también entre diarios españoles y
peruanos, el diario “Irurac – Bat” de Bilbao, capital de Vizcaya una de las
tres provincias vascongadas, las otras dos son Alaba, capital Vitoria y
Guipúzcoa, cuya capital San Sebastián que se encuentra a 60 kilómetros de distancia
con Bergara, lugar nativo de Ramón Azcárate (a) negociador de la traída de los
vascos a Talambo, lo que hoy sería un contratista y los vascos la contrata.
Este diario de Bilbao, como nos describe Marco Flores Sánchez
en su libro, inició una campaña, sensacionalista contra la inmigración vasca a
Talambo, expresándose en duros términos acerca del ambiente político y social
reinante en el Perú, el que, si bien era tenso, no más de ello, ni era
imaginable un nuevo conflicto armado con España
En Perú también existía prensa con ideas colonialistas,
probablemente una de ellas sería el diario El Comercio, cuya publicación en una
de sus ediciones dijo “los negros se aprestan para comprar en su día blancos
españoles y emplearlos en su servicio”
Nunca se convencieron de que los pueblos tienen derecho a su
libertad, y por el solo hecho de aspirar a ser libres se les trató de tener
almas y conciencias incapaces de otra cosa que la ruin traición, de encontrar
en ellos el veneno de áspid que los emponzoñe, así describe García Robledo, en
su libro La cuestión de Talambo ante la América, 1864
Para tal fin entre una más de sus acciones intencionadas
hacia el colonialismo la corona comisionó al político Eusebio Salazar y Marredo
y se instaló en el Perú de incógnito, para que desde aquí coordinara la presión
e impulsar la conciencia recuperadora de la colonia a los súbditos de la corona
residentes en Lima.
Se advierte la falsedad de los españoles sobre todo al darse
los hechos de Talambo y la venida del comisario Regio Eusebio Salazar y
Mazarredo.
(R) Ramón Azcárate, era un vasco natural de Bergara, residente en Perú, amigo
de Manuel Salcedo, a quién le propuso traer vascos para el trabajo en los
sembríos de algodón en Talambo
En 1859, hay cambio de representantes peruanos y hay cambio
también en la política española. América ya no es vista con toda la simpatía de
años anteriores y España busca –al igual que otros estados europeos un motivo más
pronto de intervención.
Se empieza por objetar la idoneidad de don Pedro Gálvez,
quien debía desempeñar la representación peruana en Madrid. Se continúa
nombrando un vice-cónsul que es persona no grata en el Perú, el Sr. Merino Ballesteros –de reconocido anti peruanismo-. Se
acentúa esta preparación con el envío de la llamada “Expedición Científica” que
llega al Callao en Julio de 1863 sin que Perú y España tengan relaciones
diplomáticas y se llega al momento más álgido con los incidentes de Talambo y
el nombramiento del “Comisario Regio”. A pesar de toda esta situación el
general Pinzón jefe de la armada española llegada fue bien recibido en Lima por
las autoridades competentes para no ser el Perú en iniciador de nuevas
rencillas.
Tal nombramiento, ofrecía dos problemas, el primero derivado
del título mismo, impropio para un estado soberano, -“Comisario regio”- pero
que por lo general los europeos emplearon para América cambiando el término
exacto, pero no la intención; y el otro de la persona del funcionario. El
término Comisario Regio respondía a la delegación en regiones no independientes,
sino coloniales y la persona de Salazar y Mazarredo correspondía a un sujeto de
carácter atrabiliario con un profundo desprecio por estos Estados y aprovecha
la situación para iniciar sus reclamos con toda virulencia inmediatamente
instalado en Lima.
Eusebio Salazar y Mazarredo, ex diputado de Cortes y
Subdirector de Política en la primera Secretaría de Estado en España viaja de
incógnito con el Almirante Pinzón desembarca en el Callao y se dedica a dar
informes desfavorables al Perú en sus relaciones con súbditos españoles. Al ser
nombrado Comisario Regio para tratar con el Perú los reclamos españoles, el
Perú se negó a aceptar tal título.
Los Estados europeos desde la independencia trataron de no
acreditar, de inmediato, representantes oficiales con la misma categoría que en
Europa, por lo cual, por ejemplo, en el caso francés se enviaron funcionarios
con el título de Inspectores de Comercio, título que correspondía a las
representaciones en regiones coloniales o provincias de un mismo Estado, no
para el exterior.
El Perú, desde 1827, se negó a aceptar ser considerado en tal
condición, por lo que el título de Comisario Regio que traía Salazar y
Mazarredo, era una ofensa y una afrente directa.
En esa época fue nombrado Vice-cónsul de España en Lima D.
José Merino Ballesteros, en reemplazo del Cónsul señor D. José de Jane. Esta decisión
del gobierno español como lo manifestaron textualmente fue muy desacertada bajo
el punto de vista político.
Era conocido que, Ballesteros, y sus hermanos D. Francisco y
D. Ramón, fueron contratados en Madrid por el Sr. Osma para que fundasen en
Lima una Escuela Normal Central en la que ejercerían los cargos de director y
profesores durante seis años, debiéndoseles abonar por el Estado 2.000 pesos
anuales al D. Francisco, 1.200 al D. Ramón y 800 al D. José, con otros varios
emolumentos y ventajas.
Llegados a Lima y encargados de la construcción de la escuela
retardaron mucho más de lo justo su terminación e inauguración, dando motivo a
que el Gobierno, después de otorgarles distintos plazos, se molestara hasta el
punto de destituirlos por medio de un razonado decreto. Según parece, la
conducta de aquellos señores fue bastante informal. Como resultado lógico no
podría haber en lo sucesivo deferencias y consideraciones del Gobierno peruano hacia
los Sres. Ballesteros, y ninguno de estos podría tener un criterio sano e
imparcial respecto al Perú y a los actos de sus autoridades.
Bueno es advertir que éste desde su llegada al Perú había
informado al Ministro de Relaciones Melgar, que iba con encargo de interponer
sus buenos oficios para el arreglo de ciertas reclamaciones de súbditos de
España residentes en el país, y fue admitida sin dificultad alguna su indicada
comisión. Como vemos las relaciones en cada acto o nombramiento se exacerbaban
y caldeaban cada vez más, y el clima se enrarecía.
LA SUPUESTA EXPEDICIÓN
CIENTÍFICA DE LOS ESPAÑOLES
Fuente: Historia de la
guerra de España en el Pacífico
(1862 – 1866)
Entre tanto habían transcurrido dos años desde que pensó el Gabinete
español en “disponer que algunos buques de
guerra visitaran las costas del Pacífico, y en este intervalo la Marina había
adquirido un notable desarrollo”.
Por entonces es decir a principio de 1862, prestaban servicio
las fragatas Resolución, Carmen, Princesa de Asturias, Lealtad, Concepción,
fragatas de hélice Blanca y Berenguela, vapor de ruedas Marqués de la Victoria, Fragata Mary,
Triunfo, Almanza, Villa Madrid, Corbeta Vencedora, Cousiño, Maule, y estaban
próximas a ser botadas al agua las de igual clase Villa de Madrid, Almansa,
Gerona y Navas de To-losa y las fragatas blindada Numancia y Arapiles (en
construcción),
Era evidente que esta escuadra tendría como misión recorrer
sus antiguas colonias en América y ver in situ el ambiente reinante y la
recepción de comitivas españolas a pocos años de haber logrado su
independencia, en la que algunos mantenían relaciones diplomáticas y otros como
el Perú no las tenían.
Desmintiendo todo intento de reconquista decía el gobierno
español “que si lo hubieran pensado
mandaban una escuadra completa, sin embargo, efectivamente si enviaron parte de
esa escuadra disfrazada de científica”.
Supuestamente para que los oficiales y tripulaciones
adquiriesen una instrucción práctica y provechosa en viaje tan largo y accidentado,
y en que, con el prestigio de su presencia en aquellos remotos países,
contribuyeran a mejorar las relaciones de la nación, “y sólo en caso preciso proteger a los súbditos españoles residentes en
las repúblicas americanas”.
Pedro Berriochoa Azcárate del Instituto Valentín de Foronda.
Universidad del País Vasco en sus escritos titulados “Con el fin de labrar su
fortuna”: caseros guipuzcoanos en Perú (1860-1863) se pregunta: ¿qué hace una
fragata española bombardeando el puerto principal de otro estado, supuestamente
“amigo”, como era el Perú, como se decía entonces?; pero, sobre todo, ¿qué
pintan unos vizcaínos/guipuzcoanos en todo este embrollo?
Se trata de un asunto complejo y extenso.
Inicialmente “Se
componía la división naval expedicionaria de las fragatas Resolución y Triunfo y
de las goletas Vencedora y Covadonga”, las cuales fueron dotadas con un
repuesto de cuatro meses de víveres y con un fondo de caudales suficiente á
subvenir todas las necesidades imprevistas, así como de cartas de crédito para
los parajes en que tuvieran que hacer escala, y de a poco fueron sumándose el
resto de las embarcaciones.
Fue nombrado Comandante en jefe de la escuadra el General D.
Luís Hernández Pinzón quién manifestó una voluntad pacífica y cordial pero que,
si por desgracia ocurriese algún acontecimiento grave que no diera lugar a consulta
porque afectase profunda y directamente los intereses de España, sus
representantes deberían encontrar en el Jefe de las fuerzas navales toda la
cooperación enérgica que pudiera prestarles para una inmediata reparación.
Sin embargo, fue el mismo Pinzón el que con sus candentes
discursos y actitudes logró propiciar en Argentina, Chile y Perú ambientes
inamistosos.
Respecto a la república del Perú decía: “Que era una de las que más hostiles se habían mostrado a España en el
último período”. Que la prensa de aquel país injuriaba diariamente la honra
y dignidad de España, y aunque por desgracia ni la autoridad ni la ley tendrían
medios para enfrenarla, bueno sería que se hiciese comprender que no debía
proseguir ese sistema de difamación y de calumnia, mucho más apoyado o tal vez
dirigido por el Gobierno mismo.
Por su parte los españoles reiteraban que no era probable que mientras permaneciese la escuadra en el
Pacífico se cometiera el menor exceso contra los súbditos españoles, pero si
esto aconteciera, el Jefe de aquella debería reclamar prontas y completas
reparaciones para demostrar de este modo que, no obstante, la moderación propia
de todos los actos del Gobierno dela Reina, desplegaría la energía necesaria
para obtener el desagravio de cualquier ofensa por leve que fuera.
Dichos y palabras que siempre las reiteraban “pero si esto aconteciera, el Jefe de aquella
debería reclamar prontas y completas reparaciones” de tal manera que
habiendo transcurrido años de la independencia mantenían un discurso de “supremacía y hegemonía sobre América”
Los puertos en que sería conveniente que hiciera escala, como
Janeiro, Todos Santos, Pernambuco, Río de la Plata (donde se le incorporaría la
Covadonga), Puerto Egmont de la
Gran Malvina, las Islas de los Estados (reconocerlas), y también
Cabo de San Juan, y luego
a toda máquina montar el Cabo de Hornos.
Una vez en el Pacífico debería hacer rumbo al puerto de San
Carlos (islas de Chiloé), y atracar después las costas de Chile y del Perú,
fondeando en los puertos de la Concepción, Valparaíso, Arica, el Callao, y subir
hasta Acapulco de Méjico y la Alta California.
El día 10 de agosto de
1862, a las cinco de la tarde, salieron de la bahía de Cádiz las fragatas Resolución
y Triunfo.
Algunos meses antes de
que las fragatas zarparan de Cádiz se tuvo noticias en América de la proyectada
expedición y causó expectación en el Perú, única Colonia que para su total independencia tubo
que librarse duras batallas como Junín y Ayacucho y lograr que se firme una
Capitulación por parte de España.
La escuadra fue recalando en puertos brasileros, en
Montevideo, en Buenos Aires haciendo relaciones de amistad con los gobiernos de
esas naciones, y en todos ellos se intercambiaron banquetes y recepciones en
señales de bienvenida y reciprocidad simultáneamente, mayoritariamente por
parte de la comunidad española residente.
En Buenos Aires se produjo un incidente menor con el Jefe
supremo de la República Argentina. El Gobierno de S. M. C. había ratificado un
tratado de reconocimiento con esa Confederación, pero en Buenos Aires existían
ciertos obstáculos por los que aún no se practicaba. Según parece, éstos se referían
a una sola cláusula que determinaba el que los hijos de españoles nacidos en
esa república no perdieran su nacionalidad.
Los argentinos pretendían que mientras permanecieran en su país
debían abdicar estos hijos de su nacionalidad española.
Pinzón encontró razón a los argentinos, Porque, en verdad, ¿qué provecho obtendría la nación española de
amparar y proteger como súbditos suyos a una multitud de individuos nacidos
lejos de su seno, que no la han visto jamás ni la aman, y que ni aun con su
influencia, ni sangre, ni riqueza, han coadyuvado al engrandecimiento, a la gloria,
ni al desarrollo material de su madre patria?
En Buenos Aires Pinzón también tuvo algunas entrevistas con
el peruano Seoane, representante del Perú, al que pasó a visitarlo, y ciertamente
no congeniaron mucho.
Adviértase que Seoane, desconocido para Pinzón, y sin representación
alguna oficial porque el Perú no la gozaba en España, tuvo la audacia de interrogarle sobre cuáles eran sus instrucciones y
de qué modo o bajo qué actitud iba a presentarse en el Perú.
Fehacientemente se sabía que no era ninguna expedición
científica la que entre otros objetivos era rehacer cartas de navegación,
vientos en el estrecho de Magallanes, puertos carboneros para abastecimiento y
otros.
Pareciole al general que
era juzgarlo demasiado sencillo el creer que fuera a revelar sus ulteriores
instrucciones a una persona que veía por primera vez en su vida.
Esto no le satisfizo, y su respuesta lo dio a entender. Díjole “que el Gobierno de S. M. C. no tenía
miras hostiles contra el Perú, pero que, si debía este país hallarse persuadido
que la conducta de España sería muy enérgica y firme, si intentara inferirle el
menor agravio, y que, si bien no provocaría conflictos, haría respetar sus
derechos y los de sus súbditos; y, en fin, que suponía al Sr. Seoane con bastante
criterio para comprender que nada más podía decirle sobre sus proyectos”.
Seoane no poseía grandes dotes de diplomático; todos sus
giros y evoluciones parecían tener por meta más la ficticia preponderancia que
una real influencia cerca de sus émulos. Sus recursos eran vulgares y su
carácter flexible por cálculo, pero hasta tal punto, que saliéndose del sabio
límite, alcanzaba al desprestigio.
Como estaba acordado, el 9 de diciembre de 1862 la goleta Covadonga
llegó de Río Grande conduciendo a la Comisión científica; ésta se dividió en
dos secciones; la primera compuesta de su presidente Sr. Paz y Membiela y Sres.
Amor, Almagro e Isern, que salieron el 26 de diciembre por tierra con dirección
a Valparaíso, mientras la otra sección continuó en la escuadra para hacer
estudios sobre el estrecho de Magallanes.
“Entre tanto, el Cónsul
español en Washington, Sr. Tassara, había recibido una nota del representante del
Perú en los Estados-Unidos, extractada de una comunicación de su Gobierno,
referente a los temores que abrigaba aquella república de que el objeto de la
expedición española al Pacífico fuera imponerle la observancia del tratado
ajustado por el Sr. Osma”.
Parece que esta alarma partió del Cónsul peruano en San Thomas
y del Sr. Seoane. Tassara contestó al representante
del Perú que ignoraba las instrucciones que llevara Pinzón, si bien las creía
ajenas a todo proyecto hostil.
Enterado del asunto el Gobierno norte-americano, procuró
intervenir, y dijo al Sr. Tassara
Que había ordenado a su Ministro en Madrid, Mr. Koerner, que abogara
cerca del Gobierno español. Esta nota revelaba claramente la idea del protectorado
que los Estados-Unidos pretenden ejercer en toda América, y también cierto
sabor de amenaza, contraproducente e intolerable.
No debía tardar mucho en reconocer su ineficacia el Gobierno de
Washington.
Las fragatas, emprendieron resueltamente su arribada al Atlántico,
desandando el Estrecho, después de haber repostado de víveres y carbón a la Covadonga,
que debía aguardar el buen tiempo para desembocar en el Pacífico y dirigirse a Chile.
Llegada a Chile
La Covadonga fondeo en Valparaíso el 28 de abril de 1863, el
5 de mayo la Resolución, la Triunfo el 9 por la noche.
“Autores españoles
comentaban que la república de Chile es y ha sido desde su constitución la más discreta
y reflexiva de todas las de la América del Sur. Su afición al comercio y a la
industria, su respeto a las instituciones y su desamor al medro político,
apenas dejan resquicio por donde deduzcamos que su raza es española y de las
más puras; pues entre sus dos millones de habitantes quizás sólo una décima
parte habrá mezclado su sangre con la de los indios aborígenes o negros de África.
Todas sus condiciones de carácter, excepto la altivez, discrepan de las
nuestras; sus guerras civiles han sido escasas, las exteriores cortas y
propicias”.
Cuando Chile recobró su independencia, o, mejor dicho, cuando
los españoles allí nacidos se separaron de España, fue su primer cuidado en
participar de la expedición libertadora de Don José de San Martín para ayudarla
en empresa igual; en 1822 se reunió un Congreso en Santiago que invistió al dictador
O’Higgins con la dignidad de Director supremo, y promulgó una Constitución,
aboliendo la esclavitud.
En Chile los súbditos españoles fueron siempre bien atendidos
por las autoridades, y apenas existía un residuo de odio en el país hacia sus
antiguos señores. Cuando la escuadra
fondeó en Valparaíso, D. José Joaquín. Pérez, era el Jefe supremo de esta
república.
Así se expresaban los
españoles respecto a Chile con los que siempre y hasta esos momentos habían
mantenido mejores relaciones que con el Perú.
Por su parte chile era
de la idea de tener tan buenas relaciones con España como las que tenía con
Perú, a sabiendas también de la intencionalidad de la expedición española por
costas sudamericanas.
El recibimiento que todas las clases sociales de Chile
otorgaron a los marinos españoles fue no sólo cariñoso, sino entusiasta.
En una carta del 1 de junio de 1863 el jefe de la escuadra española
cuenta que se trasladó a Santiago a visitar al presidente, José Joaquín Pérez
manifestándole que la acogida que han encontrado los oficiales que han visitado
la capital de Chile ha sido tan cordial y afectuosa como en Valparaíso
También la prensa local, sin excepción, dedicaba a nuestra
escuadra las frases más lisonjeras. Véanse algunos fragmentos:
La España regenerada de 1863 viene a manifestar con ella su espíritu
de investigación, y el renacimiento de su poder naval, en los mismos lugares en
que recogieron gloria y honra, en otra época, los ilustres navegantes de esta
nación. Aplaudimos sinceramente los sentimientos de la población española de
Valparaíso. Y, por nuestra parte, damos una cordial bienvenida a los
distinguidos huéspedes de nuestra bahía. Simpatías ardientes los aguardan en el
país; sentimientos de fraternidad y aprecio saldrán de todas partes a su
Encuentro
Refiriéndose a la personalidad de Pinzón, decía otro
periódico: “Tuvimos el placer de verle, y
a nosotros como a todos, nos sorprendió agradablemente la simpática y noble
figura de un Jefe, joven aun, con todas las cualidades del cumplido caballero y
la hidalguía de su raza. Atento, jovial, franco, natural y sencillo en su
trato, en el acto se captó el aprecio y simpatía de los españoles y de los chilenos
que tuvieron oportunidad de pasar con él algunos agradables ratos”.
Chile era la más digna de todo nuestro afecto, la que no
reservaba prevención alguna contra la antigua metrópoli, y la que mejor acogida
había dispensado a los súbditos españoles que pasaron a América en busca de
riquezas. Merecía que se estudiara por nosotros su flaco para evitar herirle;
este flaco era el de una susceptibilidad exagerada y el de un amor patrio que les
hacía caer en “vanidades ridículas”.
Tan prudente estudio no hubiera revestido aspecto de adulación sino de discreta
política, y tanto más oportuna cuanto más se avecinará la posibilidad de un conflicto
con el Gobierno del Perú.
Tanto España como Chile jugaron así a aumentar sus simpatías
y tratar de que Chile se mantuviera al margen de lo que pudiera suceder entre
España y Perú a la vista de los españoles, e igualmente Chile apostaba a
mantener su independencia de España cualesquiera fueran los acontecimientos
venideros con Perú.
“Por aquellos días
recibió el Jefe de escuadra una extensa comunicación del Vice-cónsul en el Perú,
Ballesteros, incluyéndole todas las notas mediadas entre el Ministro peruano
Paz Soldán y M. Lesseps, de que ya tenemos noticias, y acompañada de fragmentos
de periódicos que reflejaban las opiniones de Seoane respecto a España”, sin olvidar “prevenir al General Pinzón de lo de la máquina infernal que amenazaba a
los buques, y de la hostil actitud del Gobierno peruano”.
Terminadas las obras en los buques y repuestos de carbón y víveres,
y con ese aviso previo de Ballesteros salieron las primeras embarcaciones el 2
de Julio de Valparaíso con rumbo al Callao.
Previamente el 13 de Julio de 1863 tuvo lugar en Valparaíso
otra fiesta semejante una más de las muchas que hubo y también preparada por
los españoles allí establecidos. Se celebró en el teatro de la Victoria. El
salón fue ornamentado espléndidamente y con alegorías y recuerdos muy gratos a
España. Innumerables banderas españolas enlazadas con las de Chile. “Los brindis del General Pinzón hubieran sido
oportunos ante un auditorio compuesto exclusivamente de españoles; pero olvidó que
la susceptibilidad es el flaco de los chilenos, y sus elogios a España llegaron
a un punto en que atacaban el amor propio de todas las antiguas colonias.
Inspirado tal vez por sus enojos con el Perú, dio a entender que no era sincera
la fraternidad que nos demostraban. Esto produjo hondo disgusto, aunque
contenido por el respeto y acaso por la sorpresa”.
El disgusto cundió por el pueblo entre los menos afectos a los
españoles, y algún periódico lo dio a entender. “Díjose, mas sin fundamento, que ciertos echadizos preparaban una
manifestación contra los godos. Nada ocurrió”.
El 12 de julio de 1863 salió la Covadonga a Coquimbo, el 18
partió la Capitana rumbo al Perú.
Arribo de la expedición
al Perú.
El día 10 de Julio de 1863 avistaron las fragatas la rada del
Callao. Antes de entrar observaron que una barca española salía del puerto con
su bandera amorronada en señal de pedir auxilio; inmediatamente se dirigió a ella
la Capitana y le envió un bote. Poco después la fragata Triunfo recibió orden
por telégrafo de cargar la artillería con bala y hacer zafarrancho de combate,
maniobras que ejecutó también la Resolución, dirigiéndose ambas al interior del
puerto.
¿Qué había ocurrido? ¿Qué se preparaba? La opinión general
entre las tripulaciones era que iban a romper el fuego contra alguien, pues no
para otra cosa se dispone un buque de tal manera y con tal premura. Poco se
tardó en descubrir el misterio. La barca española Rosa y Carmen había salido
meses antes del Callao para las islas de Tahití, con objeto de contratar y
traer al Perú colonos polinesios, lo que efectuó previas todas las formalidades
y autorizaciones necesarias; pero al presentarse de nuevo sobre el Callao fue
advertida de que la escuadra francesa surta en él se disponía a apresar la
barca y prender a su capitán bajo el pretexto de que éste había cometido
muertes y violencias entre los indios que estaban bajo el protectorado de
Francia. Vio el Almirante Pinzón que, en efecto, uno de los vapores de guerra
que componían parte de la escuadra francesa fondeada a la vista, se había
puesto en marcha, y decidido a evitar el apresamiento de la barca, el General
dispuso los buques para un combate posible.
Observada por la escuadra francesa esta maniobra, ordenó a su
vapor retroceder, y la barca Rosa y Carmen fondearon tranquilamente cerca de
las fragatas. Este rasgo de energía tan propio de Pinzón produjo muy buen
efecto; el capitán de la barca, Sr. Maristany, promovió una solicitud para que
se esclareciera su conducta por medio de un proceso, resultando plenamente
probada su inocencia. Sin la oportuna intervención de las fragatas españolas, acaso
el capitán de la barca jamás hubiera conseguido recobrar el buque de su mando,
ni sincerarse de injustas acusaciones.
El General Pinzón tenía instrucciones para saludar a la
plaza, previa la seguridad de ser correspondido: así se efectuó. El capitán de
puerto felicitó al Jefe español en nombre del Comandante general de marina y
del Prefecto político. El Almirante cambió sus visitas con estas autoridades, y
a los pocos días se trasladó a Lima donde fue recibido por el Jefe de la
República, quien le había cumplimentado con uno de sus ayudantes apenas llegó
aquél a la capital.
La entrevista de Pinzón con Canseco fue breve y de pura cortesía.
La escuadra permaneció en el Callao poco más de dos semanas, en cuyo intervalo
aceptó un banquete del encargado de negocios de Francia M. Lesseps, que le fue
devuelto el día 11 de agosto de 1863 abordo
de la Capitana, y al cual concurrieron el Almirante Bonet con su Jefe de Estado
mayor, los comandantes de la corbeta Gala-thée, goleta Diamant, y de una
fragata inglesa, los Cónsules de Francia y Prusia y otras varias personas
distinguidas del país, de las cuales se habían recibido agasajos y
demostraciones de simpatía.
Es de advertir que el
recibimiento hecho a los marinos por pueblo de Lima fue tan afectuoso, que
parecían haberse trocado en humo todas aquellas algaradas y prevenciones
injustas, y aquella hostilidad, cuya palpable existencia hubiera sido
insufrible para los españoles y hecho inevitable tal vez un conflicto: muy
lejos de esto, nuestros marinos no escucharon frase alguna que recordarse los
pasados denuestos, y las personas más influyentes del país los colmaron de
obsequios y halagos inacabables. ¿Cómo explicar tan extraña o inesperada
conducta? Quizás por la muy común anomalía que en equivalentes casos ocurre
entre dos individuos, los que no obstante de amarse poco, o increparse desde
lejos, cuando se hallan frente a frente sin esperarlo, o el uno visita al otro,
la urbanidad se sobrepone y extremase el deseo de no quebrantarla.
Lo cierto fue que quienes recibieron con afecto a los marinos
españoles no fue el pueblo de Lima, si no la Sociedad española residente en
Lima y los peruanos que adherían a la monarquía.
Preciso es reconocer lo innegable de este caso patológico. No
por ello hemos de deducir que hubieran cesado realmente las prevenciones o
antipatías demostradas por el pueblo peruano, pero ¡ojalá siempre la prudencia
y la urbanidad se hicieran plaza en todos los momentos críticos.
La Covadonga había llegado oportunamente de recorrer con la comisión
científica algunos puntos intermedios entre Valparaíso y el Callao, como Coquimbo,
Caldera y Arica, obteniendo en todas señaladas muestras de distinción por las
autoridades, y más afectuosas de las de la república de Bolivia
El tiempo apremiaba: con arreglo a las últimas instrucciones recibidas,
la escuadra debía visitar varios puertos del Pacífico, hasta la alta California
y volver en seguida recorriendo en sentido inverso las costas de Nueva Granada,
Ecuador, Perú, Bolivia y Chile, tocando en los mismos puntos que a la ida, y
deteniéndose en ellos más o menos: luego, desde paralelo conveniente debía dirigirse
la Covadonga á embocar el Estrecho, y las fragatas hacia el Cabo de Hornos,
para doblarle de Oeste a Este. Pero esta larga derrota había de efectuarse de
modo que a mediados de octubre estuvieran ya los buques en el Atlántico, y en
demanda de Montevideo. ¡Pura fantasía¡
Sin embargo, deseosa de cumplir en lo posible sus instrucciones,
salió la escuadra el 27 de Julio de 1863 con rumbo a Paita, fondeando en este
hermoso puerto el 30 del mismo mes. Allí recibieron las visitas de las
autoridades y del Cónsul británico, y al siguiente día continuaron en dirección
al río Guayaquil, fondeando el 1° de agosto de 1863 en la isla Puna.
Como vemos las relaciones con Perú seguían muy tensas, justamente
se producía por esos días el Incidente de Talambo el 4 de agosto de 1863 razón
por la que en Lima el gobierno y la comunidad española estaba tensa.
Arribo de la expedición
a Ecuador
Así la escuadra llegó a Guayaquil, Panamá, Costa Rica,
Nicaragua, San Salvador, Honduras, y Guatemala deteniéndose en todas ellas el
tiempo necesario para comunicarse con los agentes consulares de S. M. C. y
saludar a las autoridades del país. La Covadonga debía volver luego tocando en
algunos de estos mismos puntos y esperar en el Callao la llegada de las
fragatas.
“Para que venían más
fragatas, era necesario para la supuesta expedición científica, o se preparaba
un ataque al Callao ¿”
Como la travesía a Norteamérica era muy riesgosa por los
vientos se dispuso que, a la vuelta, por las corrientes contrarias del Sur y la
monzón, le ordenó visitar todos los puertos de la costa que le permitiera su
calado: como Puerto Arenas de la Costa Rica, puerto Realejo de Nicaragua, los
de la Unión, de Libertad y Acajutla de San Salvador, la isla
Del Tigre de Honduras y el puerto de San José de Ixtapa de
Guatemala, deteniéndose en todas ellas el tiempo necesario para comunicarse con
los agentes consulares de S. M. C. y saludar a las autoridades del país.
La Covadonga debía volver luego tocando en algunos de estos
mismos puntos y esperar en el Callao la llegada de las fragatas.
El objeto político de la escuadra reducíase á ganar prestigio
y simpatías con su presencia y su digno proceder.
De Panamá las fragatas Triunfo y Resolución fueron a San
Francisco de California, recalando antes el 6 de septiembre de 1863 en
Acapulco, sin saludar a las autoridades mexicanas porque era dudosa la relación
con España.
Como se aprecia los dos países de los dos grandes Virreinatos
que tubo España en de Perú y el de Méjico mantenían tensas relaciones con los
peninsulares.
Arribo de la expedición
a México y Estados Unidos
El 28 de septiembre de 1863 La Capitana, fondeo en San
Francisco a continuación la Resolución, La Triunfo llegó el día 9 de octubre.
Los españoles residentes en California obsequiaron con un
brillante sarao a nuestras fragatas, al que concurrieron además los Almirantes
americano y ruso con su respectiva oficialidad. El 21 de octubre de 1863 salió
la Resolución de San Francisco para Acapulco y Panamá. La Triunfo se hizo a la
mar el 1 de noviembre con derrota directa a Valparaíso.
En Panamá estaba fondeada la Covadonga después de haber cumplido
con notable precisión todas las instrucciones que se dieron el 26 de agosto de
1863.
Los incidentes de su viaje pusieron a prueba (i)
Es de gran interés y se presta a muchas deducciones y
enseñanza el conocimiento de la relación oficial sobre estos puntos: Dice así.
—El puerto (de la Unión) viene a estar colocado en el teatro de la guerra que hoy
se ventila en la República. Con este motivo tienen montado un pequeño cañón a
la entrada del puerto. A mi llegada, vino inmediatamente un bote con un oficial
a saludarme en nombre del Gobernador.
Antes de que yo pasara a devolver la visita, vinieron el
Cónsul de los Estados Unidos y el agente consular de Francia, y en la
conferencia que tuvimos, me manifestaron que hacía tres o cuatro días que en la
isla del Tigre en el Golfo de Fonseca en Honduras habían asesinado a un español
y causado otros atropellos, por lo que impetraban la protección del buque de mi
mando en favor de la humanidad. El caso era de gravedad, y máxime no teniendo
por guía más que mis escasos conocimientos sobre materia tan ardua, por lo que
determiné obrar con mucha prudencia, tratando en cualquier caso de sacar ileso
el decoro del pabellón. Bajo estas bases supliqué a los dichos Cónsules se sirvieran
aclararme bien los hechos, y de ello resultó que el español asesinado en la
isla del Tigre, estaba al servicio de una de las partidas beligerantes
desempeñando el destino de contramaestre del bergantín Experimento.
El caso, por lo tanto, no presentaba mucha gravedad por lo
que respecta a la honra de la nación española, pero siempre quedaba en pie la
cuestión de humanidad; así es que rogué a dichos señores me pasaran una nota
colectiva en que expresasen todos los acontecimientos que se habían verificado.
A esta petición no parecieron titubear, pero dijeron que al
hacer á Tigre las reclamaciones que creían necesarias, habían de poner como
condición que, si no accedían a sus exigencias, el buen juicio y tacto del
Comandante de esta goleta Sr. Fery.
En los puertos de Costa-Rica y de Nicaragua nada ocurrió de
particular, pero en San Salvador, donde ardía la guerra civil, fue solicitado
no sólo por el Gobernador, sino por los Cónsules o agentes de los
Estados-Unidos y de Francia para que bajo pretexto devengar el asesinato de un
español en isla Tigre bombardeara la población.
También dio cuenta de los proyectos que por entonces se
achacaban al Presidente de Nueva Granada, Sr. Mosquera, de ceder a los Estados-Unidos
el istmo de Panamá, mediante los auxilios necesarios para conseguir la
reconstitución de la antigua Colombia, compuesta de Venezuela, Ecuador y Nueva
Granada.
El pensamiento de Mosquera era simpático al partido
federalista de Venezuela, pero el Presidente del Ecuador lo rechazó hasta el
punto de que se rompieron las hostilidades entre ambas repúblicas, y en diciembre
de 1863 fue vencido en Cuaspud el ejército ecuatoriano.
Retorno de la
expedición científica de periplo a norte américa.
La Resolución llegó al Callao el 13 de noviembre de 1863; el
Comandante de la Covadonga informó al General Pinzón de los graves sucesos
ocurridos en Perú durante la ausencia de nuestras fuerzas navales, siendo el
más doloroso los asesinatos de españoles cometidos en la hacienda de Talambo,
así le informó desvirtuando lo ocurrido como lo vinieron haciendo los españoles
en Lima acerca de Talambo. Ya había tenido conocimiento de estos sucesos el
Jefe de la escuadra a su recalada en Panamá, pero sin los detalles necesarios
Preciso es que antes de
abordar este asunto consigne con dolor un gran desacierto del Gabinete español,
que siguió con paso de ciego los trascendentales asuntos del Pacífico.
Informado de que el Perú rechazaba la personalidad del Vice-cónsul Ballesteros,
fundándose en que tanto éste como su familia eran enemigos dela República, y no
sólo la insultaban en impresos varios, sino que tenían ánimo de hacer
reclamaciones a aquél Gobierno por supuestos perjuicios; informado también que
el Ministro peruano se hallaba pronto a conceder el exequátur a cualquiera otro
que España le designase, reconoció Miraflores al Gobierno de esa República el derecho
de no admitir como agente político sino a persona de su agrado, pues este
derecho se halla en uso entre naciones amigas, y con mayor fuerza había de
regir tratándose del Perú, donde sí se admitía
un Cónsul era porque sí y a manera de figura decorativa.
A consecuencia de esto fue separado Ballesteros y se pidió al
Gobierno francés que su representante en Lima diese protección a los súbditos
españoles no obstante su ya reconocida ineficacia.
Abundan las sorpresas; la digna situación creada con el alejamiento
de Lima de todo agente consular, duró bien poco.
Nombramiento de Juan
Ugarte.
El Marqués de Miraflores se vio apremiado por el General Zavala
(y éste por Osma) para que confiriese el consulado a un don Juan Ugarte,
vascongado enriquecido y avecindado en Lima. Para nada se tuvieron en cuenta los
antecedentes y conducta del candidato, ni mucho menos las razones que en 1861 habían
aconsejado al Gobierno el reducir la categoría de sus agentes en el Perú. Ante
todo, era preciso complacer al amigo; así, en lugar de Ballesteros, el hombre de
las cizañas, pero al fin buen español, fue nombrado Ugarte, que, sobre ser inepto
para redactar un oficio, había gritado años atrás en la plaza principal de Lima:
¡Viva el Perú,
muera España!
Estas exclamaciones de Ugarte hicieron en los españoles crear
una animadversión hacia él, inventándole fuertes epítetos contra su persona.
Esto se ha aseverado por alguien bajo su firma, pero si encerrara
alguna exageración, no es dudoso que apenas conocido por los españoles del Perú
el nombramiento de Ugarte, manifestaron su profundo disgusto, acusándolo de estar
íntimamente ligado con el Gobierno de la República, y la legación de una
potencia amiga (consultada más tarde) pasó una nota en la que hacía
indicaciones de que el flamante Cónsul español no merecía el honor que se le
había otorgado.
Ballesteros se negó a entregar el archivo a su sucesor porque
decía que esto era lo mismo que ponerlo en manos del Gobierno del Perú, y el
Jefe de la escuadra tuvo también ocasión de informarse en Lima del fundamento
de tales suposiciones
Plan de invasión y toma
de islas Chincha.
Salazar y Mazarredo mismo, se reunió en Estados Unidos y México con
quien regresa al Perú en la Covadonga llegando al Callao el 13 de Noviembre de
1863, viaje en el que sirvió para aprovechando los incidentes de Talambo diseñar
definitivamente junto al jefe de la escuadra española, el Almirante Pinzón como
invadir las islas Chincha para lo cual Salazar con sus cualidades fuertes y
dominantes, llenó de argumentos y
falsedades lo conmina a tomar y acoderar en las islas Chincha, ricas en guano como manera
de presión hacia el débil gobierno peruano de ese entonces, y a su vez estudiar
cuál sería la estrategia a utilizar, llegado el momento de atacar a la antigua
colonia y recuperar lo que para ellos le pertenecía…..El Perú, en respuesta al
Incidente de Talambo, logrando ocuparlas el 14 de abril de 1864.
Así vemos posteriormente como el Gobierno peruano por
intermedio del Ministro de R.E. del Perú en respuesta al Memorándum enviado por
Salazar y Mazarredo sobre Talambo manifiesta:
“Los sucesos de Talambo
acaecidos en horas menguadas, son hasta hoy una mina rica que han sabido explotar
con provecho algunos hombres funestos, a quienes injustos resentimientos de un
lado, y la avidez del dinero de otro, han impulsado a la carrera de la difamación
y de la superchería más insoportable y bochornosa”
De esta manera las actitudes previas para la recuperación de
la Colonia, pasa a una fase de envío de Emisarios para tratar el reclamo.
La toma de las islas chincha constituía una fuerte presión
sobre el Perú puesto que en esos momentos era la principal fuente de ingresos
que se tenía, y su alta cotización y demanda hacía que los ingresos sean
importantes y cuantiosos.
Por su parte el gobierno peruano a partir de mediados de 1863
decide entrar en negociaciones con los
españoles, presidido el Perú por el general
José Antonio Pezet quién se mostraba, cauto, y diríamos hasta
pusilánime, los periódicos de la época escribían de él: “parece un moderno
Atahualpa”, criticando su debilidad frete a la situación de toma de las islas
chincha, débil, a la espera de que los acontecimientos no prosperen hacia un
conflicto que desde todo punto de vista era inconveniente para el Perú, es
cierto recomendado también por la Junta de Guerra que se había formado en Lima,
la que el 24 de noviembre de 1863
determinó que era imposible vencer a la poderosa escuadra española
acoderada en chincha, con la pequeña flota que disponíamos compuesta por la fragata Amazonas y las goletas Tumbes y
Loa.
Pinzón toma las islas el 14 de abril de 1864, dos años después
de los hechos en Talambo y prácticamente dos años antes de atacar Callao,
usufructuando del guano, del que se apoderaron desde ese día. Luego de sucedido
los incidentes en Talambo que fue utilizado como un buen argumento, creyeron
que el 2 de mayo de ese año 1866 sería un buen día para atacar Callao, dando
tiempo a Salazar y Marredo ir a España para comunicar personalmente el plan
diseñado, el que fue aprobado por la corona deseándoles suerte en la aventura
reconquistadora.
Luego que Pinzón ocupó las islas Chinchas, le desagradó las
actitudes de Salazar y Marredo, dudando de el por sus antecedentes poco éticos
en su vida, por tal motivo decide regresar a España y en su reemplazo se nombra
al vicealmirante Manuel Pareja a dirigir la flota y continuar con las
negociaciones.
Llegada de José Manuel
Pareja y firma del tratado.
El 6 de diciembre de 1864 el vicealmirante José Manuel Pareja
llegó desde España y el 30 se realizó la primera conferencia entre Pareja y el
general Manuel Ignacio de Vivanco, que culminaron con la redacción del humillante
para el Perú el Tratado Vivanco-Pareja, que fue firmado el 27 de enero de 1865
a bordo de la fragata Villa de Madrid, siendo presidente del Perú Juan Antonio
Pezet.
El documento establecía el intercambio de embajadores, el
saludo a los respectivos pabellones, la reprobación oficial a Salazar y
Marredo, “por haber sido el causante de
magnificar los hechos en Talambo, por exacerbar a la población española de
Lima, establecía también la desocupación de las islas Chincha y el pago a
España de 3 millones de pesos como indemnización por los gastos causados”.
El 2 de febrero de 1865 el tratado Vivanco-Pareja era
ratificado por el Presidente del Perú Juan Antonio Pezet y a la letra decía:
1. El Perú debía pagar
una cantidad superior a los 2 mil pesos por los gastos ocasionados a la
escuadra
2. Aceptar la
investigación del comisario regio (funcionario de la corona que tenía
injerencia en las colonias)
3. Lo más oneroso:
cancelar la deuda que el Perú tenía pendiente con España.
4. La aceptación del
saludo con artillería a la bandera española una vez desocupadas las islas
guaneras
La indignación no pudo ser mayor. Acusado de traidor, el
general Pezet huyó hacia Europa cuando se enteró del levantamiento de Manuel
Ignacio Prado en Arequipa. Declarado nulo el tratado Vivanco-Pareja, se formó
la Cuádruple Alianza entre Ecuador, Perú, Chile y Bolivia y se declaró la
guerra a España.
Por su parte Manuel Pareja se suicidó y fue reemplazado por
Casto Méndez Núñez que comandó la flota española invasora hasta el combate del
2 de mayo de 1866.
Mientras tanto, el marino chileno José María Salcedo, oficial
de la marina peruana y los agentes del gobierno peruano el año anterior fueron
enviados a Europa ya habían adquirido buques y otros enseres de guerra para
reforzar la escuadra peruana en caso de guerra, se compraron las corbetas de
hélice Unión y América; y los blindados Huáscar e Independencia.
Por su parte Chile ya había entrado en guerra con España por
negarse a dar abastecimiento de víveres y carbón a la escuadra dirigida por
Pareja, quién había bloqueado los puertos chilenos el 24 de septiembre de 1865.
Por malas decisiones de Pareja un navío chileno rompió el bloque y pudo
capturar la Covadonga navío español.
Mientras tanto en Perú, tras el final del gobierno de Pezet y
al tomar el mando Mariano Ignacio Prado, se acordó el envío de la escuadra
peruana para unirse a la chilena en Chiloé y esperar allí la llegada de los
nuevos buques blindados; el Monitor blindado Huáscar y la fragata blindada
Independencia.
Perú al tener lista su
flota le declaró la guerra a España el 13 de diciembre 1865, dejando de esta
manera sin efecto el tratado antes firmado.
El gobierno peruano además de enviar sus fuerzas navales a
Chiloé para unirse a las fuerzas chilenas, se dio en la tarea de fortificar el
puerto del Callao con los cañones enviados por Francisco Bolognesi desde
Europa.
El 14 de enero de 1866 se firmó el Tratado de Alianza
ofensiva y defensiva, celebrado entre las Repúblicas de Perú y Chile, por el
secretario de relaciones exteriores del Perú, Toribio Pacheco y el ministro
plenipotenciario de Chile, Domingo Santa María. El tratado invitaba a otras
repúblicas sudamericanas a unirse para enfrentarse a la escuadra española. Poco
después Bolivia y Ecuador se unieron a la alianza, aunque no llegaron a
participar en la guerra. En previsión de un posible ataque español, Ecuador
fortificó su puerto principal, Guayaquil.
En febrero de 1866 era inminente el enfrentamiento entre las
escuadras chilena y española, por lo que Perú acudió en su ayuda. El 3 de
diciembre de 1865, inician la travesía con rumbo al sur las fragatas “Apurímac”
y “Amazonas”, y 44 días después las corbetas “Unión” y “América”. Enfrentándose
en Abtao a la escuadra española la mañana del 7 de febrero, derrotándola,
asentando un duro golpe a los españoles, Perú perdió la fragata Amazonas en el
conflicto. Esta negativa
situación de fracaso en el bloqueo, pérdida de la Covadonga, y falta de
aprovisionamiento llevaron a Pareja a suicidarse, siendo sucedido
en el mando por el Brigadier Casto Méndez Núñez.
Mientras esto sucedía en el sur del Perú, lo ocurrido en
Talambo era también la noticia del momento en Lima, por lo que el escritor García
Robledo en su obra “La cuestión de
Talambo ante la américa” aclara en defensa de Manuel Salcedo como el Respetable señor
Salcedo que aceptó la propuesta sin conocer a los españoles como Ramón
Azcárate, al suponer que le presentaría la verdad y traer de España una
contrata moral y laboriosa y que se lanzó en un camino lleno de
inconvenientes, que lo llevaron a recibir a un grupo de hombres ávidos de oro y
porvenir, llenos de pasiones groseras y sin otro fin que adquirir fortuna
viniese, como viniese, partieron sin arreglar un contrato, recogieron sus harapos,
corrieron al buque que encerraba sus esperanzas, en una expedición que tenía
órdenes de no hacer contacto con los españoles residentes en Lima e ir
directamente a Pacasmayo.
Así vemos como el Incidente de Talambo, resulta un buen
gatillo de la idea reconquistadora de la
Colonia Española, que traía con su supuesta expedición científica acicateado
por los pasquines y denuncias mutuas el que por el temor de Pezet se buscó la
solución de un posible conflicto inicialmente mal reparado por el tratado
Vivanco Pareja, pero como paralelamente Pareja y la flota española entró en
conflicto con Chile evidentemente por lo sucedido de España con Perú, no quedó
más remedio al gobierno peruano que declarar la guerra como comentamos.
En esta situación estaba Talambo el 3 de agosto de 1862 momentos
de ante guerra con España cuando partió la flotilla de España, sospechosa ya
que venía al mando de un Almirante. La situación en Talambo continuaba tensa,
los vascos continuaban con su rebeldía haciendo la cosa más difícil e insostenible,
pudiéndose prever que se agravaría en los próximos días, momentos propicios
para llevar a cabo el plan de reconquista que estaban preparando en España,
desde hace buen tiempo, nunca convencidos de perder una buena fuente de
aprovisionamiento
EL MAL AMBIENTE CREADO, LOS PASQUINES
Y ESCRITOS EN CONTRA Y A FAVOR DEL PERÚ Y DE D. MANUEL SALCEDO PERAMÁS
(1860 – 1865)
El mal ambiente se
produjo previamente a los sucesos de Talambo como veremos producto de
comentarios desencajados del Cónsul Jane, las explicaciones solicitadas por el
Ministro Fabio Melgar y sobretodo la respuesta fuerte e irrespetuosa de Jane.
Esto caldeó los ánimos en Lima.
Posterior a los sucesos
de Talambo la corona española nombró a Mensi para que en su representación
investigase los hechos ocurridos en Talambo, para luego de su visita aparezcan
en Lima sendos pasquines tergiversando todo lo ocurrido en la Hacienda.
Veamos como sucedió
todo esto.
Después de la victoria de Ayacucho el 9 de diciembre de 1824 y
la retirada de las fuerzas españolas del Perú, la consolidación de nuestra independencia
no fue fácil, continuas luchas internas entre presidente militares caudillos
que sucedieron a la partida de Simón Bolívar dejando nuestra patria
desorganizada.
En 1826 asumió el general La Mar, quien fue derrocado por
Gamarra y De la Fuente en luchas entre Bolivaristas y peruanos como relata
Pedro de Novo y Colson en su libro Historia de la guerra de España en el
Pacífico.
Luego sucedió Bermúdez y Luis José de Orbegoso, quien también
fue derrocado por Salaverry.
Aprovechando el caos interno Andrés de Santa Cruz asumió el
mando y formó la Confederación Perú Boliviana
Luego de otros tantos años de lucha entre Torrico, Vidal, La
Fuente, asume Ramón Castilla, quien en algún momento de su vida combatió de
Capitán al lado de los españoles para después pasar al ejército Libertador. En
1845 Castilla fue electo Presidente Constitucional del Perú siendo un buen
gobernante y consiguió el aprecio de peruanos y españoles.
El Perú y sobre todo Lima estaba muy poblado de españoles
naturales, así como de hijos de españoles nacidos en Perú conformando una
colonia importante puesto que controlaban muchos negocios y se constituían en
promotores de la economía local.
Pese a que España no había reconocido nuestra independencia,
y el sentimiento con la corona era distinto al que se tenía con los españoles
en Perú, ellos no nos reconocían como país independiente y soberano, y nosotros
con España mostrábamos cierta indiferencia y las relaciones solo eran comerciales
la convivencia con ellos era pacífica,
cordial y en términos generales muy normal, las luchas entre caudillos se
siguieron produciendo al margen de las nacionalidades peruana o española,
quienes como en todo ambiente de normalidad hacían partido por alguno u otro
bando de las contiendas políticas.
Como relata Pedro Novo y Colsón, nunca se conoció vejación o
des criminación alguna por su nacionalidad, sus bienes e intereses tenían el
mismo trato que el de los peruanos. Y tal es la unión de ambos pueblos que a
diferencia de los Anglo-sajones que al colonizar Norteamérica, nunca se produjo
mestizaje alguno e incluso en Chile y Argentina el mestizaje fue muy tenue, sin
embargo en el Virreinato del Perú el mestizaje fue muy fuerte de allí la
cantidad de criollos y mestizos
Es posible que todo haya partido desde el impedimento frustrado o fallido, o desde la intención burda de
anticipar hechos negativos para los vascos que viniesen a américa y el Perú,
solo imaginables en las mentes de los españoles, para que se diga que “convertirían a los mil colonos en otras
tantas víctimas seducidas con halagüeñas promesas”; o que “los
lamentos de tantos infelices en su miseria exigiendo justicia, serían a no
dudarlo, desatendidos por las autoridades de las poblaciones en donde se
estableciesen”
La corona española, aunque insistiendo en firma del tratado
que reconociese deudas considerables y reparaciones económicas, por su parte
necesitada de nuestro guano no cesaba de buscar formas de acercarse al Perú
para obtener guano para su agricultura, de hecho, recibió algunos cargamentos en
1958 enviados por Vivanco, quien mostró acercamientos también con España
mientras en Perú se temía por las islas Chincha, centro productor del guano
objetivo de los españoles.
En Madrid la prensa también puso lo suyo al “dedicar largos artículos primero para
prevenirlo, después para lamentarlo. No faltaron entonces quienes recordasen la
suerte desgraciada que les había cabido a emigrantes españoles tanto en
Venezuela como en la república Oriental y que con mayor razón debía esperarse
del Perú”.
“No faltó tampoco quien
mencionase ciertos hechos de increíble indignidad perpetrados por altísimas
autoridades del Perú, contra la casa española Jone y compañía, establecida en
Guayaquil; todo lo cual despertó en la Península proféticas desventuras para los
colonos vascongados”
El Cónsul de España en el Perú D. José de Jane en la misma
nave que había llevado a los vascos el Cónsul Jane envió una misiva
extemporánea, al Gobierno español y a la Diputación de Vizcaya solo causante de
más alarma puesto que los vascos ya estaban llegando a Talambo. En Lima fue
publicada por la Revista de Lima causando desosiego en la población por lo que
el Ministro peruano de Negocios extranjeros le pidió explicaciones.
El avisó tardíamente de la traída de vascos, asunto mal
recibido por las autoridades españolas
por considerar desastrosa la gestión de su cónsul al no hacer lo
necesario, pidiéndole explicaciones y
respondiendo este en forma que enardeció más a los españoles: “Respecto a los vascongados, se comprende que
fueran fácilmente arrastrados por los emisarios del Perú, pues conocían a este
país descrito por sus abuelos, como inagotable fuente de riqueza y abundancia;
y más aún por la presencia de algunos indianos que saliendo pobres de Vizcaya,
regresaron opulentos”, creando mayor malestar entre los españoles limeños que
encontraron en estas palabras casi una afrenta.
Luego D. José de Jane, enviaría una carta al Ministro de
Relaciones Exteriores del Perú, señor Melgar, creando aún mayor euforia
negativa en los españoles. (b)
(b) He aquí las comunicaciones de referencia:
LIMA AGOSTO 25 DE 1860.
—Señor Cónsul de España.
—El Gobierno del Perú ha
leído con sorpresa y sentimiento en el periódico Revista de Lima
el párrafo de un oficio
que dirigió V. á la Diputación General de Vizcaya y al Ministerio de Relaciones
Extranjeras de S. M. C., a consecuencia de la inmigración vascongada que
promovía en España D. Ramón Azcárate y que ha llegado en efecto a las costas
del Perú.—En ese párrafo dice V. «debo prevenir á V. E. que cuantos se dejen
seducir por halagüeñas promesas, serán otras tantas víctimas sacrificadas a la
ambición personal, pues puede asegurarse que estas y las contratas bajo las cuales
pudieran comprometerse, serian desatendidas aquí (Lima) y sufrirían la misma y
aun peor suerte que las inmigraciones tanto inglesa y alemana como asiática que
anteriormente se han introducido al Perú.—No puede V. desconocer que este
oficio impreso y repartido con profusión en todos los pueblos de España, ha
debido producir un concepto desfavorable a la República, y que al convertirse
en su promotor, debe tener datos e informes muy seguros para lanzar tan
inmerecida acusación. Por este motivo pido a V. que se sirva darme las
explicaciones que mi Gobierno tiene derecho de exigir, para adoptar en seguida
las medidas que juzgue convenientes. —Dios guarde etc. —
José
Fabio Melgar
Jane no se dejó
amilanar y respondió justificando su conducta y cada palabra:
LIMA 4 DE SETIEMBRE DE
1860. —
Excmo. Señor Ministro
de Relaciones Exteriores, Dr. D. José Fabio Melgar.
—He recibido la nota de V. E. de 25del próximo pasado en que me pide
explicaciones sobre el párrafo de un oficio que dirigí a la Diputación General
de Vizcaya, a consecuencia de la inmigración vascongada que se promovía en
España por D. Ramón Azcárate y que concibe V. E. ha debido producir un concepto
desfavorable a esta República. Ese párrafo que V. E. cita, está concebido en
estos términos. «Debo prevenir á V. E. que cuantos se dejen seducir por halagüeñas
promesas serán otras tantas víctimas sacrificadas a la ambición personal, pues
puede asegurarse que estas y las contratas bajo las cuales pudieran
comprometerse, serían desatendidas aquí y sufrirían la misma y aun peor suerte
que las inmigraciones tanto inglesa, alemana como asiática que anteriormente se
han introducido en esta República.—Tratándose de una emigración que se promovía
en España por empresa particular, para establecerse en esta República, de donde
yo oficia de duda que la frase aludida se refiere a las personas que la
emprendían como una especulación privada y que al llegar al Perú desatenderían
sus contratas para reportar mayores utilidades, como había sucedido en las inmigraciones
inglesa, alemana y asiática.—La razón que yo tuve para expresarme en estos
términos, fue el mal éxito que habían tenido las enunciadas inmigraciones, con
notable perjuicio de los colonos que se dejaron seducir por sus promovedores. A
más de la notoriedad de estos hechos tenían para mí la garantía de la opinión
del mismo Gabinete de V. E., y para ello, me permito copiar la siguiente frase
de la Memoria que dirigió al Congreso de 1858 el Sr. Ministro de Gobierno concebida
en estos términos.—Como el mal éxito de las primeras expediciones de
inmigrantes que vinieron al Perú, dio motivo a que se le desacreditase presentándole
ante las naciones europeas como incapaz de esta mejora, Schütz tuvo algunos
inconvenientes para reunir en Alemania la primera colonia».—Llamo también la
consideración de V. E. sobre el modo como Schütz cumplió sus compromisos con
esa inmigración, y que consta en el siguiente párrafo de la mencionada Memoria
del Sr. Ministro de Gobierno.—«Cuando los colonos estaban en Acobamba el
Prefecto de Junín ofició en 4 de Setiembre al Ministerio, dando cuenta de que
habían empezado a dispersarse, y acompañó un sumario que mandó levantar para que
el Gobierno se instruyese de esta dispersión. Por este sumario consta que
Schütz había desatendido a los colonos, negándoles sus cuidados y escaseándoles
los recursos que el Gobierno puso a su disposición para mantenerlos: que había
obligado a muchos de ellos a trabajar en las haciendas de D. Ceferino de la
Puente; y finalmente que por el descuido de sus deberes porque los colonos se
veían privados de los auxilios necesarios para su subsistencia y comodidad,
estaban disgustados y en el mayor desorden.—La conducta observada por los que
han especulado en la inmigración de asiáticos se halla consignada en el
siguiente período de la Memoria del Sr. Ministro.—«Considerando el Gobierno que
la introducción de colonos asiáticos no conviene al país por ser una raza degradada,
y que el modo como se practicaba producía para los colonos efectos casi iguales
a los del tráfico de esclavos, puesto que quedaban obligados forzosamente a
prestar por largo y determinado tiempo sus servicios personales a individuos
con quienes no habían contratado, sin participar del lucro de esta
especulación, que cedía todo en provecho de los empresarios, creyó de su deber
prohibir este comercio, que ultrajaba a la humanidad, causaba la muerte de gran
número de hombres, por el mal tratamiento que recibían durante la navegación, y
ocasionaba catástrofes que debían evitarse.—He aquí los datos e informes muy
seguros que tuve para asentar en mi nota a la Diputación General de Vizcaya, que
las personas que se dejasen seducir por halagüeñas promesas, serían otras
tantas víctimas sacrificadas a la ambición de los especuladores en la
inmigración, quienes a su llegada al Perú, desatenderían sus contratas, y
sufrirían la misma suerte que las inmigraciones tanto inglesa y alemana como
asiática que anteriormente se han introducido en esta República.—No concibo
cómo puede considerarse que el sentido de mi nota produzca un concepto
desfavorable a esta República, que ciertamente no es responsable de los abusos
que se han cometido, y se cometan en adelante, por las empresas particulares de
inmigración.—He estado muy distante de herir la susceptibilidad de esta Nación,
y ni por un momento he pensado en ofenderla al emitir un concepto que se halla
en armonía con los hechos referidos por el órgano del Gobierno en un documento
oficial.—Creo haber cumplido con mi deber respecto a mi patria, y dado las
explicaciones que V.E. me ha pedido para que adopte las medidas que juzgue convenientes.—Dios
guarde á V. E.—
José
de Jane
Se aseveraba también que en los territorios bajo el dominio
de la Corona existe un Representante o Cónsul, pero en el Perú, a quién podrían
dirigirse los inmigrantes españoles.? Tanto fue la exageración previa a toda
inmigración que hasta un periódico de la Corte escribió esto “Advertidos esos desgraciados que se han
puesto a merced del contratista, de la suerte que allí les aguarda y de que,
según el Comercio de Lima, los negros hacen aprestos con objeto de comprar
blancos españoles para emplearlos en los más penosos servicios”
Como se puede ver la fantasía de los españoles escapaba a
todo tipo de novela o fábula para crear por anticipado un mal ambiente de
relaciones entre la España y el Perú, e intencionadamente o no allanar la
llegada de la armada española disfrazada de expedición científica que ya pisaba
mares peruanos en busca de crear ambiente propicio para recobrar la antigua
Colonia del Perú, su más rico botín perdidos en Junín y Ayacucho, ambientes
propicios mediante las visitas a las autoridades de los diferentes países que
alguna vez dependieron de la corona española y que en esos momentos de
libertad, aún con gran presencia de
población española, que veía con muy buenos ojos esta visita.
Excelente maniobra la
de los españoles, pero lo que no sabían los peninsulares es que en tierras
peruanas también existía el honor, la gloria y la bravía para defendernos de
las mentiras inventadas sobre Talambo y de sus cañones descargados sobre el
Callao cuando posteriormente meses después fuimos atacados para recobrarnos
como Colonia.
Antes de los sucesos el 22 de noviembre de 1859 en el diario
oficial del Perú se publicó un decreto Presidencial del Gran Mariscal Ramón
Castilla y Marquesado presidente Constitucional del Perú desde 1845 en un
segundo período, que autorizaba a D. Máximo Navarro para que introdujera al
Perú mil colonos de los diez mil que ofrecía.
La intención de Navarro era traer de Canarias y Baleares mil
colonos sanos y robustos de edad de 16 a 40 años en grupos de entre 300 a 500
hombre cada una, capacidad de las naves. Estos llegarían al Callao donde se
someterían a exámenes médicos para luego ser puestos a subasta su contrata por
los agricultores y demás personas que requerían sus servicios. El gobierno
abonaría a Navarro 30 pesos por trabajador conforme a la ley del 18 de
noviembre de 1849. Publicación rubricada por S.E. el Vicepresidente Miguel del
Carpio y Melgar.
Miguel del Carpio y Melgar fue presidente del Consejo de
Ministros y ministro de Gobierno, Culto y Obras Públicas (1859-1860). Ejerció
interinamente el ministerio de Relaciones Exteriores, reemplazando al canciller
José Fabio Melgar, tío suyo (de 15 de septiembre de 1859 a 9 de junio de 1860)
Fabio Melgar hermano del poeta Mariano Melgar.
Como podemos ver el Perú una nación joven necesitaba fuerza
laboral masculina para hacer funcionar su actividad económica ante la no muy
alta población existente y el indígena diezmado durante la colonia y
virreinato, en donde fue abusado en los trabajos en la minería y otros. Este
era un proyecto viable autorizado por el gobierno, no así la pretensión del
enganchador Ramón Azcárate.
Aún con toda esta formalidad el Sr. Jane cónsul de España en
Lima adelantaba y advertía que Navarro no iba a cumplir su promesa y que los
colonos serian convertidos en otras tantas víctimas seducidas por halagüeñas
promesas. En estos momentos es cuando Jane recién avisa a la corona española y a
la diputación de Vizcaya y no avisa a las autoridades de Guipúzcoa de la
partida del enganchador Ramón Azcarate a donde se dirigía este para la traída
de los braceros.
Llama la atención que Ramón Azcárate fue más diligente que
Jane y realizó la convocatoria pública en Bergara y alrededores llamando a engancharse
para ir al Perú.
Llama la atención pues la displicencia de Jane de no
protestar ante Ramón Castilla por la partida de Azcarate para en forma concreta
impedir la partida de los vascos o impedir el desembarco en Callao, más aún
como también sabemos la partida fue en forma irregular pues no lo hicieron
desde el puerto de Getaria en el país vasco sino desde el puerto francés de
Burdeos.
A fines de enero las autoridades vascas habiendo sido
fiadores para las contratas eleva el aviso al gobierno español trasladando
entera responsabilidad a las familias vascas inscritas, y más aún adelanta no
ser responsables del trato que reciban en el viaje ni tampoco supervisarían las
condiciones. Así describe Pedro Novo y Corso en su libro Historia de la Guerra
del Pacifico.
Hasta principios de abril, es decir dos meses después de
recibir las cortes españolas el aviso de Guipúzcoa, el Ministerio de Estado no
hizo nada por impedir ni investigar si Azcárate había cumplido las formas.
Cuando estos avisan al Cónsul de Bayona, luego al de Burdeos, el Asien la nave
ya había partido del puerto con 95 hombres, 49 mujeres, y 125 niños de ambos
sexos.
A fines de Julio arribó al Callao la nave Asien con los 260
vascos y de inmediato se embarcaron para el puerto de Pacasmayo distante 30 km
de la hacienda Talambo
Esto era acaso lo que necesitaba Manuel Salcedo para cultivar
algodón, 125 niños, 49 mujeres y solo 95 hombres y entre ellos médico, cura,
carpintero, etc. Esto más parece una trama entre Ramón Azcárate, Fano, Sorazu y
las autoridades vascas para estafar a Salcedo, para intentar hacerse de buena
cantidad de productivas tierras para toda esta gente humilde y pobres y el
mayor provecho por supuesto para Azcárate y sus amigos.
Respuestas muy desafiantes las de Jane, la que a todas luces
sin que necesariamente sean ciertas, el enrostraba al gobierno peruano de malas
prácticas con las poblaciones que habían emigrado al Perú, y que bien sabemos
todas promovidas por el estado peruano y ejecutadas por algunos privados que
veían un negocio traficar con seres humanos para ponerlos a disposición de
empresarios.
El caso de Talambo si bien es una inmigración también,
difiere en varios puntos y mantiene similitud en otros.
El entusiasmo por ir a américa era un sentimiento calado hondamente
en el pueblo vasco, ya que como describe Pedro de Novo, “los vascos conocían al
Perú por lo descrito por sus abuelos como inagotable fuente de riquezas y
abundancia; y más aún por la presencia de algunos indianos que saliendo pobres
de Vizcaya regresaron opulentos.
La contrata para Talambo fue a todas vistas irregular, y lo
dice el hecho de que Ramón Azcárate aceleró la recluta ante la llegada de los
documentos que advertían no de lo que pase en Talambo, sino de los comentarios
negacioncitas de Jane acerca de la inmigración de cualquier nacionalidad con el
único fin de ir preparando un mal ambiente en el Perú coincidentemente con el
viaje de la Escuadra española hacia aguas de sus antiguas colonias en américa.
La contrata de Talambo en la intención de Salcedo fue muy
lejana a todos los otros acontecimientos que se relatan, El necesitaba
trabajadores para el cultivo del algodón, él no va a ninguna subasta, el
esperaba que los vascos vinieran cómodos en el viaje como así fue, y hasta
partos de alguna mujer se produjo en la travesía y de la mujer del mismo
Azcárate también, Salcedo esperaba que se cumpliesen todos los protocolos de
salubridad al llegar al Callao. A Manuel Salcedo le proponen hacer una
inmigración directa para Talambo, la que la gestiona Ramón Azcárate por
intermedio y junto a sus amigos Fano y Sorazu, a sus contactos en Guipúzcoa,
todo para Salcedo dentro de lo correcto que esperaba.
Salcedo los espera en Pacasmayo con carretas, mulares y
caballos para el traslado cómodo a la hacienda, y por último se narra una buena
convivencia durante los primeros tres o cuatro años, y hasta sorprendente ver a
Fano como administrador de la hacienda Talambo y a Sorazu, administrador del
molino.
Recomiendo leer los hechos ocurridos en Talambo, para luego volver
a leer el Nombramiento de Mensi
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LEYENDO ESTE CAPITULO EL MAL AMBIENTE
Nombramiento de Mensi para investigar en Talambo.
Así comenta el autor de Historia de la guerra en el Pacífico,
la intervención de Mensi:
Por todo esto los españoles limeños y la Junta de Benéfica
española de Lima nombró su delegado a C. Robustiano Mansi para que fuera a Talambo a
recabar información, a la que fuera acompañado por Garrués, del que ya sabemos
la calidad de persona que era y la animadversión hacia Salcedo.
A su llegada a Talambo fue recibido por Salcedo quién lo
alojó en la casa Hacienda, detallando así Robustiano Mensi sobre su visita:
Presentado que fui al señor Salcedo por el Sr. Garrués, me
preguntó quién era, yo le contesté que era un comisionado por los españoles de
Lima, para visitar a nuestros infortunados compatriotas, ofrecerles un socorro
pecuniario si lo necesitaban, consolarlos y hacerles presente: que si bien
estábamos distantes de ellos estábamos pendiente de ellos; que al mismo tiempo se me había
recomendado inquirir la verdad sobre el horrible atentado acontecido el 4 en su
hacienda y denunciado al país de un modo uniforme, pero sobre el cual
nacionales y extraños tenían en suspenso su juicio, a causa de la gravedad de
los detalles; que por lo tanto desearía oír de sus propios labios cuáles fueron
las causas que motivaron semejante sacrificio humano, y si era posible razones
convincentes que justificaran a su autor.
A esta explicación me corresponde con la mayor suavidad de
expresión, asegurándome que en cuanto a nuestros compatriotas, de nada carecían
y que en su casa se les asistía con la mayor escrupulosidad, y que además de
dos médicos y botica , tenían todo el dinero que necesitaban; que su interés
era velar por las necesidades de sus más caros amigos y consocios, a quienes
amaba entrañablemente; que tocante a los pormenores del acontecimiento que con
tanta razón había preocupado los ánimos de todos los que de él tuvieron
conocimiento, estaba pronto a instruirme de ellos, e invitándome a tomar
asiento, comienza así:
“Que en la mañana del
4, habiendo salido a caballo en compañía de su amigo Rázuri estando los colonos
como de costumbre en sus trabajos, habían pasado por un lugar en que se hallaba
Miner trabajando en la reparación de una acequia; que al verle éste, se le
acercó diciéndole que deseaba hablar con él; que a esta indicación le contestó
que con él nada tenía que hablar, y que se entendiera con los Sres. Fano y
Sorazu, españoles; que Miner, no conformándose, le repuso bastante acalorado
que ya los había visto y hablado una y varias veces, pero que su contestación
era que nada podían hacer; que entre tanto a él y a sus compañeros se les
causaba perjuicio, y que sobre todo no se les cumplía sus contratas; que en
vista de este lenguaje, le dijo que era un atrevido; que Miner repuso que más
era él; y que, por último, afectado por el tratamiento de Miner y la amenaza de
que le haría saber quién era y con quién se las había, que regresó a su casa, y
habiendo encontrado al pie de la escalera a su mayordomo de campo, le previno
que vigilara á Miner y que procurase arrestarlo, pues que le había amenazado;
que después de haber impartido esta orden, él se había ido con su amigo Rázuri
en otra dirección; que cuando regresó le sorprendió saber los desastres
ocurridos en su ausencia, y que habiendo increpado al mayordomo para
informarse, le dijo éste que se había visto obligado buscar gente para arrestar
a Miner, pues que habiéndose reunido en motín los españoles, se habían
resistido a entregarlo, y que entonces fue cuando a los hombres auxiliares se
les escaparon los tiros que hirieron a varios y dieron muerte a uno; pero que
todas estas desgracias fueron causadas sin intención”.
Esta es su historia y al concluir me pregunta: — ¿Qué es lo que hubiera V. hecho en igualdad
de circunstancias? Mi respuesta no se hizo aguardar. —Lo que hubiera hecho
un hombre acostumbrado a la amabilidad, luego me acompaña hasta dejarme en la
puerta de la habitación en que estaban. Entré, pues, a saludarlos, pero he hablado
muy poco con ellos, porque siendo precisamente aquel día en el que se ocupaba
la justicia en formar la instrucción sobre todo lo que en la hacienda había
ocurrido, no era posible que yo promoviera con ellos una conversación en forma
que fuese interrumpida y aun sorprendida por alguno que tuviera interés en
ello: así es que habiéndoles hecho presente mi misión, he aplazado para dos o
tres días después otra entrevista, en la que pudiéramos hablar con toda la
libertad y seguridad que necesitábamos.
Los señores Fano y Sorazu, que eran los que allí estaban
acompañados de su amigo Garay, me han dado las gracias por mi visita y
ofrecimientos, y me han encarecido que cuando escribiera a Lima las hiciese
extensivas a todos sus compatricios, por la simpatía e interés que mostraban
por su desgracia, manifestación que no olvidarían jamás, y prometiéndome que me
facilitarían las notas que yo les había pedido por misiva particular la noche
de mi arribo a Pacasmayo, que había puesto en sus manos Garay anteriormente a nuestra
vista, así como de la verdad del Sr. Salcedo en cuanto a la buena asistencia
desde el día 4; me despedí de ellos.
Al salir, viene a mi encuentro Salcedo como un hombre que
estaba cansado de esperar, y me dice con interés: — ¿Qué tal? ¿Se ha convencido
V. del buen trato que aquí les doy? —Sí señor, les contesté, y aun veo con satisfacción
que es muy cierto todo lo que V. me ha dicho en cuanto a este particular, y
siendo justo por carácter, vuelvo a dar a V. las gracias por mí y a nombre de
todos mis compatriotas en Lima, a quienes lo participaré. —¿Y sobre los
acontecimientos, nada le han dicho a V.? ¿
¿Nada han hablado ustedes? —No, señor, le dije, no era esta
visita para que yo me ocupara de otra cosa que, de hacerles conocer el interés
de sus compatriotas por su situación, y asegurarles que podían vivir tranquilos
en cuanto a que se administraría justicia, y justicia a secas, al autor de sus
desgracias, pues que cada uno de los españoles y todos juntos, se habían
propuesto perseguirle, para hacer que se le aplicara el rigor de la ley, bien
fuese rico o pobre.
En seguida he visto á Miner, que le tenían con centinela de vista,
y bajo la influencia de una fuerte calentura; no me pareció prudente hablarle.
En cuanto a Arteaga, no lo he visto porque no estaba en la casa de la hacienda;
pero he sabido que, habiéndole hecho la operación del cartílago de la nariz y
logrado contener la hemorragia que le había puesto en peligro, se hallaba ya convaleciente.
Evacuada en su mayor parte la misión que he llevado a
Talambo, me he despedido del Sr. Salcedo, consignando de paso que todo lo que he
hablado con él fue á muy corta distancia del lugar en que se han sentado
Garrués y demás paisanos que habían ido con nosotros; si bien es verdad que
ellos se colocaron en el corredor, pero en situación que se podía oír muy bien
todo lo que allí pasó
En este viaje de C.
Robustiano Mansi pasó también por Guadalupe, donde se reunieron en una
noche de tragos con Garrués y otros españoles.
A su regreso a Lima acuerdan imprimir tanto en Lima como
España una serie de pasquines difamatorios desvirtuando los acontecimientos en
la ex colonia inicialmente y luego sobre La cuestión de la Hacienda Talambo en
Chepén, sin considerar nada de lo afirmado por Salcedo y en toda la
conversación que ambos mantuvieron ese día y que tomó nota muy bien Mensi.
Documentos
difamatorios después del suceso de Talambo, posteriores a la investigación de
Mensi
Primer documento difamatorio: “Últimos asesinatos en el
Perú”, anónimo.
Uno de ellos en Madrid intitulado “Últimos asesinatos en el
Perú” cuyo autor fue rubricado por F.E.M. (Federación española de montañismo)
prácticamente anónimo.
Por citar, otros dos en Lima uno el 24 de Diciembre de 1863
titulado “La Inmigración
Vascongada” firmado por Julián Fano y Juan Ignacio Sorazú, de gran difusión
puesto que sus autores guipuzcoanos, con intereses en la Expediciones Vascongadas y posteriormente como veremos
encabezadores y promotores del Incidente mismo, y que por su cercanía a la
Hacienda y participación como responsables de los hechos ocurridos desvirtuaron todo, haciendo ver como una
situación de irregularidad por parte de Manuel Salcedo Peramás, en cuanto los
trabajadores chepenanos y pueblo de Chepén
que acudieron en defensa del hacendado, a tanto llegó el cinismo de
estos españoles que no tuvieron el cuidado ni reparo necesario ya que se les veía por las calles de Lima a los
pocos días del incidente, sin ningún signo de violencia ni magulladuras, menos
heridos, como contaban en sus relatos.
(R)
Historia
de la guerra de España en el Pacífico – Pedro de Novo y Colson, Imprenta de
Fortanet, Madrid – 1883 – Pág.60.
Segundo documento difamatorio: Pasquín de Rázuri, Fano,
Sorazu, Garrués.
Casimiro Rázuri sería el autor del
pasquín, firmado y difundido por Fano y Sorazú, el habría sido el
consejero de la contrata Vascongada, el habría recibido a Mansi en Pacasmayo y
acompañado a Talambo, Chepén y Lurifico, el habría protestado con Mansi en un
bacanal en Guadalupe en casa del español
Ros, luego de la visita de Mansi a Talambo en donde en el choque de copas arrancaron una
declaración del joven Ignacio Ugarte
quien recibía los vapores en Pacasmayo para embarcar las producciones de arroz
y algodón de la hacienda, este les contó que el español llamado Francisco Garrués era amigo de la reconquista del Perú por
parte de España y animaba la causa.
Resulta que el año pasado 1861 se le ejecuta a Garrués por
una deuda de 21,659 pesos a Don Manuel Salcedo Peramás quien junto a Diego
Gonzales emprendieron un negocio de chinos, avalándolos el Sr. Manuel Salcedo e
hipotecando una bodega de almacenaje de sus importaciones para la hacienda en
Pacasmayo.
Este Sr. Garrués, antes de ejecutar la hipoteca vendió
maquinaria y otros enseres perjudicando a Salcedo en varios miles de soles.
Salcedo aun así sin mucho conocimiento de cómo hacía las
cosas Garrués siguió ayudándolo y lo nombró su agente en Pacasmayo, sin saber
que ya era su enemigo gratuito y había participado de la redacción de la carta
de los vascos contra Salcedo.
En dicha carta se decía “Hace días que el dueño de la
hacienda el infame Sr. Manuel Salcedo atormentaba a los pobres Vascongados por
quitarle las partes de terrenos que a cada uno se les dio, según convenio o
contrato, Infame Salcedo (Convenio que nunca existió, solo puede haber sido
ofrecimientos desmedidos de Azcarate en Bergara, España para convencerlos de su
venida a Talambo).
Sin saberlo Salcedo le pagaba a Garrués que llego a tener en
su cuenta 30,000 pesos, siendo una persona asalariada, sin otros recursos que
su sueldo por el trabajo que le daba Salcedo y la Hacienda Talambo.
Tercer documento difamatorio: Memorándum de Eusebio Salazar y
Mazarredo
El tercer documento es un Memorándum que se repartió al
cuerpo diplomático de Lima firmado por Eusebio Salazar y Mazarredo. Así mal
informaban en España, Perú y a todo el continente a través de sus
representantes en Lima.
Mansi en su exposición, Garrués en su carta, Fano y Sorazu en
sus pasquines no hicieron más que con supuestos de su imaginación pretender destrozar
públicamente a D. Manuel Salcedo, hombre generoso hasta la saciedad con Fano y
Sorazú, pero al parecer tras de esa pasividad inicial mostraron la intención de
hacerse de tierras en el Perú, para tener un bienestar futuro.
Pero todo no era negativo para el Perú, y Salcedo, luego de
los hechos sucedidos en Talambo, y posterior a la declaración que les tomó el
sub prefecto de la provincia a los vascos residentes en Talambo y seguidores de
Fano, Sorazú, Ormazábal y Miner el día de los incidentes, en el siguiente mes
de enero presentaron un Documento, en verdadera señal de protesta que a la
letra decía lo siguiente:
Los que suscriben,
españoles actualmente residentes en Talambo, por su espontánea voluntad
declaran ante el juicio público.
1° Que en los tres años
que, como colonos dedicados a la agricultura, permanecemos en dicho fundo,
jamás se nos ha tratado con aspereza, acritud, ni hostilizado de modo alguno.
2° Que sus
reclamaciones arregladas a la contrata que en mayor número firmamos en 1860
como cabezas de familias las ha practicado siempre (Salcedo), convenciéndonos
con amabilidad de la utilidad de su exactitud, la que él por su parte ha
observado.
3° Que, por tales
precedentes, y en vista de los acontecimientos del 4 de agosto que hemos
palpado, no podemos en nuestra natural franqueza dejar de repugnar la
participación que en ellos se quiere imputar al señor Salcedo y de confesar que
han sido independientes de su orden y de su voluntad, y sin que haya estado en
su mano poderlos evitar como antes de ahora lo manifestado por el periódico
Estrella del norte.
4° Que satisfechos y
convencidos del leal proceder del señor Salcedo, hemos preferido a siniestras
sujeciones, permanecer esperándolo, todo de nuestros afanes y trabajos; y
5° Que, si bien
deploramos los lamentables y desgraciados sucesos que tuvieron lugar en esta
hacienda, llevados también de un sentimiento de justicia y de gratitud, lícito
nos parece hacer esta pública manifestación, en merecida ovación al señor
Salcedo, contra los diversos artículos que en su desdoro se han publicado hasta
el 23 del presente mes en el Mercurio de Lima. Talambo 2 de enero de 1864. Juan
Judes – Atanasio Guisasola – Juan José Ormachea.
Se tomaron también declaraciones a otros testigos, y en
términos generales, lo que se escuchaba repetidamente era: El hacendado no tubo parte en los acontecimientos del día cuatro; y no
podía tenerla, porque siempre y constantemente ha sido un verdadero padre para
los colonos vascos, porque jamás hizo otra cosa que contemplarles y darles
pruebas de aprecio y consideración, porque siempre puso a sus órdenes todos los
elementos necesarios para formarles un porvenir, porque sería ingratitud
marcada desconocer tan filantrópicos procedimientos.
Como puede verse el odio manifiesto por Mansi, queda muy
debilitado por las declaraciones de la mayoría de vascos beneficiados en
Talambo, cuyos dichos los ratificaron en el primer proceso sentenciado el 15 de
junio de 1864.
Es cierto que muchos vascos después de actuar y mentir de
manera despiadada, terminan versando lo que creemos una verdad, que Salcedo era
indiscutiblemente un hombre que los recibió en Talambo, y les permitió
instalarse, iniciar un futuro que no lo tenían en España, ambos, Salcedo y los
vascos sacar provecho de esa coyuntura que se estaba dando hasta que por culpa
de dos o tres que encendieron la mecha del odio, del rencor y de la ambición,
se condujo a hechos desagradables que mancharon lo que pudo ser un pequeño País
Vasco dentro de tierras chepenanas.
REVISAR EL
ENGANCHADOR
El enganchador o
Contratista: Ramón Azcárate (1809-1887)
Ramón Azcárate es el “enganchador”. Una figura muy criticada
por llevarse una comisión por cada colono que contrataba, pero peor después por
seguir en una contrata desautorizada por las autoridades del Perú por
considerarla riesgosa.
Es poco comprensible que este señor habiendo sido un oficial
de la armada peruana y ostentado cargos públicos haya incursionado en una
gestión no autorizada por el gobierno y la concretó.
Un personaje muy mal visto por las autoridades del país. En
muchos textos aparece como natural de Gipuzkoa, pero Azcárate era peruano de
nacimiento. “Del pueblo de Lima y de la diócesis de Lima” despectivamente se
referían así los documentos acerca de Lima, la capital de un Virreinato,
tildándolo como pueblo, rezan los archivos del Fondo del Real Seminario de
Bergara en donde estudió.
De niño se trasladó con su familia a España, y estudió en el
Colegio de Nobles de Bergara.
Seguramente, su
familia procedía de la propia Bergara.
Lo que anteriormente había sido el Real Seminario era desde
1823 el Real Seminario de Nobles y aunque, según dicen todos los textos, había
perdido el brillo ilustrado antiguo, todavía mantenía su pedigree, al menos al
otro lado del charco. En este centro estudió buena parte de la oficialidad de
la Marina del Perú y también alguno de los hijos del dueño de Talambo.
En Bergara nos
encontramos con estudiantes de Caracas, Lima, Trujillo..., además de otros
lugares de España.
En las listas del año 1823, esto es cuando Azcárate contaba
con 14 años, ya se halla matriculado en el Colegio de Bergara.
Allá va a permanecer hasta 1828. Es decir, permanece
mínimamente en Bergara cinco años, desde los 14 hasta los 19 años.
En esos cinco años va a cursar estudios de Gramática Latina,
Humanidades, Dibujo, Historia, Filosofía Moral, Geografía Física y Política,
Archivo Municipal de Bergara, Caja 004-04.
La Enciclopedia Ilustrada del Perú en su primer tomo asegura
que cursó estudios en el “Instituto Náutico de Bergara”, pp. 225-226.
En concreto, los contralmirantes Ignacio Mariátegui y Eugenio
Cortés, el capitán de navío Juan Noel, el capitán de fragata Antonio Valle
Riestra o el primer piloto Pedro José Faura.
Gran parte de esta información está extraída del libro.
PASTOR, Alberto Enrique:
El capitán de navío Ramón Azcárate.
Ediciones CEHG. Lima. 1963.
En su primera Memoria, la del acto de clausura de 1842, hizo
una apología de la “educación moral”, basándose en Rousseau. Se ve que su
estancia en Bergara fue provechosa. Quizás, es una hipótesis, acá conoció al
hacendado Salcedo a través de sus hijos, a los que a través de Azcárate aquel
envió a cursar estudios a Bergara. Se supone que al Instituto de segunda
enseñanza creado en la villa guipuzcoana en 1845.
Tras su importante experiencia pedagógica, Azcárate prosiguió
su carrera militar y política. Con el grado de teniente 1.º, en 1848 fue
ascendido a capitán de corbeta y asignado a la dotación de una nave. Entre 1845
y 1849 fue subprefecto de Jauja, formó parte del Ministerio de Guerra y también
fue director del Instituto Militar en 1854. Ascendió a capitán de fragata en
1851 y de navío en 1854. Fue también elegido diputado suplente en 1853 por la
provincia de Huarochirí.
En 1854 parece que apoyó al presidente, al general José Rufino
Echenique, frente a la sublevación comandada por el general Castilla y su
antiguo patrono de Guadalupe, el comerciante Domingo Elías. Tras el triunfo de
estos últimos, fue destituido como director del Instituto Militar, y
posteriormente amnistiado en 1856. A pesar de todo, fue “borrado del escalafón
naval y prácticamente expulsado del cuerpo”. El 13 de octubre de 1858 se
encontraba con una licencia indefinida.
Hasta ahora, la singladura del oficial de Marina y pedagogo
Azcárate nos muestra la falta de estabilidad política de Perú, sus continuos
levantamientos.
Domingo Elías, que fue ministro de Hacienda en el gobierno
del general Castilla, se centró
en el negocio de traer inmigrantes chinos, los coolies, para
el trabajo de las haciendas costeras.
LOAYZA PÉREZ, Alex:
Azcárate tiene en el momento que entra en nuestra historia 50
años, ha conocido de todo, está casado con Teresa Ugarte y tendrá tres hijos,
uno de ellos en la propia travesía de 1860.
Sus biografías ni siquiera mencionan su vuelta a España en
1859. En ese paréntesis civil, que va a durar hasta su reposición como capitán
de navío en 1861, tiene lugar su relación comercial con el
hacendado Manuel Salcedo, su vuelta a Guipúzcoa y su
llamamiento.
Este está firmado en Bergara el 27 de octubre de 1859.
Azcárate hace en sus primeros párrafos una declaración de fe
superlativamente guipuzcoana. La invitación la hace en su nombre y en el de “su
socio D. Manuel Salcedo, dueño de la hacienda de Talambo, en el Perú”. Socio
para el enganche de vascos para trabajar en el cultivo del algodón en Talambo.
“Hijo de la provincia de Guipúzcoa, educado en mis primeros
años en el antiguo Real Seminario de esta villa y con muchos parientes y amigos
en el país, a los que profeso un cariño acendrado, he venido a él después de
largos años de ausencia (...) deseo de realizar en Ultramar con hijos
exclusivamente de este suelo una empresa, que mi mente acaricia hace tiempo
(...) quisiera y espero hacer la felicidad de algunos naturales del país. Para
ello, y aunque ofrezca algunas dificultades, he preferido, sin vacilar, como
Guipuzcoano, intentar vencerlas, desechando proposiciones de extranjeros y
nacionales que me han sido hechas con condiciones muy aceptables bajo el punto
de vista económico; no solo, repito, porque quiero labrar la dicha de algunos
centenares de Guipuzcoanos, sino porque hace mi felicidad el vivir entre ellos,
aunque lejos de nuestra patria común, que llevarán consigo como yo, las
tradiciones queridas de nuestros hogares, sus venerandas prácticas religiosas y
sus hábitos constantes ya apreciables de moralidad, honradez, frugalidad y amor
al trabajo”
Tras su amarga experiencia con los caseros, en 1861, Azcárate
volvió a la Marina como capitán de navío y cobró la antigüedad desde que fue
apartado en 1854, “tras larga cadena de injusticias y maltratos”. Volvió a sus
cursos en la Marina. En 1875 era miembro del jurado de exámenes para la Escuela
Naval y Preparatoria. También ocupó cargos políticos. Fue prefecto de Arequipa
(1872-1873) y desde 1873 administrador de la aduana principal del puerto del
Callao.
Trabajó también en labores benéficas: miembro de la Sociedad
de Beneficencia Pública de Lima e inspector del Hospital de San Bartolomé. En
1886, un año antes de morir, era todavía vocal de la Junta Reformadora de la
Marina de Guerra. Su acta de defunción señala que murió de enfermedad hepática
y que su funeral se celebró en la parroquia del Sagrario de la Catedral. Vivía
en la calle Melchormalo 149 y su obituario apareció en El Comercio, el diario
de referencia de Lima.
FANO, Julián y SORAZU, Juan Ignacio:
La inmigración vascongada
El Mercurio.
Lima. 1863, pp. 8-12.
“CON EL FIN DE LABRAR
SU FORTUNA”: CASEROS GUIPUZCOANOS EN PERÚ (1860-1863)
Ramón Azcárate jugaba en dos sentidos, haciéndose pasar como
español, cuando reclutaba los trabajadores en Bergara o haciendo uso de su
nacionalidad peruana para ser oficial naval peruano, y autoridad civil como
mencionan las crónicas.
A pesar de que los enganchadores tenían muy mala fama, nadie
le reprochó nada. Sorazu, uno de los dirigentes de los caseros, se declaraba
“amigo” y Fano “no solo amigo, sino su antiguo condiscípulo”. Ambos
consideraron a Azcárate “un decidido protector” de los colonos guipuzcoanos.
Por otro lado, es muy comprensible que después de semejante
declaración (“hijo de la provincia de Guipúzcoa”, “guipuzcoano”) muchos textos
lo consideren español y no peruano.
Azcárate precisa qué y cómo era Talambo. Un lugar con clima
“sano y benigno”, con temperaturas entre 24 y 12 ºC, con cultivos como el
algodón, la caña, el café, el arroz, la cochinilla, el trigo, el camote
(similar a la castaña) y “todas las hortalizas y legumbres de esta provincia”.
Precisaba de unas 300 personas “de ambos sexos y de todas las
edades, honradas y bien constituidas que formen familias”. No solo pretendía
campesinos sino también “algunos canteros, carpinteros y herreros del
país”.
Además, proponía llevar a un párroco (que se ocupara de las
misas y de la enseñanza de la Doctrina), un médico-cirujano y un mayordomo “que
enseñe a los niños a leer, escribir y cuentas”, que lleve las cuentas de los
colonos si estos quieren, y que se ocupe de su correspondencia con amigos y
familiares.
Él se encargaría de fletar el velero y cubriría los gastos de
transporte y de alimentación hasta su arribada a Perú. Los campesinos llevarían
sus camas y “herramientas que puedan” al barco.
Curiosas propuestas y gastos enfrentaban Azcárate si él no
contaba con fortuna personal, puesto que su vida siempre fue la de un
asalariado. Salcedo le había propuesto la venida de vascos, pero no con tantas
gollerías como estaba ofreciendo Ramón Azcárate.
Los años de compromiso con la empresa serían ocho. A cada
familia se le facilitaría “toda la extensión que pueda desear de terrenos de
regadío para cultivar el algodón, pastos para sus ganados, granos y hortaliza
para su consumo y edificar sus caseríos respectivos, a uso todo del país”.
Esta propuesta debe de haber sido tomada en forma unilateral
por Azcárate, puesto que Salcedo pretendía la venida de trabajadores, braceros
producto de una “contrata” no de colonos a los que se le entregasen tierras
para desarrollar en zonas agrestes o lejanas. Talambo era una hacienda con
terrenos habilitados para la agricultura, con un río que las irrigaba por lo
cual Salcedo decidió comprarlas con sus recursos traídos de Lambayeque. A nadie
se le podría ocurrir que esas tierras Salcedo las iba a donar a extranjeros
puesto que Salcedo era un empresario, no benefactor.
Talambo era una plantación de algodón y arroz, estando
Salcedo interesado en algodón más que arroz que demandaba mucha agua y ese
sería el cultivo fundamental. Los obreros comenzarían construyendo sus casas,
bodegas, depósitos de algodón, cercas... y luego a sembrar y a cultivar las
tierras. “Y mientras trabajan sus habitaciones, corre de mi cargo el
alojarlos”. Les habría ofrecido Azcárate.
Se esperaba que no hubiera cosecha en el primer año. Las dos
cosechas del segundo año serían para los socios por los gastos del viaje, pero
Azcárate se comprometía con la alimentación y, además, ayudaría con un peso
mensual para aquellos menores de 12 años y con dos para los mayores “para su
vestir y demás necesidades particulares”.
La maquinaria para despepitar y empacar el algodón se
importaría desde Inglaterra.
Así narra Pedro Berriochoa Azcárate en el Boletín Bascongado
del que hacemos esta referencia sobre Ramón Azcárate.
Pasados los dos primeros años, y durante los seis siguientes
la cosecha de algodón se dividiría “en dos partes iguales, de las cuales la una
será para ella (la familia colona) y la otra para mí con el socio señor
Salcedo”.
Las otras cosechas, las que no estaban relacionadas con el
algodón, serían para la alimentación colectiva de los agricultores durante los
dos primeros años y después exclusivamente de la familia a que pertenezcan los
terrenos en que se coja”. Esta propuesta era también de poco fiar, así no
habría beneficio para el hacendado, que negocio haría así.
Los socios facilitarían en los dos primeros años el ganado y
las herramientas que faltasen a los colonos, que les serían abonados en plazos
sucesivos en los siguientes años.
Se estipulaba también que el 4 % de la cosecha iría a partir
del 3.er año para atender por partes iguales al culto, al capellán, al médico y
al mayordomo, mientras que en los dos primeros años serían los socios quienes
sufragaran sus gastos.
Azcárate contaba su optimista cuento de la lechera: dos cosechas de algodón/año, 20.000
quintales, 10.000 quintales para las familias... a razón de 166,5 quintales
para cada una de las 60 familias que se formarían.
En conclusión, ello permitiría “una posición cómoda,
desahogada y hasta lisonjera” a las familias.
Transcurridos los ocho años, las familias podrían permanecer
a su voluntad, a razón del régimen de los últimos seis años, esto es, dividiéndose
en dos la cosecha de algodón.
El contrato esgrimido por Azcárate era halagüeño para los
campesinos. Estos “no titubearon en
ningún momento” y “vendieron las pobres propiedades”.
Realmente el contrato más parecía producto de una
organización de Beneficencia pública que de una negociación de contrata de
trabajadores.
No existe documento alguno que respalde lo que los cronistas
relatan acerca de los contratos entre Azcárate y los vascos en Bergara, y el
otro contrato que se relata entre Salcedo y los vascos en Talambo. No se conoce
ningún contrato, y tales contratos de haber existido el contenido es producto
de la intención que quiera imprimir en la historia el cronista.
REVISAR LA
CONTRATA VASCONGADA
LA CONTRATA VASCONGADA
El gobierno peruano ante la necesidad de obreros para la
agricultura y demás servicios del país a manera de ensayo el Vicepresidente
Carpio firmó el documento el 22 de
Noviembre de 1859 mediante el que autorizaba
el ingreso desde España, Islas Canarias
y Baleares de 1.000 trabajadores sanos y robustos por partidas de entre
trescientos y quinientos hombres de los 10.000 propuestos por D. Máximo Navarro
de entre 16 y 40 años de edad, en
partidas de 300 a 500 hombres, los que debería llegar por el puerto del Callao. El Sr. Navarro recibiría 30 pesos por
cada trabajador conforme a Ley del 17 de noviembre de 1849.
El proyecto desde sus inicios partió mal, las autoridades
españolas al enterarse por el diario oficial El Peruano, del mencionado
proyecto de Máximo Navarro, a través de su cónsul en Lima D. José de Jane,
mediante carta enviada a la Diputación General de Vizcaya donde gozaba el
título de padre de Provincia (a), desaconseja al gobierno peruano, autorizar los
proyectos de Navarro, debido a que se habían enterado de falsas promesas que se
estaban haciendo para la contratación vascongada hacia el Perú y de otras malas
experiencias con tráfico de personas.
Los que han escrito crónicas acerca del tema han tratado de
tergiversar la historia, describiéndolo como “colonos” a los trabajadores,
obreros contratados, traídos a Talambo para el sembrío de algodón y ese es uno
de los motivos que nos animó a contar la verdadera historia.
A todo esto, el
Gobernador de Guipúzcoa, en enero de 1860 se enteraba de las intenciones de Ramón Azcárate, por
las solicitudes de varias familias guipuzcoanas de solicitar pasaportes para
realizar viaje al Perú, con destino la hacienda Talambo, enterándose también
que serían embarcados en Burdeos, Francia, así mismo el gobierno español llama
la atención a Jane reprochando su actitud permisiva a tal intento de traer
vascos al Perú.
Las autoridades españolas desconocían que todo esto estaba en
camino desde hace año y medió atrás, sin que Jane les haya avisado
oportunamente, sea esta tardanza, por desidia, ineficiencia del cónsul o
interés en algo, que lo haya motivado a no poner en alerta a España, y a las
autoridades en Bergara para que se tomen las medidas del caso y dejar sin
efecto la expedición. Ramón Azcárate ya estaba en camino a España cuando corrían
los primeros días de 1859, incluso me parece, antes de la autorización por
parte de ambas autoridades, peruanas y españolas, en busca de obreros vascos
para cultivar algodón en Talambo, puesto que recién, se autorizó el decreto
presidencial de 22 de Noviembre de 1859. Ya veremos posteriormente como
Azcárate tampoco previó o tampoco sabía que la población de Bergara tenía poca
o nula experiencia agrícola, menos en algodón.
(a)Tan conocido era Ramón Azcárate y tan importante era José
de Jane en Vizcaya, que la consulta es: ¿se conocerían y eran amigos entre ellos?
En tanto la ineficiente gestión de José de Jane, el referido
Cónsul español, le trajo consecuencias personales puesto que cuando el gobierno
español quiso intervenir en evitar la exportación de los vascos, estos ya
habían partido, no quedando más que remover a Jane de su cargo de manera
deshonrosa para su persona y nombrar en su reemplazo al vice cónsul D. José
Merino, cuya nominación fue rechazada por el gobierno peruano por su baja
investidura, nombrándose en definitiva a D. Juan Ugarte, hombre probo que por
su justo actuar durante lo ocurrido en Talambo sin tomar parcialidad con sus co
nacionales, si no con la justicia y la
verdad de los hechos, fue también removido por las autoridades españolas.
Ramón Azcárate, viendo que había escasez de chinos para las
labores agrícolas en las haciendas y en Talambo para la siembra de algodón,
propuso a Manuel Salcedo Peramás, dueño de Talambo, su proyecto de asociarse para
hacer una Contrata de trabajadores Vascos Guipuzcoanos para Talambo, ya que él como
Guipuzcoano tenía muchos conocidos e influencia en la zona, y que ya tenía
avanzada su idea. Hoy en día sería una especie de enganchador de trabajadores o
de contratas, en donde el enganchador lleva una buena utilidad por su gestión y
trabajo.
A Manuel Salcedo, no le pareció mal la propuesta que
significaba costearle los pasajes a todo el contingente de trabajadores,
mientras que Azcárate invertía 8,000 pesos para los otros gastos, puesto que
era cierto que tenía en mente en los próximos meses establecer una plantación
de algodón en una superficie considerable de la Hacienda, para lo cual Salcedo como
hombre planificado, buscaba tener todos los insumos a la mano, e incluso
encargó al extranjero una nueva despepitadora de semilla de algodón y otros
insumos necesarios para el cultivo. Todo por intermedio de la oficina de
importaciones que tenía instalada en Pacasmayo.
Ramón Azcárate se embarca en el Callao en 1859 rumbo al País
Vasco (España), su tierra natal, Bergara, con la finalidad de embarcar vascos
sin el consentimiento explícito de José de Jane, Cónsul de España en Lima, el
que se enteró luego de la petición hecha al gobierno del Perú de importar diez
mil trabajadores, petición que fue aceptada por Decreto Presidencial del 22 de
noviembre de 1859, solo por mil inmigrantes, como lo comentamos. También se
conoció de la inmigración dicha por una publicación del diario El Peruano, a
fines de diciembre de 1859.
La gestión siempre fueron con inexactitudes, puesto que Jane
informó a la corona, de dichos trámites y de la partida de Ramón Azcárate para
importar 300 españoles para formar una
colonia agrícola de obreros en la Hacienda Talambo del Señor Manuel Salcedo
Peramás, cuya familia era muy relacionada en Lambayeque y Saña tanto en círculos patriotas como en españoles,
muy influyente en la política norteña del Perú por la posición económica que
tenía.
Contaba con un Hacienda de 25,672 hectáreas de ellas 4,433
cultivables, cerca de 8,000 de bosques de talaje y 13,239 eriazas por falta de
agua para riego, la realidad e intención del acuerdo entre Azcarate y Salcedo, nunca fue de formar una colonia
agrícola, si no contratar o traer trabajadores, braceros para las faenas, que
era lo que Salcedo había manifestado siempre,
pero al parecer, Azcárate para facilitar su gestión hizo ofrecimientos
distintos, desmesurados o vaya usted a saber de qué tipo, para entusiasmar a
sus paisanos sin conocimiento de Salcedo.
Como vemos esto formaba parte del ensayo que el Vicepresidente
Carpio firmó el documento el 22 de Noviembre de 1859 mediante el que autorizaba
el ingreso desde España, Islas Canarias y Baleares de 1.000 trabajadores sanos
y robustos por partidas de entre trescientos y quinientos hombres de los 10.000
propuestos por D. Máximo Navarro de entre 16 y 40 años de edad, en partidas de
300 a 500 hombres, los que debería llegar por el puerto del Callao. El Sr.
Navarro recibiría 30 pesos por cada trabajador conforme a Ley del 17 de
noviembre de 1849.
La petición ante las autoridades, pese a no verlas con muy
buenos ojos como lo manifestamos, fue aceptada puesto que el nombre de Manuel
Salcedo, ofrecía garantía y seriedad a la petición que realizaba Azcárate.
Azcárate como dijimos era un vasco residente en Lima, sin
situación económica importante, de tal manera que para su sustento se buscaba
la vida con actividades o emprendimientos como este, de traer trabajadores, que
el llamó colonos, los que nunca fueron, para así facilitar la gestión ante las
autoridades.
Un colono, no es un trabajador asalariado, no es un empleado
de nadie, un colono es una persona con conocimientos de una actividad, pero sin
capital y sin futuro, que acepta una propuesta de desarrollar (colonizar) una
zona virgen de un país o lugar, recibiendo en propiedad un lote de tierras y
una ayuda básica en herramientas y otros. Este colono si llega a tener éxito en
su trabajo y gestión, le espera un buen futuro como propietario de esas tierras
que le fueran adjudicadas, muy distintos al interés y propuesta de Salcedo.
En el Perú hemos tenido casos exitosos de colonización de
extranjeros como los alemanes que trajeron a Pozuzo, Oxapampa, Villarrica. El
caso de los vascos de Bergara, como vimos nunca fue colonización, fue una
operación de contrata de trabajadores para la siembra de algodón en una
hacienda del Perú, que era Talambo, por lo que difiere mucho con una
colonización.
Así como Navarro fue desautorizado, Azcárate tampoco pudo
cumplir con los requisitos para la salida de los vascos impuesta por el
gobierno español, el que rápidamente envió despachos a sus provincias vascas
para entorpecer el proyecto de viaje.
Finalmente, la expedición se llevó a cabo dentro de un clima
enrarecido por la inquietud de las esferas gubernativas españolas, por
intermedio del consulado en Lima, quienes advertían del posible fracaso, ante
la experiencia vivida con anterioridad por colonos alemanes establecidas por un
Sr. Shultz en Acobamba o de asiáticos traídos como esclavos. Azcárate siguió
adelante.
En la Villa Guipuzcoana de Bergara con fecha 27 de octubre de
1859, se dio a conocer las bases del contrato redactado por Azcárate y sus
amigos Fano y Sorazu
Del que se extracta que duraría 8 años, viajarían 300 vascos
de ambos sexos, además de un párroco, un médico, carpinteros, herreros,
canteros y artesanos, partiendo el 14 de abril de 1860, sin que las autoridades
pudieran haberlo evitado, pese a que aun siendo tardío el informe de Jane, el
gobernador de Guipúzcoa dio aviso rápidamente a la Corte en Febrero, o sea dos
meses antes de la partida desde Burdeos, y no se hizo impedimento alguno, ni
investigación pertinente para verificar si el contratista había cumplido con
las formalidades correspondientes, escrituras de fianza y en general garantías necesarias que el Ministerio del
estado Español exigía. (b)
La Contrata
En poco más de dos meses se reclutaron a los llamados
colonos.
La recluta tuvo dos centros neurálgicos: Tolosa y Azpeitia.
Azcárate tenía en la antigua capital foral a sus amigos los Fano:
Francisco y Julián. En Azpeitia se radicaba otro personaje de interés: Juan
Ignacio Sorazu.
Por los documentos notariales que poseemos, el enganche
comenzó a fines de diciembre de 1859 y, mayormente, finalizó al cabo de dos
meses.
De Azpeitia
Josefa Ignacia Bereciartua para servicios caseros
José M.ª Eguibar de 15 años, para labores agrícolas
Juan Ignacio Sorazu, soltero, de 24 años
Juan Antonio Cruz de Odriozola de 28 años
Contratada toda una familia azpeitiarra, los parientes de
Juan Ignacio Sorazu:
Diego Unanue, su esposa Teresa
Ignacia Sorazu y sus
dos hijos (José Javier de 11 años y Cristina de 7).
Con ellos va también su padre político
Javier Sorazu de 72 años.
Otra familia:
Pedro Martija, su mujer Josefa Teresa Gurruchaga y su hijo
Francisco de 18 años. Les acompaña el expósito Tomás Azpeitia de 12
Manuel María Otamendi, su esposa Josefa Martina Goenaga y su
hermana soltera de 17 años y huérfana, Josefa Antonia Otamendi
Familia de
José Manuel Alcorta, su esposa Agustina Egaña y sus cuatro
hijos Tomás, Clara, Francisco y Domingo, “todos en edad pupilar”
En clase de criada” a
Josefa Ignacia Bereciartua, de 29 años y soltera
La familia Arruti que acudía a Perú “a dedicarse a la
agricultura”. Se trataba del cabeza de familia
José Antonio Arruti, su esposa Josefa Ignacia Ibarguren y sus
hijos José Francisco de 15 años y Andrés Bibiano de 12
Juan Judez, viudo de Manuela Eizaguirre, con sus hijos Luis
(17 años), Manuela Josefa
Ramona (12) y Canuto (9)
Manuel María Otamendi y su esposa Josefa Martina
Goenaga
Josefa Antonia Otamendi, soltera, de 27 años, huérfana y que
se embarcaba “en clase de criada”
Nicolás Marticorena y Manuela Galarmendi
De Oñati
Blas Iraegui de Oñati junto a su mujer Nicolasa Villar
Eustasio Errasti y su mujer Josefa Antonia Aramburu.
José Ramón Aguirre y Francisca Lizarralde
Tomás Villar.
De Tolosa
Criadas para la casa Hacienda de Manuel Salcedo
Verónica Urcola
Manuela Arrieta y
Manuela Beretervide “mayores de edad y que por sí se
gobiernan”.
Marcial Miner, un carpintero de Astigarraga de 30 años
José Vicente Azcárate
Fano y Sorazu señalan que el número de individuos que
componían las familias que firmaron era de 181 que no se les menciona en esta
lista
Los primeros escritos de esta parte de la historia mencionan
que la contrata de vascos era de 500 trabajadores, por ese número es lo que
invirtió Manuel Salcedo en los pasajes y alimentación durante el viaje, otra
cosa es el número de trabajadores que haya contratado Azcárate.
Otra cosa importante es considerar la venida de familias con
dos o tres miembros algunas, de tal manera que como menciona Berriochoa, el
número de firmantes llegó a 181, entonces deducimos que la diferencia de 229
viajeros estaba constituida por mujeres esposas y niños. Poco probable que Salcedo
haya diseñado así la empresa de traer vascos para trabajar el algodón,
descartado de plano
Con desconocimiento de Salcedo, el proyecto continuó adelante
y no amilanó a Azcarate y consiguió las naves para iniciar la travesía por el
puerto francés de Burdeos burlando así el control español, que, de haber
sabido, lo habría impedido seguramente ya que el puerto de Getaria era el
solicitado inicialmente para el embarque, para cambiar a Burdeos luego de la
negación de la solicitud y embarcarse en el L’Asie, barco francés contratado
por Azcárate el 14 de abril de 1860. El día siguiente lo dedicaron a bajar la
ría del Garona, y el 16 embarcaron el empresario D. Ramón Azcárate, su señora,
el capellán, el médico y otro empleado en la nave que los condujo al Callao.
La distribución de personas embarcadas a bordo del Buque «L’Asie»,
con destino al Perú, según los pasaportes sellados en Bourdeos, era la
siguiente:
Hombres
Desde 10 años a 16 10
Desde 17 años a 24 11
Desde 25 años a 30 25
Desde 31 años a 40 25
Desde 41 años a 50 16
Desde 51 años a 60 5
Desde 61 años a 70 2
Desde 71 años a 80 1
Total 95
Mujeres
Desde 20 años a 25 13
Desde 26 años a 30 8
Desde 31 años a 35 9
Desde 36 años a 40 7
Desde 41 años a 50 9
Desde 51 años a 60 3
Total 49
Niños de ambos sexos (desde O a 9 años):50
Tardaron 92 días en llegar al puerto del Callao y durante la
travesía dieron a luz tres mujeres de la expedición.
No se respetó la norma del gobierno, que expresaba que los
inmigrantes deberían de pasar por una revisión médica antes de pasar a la
Prefectura del Callao y Ministerio de Fomento para el control de las personas y
sus bienes.
Arribaron al Callao el 19 de Julio de 1860, en “perfecto estado de
salud “ extremaunción y de inmediato sin bajar reembarcados al puerto de
Pacasmayo cercano a la hacienda Talambo, con la sola ilusión de encontrar la
dicha y fortuna negada hasta ese entonces en tierras peninsulares, donde a
estas personas no les vislumbraba ningún futuro promisorio, muchos padecían
hambre y enfermedades como en algunas zonas
de Europa, o en el mejor de los casos
bien, seguir viviendo de la pobreza que asolaba a muchas zonas europeas.
En el fondo de las
cosas, a las autoridades españolas, si les interesaba, la exportación de
personas ante la pobreza en la que vivía la Europa en general
Así lo afirma el español Pedro Novo y Colsón en 1883, autor
de “Historia de la guerra de España en el Pacífico”, Pág. 60
Llegaron a Pacasmayo el 28 de julio de 1860, donde Manuel
Salcedo había enviado 15 carros, 75 mulas aparejadas y 50 burros, recibiéndolos
Salcedo el 1 de agosto de 1860 en la hacienda, dándoles la bienvenida, e
instalándolos en uno galpones usados para alojar esclavos en su momento, lugar provisorios
hasta la construcción de las viviendas definitivas por parte de ellos como
estaba estipulado. Por su parte al llegar los vascos retribuyeron sus palabras
agradeciendo e indicando el buen trato y la buena comida recibida a lo largo
del viaje.
De los 300 vascos de la travesía, unas fuentes indican que
260 continuaron desde el Callao hacia el puerto de Pacasmayo y que solo 190
llegaron a Talambo entre hombres, mujeres el resto desertó a otras haciendas de
la zona, mostrando ya la poca seriedad del compromiso adquirido con su
compatriota Ramón Azcárate,
transparentando la calidad de personas que eran, al no respetar su palabra
empeñada, la que por su actitud, vemos pues que, dudaron de la palabra de
Azcárate, o efectivamente si supieron que iban a ser trabajadores de campo,
siempre tendremos esas dudas, sin que Salcedo tomara medida alguna ni les
cobrara el pasaje invertido.
De los 190 que quedaron apenas 50 eran hombres de trabajo, el
resto mujeres y niños, y de esos solo 50 se distinguieron por su entera
disposición a trabajar con honradez, inteligencia y buena disposición a
relacionarse con su nuevo patrón.
Salcedo invirtió en el negocio de contrata de vascos la suma
de 60,000 pesos equivalentes a un millón doscientos mil reales españoles.
Apenas al 6° día de llegados del año de 1860, sin conocer la
Hacienda, sin conocer a Manuel Salcedo, y como bien afirma García Robledo, de
un carácter suave y generoso, de su integridad y su rectitud, de sus modales y
conducta, quién lo creyera se abalanzaron en un escandaloso motín de los amados
compatriotas de Azcárate, lo que hizo a Ramón Azcárate separar de la hacienda a 120 entre adultos de trabajo con sus mujeres y
niños, que fugaron hacia otras haciendas cercanas o simplemente a las ciudades
causando ya las primera pérdida de Salcedo quién costeó los pasajes de los 300
Vascos hombres trabajadores de campo. Ya era una situación embarazosa para
Salcedo, ver que se iniciaba la gestión con un abandono de un alto porcentaje
de los traídos
A raíz de esta fuga, Salcedo le indico a Azcarate la
redacción de un contrato con los que quedaban en Talambo y que tuviesen buena
voluntad de quedarse, de lo contrario se deshiciera todo puesto que el número
de trabajadores disponibles ya era muy reducido y no le interesaba seguir con
la afrenta de lo sucedido hasta el momento, el número ya no justificaba ninguna
contrata, ninguna gestión, ningún entusiasmo para continuar. Salcedo no
sospechaba de lo que vendría más adelante con los pocos que quedaban.
Se comisionó a José Vicente Azcárate, uno de los que no
fugaron y decidieron continuar, y nuevamente a Julián Fano, Juan Ignacio
Sorazú, y José de la Cruz Garay que al parecer eran los únicos instruidos del
grupo, que bien podían defender los intereses de los vascos, para que reúnan a
sus compatriotas y les expliquen la redacción del contrato y desarrollar sus
bases e invitarlos a suscribir a quienes accedan y acomoden las condiciones.
REVISAR LOS INICIOS EN LA
HACIENDA
LOS INICIOS EN LA
HACIENDA
(1860 – 1863)
Como dijimos los vascos llegaron a la Hacienda en agosto de
1860, los que durante los primeros tres años se dio dentro de un clima de
entera tranquilidad sin que hubiera novedad, salvo pequeños incidentes y
reclamaciones á que dieron origen lo que siempre se dice;
¡el incumplimiento de lo contratado! ¡Fácil! ¡Muy fácil (a).
Pero había un agravante, el dueño de la hacienda invirtió en la traída de 300 trabajadores para el cultivo del algodón y luego de las deserciones primero en el Callao y luego en Pacasmayo, a la hacienda llegaron solo 180, y me imagino, los que no pudieron abandonar el compromiso por tener mujeres e hijo.
Eso ya es la ruptura de cualquier contrato o acuerdo, estaba todo invalidado.
Aquí nuevamente la situación me lleva a pensar que lo
ofrecido por Ramón Azcarate en Bergara en referencia a la tenencia de tierras
sin límite alguno, no fue la correcta, ni nunca Salcedo iba a permitir ni
ofrecer eso, y justamente eso encendió los ánimos y malestar para llegar a la
certeza de incumplimiento de contrato.
Habiendo pasado más de un año El 6 de agosto de 1862, varios
no quisieron firmar y se retiraron a Lima y otros lugares sin haber trabajado
ni un solo día en la Hacienda Talambo, aunque recibiendo entre 600 y 800 pesos
mensuales. Pero lo cierto es que estos vascos, salían de la hacienda e iban a trabajaban
en las Haciendas vecinas o se paseaban por los pueblos abandonando sus
obligaciones y deberes de los compromisos contraídos.
Al poco llegar a la hacienda Salcedo nombró a Julián Fano y
Juan Ignacio Sorazú como Administrador al primero, y encargado del molino al segundo, en cuanto su nivel era superior al
resto de los vascongados, cargo que también tuvieron durante la travesía desde
España al Perú.
Ellos dos fueron alojados en habitaciones dentro del complejo
de la casa hacienda y almorzaban con el dueño en el mismo recinto, tal como lo
hacía también Ramón Azcarate cuando estaba por la hacienda. Esto era muestra de que Salcedo los acogió muy bien, y que duda cabe que fue Ramón Azcarate quién recomendó a Fano y Sorazu para tales cargos.
Con estos hechos es fácil deducir que no existía ningún motivo para una mala relación entre el dueño de la hacienda y los trabajadores vascos.
Se colocó un capataz o mayordomo que supervise los trabajos que realizaban en la Hacienda y cuidase del aumento y creación de sus víveres y algodonales.
Salcedo no se sentía cómodo, era evidente, se sentía en el ambiente tenso, si bien la llegada de los vascos debería traerle beneficios también trajo lo contrario, una alteración social en la hacienda, pero no tubo
opción que seguir administrando su propiedad con los hechos presentes, y con la espina clavada de ls deserciones, era ya plata perdida. .
Ramón Azcárate muy desilusionado con sus compatriotas, no
quiso seguir en el negocio, por lo que le propuso a Salcedo retirarse y que el
viese por lo que había invertido en la travesía y que le pagase posteriormente,
retirándose así a Lima en junio de 1862 donde residía.
En el libro El Perú y los españoles se señala que solo
quedaron 180, de los 300, de ellos solo 50 eran de trabajo el resto mujeres y niños.
De esos 50 no más de una docena se distinguieron por su trabajo y formalidad.
Donde estaba el buen negocio del hacendado, ya la pérdida y el fracaso de la gestión se habia producido con las deserciones.
(R) Revista Bascongada, pág. 509, Ángel
de Gorostidi
Estando la cosas así se empezó el cultivo de algodón, con los trabajadores de la hacienda, más los vascos presentes, a los que se pudo comprobar su inexperiencia en labores agrícolas, mientras algunos vascos por su parte en lugar de cultivar solamente algodón en la parte correspondiente destinada al cultivo para tal fin, que era su obligación, apartaban o tomaban alguna superficie en la que cultivaban hortalizas que las vendían en los pueblos cercanos, y aun así seguían recibiendo su sueldo, esto a parte del área asignada para hortalizas.
Asumamos que Salcedo les dio esa prerrogativa, por que tampoco creamos que por su cuenta lo hicieran, pero lo cierto es que se les dio una parcela a cada uno para que siembren con hortalizas.
Eran gente con poca experiencia los vascos, por provenir de una
zona donde sus tierras no son de las mejores para las labores agrícolas, ellos
tienen un suelo “pobre y montañoso de las Provincias Bascongadas” como bien lo
señalan en la Revista Bascongada, de Ángel Gorostidi pág. 2 (b)
Al inicio los vascos recibían un sustento en pesos y en
alimentos y en algunos casos pedían adelantos hasta por 800 pesos mensuales,
pero ellos nunca cumplieron el compromiso de construir sus viviendas, y de dedicarse
al cultivo de algodón. Cuando Salcedo se hartó de esto se redujo los
suplementos a la mitad, ya que se veía además que la malgastaban en chicherías
de Chepén y otros pueblos. En verdad, no eran buenos ni honestos trabajadores
de campo.
Algunos si se dedicaron honradamente al cultivo de algodón y
la pequeña parte para su sustento de granos y hortalizas como había sido
acordado, pero era un número reducido de ellos.
Salcedo buscaba por todos los medios conciliar, mejorar las
relaciones y vivir un clima de paz como había sido toda su vida tanto en la
política como en la agricultura, como los acuerdos no habían funcionado,
Salcedo propuso a Fano y Sorazú darles el 20 por ciento de las utilidades con
la finalidad de que la cosa mejorara y todo se enrumbara dentro de los cauces
que implicaba el proyecto de siembras de algodón. Pero como esto significaba cumplir
con las tareas, Fano llego a retirarse en pos de otras industrias.
Ya había pasado 9 años desde 1851 en que Salcedo compra la hacienda, y su plan de reflotarla habia sido ya encaminado, con cultivos establecidos y nueva maquinaria en el molino.
Salcedo también tenía preferencias con Marcial Miner ya que
encontraba a una persona ambiciosa con ganas de superación, hasta el punto de
recomendarle en sus libros,
(b) Revista Bascongada,
pág. 509, Ángel de Gorostidi
Con señaladas muestras
de distinción, por lo que no encontramos razón para que esta persona haya sido
posteriormente el cabecilla e instigador de los amotinamientos de Talambo.
“Esto no tiene sino una explicación: Salcedo le ayudaba porque
le creía bueno, leal y honrado; Miner recibía sus servicios, pero acechaba el
momento de explotarle: la victima casi siempre ignora el momento en que le
sacrificará el verdugo, dice Rodolfo Aguado, en su libro El Precedente de la Hacienda Talambo en el conflicto Hispano Peruano, 1860
Tampoco creo esto, Miner siendo sencillo carpintero, haya sido el que dirigió el amotinamiento, tal ves lo usaron para el altercado con Salcedo, o discutió de mutuo propio. Lo mas probable es que los mas preparados Fano y Sorazu hayan sido los gestores de esto, recordemos el libro tan agravante que escribieron después, d su salida cuando fueron a residir a Lima, La inmigración vascongada en 1863.
Sin embargo, Mansi en su Exposición, Garrués en su carta
desde Pacasmayo y Fano y Sorazú en su pasquín hacen cargos como que Salcedo no
indemnizó a los vascos, por su trabajo personal, a su sacrificio que hicieron
en los terrenos de Talambo y en la construcción de las viviendas, un relato
totalmente fuera de lugar, lleno de inexactitudes y mentiras.
Como llegaba la falsedad y la mentira para inventar tales calumnias hasta entronizar el ocio, la vaguedad y el vicio. Si estos señores en Bergara (lugar de origen de los Vascos) aceptaron la oferta de Ramón Azcárate como es que no se percataron de que estuviera autorizada por Salcedo para hacer tal oferta, ahora vemos descabellada, como es que no existe ningún documento de Salcedo oficializando esos ofrecimientos por parte de Azcárate, como el que dijera que se les iba a dar mayor extensión de terreno a cada uno, pues se sabe que una persona sola, habituada a los trabajos de campos, solo puede trabajar media fanegada de algodón, esto demuestra que el único motivo era adueñarse de las tierras de Talambo mediante un conflicto organizado previamente y en una posibilidad de éxito. Esto también dice García Robledo, La cuestión Talambo ante la América, 1864
A Ramón Azcárate, seguramente, no le desagradaba tampoco algo así, también saldría ganancioso..
Bajo este cisma, que cada día se hacía más visible se produjo
en junio de 1862 un disgusto entre Fano, García y Ramón Azcárate, éste último
se dirigió a Lambayeque donde permanecía Salcedo para comunicarle ciertas
intenciones de Fano y los vascos.
En otros documentos se relata que los españoles tendrían un plan sedicioso para que se le arrebatase al propietario no solo su valioso fundo si no también la herencia que el fruto de sus labores hubiera podido aglomerar para sus hijos (García Robledo, La cuestión Talambo ante la América, 1864 ).
No lo creo puesto que la mayoría desertaron como ya sabemos.
Personalmente no creo tanto, pero si es posible
que bien pudieran haber pensado que la aventura era una especie de
colonización, y eso si tiene algo de asidero, venir a américa y conseguir una propiedad en tierras para poder labrarse un futuro que no lo tenían en España, donde la mitad del año es frio e improductivo, y en esta zona, nuestra zona tenemos un clima maravilloso. la que, como dijimos nunca fue pensado así, pero, en fin,
continuemos narrando la historia.
Mansi, por su parte difundió una falsa información, haciéndoles
creer que Salcedo había ofrecido 10 cuadras para cultivar algodón, lo cual era imposible
para un solo hombre hacerse cargo de esa superficie como comentamos y así
fueron creando una suerte de falsedades, de información que desde la hacienda
proporcionaba Fano y Sorazú a Garrués en Pacasmayo, y este se la enviaba a
Mansi en Lima
Lo cierto es que habían algunos autorizados a cultivar víveres, Pedro Martija, Miguel Ormazábal, Francisco Larrarte y Juan Eguren.
Sin embargo y sin
autorización para sembrar víveres en un lado de la Hacienda llamado “Callejón
de Chepén” se habían introducido Marcial Miner, la viuda de José Martija, la de
Petronilo Martin, José Aguinaga y Tomás Barrenechea. A estos se les notificó
para que pararan estos cultivos y regresen a la margen derecha, por que esa zona no era de propiedad de la hacienda Talambo.
Se ha dicho en estos pasquines tanta mentira, tanta infundía
contra Salcedo que desmentirla es fácil, pero causa estupor con la desfachatez
con la que las narraron, se decía bárbaros, asesinos de colonos, y cuanta
calumnia más se venía su mente narrando sufrimientos y padecimientos en la
hacienda, pero no tuvieron cuidado en
que dos o tres días después de los hechos ocurridos en Talambo ese 4 de agosto
de 1864, se les viera a muchos de los vascos supuestamente agredidos, paseando
libres, sanos y fuertes por las calles limeñas.
El incidente de Talambo en sí, con la muerte del vasco y del
peruano no habría trascendido más, si no hubiera sido que detrás de todo esto
había personas interesadas en crear un conflicto internacional que sirviera de
pretexto para sus intenciones que traían
desde España en la expedición fraudulenta de científica con la armada española
al mando de Pinzón para recuperar la Colonia
del Perú, pero fueron grandes pensadores e instigadores desde Lima y Pacasmayo
Mazarredo, Mansi, Garrués y Ballesteros, y desde dentro de la hacienda Miner,
Ormazábal, Fano y Sorazú cuyo interés era el de apoderarse de las tierras de
Salcedo
Y como veremos más adelante en la narración de los hechos, de
haber muerto Salcedo y de no haber venido refuerzos de Chepén en auxilio de
Salcedo contra el motín, otra hubiera sido la historia de la Hacienda Talambo.
“GRAN INCIDENTE DE TALAMBO”
(4 agosto 1863)
Los sucesos de Talambo tuvieron lugar el 4 de
agosto de 1863.
Sobre ellos se ha exagerado mucho por parte de españoles y peruanos, dice el autor de Historia de la guerra de España en el Pacífico
Estos por desfigurarlos y aquellos por ennegrecerlos más de lo justo.
Conviene atenerse a lo razonable; que no es la
saña ciega quien guía mi pluma, sino el firmísimo propósito de sostener hasta
el fin criterio tan imparcial, que constituye mi salvaguardia y acaso también
el único mérito de esta historia.
Afirma D, Pedro de Novo y Colson autor de
Historia de la guerra de España en el Pacífico, sobre el viaje de la escuadra
española disfrazada de científica a las costas de sus ex colonias en américa.
Marcial Miner joven vasco, carpintero de oficio de 30 años de
edad desde su llegada realizó trabajos de carpintería arreglando muebles en la
casa de Salcedo, complementarias a las del campo, por tal razón había conseguido una protección preferencial
de Salcedo, al verle ese espíritu de superación en él ya que paralelamente tenia negocios que le
rentaban y se sabe que llegó a acumular un capital de cien mil reales, capital
con el que pudo proponerle a Salcedo trabajar un terreno en sociedad, Salcedo,
Marcial Miner y José Vicente Azcárate.
Afirmaciones raras de los escritores de la época que como carpintero va a acumular 100 mil pesos. En fin.
Los socios deberían poner un capital de mil doscientos pesos
como capital de trabajo y 14 peones chinos entre Miner y Azcárate. Salcedo por
su parte, pondría la tierra y otra cantidad similar de chinos. Salcedo para
congratularse, eleva los ánimos, para ganarse la amistad con ellos, accedió y
mejoró la oferta y ofreció dos chinos más por el trabajo o gestión de Miner y
José Vicente Azcárate.
Pasados los días Miner y José Vicente deciden poner solo 800
pesos y así le informan el 4 de agosto de 1863 al administrador de la hacienda
Julián Fano. A las 6 de la mañana, hora de inicio de labores, Fano se topa con
Salcedo y le comunica de los 800 pesos,
Por su parte Sorazú, administrador del Molino y quien llevaba
también las cuentas de la hacienda fue a ver a Salcedo la mañana del 4 de
agosto de 1863 y contarle que Miner había ido a verlo la noche anterior 3 de
agosto para que arreglasen el tema de los chinos. Se le dio por contestación
que se le había ofrecido a crédito tantos coolies como los que comprase José
Vicente Azcárate, quién tenía un depósito en ja Hacienda de 1,500 $. Sorazú
aseveró que Azcárate en vez de hallarse dispuesto a comprar 3 ½ chinos que
arrojaba el valor de 1,200 $, solo quería entregar solo 800 $ al contado.
Salcedo contestó que debería arreglarse la cuenta que
tienen en la Hacienda y lo del fiado de los chinos a Miner en proporción a los que compre José
Vicente Azcárate al contado, y concluyó diciendo que sea Sorazú el que siga
viendo el tema de la compañía puesto que él
había estado viendo el negocio a nombre de Miner y Azcárate y que nadie
estaba en mejor conocimiento y aptitud para instruirlos de cómo debía de
marchar en adelante la compañía que habían formado entre Salcedo, Miner y
Azcárate.
A lo que Salcedo le responde diciéndole que eso no era lo
acordado, y si es así los acuerdos de sociedad no continuaban. Fano partió al
campo a una zona llamada callejón de Chepén donde se realizaba unas limpias de
acequias, labor usual antes de la temporada de la campaña agrícola que se
iniciaba en septiembre-octubre.
Ese día 4 de agosto de 1863 o el anterior había llegado de
visita a la Hacienda el señor Dionicio Rázuri, amigo de Manuel Salcedo, quién muy
temprano le pidió que lo acompañe a recorrer el campo y ver la limpia de una acequia
que se estaba efectuando, dirigidas estas faenas por Carmen Valdés.
Salcedo luego de
desayunar inicia su recorrido rutinario junto a Dionicio Rázuri el amigo que
tenía de invitado en su casa. Corrían las 8 de la mañana
Había un antecedente a la sociedad, la relación de Miner con
Salcedo era más fluida que la de Vicente Azcárate con Salcedo, eso creaba
siempre cierta ojeriza entre ambos vascos siendo parte del grupo, y empezó a mirar
con animadversión las preferencias de Salcedo hacia Miner. Azcarate por su
parte, conmina a Miner a que pidiera a Salcedo que pusiera también capital para
la compra del fertilizante y mano de obra de los chinos, no incluidos en el
trato con Salcedo, lo que ya sabemos es que Salcedo se había opuesto por
considerar que no correspondía más prebendas a la ya dada con más chinos.
A las 8.30 de la mañana Azcárate y Miner ya estaban enterados
que Salcedo no aceptaba la sociedad con aporte de 800 pesos, le comunica a
Miner y deciden ir a hablar con Salcedo a su casa, pero se encuentran con
Salcedo llegando al lugar de los trabajos en la acequia. Miner con cierta
prepotencia le encara a Salcedo por deshacer la sociedad,
José Vicente Azcarate interviene diciendo que no podía poner
los 7 chinos, a lo que Salcedo respondió que el ingresaría la misma cantidad de
chinos que pusiesen los vascos en mención y ya no los dos más que había
ofrecido. Esta nueva desavenencia entre Salcedo y el grupo indignó al
hacendado, se caldean los ánimos y Salcedo les dijo que no invertía un peso más
de lo acordado inicialmente, de lo contrario se retiraba de la sociedad y todo
volvía a fojas cero.
Miner sosteniendo las riendas del caballo de Salcedo se
expresa mal de Salcedo, aduciendo que había faltado a su palabra, al retirar la
oferta de los dos chinos adicionales y posteriormente no invertir más. Se cree
que en este momento Miner y Salcedo rompen sus relaciones
Miner le expresa lo siguiente: “quiero que arreglemos el negocio de los chinos” Salcedo
respondió: “viene usted con ánimo de
molestarme ¿” yo ya di por concluido
ese negocio” cualquier otra cosa vaya a conversar con el administrador del
molino, que es esos momentos era el vasco Sorazú, y en medio de improperios
y aún más excitado por la calma de Salcedo, hasta ese momento su protector, Miner
cogió las riendas del caballo de Salcedo nuevamente y tomó dos piedras para arrojárselas,
impidiéndole el Sr. Rázuri, a lo que Miner
repuso, “ Contra Ud. No hay ninguna preparación,
contra el señor si, hoy sabrá quién soy , hoy me reuniré con mis compañeros y
quedaré vengado”
Salcedo hombre de mucha experiencia como alcalde, como
agricultor en Lambayeque, Mochumí y Jayanca, se manejaba muy bien en estos
menester de lidiar con la gente por lo que sabía muy bien que la violencia
genera violencia y discutir con personas mal agradecida, que nunca valoraron el
apoyo incondicional, por sobre el resto del grupo, que más aún no valoraban su
propia vida, al poner en juego su futuro de venir desde España en busca de un
futuro mejor y ponerlo en juego por su
propio mal comportamiento contra la persona que le tendía la mano para surgir
en la vida.
Salcedo en cambio procedió con mesura, pero sin descuidarse. Ante
esta amenaza, Salcedo llamó a su
mayordomo Carmen Valdés que andaba cerca
en lo de la limpia de la acequia y le instruyó que observe la conducta de
Milner, por que pudiera ser posible que tome algunas acciones por su conducta
anterior y si lo veía reunirse con sus compañeros, tome las precauciones contra
cualquier cosa sospechosa, detenga al
autor y lo lleve ante el Juez de Paz de
Chepén, denunciándolo por soliviantar a los trabajadores vascos a amotinarse y
alterar el orden en la hacienda y que la autoridad decida.
Como es que Miner dialoga con Salcedo si como dicen los
cronistas españoles ni Fano ni Sorazu hablaban español, y para las diligencias
necesitaron un traductor de euskera su idioma nativo de los vascos.
Tal vez no es cierta la historia del incidente de Talambo.
Por otro lado, la noche anterior 3 de agosto de 1862, a las diez
y media de la noche Ormazábal pretendió amotinar a algunos vascos para reclamar
a esa hora contra el acuerdo aprobado por sus compañeros, pero los vascos se
negaron abiertamente a ir a reclamar, manifestándole que nada tenían que
reclamar y que el lío era entre el patrón Salcedo y Miner.
Nuevamente, esta vez Miner y Ormazábal recorrieron los
ranchos de sus compatriotas azuzándolos a ir a las habitaciones de Fano en el
patio de la casa Hacienda para presentar sus reclamos por la medida tomada por
Salcedo ante la mala utilización de terrenos destinados a algodonales, con
siembra de hortalizas por parte de algunos vascos y violentar al hacendado.
En el lado izquierdo del callejón de Chepén tenían posesión
autorizada los vascos Martija, Ormazábal, Larrarte y Eguren, y se habían instalado
sin autorización de la hacienda y violando el contrato Marcial Miner, la viuda
de José Martija, la de Petronilo Martin, José Aguinaga y Tomás Barrenechea,
este grupo de intrusos invasores de una zona no autorizada para sembrar fueron
también de los que empezaron a hacer o crear conflicto y desagrado a Salcedo. Si
no me equivoco eran tierras que no pertenecían
Salcedo en uno de sus recorridos anteriores había ordenado
que pasen a sembrar hortalizas al otro lado del callejón, separada de los
algodonales de la hacienda, para lo cual había fijado un plazo de seis meses.
Los afectados había aceptado tranquilos, pero refunfuñantes el plazo dado de
seis meses, mientras levantaban lo ya sembrado, encontrándole razón al patrón,
pero Miner encontró un buen pretexto para sus reclamos ante los 18 vascos que
asistieron.
A las 11 de esa mañana del 4 de agosto de 1863, Salcedo ya
había regresado a su casa, la casa Hacienda, pasando antes por el molino donde
se encontraban Fano y Sorazú contándoles todo lo acontecido con Miner, para que
estén en debido conocimiento, manifestando su decepción por lo sucedido, y que
no quería que esto continuase por los cauces que se estaban dando, venido todo
de un hombre que no sabía agradecer todo lo que se había hecho por él. Diciéndoles
que era un mal agradecido. Fano y Sorazú guardaban silencio mientras Salcedo
les explicaba lo sucedido, sin embargo, en ese silencio se revelaba la
complicidad y bien parecer que tenían estos con Miner, complicidad que luego
pusieron de manifiesto. Luego Salcedo se dirigió a su casa.
No deja de llamar la posición que a veces tomaban Julián Fano
y Ignacio Sorazu, puesto que acaso no eran amigos desde Bergara con Azcárate
por lo cual fueron también privilegiados de Salcedo que incluso lo nombró a uno
Administrador de la Hacienda y al otro del Molino ¿
Salcedo al medio día
almorzó con su amigo Rázuri, el gobernador de Chepén Narciso Farro, Sorazú,
Ignacio Ugarte y Julián Fano en la casa, recordemos que Fano y Sorazu vivían en la misma casa hacienda
donde vivía Salcedo, la que tenía habitaciones en un sector para tales fines.
Luego Rázuri se retiró
a su habitación, igual que Sorazú y
manifiesta que estando Salcedo y Fano en el comedor se les aparecieron varios españoles, 18 vascos liderados por Miner quienes
fueron hasta la casa Hacienda, entre ellos la viuda de José Martija, la de
Petronilo Martin, José Faustino Aguinaga y Tomás Barrenechea, invasores del
callejón de Chepén, además de Domingo Argárate, Roque Larrañaga, Miguel
Alverdi, Felipe Artiaga, Ramón Aguirre, José V. Azcárate, Martin A, Querejeta,
Juan B. Aseguinaloza, Francisco Ibargura y Francisco Martija, los que consiguieron armar un buen grupo
reclamador de nada que tuviera que ver con Miner, puesto que los únicos con
supuesto descontento eran los invasores del callejón que querían hablar de las
exigencias de Salcedo y de ciertos derechos sobre las chacras, especialmente
las que habían cultivado desde 1861 en el lado izquierdo del callejón de
Chepén, ahora prontas a convertirse en alfalfares. Al parecer Salcedo no quería tener problemas y de allí
que los invitó a salir de esa zona, pero para esto no se necesitaba organizar
un motín en la hacienda, a reclamarle sobre traspasos de tierras, y sobre sus
décimas partes preexistentes en el contrato que trató de arreglar, como en
efecto arregló con el hacendado el que pidió a Fano que fuese a ver como estaba
el ambiente, puesto que seguían reunidos, después de lo cual siguieron ambos
juntos á donde se hallaban los españoles reunidos, y les hicieron presente su misión
hasta que pudieron arreglarlas y les pidiera su inmediato retiro.
Salcedo habló a un costado con Fano, quien le dijo: Señor
Salcedo mis compatriotas no se retirarán, mientras usted no les de audiencia
para arreglar sus décimas partes, los vascos ya habían pasado del patio
exterior al patio interior con Miner a la cabeza y sumados ya Fano y Sorazú,
por lo que Salcedo decidió no quedarse a
conversar con el grupo exaltado, en prevención a hechos mayores, los que quería
evitar, y decidió volver al interior de
su casa, mandándoles decir que estaba dispuesto a aceptar sus peticiones, asi
lo destaca Barriochoa en su libro. Y que conversaría con ellos al día
siguiente, cuando estén menos furiosos y envalentonados, y con un grupo
reducido que los representara, indicándoles además que se trataría todo de
acuerdo al contrato establecido y que ellos mismos no lo respetaban.
Salcedo siguió con su amigo Dionicio Rázuri, quién no dejó de
acompañarlo, y dos veces le contestaron que no se moverían de la casa hacienda
y que lo esperarían allí, hasta donde se escuchaba el griterío lleno de frases
incitando a más violencia.
Por su parte el mayordomo Carmen Valdés, acompañado de
Rosario Salazar, Camilo Villodas y otros talambinos y chepenanos trabajadores en
la hacienda llegaron al patio donde los vascos gritaban y pidiéndoles silencio,
les habló conminándolos a abandonar la casa hacienda. Lejos de hacer caso, se
introdujeron Miner y otros en la habitación que tenía allí Sorazú en el patio
interior. Valdez se acercó a la puerta de la habitación pidiéndole a Miner que
saliera, pero al no recibir respuesta ordenó que entren en la habitación sus
ayudantes Salazar y Villodas, y sacar por la fuerza a Miner, Villodas entró a
continuación de Salazar quién no bien ingresó lo recibieron con tres disparos
de arma de fuego proveniente del grupo de los vascos allí amotinados, tiros que
le dieron el pecho y abdomen, dándole uno en el hígado como se constató en la
posterior autopsia.
“Ya me mataron” exclamó Salazar en momentos que entraron en
la habitación otros ayudantes más del capataz Valdés para rescatarlo y así también
armándose una gresca con resultado de varios heridos en ambos bandos, luego se
escuchó otro disparo cayendo muerto el español Ormazábal, y más leve Fano,
Sorazú y el mismo Miner, lo que hizo finalmente detener la pelea y abandonar la
habitación.
El amotinamiento de los vascos y posterior balacera es sin
duda un acto dirigido por los cabecillas del grupo, Miner, Fano y Sorazú, los
que al parecer serían los únicos armados por parte de los vascos, así como el capataz
Valdés también portador de arma de fuego, sin confirmarse si sus ayudantes lo
hacían, pero convengamos que bien podrían tenerlas como aconsejaba la
situación. Los cabecillas manifestaron con los hechos una clara intención de
agredir físicamente a Salcedo buscando tal vez que lo haga la turba y ellos
quedar limpios, pero al encontrarse con la ausencia del patrón, tal fue la
frustración que los hechos de intención de homicidio cambiaron hacia una balacera
para impedir su detención, la que finalmente se produjo, luego de trasladar los
heridos de ambos bandos a Chepén. Salcedo seguía junto a Rázuri en la casa, y
solo salieron cuando la turba se disipo hacia las rancherías, ya entrada la
tarde.
Así se sucedieron los hechos en Talambo, tanto la tensa
situación previa como los acontecimientos del día 4 de agosto de 1863, día
imborrable para la Historia del Perú, que por la muerte de Ormazábal se dio
inicio a un conflicto internacional que terminó como sabemos en el Combate del
2 de mayo de 1866.
Incongruencias de los escritos españoles
*Las publicaciones españolas relatan que Carmen Valdés el capataz
fue a Chepén y volvió con 50 malhechores armados es falsa.
Chepén en ese entonces contaba con una población de 1230,
según el censo al Curato de la provincia de Zaña o Lambayeque a la que
pertenecía Chepén entre naturales y mestizos, cosa que con esa densidad
poblacional tan baja es imposible que haya tanto delincuente malhechor, para
que en un lapso de no más de dos horas reclute a 50 de ellos y con armas como
indican las crónicas españolas.
* Fano
y Sorazu en su libro cuenta recibieron los Santos Sacramentos. Barriochoa en su
libro relató que el cura y el médico se fueron de la hacienda a los 8 meses y
estaban abandonados de religión. Otra imprecisión de los relatos españoles
* Segú
relata Barriochoa “. Por un lado, algunos colonos vascos habían prosperado
hasta el punto de hacer negocios con Salcedo, comprarle o alquilarle chinos,
solicitarle préstamos, ser sus socios... Por otro lado, otros, quizás vendidos
en un contexto lejano e inhóspito, optaron por la coexistencia. Otro detalle:
ciertos colonos, luego de tres años residiendo en Perú, necesitaban intérprete
ante el juez. Seguían siendo euskaldunas monolingües. Es una situación que se
repite en las testificaciones ante los tribunales superiores. Así describe la
situación Barriochoa”
* El
hecho de dejar la hacienda, el cura, el médico pudieron haberlo hecho también todos
los vascos si fuese que estaban descontentos, y como vemos Barriochoa nos deja
ver que muchos hasta recibieron prestamos de Salcedo, el administrador de la
Hacienda era Fano, el administrador del Molino Sorazu, de tal manera que muchos
hechos muestran otro panorama. Etc.
* La
historia del incidente de Talambo se relata por lo visto con un interés marcado
hacia los vascos como lo relata Julián Fano y Juan Ignacio Sorazu en su libro
La inmigración vascongada, replicado por Rodolfo Cantero Aguado en su libro El
precedente de la Hacienda de Talambo en el conflicto hispano-peruano de la
segunda mitad del siglo XIX sin embargo un historiador peruano renombrado,
Gustavo Pons Muzo autor de “Historia del
Perú” dice que el intercambio de disparos fue mutuo, aunque los vascos fueran
los peor parados y nunca narra la venida de malhechores armados, ni violencia
en la casa de Salcedo.
No descartamos que haya habido discusiones, alteración de la discusión,
pero nada más allá que nos lleven a un “incidente” como lo describe Fano y
Sorazu.
García Robledo en un texto contemporáneo y partidista echa
toda la culpa al “escandaloso motín” de los vascos, “víctimas de una codicia y
ferocidad apenas concebible”, frente a la “acrisolada conducta de D. Manuel
Salcedo y de la familia peruana”.
EL FINAL EN LA HACIENDA
Y PROCESO JURÍDICO, DEL INCIDENTE
(agosto 1863 – junio
1864)
Finalizado el amotinamiento de los vascos y las muertes
sucesivas de un español y un peruano, se detuvo a Julián Fano y Juan Ignacio
Sorazú, los que al día siguiente 5, o 6, no hay exactitud de agosto de 1863, prestaron declaración ante
el Juez de letras o ante el Sub Prefecto
señor D. Mariano Castañeda, ayudados por el colono José de la Cruz Garay en
calidad de intérprete, cosa que me causa duda puesto que de todo el grupo de vascos Fano y Sorazú eran
los de mejor nivel instructivo, además que ejercían los cargos de
administradores de la hacienda y del molino respectivamente. Tendrían que haber
hablado perfectamente nuestro idioma. Pero así narran García Robledo en su
libro “La Cuestión de Talambo ante la América” una de nuestras fuentes
bibliográficas, y lo curioso también es la respuesta de Fano ante la pregunta
del sub prefecto: Si tenía alguna queja
contra Salcedo, si su conducta tenía participación en tales ocurrencias y si
había cumplido la contrata o les había molestado en algo. La respuesta de
Fano y Sorazú, dista mucho de lo que ellos manifestaron en el pasquín
agraviante, confrontacional, y lesivo para Salcedo, limitándose a decir: no tenemos la menor queja contra el señor
Salcedo. No será que Fano y Sorazú, nunca pensaron ni hablaron mal de
Salcedo, y el pasquín lo hizo probablemente en Pacasmayo o Lima, ya sabemos por
Garrués, Mazarredo o Mensi, porque estas personas eran Administradores de la
Hacienda, vivían en los ambientes de la casa Hacienda, almorzaban con el dueño
Manuel Salcedo. ¿Qué raro todo esto?
Al siguiente día el Juez de Paz de Chepén Señor Castañeda
junto al intérprete De la Cruz Garay, citó al resto de vascos afincados en la hacienda
de Talambo para tomarles su declaración sobre los motivos que llevaron a tal
amotinamiento, a lo que todos sin excepción respondieron: no tener queja alguna contra el señor Salcedo.
A las dos de la tarde tomó declaraciones a D. Manuel Salcedo
del mismo día 5 de agosto de 1863, a las tres de la tarde declaró Sorazú y Fano
a las cuatro.
No sabemos con exactitud si los declarantes vascos lo
hicieron el mismo día 5 o al siguiente día, 6 de agosto, y fueron Aguinaga, Azcárate;
Larrañaga, Alberdi Arteaga, Aguirre, Azcárate, Querejeta, Aseguinaloza,
Huaryuza, Martija é Ibargura y otros.
De estas declaraciones se llegan a la conclusión de que D.
Manuel Salcedo corría peligro de ser agredido por la turba concentrada en el
patio de la casa el día 4 de agosto, y de que haber triunfado Miner, Julián
Fano y Juan Ignacio Sorazú, hasta podría haberse perdido gran parte o el total
de las tierras de la Hacienda Talambo como al parecer era la intención de estos
personajes vascos, junto con un atentado contra la persona de D. Manuel Salcedo.
Mansi desde Lima con sus escritos pretendía influir en la
conciencia de la Reina para intervenir en los asuntos de Talambo criticando el
actuar de la justicia peruana en los procedimientos del juicio contra D. Manuel
Salcedo y Valdés.
Mazarredo hacía lo mismo acusa de parcialidad al Tribunal de
la Nación, infiriéndole cargos que cualquier persona rechazaría por la
irrespetuosidad con que trata a un tribunal de una nación extraña para él, pese
al cargo que ostentaba, pero siempre afloraba esa prepotencia del colonialista
sobre el pueblo colonizado.
El sumario sobre los Sucesos del 4 de agosto acaecidos en la
Hacienda Talambo se inició en el Juzgado de Paz Chepén, pasando a Juicio
criminal relativo al mismo asunto, continuado por el de 1ª instancia de
Chiclayo.
Pedro de Novo cita: Se ha dicho que Pezet, Presidente del Perú,
era amigo de D. Manuel
Salcedo, circunstancia que se reflejó en los tribunales. No es exacto; pues
amigo o no, el Gobierno cumplió dignamente desde que tuvo noticias del suceso,
así el 13 de agosto de 1863 el ministro Ribeyro comunicó enérgicas órdenes para
que se esclareciera la verdad, y un regimiento de caballería fue destinado a Chiclayo
a fin de secundar a las autoridades políticas y judiciales. También se previno
al Juez de Chiclayo del vital interés que tenía el Gobierno en el rápido
esclarecimiento del crimen y exacto cumplimiento de las leyes. Habiéndose
pronunciado sentencia en 2 de octubre de 1863 de este mismo año, condenando a
los trabajadores vascos se consultó a la Corte del Departamento de la Libertad;
y ésta, ha dicho uno de nuestros más distinguidos juristas:
Había motivos suficientes para anular el sumario, y la Corte
Suprema, al tomar conocimiento de él, amerito del recurso de nulidad
interpuesto por D. Manuel Salcedo, declaró nulo el fallo de la Corte Superior y
repuso la causa, no al estado de nuevo sumario, sino al de tomar todas las
confesiones para que completado el plenario pronunciase sentencia.
El gobierno dispuso fuerzas especiales en Chiclayo para
garantizar la seguridad de todos los implicados en el caso.
Esta primera instancia después de enjuiciar a 18 vascos
implicados en los sucesos como actores directos, decretó el arresto y
encarcelamiento de D. Manuel Salcedo sin probarle culpabilidad, ni previamente
notificarlo para que acuda con un abogado defensor, no lo tuvo ni pudo por lo
tanto esgrimir una defensa a su favor.
Como dijimos al apelar posteriormente a la corte Suprema, el
fiscal mandó reponer la causa a sumario en un caso en el que no encontraba
faltas del reo, pidiendo nuevas diligencias.
El ilustrado fiscal de
la Corte Suprema de Justicia de la República, cuando dio su vista concluida en
los términos que siguen:
Excmo. Señor:
“En la hacienda de
Talambo, propia de D. Manuel Salcedo, tuvo lugar el 4 de agosto último, una
riña entre los trabajadores vascongados y el mayordomo y peones de la misma, de
la que resultó la muerte de Juan Miguel Ormazábal, quedando heridos de gravedad
Juan Ignacio Sorazú, Julián Fano y Rosario Salazar (peruano) y levemente
Marcial Miner.
Iniciado el sumario por
el Juez de paz de Chepén, y seguido el juicio criminal por el de Primera instancia
de Chiclayo, pronunció ésta sentencia en 2 de octubre de 1863 último, condenando
a Salazar y Camilo Villodas (ambos peruanos) a cuatro meses de prisión.
Consultada la Corte Superior de la Libertad y oído su fiscal, dictaminó éste
calificando el hecho de una manera exagerada, y haciendo apreciaciones poco
exactas, como verá V. E. á fojas 4 vuelta.
El fallo fue llevado a
la Corte Superior del departamento de La Libertad en Trujillo que falló en un
sentido contrario, anulando la sentencia anterior según se adujo de conformidad
con él, declaró con fecha 31 de Octubre de 1863, por su fallo de fojas 16 la
nulidad de la sentencia y de todo lo obrado de fojas 7 vuelta, mandó capturar y
enjuiciar a D. Manuel Salcedo y a las personas mencionadas en los consideran dos
4 y 5, mandó procesar al Juez de Paz de Chepén, apercibió al de Primera
instancia y haciéndole siete prevenciones, en las que, como en la parte motivada
de la sentencia, declara la culpabilidad de unos, la inocencia de otros, resuelve
lo que debe hacer por el inferior, y otros puntos y cuestiones no sometidos a
su jurisdicción, y sobre las que no debió anticipar ni prevenir su opinión como
lo hizo.
Devueltos los autos al
inferior, se presentó ante él D. Manuel Salcedo, reclamando del fallo superior en
la parte que le dañaba, y diciendo de nulidad, con protesta de ratificarla ante
la Corte Superior a la que pedía se devolviesen los autos.
Con fecha 10 de noviembre
de 1863 decretó el Juez de Chiclayo, conforme a lo pedido a f. 14 vuelta, pero
el Tribunal declaró inadmisible el recurso por ser improcedente.
Pedidas las copias y
obtenidas se presentó a V. E. este asunto por vía de queja que el fiscal considerarla
fundada
Recibidos en consulta
los autos principales, por la Corte Superior de la Libertad, los pasó a su
fiscal, quien, sin apelar de la sentencia, como debió hacerlo, según el artículo
154 del Código Penal de Enjuiciamientos, pidió la nulidad que fue declarada sin
jurisdicción.
El artículo 155 dice expresamente
que, si el ministerio notase algunas omisiones graves en el proceso, el Tribunal
las mandará subsanar antes de absolver la consulta—lo que no se tuvo en consideración
ni se hizo. El 159 en que se apoya la Corte Superior para justificar su resolución,
forma parte de la sección 3° Titulo 1 libro 39 del Código Penal de
Enjuiciamientos y su aplicación corresponde a V. E. no a las Cortes Superiores a
quienes solo permite el artículo 1749 del Código de Enjuiciamientos Civil,
reponer las causas en que se cometió algún vicio.
En lo criminal deben
limitarse a mandar subsanar y en lo civil pueden reponer. Dos atribuciones
distintas que no deben confundirse. Y como cuando la jurisdicción está
comprometida es admisible el recurso de nulidad, según el artículo 148 del
Código Penal de Enjuiciamientos, y también cuando es definitivo el fallo
revocado, la interposición del recurso ha sido legal y su denegación infundada.
La Corte de la
Libertad, debió pues limitar su jurisdicción á las prescripciones del artículo
155, pero después de anular el proceso la reasume para decidir sobre las
personas, su libertad y prisión, su culpabilidad e inocencia y otras cuestiones
que no le habían sido sometidas como salta a la simple lectura de su fallo.
En mérito de lo
expuesto podrá V. En admitir la queja, conforme al artículo 27 del reglamento 97
to de tribunales. Lima, diciembre de 1863 – Paz-Soldán.
El dictamen fiscal de
que nos hemos ocupado dio por resultado el siguiente auto del Supremo Tribunal.
Lima, enero 19 de 1864.
- Autos y vistos-declaran fundada la queja interpuesta por
Don Manuel Salcedo, y para resolver sobre lo principal, mandaron se pasen los
de la materia al señor Fiscal, trascribiéndose el presente a la Ilustrísima
Corte Superior del Departamento de la Libertad-Cinco rúbricas.
Excmo. Señor.
El Fiscal ha dicho lo
conveniente en su respuesta de fojas 44 vuelta: la reproduce ahora en vista de
los autos originales, y considera nulo el auto expedido, por la Ilustrísima Corte
Superior de la Libertad de fojas 133 vuelta.
En un negocio como éste
que ha excitado la atención pública y que ha servido de pretexto para que se
hagan al Perú y a su gobierno fuerte y desdorosas imputaciones, no es posible
omitir ningún recurso de cuantos franquea la ley para el esclarecimiento dc los
hechos, conocimiento de los criminales y aplicación de la pena que hayan
merecido.
Estos grandes objetos
no se lograrán, ni las articulaciones quedarán desvanecidas, sino reasumiendo
el fiscal todas las garantías que las leyes le conceden, para obtener la
vindicta pública; por ello se adhiere al recurso de nulidad aducido contra el
fallo de aquella Corte y también contra el pronunciado en primera instancia.
Aceptando, en parte, la exposición de los hechos, que contiene a respuesta
fiscal de fojas 120, pero no sus apreciaciones y conceptos, lo mismo que
algunos de los fundamentos del citado auto fojas 133 vuelta, con las censuras
que se han hecho por el dictamen de fojas 44 del cuaderno de queja, conocerá V.
E. con imparcialidad, que el juez de primera instancia, no ha procedido con exactitud
en la aplicación de las penas, y que, al anular su fallo, la Ilustrísima Corte
Superior, también se ha separado de estrecho sendero de las leyes, infringiéndolas
de un modo claro, como fisca o ha
manifestado en su record a lo dictamen. En los mencionados documentos y en el
recurso de fojas 176 encontrará V. E. explicados todos los hechos, y alegado el
derecho según lo que el proceso arroja.
Tomándolos V. E. en consideración,
se servirá declarar la nulidad deducida, como consecuencia legal de haber
declarado fundada la queja interpuesta por el procurador Castro. —Lima, enero
23 de 1864. ——Paz-Soldán
Lima, febrero 16 de
1864. —Vistos de conformidad con lo expuesto por el señor fiscal y resultando
de autos: 1° Que habiendo ocurrido en la hacienda de
Talambo, de la propiedad de. Don Manuel Salcedo, de la vecindad de Lambayeque,
un tumulto del que desgraciadamente resultaron un muerto, otro herido gravemente
y otros con heridas leves: 2° Que instruido el respectivo sumario para
descubrir primero quien o quienes fueron los autores y fomentadores del desorden;
y segundo a quien o quienes deben imputarse la muerte y heridos, para seguirles
la respectiva causa y aplicarlos las penas que para los reos de tumulto designa
el Código Penal, se concluyó éste y se pasó después al plenario: 3.° Que
resultando del sumario que la agresión empezó por un balazo disparado del
cuarto, en que los vascongados se hallaban reunidos, y con el que fue herido el
peruano Rosario Salazar, y de allí se recogieron dos pistolas, mandó el juez
por el auto de fojas 60 cortar el juicio con respecto a todos los vascongados,
tomó confesiones á solo los de un bando y dejó de hacer otro tanto con los que
resultaron complicados en el otro: 4.° Que el juez con el trámite omitido e
indicado ya, y sin recibir la causa a prueba procedió a imponer pena a unos y a
absolver a otros: 5° Que apelado el auto por los condenados, fue oído el señor
fiscal, quien sin fijarse en la falta indicada, señaló otras que ni son
esenciales ni exactas, y pidió la reposición de la causa, dando así lugar á alargar
el juicio, haciéndolo interminable, con lo que se conformó la Excelentísima Corte
Superior del Departamento de la Libertad, y pronunció intempestivamente sobre
la culpabilidad de varios individuos y su detención, no habiendo sido materia
de la alzada, debiendo haberse concretado únicamente a la reposición de la causa,
según se ordena en el artículo 166 del Código Penal de Enjuiciamientos.—Por tanto,
repusieron el proceso al estado que tenía a fojas 90 citada, declarando nula la
resolución de dicha Ilustrísima Corte Superior en los (demás puntos que
contiene y termine la sustentanciación e
la causa por los trámites legales: y los de volvieron–Señores Mariátegui,
Jano, Herrera, Álvarez, Muñoz-Rendón, Secretario.
HASTA AQUÍ
REVISADO, CONTINUAR ESTE CAPITULO EL FINAL EN LA HACIENDA
¿Se detiene aquí
solamente él Recto e ilustrado juicio del Tribunal Supremo de la República? No; ella
ha querido mucho más, y ha sido sin duda, porque previa las monstruosas pretensiones
de algunos aventureros, que no satisfechos de la estafa que desearán efectuar en
D. Manuel Salcedo; también querían envolver a los tribunales de justicia, en las
oscuras y mezquinas sinuosidades de la diplomacia.
No de otro modo puede explicarse la singular protesta del
cónsul de S. M. C. relativa a los sucesos de Talambo.
El Supremo Gobierno admitiendo tal documento, de un hombre
sin carácter para dirigirle ninguna reclamación, sino se extralimitó, obró al
menos con injustificable ligereza; y empleamos esta última palabra, porque al
pretender el Ejecutivo que el Supremo Tribunal avanzase un dictamen, en una
cuestión en que debía hacerse sentir su fallo, salió de su órbita, y merced a la
justificación de la Suprema Corte, se debe, sin duda alguna, la total
destrucción de una nueva incidía con que se pretendía agredir nuestra honra.
He aquí los documentos a que nos referimos:
Informe expedido por la Excelentísima Corte Suprema acerca de
los cargos que contiene la protesta del cónsul español.
Excelentísimo señor:
—Las copias certificadas de las respuestas del señor fiscal de éste Supremo
Tribunal, la resolución que en el recurso de nulidad se expidió y el anterior
dictamen, pondrán al Ministerio y á V. E. en evidencia, todos los
acontecimientos de Talambo, y los desvíos de la Corte Superior de Justicia de
la Libertad, que fueron enmendados, al resolverse el recurso entablado por el
dueño del predio rústico, lugar donde acaeció el tumulto, y en capacidad de
contestar a la nota del cónsul de S. M. C. Esta Corte Suprema no puede hacer
otra cosa que referirse a las piezas indicadas, para no anticipar su voto, que
expresará cuando sentenciada la causa definitiva, vengan los autos a su conocimiento.
—Lima, marzo 9 de 1864. —Excelentísimo señor——-F. J. Mariátegui, Juan Mariano
Casio, Manuel Herrera, Gervasio Alvares, Bernardo Muñoz.
Dictamen a que se
refiere el anterior informe
Excelentísimo Señor.
Los fallos judiciales
que han recaído en el juicio seguido, para descubrir la verdad de los hechos
ocurridos entre algunos vascos y otros peruanos en la hacienda de Talambo,
presentan la verdadera historia de lo sucedido, de lo practicado en el juicio y
de las apreciaciones hechas por los jueces y Magistrados los que en él han
conocido. Remitiendo V. E. al Gobierno copia legalizada de esos documentos y de
las respuestas fiscales, habrá llenado el objeto del informe pedido. Como el
juicio no se haya terminado todavía, no es permitido a V. E. anticipar su opinión,
ni hacer apreciaciones sobre el mérito y naturaleza de lo principal, porque solo
ha ejercido su jurisdicción para declarar los vicios del procedimiento y de
ponerlos en punto, hasta donde se procedió con sujeción á las leyes y sin violación
de las formas judiciales. Mientras que los jueces y los Tribunales de una Nación
están conociendo de un negocio y no lo resuelven definitivamente; y mientras
los agraviados encuentran en las leyes recursos que emplear en su defensa, no
se puede tratar de otra acción que de la judicial.
Las formas de los
juicios (ordinaria Litis) cuales quiera que sean, son universalmente respetadas
en todas partes, porque miran al orden de la sociedad, obligan igualmente á
nacionales y extranjeros, y por pesadas que parezcan, no pueden calificarse
como una retardación o de negación de justicia, y menos cuando ante la ley todos
son iguales. Por estas razones, aun cuando en la vía diplomática se discuta
sobre la justicia o injusticia de una sentencia definitiva, nunca se trata
antes sobre el procedimiento. Si hay retardo o decidía en los jueces, entonces,
pueden los cónsules hacerlo presente para que se requiera al juez omiso.
El juicio sobre los desagradables
incidentes de Talambo, fue iniciado y se ha seguido de oficio. Nadie se ha
presentado en él como acusador por agravios recibidos; y las autoridades civiles
y judiciales, han desplegado celo y actividad, en perseguir a los criminales, y
en descubrir la verdad, de modo que por su mismo celo han incurrido en equívocos
o errores. Si a los magistrados que conocieron en segunda instancia, se les
considera responsables, los perjudicados pueden exigir la responsabilidad,
pueden hacer valer su derecho, en el modo que las le yes prescriben; pero ya se
ha dicho antes, que no se han presentado acusadores por agravio personal. No
hay denegación de justicia, desde que existe un juicio para perseguir a los
delincuentes.
Tampoco es fundado el
cargo por retardación, si se considera, que en cinco meses se ha organizado un
voluminoso proceso; que se han absuelto dos instancias, y ante. V. E. una
queja, y el recurso de nulidad, sin otros agentes que los funcionarios de
oficio. Los anticipados recelos para lo futuro, no prestan suficiente mérito
para protestar.
Si el señor Cónsul
Español conociera nuestra legislación judicial, no se alarmaría con las reposiciones
que califica de reiteradas. La sentencia de la Corte Superior de la Libertad, fue
satisfactoria para sus compatriotas; pero esta sentencia que anulaba todo lo
actuado, lo prolongaba demasiado. La resolución de V. E. ha acortado los
términos, y dejándola producir sus efectos, se alcanzará una pronta y segura solución
a todas las cuestiones promovidas.
Procurando el Fiscal,
por su parte, no separarse de la línea a que se ha circunscrito el informe
pedido á. V. E. ha tocado únicamente aquellos puntos relacionados con la
naturaleza de la causa, y que puedan servir al esclarecimiento de aquellos
hechos desdorosos a los jueces y magistrados a quienes se atribuye haber designado
o retardado la justicia, u intenciones de continuar en el mismo sistema.
Al señor Ministro de R.
E. compete pedir satisfacciones sobre este particular. Por lo demás, son muy
conocidos, y se hallan al alcance de todos, las doctrinas y principios del Derecho
de gentes, aplicables al caso, y que con universal aprobación y consentimiento a
recapitulado Watt él. La nación o su soberano, dice, debe administrar j justicia
en todos los lugares de su obediencia, y conocer de los crímenes que se cometen
y de las querellas que se suscitan en el país. Las demás naciones deben
respetar este derecho; y como la administración de la justicia exige
necesariamente que cualquiera sentencia definitiva, pronunciada con
regularidad, se tenga por justa y se ejecute como tal, después que se ha
juzgado legalmente una causa, en que se hallan interesados algunos extranjeros,
el soberano de estos litigantes no puede oír sus quejas.
Examinar la justicia
de una sentencia definitiva, es atacar la jurisdicción del que la haya dictado. Por consiguiente, no debe intervenir el príncipe en las causas de sus
súbditos en países extranjeros, ni encenderles su protección, sino en caso de
una designación de justicia, de una injusticia evidente y palpable, de una violación
manifiesta de las reglas y de las formas, o finalmente, de una crisis odiosa
hecha en perjuicio de sus súbditos o de los extranjeros en general. La Corte de
Inglaterra ha establecido esta máxima con mucha evidencia, con motivo de los navíos
prusianos apresados y declarados de buena presa en la última guerra.
Sea esto dicho sin
tocar al mérito de la causa particular en lo que dependa de los hechos V. E. podrá
añadir, suprimir o corregir en su informe lo que considerase más conveniente. —Lima
marzo 3 de 1864—Paz—Soldán.
Repuesto el proceso al estado en que se hallaba a fojas 90;
una vez mandándose sustancial, declarándose las omisiones cometidas por el Juez
de primera instancia y la extralimitación de facultades y jurisdicción de la
Corte Superior de la Libertad; nosotros, creemos, fundados en los documentos
que dejamos consignados, que la Suprema Corte de Justicia de la República, ha
salvado el honor de la nación, en cuanto al respeto y circunspección que se
debe a las leyes nacionales.
El Supremo Tribunal ha dado, una vez más, pruebas
esclarecidas del profundo tino y circunspección que domina en todos sus
acuerdos y decisiones. Merced a tan relevantes dotes, el proceso sobre la cuestión
Talambo, cuya demora hizo abortar tanta injuria al bisoño Comisario de la reina
Isabel II, ha sido fallado en Primera Instancia.
La sentencia ministrara
una prueba más en favor de las victimas elegidas, por los españoles, para perpetrar
el sacrificio. Hela aquí:
Guadalupe junio 15
1863.
Autos vistos y teniendo
en consideración.
Primero: Que el 4 de agosto
del año próximo pasado, se dio parte por el hacendado de Talambo, D. Manuel
Salcedo, al Juez de Paz de Chepén D. Jesús Céspedes,
que en su precitada hacienda se habían cometido en ese mismo día, algunos
hechos de carácter criminal y que en virtud de sus atribuciones debía
constituirse en aquel fundo a instruir el correspondiente sumario contra los
delincuentes.
Segundo: Que en virtud
de aviso procedió el indicado funcionario a levantar el auto cabeza de proceso
corriente á foj. 1, cuaderno primero, constituyéndose en seguida al sitio que
se le designare, tomando desde luego las indagatorias de D. Manuel Salcedo, D.
Juan Ignacio Sorazu y D. Julián Fano que se registran á foj. 2 vuelta 3, 4, 5 y
6 y foj. 7 del citado cuaderno.
Tercero: Que después de
recibidas aquellas declaraciones y previo el reconocimiento (le sus lesiones
corporales, inferidas en los momentos de verificarse los hechos relacionados y
además con que se dijo habían sido ejecutados. El Juez de Paz siguió
instruyendo el sumario, dando principio por la instructiva de Marcial Miner que
se decía autor de los sucesos que motivaban el procedimiento judicial.
Cuarto: que en igual
sentido se les recibieron sus instructivas a los demás individuos que se decían
complicados en los mismos hechos, pasándose en seguida a recibir sus declaraciones
juradas de los peruanos, contraritos á foj. 36, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45 y
foj. 48 del relacionado cuaderno.
Quinto: Que en esa
circunstancia se mandó por ese Juzgado ampliar las declaraciones de Fano y
Sorazu, lo mismo que la de los otros vascos que lo habían hecho en calidad de
presuntos delincuentes.
Sexto Que, absueltas
las ampliaciones, se consideró justo mandar aprehender a José del Carmen Valdez,
Cayetano N. (zambo borriquero), Camilo Villodas, Rosario Salazar, un zambo
tuerto picado de viruela, el zapatero Morales, un mozo blanco de bigote y pera
y otro mozo alto picado de viruela y no a Marcial Miner y compañeros.
Séptimo: Que,
aprehendidos el tercero y cuarto, se siguió contra ellos el correspondiente
juicio, hasta el estado de pronunciar sentencia.
Octavo: Que apelada
ésta por el defensor de los procesados fue revocada por la Ilustrísima Corte
Superior del Distrito, disponiéndolo entre otras cosas la detención y
enjuiciamiento de D. Manuel Salcedo.
Noveno: Que, al
empezarse a dar cumplimiento a lo dispuesto por el Tribunal, interpuso D.
Manuel Salcedo el recurso de nulidad, el cual después de sustanciado y resuelto
en contra por el mismo Superior Tribunal, fue elevado en queja a la Excelentísima
Corte Suprema, la que al declarar con lugar a nulidad lo actuado desde foj. 90,
disponiendo que se le recibiesen sus confesiones á los vascos que concurrieron a
los hechos del referido 4 de agosto, lo mismo que se había hecho con los
peruanos.
Décimo: Que, en
cumplimiento de aquella ejecutoria, se dictó el auto corriente á foj. 1, cuaderno
2.
Décimo primero: Que después
de haber recibido su confesión á Camilo Villodas y constituyéndose el Juzgado
en este pueblo, fueron aprehendidos por el Gobernador de Chepén, Cayetano Olástegui,
Fermín Payesa, Francisco Ramírez y José María Zapata, los cuales prestaron sus
confesiones de foj.11, á23 del cuaderno citado.
Décimo segundo: Que formalizada
por el Promotor Fiscal la correspondiente acusación, se corrió de ella traslado
a los defensores de los enjuiciados, los cuales, contestados, se recibió la
causa a prueba por seis días que fueron prorrogados hasta quince a solicitud de
uno de los defensores que se accedió, en virtud de que era imposible, actuarse
las pruebas presentadas entre los seis días primeros.
Décimo tercero: Que concluido el término y actuadas todas las
pruebas que se han ofrecido por los defensores de los enjuiciados, se halla la
causa en estado de pronunciarse sentencia, respecto de no haberse advertido por
el Juzgado omisión alguna sustancial; y en atención.
Primero: que de las declaraciones juradas de
los testigos Andrés Luperdi, Pedro Díaz, y Manuel Esparza, corrientes á foj. 60
foj. 7 5 del cuaderno segundo, consta que los vascos Marcial Miner y Juan Miguel
Ormazábal, en la conversación que tuvieron con aquellos en este pueblo, a fines
del mes de Julio del año próximo pasado, manifestaron la prevención que tenían
contra el hacendado de Talambo, de inferirle daños personales si éste no accedía
a sus pretensiones particulares.
Segundo: Que de las mismas declaraciones de los testigos
consta que en la noche del tres de Agosto del año citado, se confabularon Ormazábal
y Miner, para asaltar al mismo hacendado, con el objeto de exigir de él un
documento en que constase la revocación de lo que había expuesto en la mañana
de ese mismo día, sobre que los sembradores del lado izquierdo del callejón de Chepén,
trasladasen sus sementeras al lado derecho del mismo callejón, asalto que no
ejecutaron por la negativa de los demás vascos a quienes trataron de
comprometer para aquel hecho; lo que por sí solo constituye el delito de confabulación
previsto por la segunda parte del artículo 4° del. Código Penal. Tercero: Que, en la mañana del 4 de agosto,
Marcial Miner al encontrarse con D. Manuel Salcedo en el camino de la acequia
de la hacienda, le infirió diversas injurias hasta el caso de tomar dos piedras
para arrojárselas, amenazándole en seguida que se vengaría, reuniéndose a sus paisanos,
cuyo acto contuvo D. Dionisio Rázuri que iba junto con D. Manuel Salcedo, lo que
revela que aun insistía en sus proyectos hostiles contra el mismo Salcedo. Cuarto: Que temeroso D. Manuel Salcedo de que
Miner realizase sus amenazas, previno a su mayordomo José del Carmen Valdez que
observase los procedimientos de aquel, y que en el caso de verle fomentando algún
desorden le aprehendiese y pusiese a disposición del Juez de Paz de Chepén,
cuyos actos puso en conocimiento del Gobernador del mismo pueblo al presentarse
éste dónde él, con el objeto de cobrarle la contribución de su predio, lo que
es conforme con los medios racionales de defensa que la ley deja al prudente
arbitrio del que se siente agredido; medios que por otra parte se hacían tanto más
necesarios y premiosos, cuanto que el ofensor podía realizar sus amenazas, como
sucedió antes que la autoridad pública de Chepén pudiese tomar algunas medidas
de reprehensión, en cuya circunstancia los medios de la justa defensa deben de
ser apropiados al peligro que le corre, durando tanto tiempo cuanto este dura.
Quinto; Que José del Carmen Valdez con el objeto de cumplir
la orden de su patrón se condujo a la casa de la hacienda; y al llegar a ella, vio
que el vasco Juan Miguel Ormazábal se marchaba precipitadamente a caballo a un
lugar distinto del en que tenía su posada, por lo que se dirigió a él y
entrando en conferencia, supo por el mismo Ormazábal que marchaba a reunirse a sus paisanos del Callejón de Mancoche para
vengar los ultrajes que Salcedo había inferido a Miner y que se le preparase;
continuando su marcha a pesar de que Valdez trató de contenerlo, explicándole
el hecho ocurrido entre su patrón y Miner tal como había acontecido, por lo que
Valdez se vio obligado a marcharse a Chepén, con el intento de dar aviso a las
autoridades, de lo que estaba sucediendo en Talambo, todo lo que consta de los testigos
Esparza y Cavero á foj. 70 y foj.81 del referido cuaderno segundo, añadiendo
estos que al pasar por la posada de Ormazábal vieron reunidos ocho a diez
vascos, conversando con Miner, el cual separándose de ellos al ver a Esparza le
dijo a éste que le había sucedido lo que les dijo en la carpintería de Luperdi,
pero que vería Salcedo en ese día lo que eran los Vascos, pues estaban
reuniéndose para ir á la casa, cuyos hechos comprueban la premeditación con que
Miner y Ormazábal, preparaban el lance que después consumaron.
Sexto: Que de las declaraciones de D. José de La Torre y
D. Narciso Farro, corrientes á foj. 7 9 foj. 129 del mencionado cuaderno
segundo, consta que ciertamente Valdez se condujo a Chepén, con el objeto de
buscar a las autoridades del distrito, pero que desgraciadamente no las
encontró, por haber estado ausentes de sus casas, por lo que tuvo que
regresarse solo, temeroso de que los vascos estuviesen atacando a su patrón,
cuya previsión resultó fundada en parte, puesto que cuando llegó a la casa de
la hacienda ya estaban reunidos algunos vascos, inclusive Ormazábal y Miner, en
el cuarto de D. Juan Ignacio Sorazu que se hallaba situado en el patio de dicha
casa, inmediato por lo mismo a las piezas que ocupaba en esos instantes el hacendado.
Séptimo: Que alarmado D. Manuel Salcedo con aquella reunión
hizo presente á Fano y Sorazu que viesen lo que querían esos hombres, porque él
no quería entenderse con ellos, cuya prevención trataron de cumplir, conduciéndose
al lugar en que estaban reunidos los vascos, circunstancia de la cual aprovechó
Rázuri, para inducir a Salcedo a que se separasen de la casa, marchándose al
ingenio de pilar arroz, en cuyo punto oyeron las detonaciones de armas de
fuego, disparadas en el interior de la mencionada casa, por lo que se apuraron a
regresar a la misma, encontrando al entrar en la sala de ella, heridos a Fano y
Sorazu, todo lo que consta de las declaraciones de Rázuri, Cavero y Ormachea
corrientes á foj. 80, cuaderno primero foj. 81 y foj. 117 cuaderno segundo.
Octavo: Que aquella reunión a juzgar por los precedentes
relacionados en los anteriores fundamentos y declaraciones de Fano y Sorazu y
de más vascos, pasaba del número de cuatro personas y tenía por objeto obligar
al hacendado a revocar la disposición que había dado sobre traslación de sementeras
de los Vascos que ocupaban el lado izquierdo del citado callejón, al derecho,
llevando la intención firme de no abandonar ese sitio, por los cuales visto que
practicaron el delito de asonada detallado en el artículo 139 del Código Penal.
Noveno: Que los testigos que presenciaron los hechos que
dieron por resultado la muerta de Juan Miguel Ormazábal y las heridas de Rosario
Salazar, de D. Julián Fano, D. Juan Ignacio Sorazu, Marcial Miner y Felipe Arteaga,
corrientes á foj. 60, 67, 71 vuelta, 75, 81 89 vuelta, 92, 95, 97, 100,102
vuelta, 105 y foj. 107 aseguran uniformemente, que José del Carmen Valdez, al
ver la actitud amenazante de los vascos, reunidos en contra de D. Manuel Salcedo,
invocó el auxilio de los peones que se hallaban cerca de la casa para contener
ese ataque, los cuales ciertamente se prestaron a su llamamiento
introduciéndose al patio con Valdez que se hallaba a caballo y desarmado,
viendo todos que en la puerta del cuarto de Sorazu se hallaba éste y Fano
parados, teniendo esté último una pistola en la mano y el primero emponchado contra
sus hábitos ordinarios.
Décimo: Que así mismo afirman que al hablarle Valdez á
Fano, para que no protegiese los desórdenes de Miner y que se lo entregase para
ponerlo á disposición del Juez le contestó aquel no solo negándose a esa
entrega, sino también infiriéndole injurias personales, lo mismo que a D.
Manuel Salcedo, lo cual oído por Rosario Salazar y Manuel Castro que eran del
número de los quo acompañaban a Valdez, se dirigieron al mismo Fano para que
accediese a la petición de Valdez, recibiendo el primero por contestación un
pistoletazo disparado por Fano que le produjo una grave herida que lo habría
postrado en tierra a no haber acudido en su auxilio Camilo Villodas el que lo separó de ese sitio.
Décimo primero: Que en igual sentido asegurase que a continuación
de ese pistoletazo se dispararon otros tiros de armas de fuego del interior del
cuarto, en cuyas circunstancias llegó el zapatero Morales, armado de una
escopeta de dos cañones, un sable y una pistola que llevaba oculta en la
cintura, y al verse atacado hizo uso de aquellas armas, hiriendo a Fano y
Sorazu, lo cual visto por Valdez atravesó su caballo entre la puerta del cuarto
y el cuerpo de Morales, notando en seguida que Juan Miguel Ormazábal, salía del interior del cuarto
armado de una pistola, por lo que tuvo Valdez que cambiar de posición, dejando
en descubierto a Morales al que se dirigió y Ormazábal en aptitud de dispararle
su pistola, cuyo acto contuvo aquel, haciéndole un tiro con la pistola que tenía
oculta dándole muerto a tierra.
Décimo segundo: Que del mismo modo exponen que Fano y
Sorazu se precipitaron contra Morales, con el objeto de desarmarle y que al
tomarle el primero la escopeta recibió de éste el segundo disparo de su pistola
y en seguida varios golpes de sable lo mismo que Sorazu.
Décimo tercero: Que también aseguran que en virtud de esta
repulsa fugaron los citados de la sala, ocupando la puerta del cuarto Miner
armado de una escopeta, instigando a sus compañeros a que continuasen atacando
lo que no surtió efecto, porque consiguieron los peruanos desarmarle y
aprehenderle.
Décimo cuarto: Que del mismo modo aseguran que después de
aprehendido Miner, concluyeron esos hechos sin ser ofendidos por los peruanos
los demás vascos que estaban en el cuarto.
Décimo quinto: Que para comprender la gravedad de estos
hechos es preciso atender que los vascos que vivían en Talambo recibían de
parte del dueño de él, toda clase de consideraciones y cuidados, proveyendo su
subsistencia con recursos pecuniarios y alimentos sanos y de buena calidad,
procurando el que se les curase de sus enfermedades, dando por resultado este
esmero una mortalidad que no corresponde al número de los que componían la
colonia y al tiempo trascurrido desde su ingreso a su fundo y, últimamente estimulándoles al trabajo por
medio de consejos y recomendaciones particulares que hacia asentar por Fano y
Sorazu en los libros que estos llevaba como administradores del fundo lo cual consta
en las declaraciones de foj. 117., foj. 120 foj. 122, foj. 123, foj. 124, foj.
126, 129 y 134 del mencionado cuaderno segundo, y copia certificada de foj.
136.
Décimo sexto: Que tales circunstancias constituyen a los
vascos que formaron su asonada, en obligados a guardar á D. Manuel Salcedo, consideraciones
y respetos, particularmente Miner que era uno de los que había recibido de aquel
especiales recomendaciones y servicios.
Décimo séptimo: Que la inspección ocular del sitio en que
se practicaron aquellos hechos corrientes á foj. 140 del mismo cuaderno
segundo, conforme con el plano presentado últimamente, desmiente la declaración
de Fano que asegura que el número de personas que se introdujeron al patio fue
el de cincuenta o sesenta, pues es hasta cierto punto imposible que una
superficie (de cuarenta varas cuadradas, ocupando un extremo de éste una escala
de seis varas de longitud, quepa atacando un número de hombres como el que se
indica.
Décimo octavo: Que tan lejos de constar del proceso que D.
Manuel Salcedo tuvo participación en los hechos juzgados, resulta probado que
no vio ni habló a los peruanos que acompañaron á Valdez, así como el interés
que tomó para que los testigos presenciales no complicasen los delitos
cometidos á Fano y Sorazu.
Décimo nono: Que las observaciones merecen fe ya por
tener interés inmediato en el juicio, como porque son contradictorias é inverosímiles
en puntos esenciales a los hechos ocurridos, lo mismo que la de los otros
vascos por iguales razones, no sucediendo otro tanto a la de los testigos que
últimamente declararon, los cuales son presenciales, de excepción y están
conformes en cuanto a las personas, hechos, tiempo, lugar y condiciones que exige
la segunda parte del artículo 101 del Código Penal de Enjuiciamiento, para que
los dichos de los testigos formen plena prueba.
Vigésimo: Que en virtud de estas pruebas resultan
demostrados los delitos de asonada y agresión ilegitima cometido el primero por
Marcial Miner, Juan Miguel Ormazábal, Francisco Otadin, José F. Aguinaga, Domingo
Algarate, Roque Larrañaga, Miguel Alverdi, Felipe Arteaga, Román Aguirre,
Vicente Azcarate, Martin A. Querejeta, Juan B. Aseguinaloza, Fermín Ibargura,
Francisco y José Mortija, siendo sus cabecillas el primero y segundo y el otro
por los mismos, inclusive Sorazu y Fano que perpetró la herida grave de Rosario
Salazar, de cuyas resultas ha muerto, como consta de la partida de defunción
que corre agregada al cuaderno primero.
Vigésimo primero: Que
respecto de hallarse ausentes los relacionados lo mismo que varios peruanos, no
puede aplicarles a los primeros las penas que designa el Código Penal a esta
clase de delitos por lo cual se está siguiendo contra todos juicios por cuerda
separada.
Vigésimo segundo: Que tanto Valdez como los demás que le
acompañaron a impedir la agresión ilegitima de los vascos y que rechazaron,
hicieron uso de los medios que detalla el inciso 5 del artículo 8 del Código
Penal.
Vigésimo tercero: Que Francisco Ramírez y José María
Zapata, cuya identidad han probado no han sido mandados aprehender por no estar
comprendidos en los hechos que acontecieron en Talambo. Por estos fundamentos,
administrando usted, a nombre de la Nación
Fallo: absolviendo, como definitivamente absuelvo, a Camilo
Villodas, Cayetano Olastegui y Fermín Poyen por los hechos ocurridos en Talambo
el 4 de agosto del año próximo pasado, lo mismo que separados del juicio a Francisco
Ramírez y José María Zapata a quienes se pondrá inmediatamente en libertad. Así
como también, declaro que á D. Manuel Salcedo no le persigue responsabilidad de
ninguna clase, amerito de los mismos hechos, verificados en su ausencia.
Respecto de que resulta del proceso mérito para creerse autores
del delito de agresión ilegitima contra el dueño de Talambo y no realizada en
su persona, por haberlo impedido y rechazado los peones del mismo fundo, á D. Julián
Fano y á D. Juan Ignacio Sorazu, mando que se les instruya, por cuerda separada
el correspondiente juicio. Y por esta mi sentencia, con el Superior Tribunal,
si no fuere apelada, definitivamente juzgando en primera instancia.
Así lo pronunció, mandó y firmó —Hágase saber, y líbrese
despacho, al Juez de Paz de la Ciudad de Chiclayo que estuviese expedito para
que mande practicar la misma diligencia con el referido Villodas.
—Pedro Larrea. —‘
Junio 15 de 1864.
Si con respecto al Tribunal Supremo de la República hemos
emitido nuestro juicio, ha sido por la íntima convicción que tenemos de su
integridad, ha sido porque esa conciencia está basada en la gloriosa historia
de este antiguo Tribunal, ha sido, en fin, porque jamás se le ha visto
sacrificar la ley á ningún sentimiento.
Su más perfecta justificación es la acrimonia de Salazar y
Mazarredo, es la venenosa opinión con que ha querido enlodarle un Ballestero,
un Mansi, un Garrués.
Sobre la sentencia de Primera instancia que hemos copiado
nada diremos. Si tiene algún vicio, ese no se ocultará al ojo suspicaz de los
venerables ancianos encargados del respeto y perfecta garantía de las leyes. Su
juicio, como todos los que pueden emitir, siempre estará basado en la moralidad
y merecerá los respetos de todos los hombres verdaderamente honrados de
América.
Nadie entiende hasta estas instancias el comportamiento de
Miner, Fano, Sorazu y Ormazabal hombres protegidos, de su entera confianza,
ayudantes de D. Manuel Salcedo en la administración, y que de un día para otro
aparecen estas traiciones y ambiciones de apoderamiento de la hacienda.
D. Manuel Salcedo debió preverlo, desde que fueron desobedecidas
sus órdenes. La separación de 120 vascos, sin otra causa que la de no ser
colonos de peruanos, era suficiente para hacerle comprender que en Talambo quedaba
un germen nocivo; pero le engañó su demasiada confianza. Creyó en la gratitud,
con la misma fe, con que un amigo sincero, abre su alma al que sacrifica ese
santo nombre, para ejercer más tarde la perfidia. Se dejó alucinar de una
estudiada habitud al trabajo, sin recordar que hay especialidades monstruosas,
que hay hombres que no tienen en cuenta otro elemento que su egoísmo.
Olvidó el señor Salcedo nuestra historia del coloniaje,
olvidó que no existe un español que no tenga como concepto racional, que todo
lo nuestro le pertenece, que vivimos bajo leyes excepcionales, que la España
tiene derecho de arreglarnos, que nuestro oro es su oro, nuestra propiedad la
suya y que en resumen no somos sino indios rebeldes, como que de indio trataron
al referirse al dueño de la hacienda Talambo D. Manuel Salcedo al conocerse el
incidente.
En España vive la tradición de los inmensos tesoros cedidos a
Pizarro para perpetrar contra Atahualpa la más infame y cobarde de las
veleidades. Por allá no se creé en nuestras leyes, ni en nuestros gobiernos:
somos los mismos criollos de antaño, somos los mismos infelices indios de la
mita.
Hablando de este modo no procedemos por inducción; los que
tal pensasen, nos obligaría a preguntar ¿por qué Miner se reveló contra su
benefactor? ¿Por qué llegó su saña hasta pretender arrebatarle su personalidad,
el derecho más sagrado del hombre? Nosotros lo diremos: Miner obraba de este
modo, cediendo a sus propias inspiraciones, creyendo llegado el momento de
obtener á poca costa una propiedad.
Fue muy frustrante para Salcedo, que habiendo ya perdido mas
de 60 mil pesos para la traída de 500
Vascos, y habiendo asumido ya la pérdida de doscientos de ellos al llegar al
Perú, cifró sus esperanzas en los 300 que solamente llegaron a Pacasmayo, donde
los recibió y condujo a la hacienda, formado la felicidad de 300 individuos,
cuyas desventajosa situación no podía ocultársele, desde el instante en que
abandonaban su patria, fiados en la promesa de un hombre que no les daba otra
garantía que la de un simple llamamiento y el pago de los valores gastados en
su largo viaje puso todo su empeño en estos supuestos fieles trabajadores que
decidieron cumplir con el compromiso de ir a Talambo, nunca se imaginó que
justamente, tres o cuatro de los más instruidos del grupo, iban a ser los que
venían con otras intenciones, la de hacerse de estas tierras que a Salcedo
nadie se las regaló, no las heredó, si no fueron compradas con el fruto de su
trabajo en tierras Lambayecanas de donde procedía. Miner fue el hacedor de una
traición que estuvo a punto de consolidarse
Por eso creemos también que, el negocio propuesto a Salcedo
por los vascos Miner y Azcarate, no fue otra cosa, sino el móvil de que se valieron
para llevar adelante sus propósitos.
D. Manuel Salcedo tenía en clase de representantes á Fano y
Sorazu; estos se entendían y habían entendidos siempre con los colonos; para
cualquiera petición, para una queja, un reclamo, a ellos se recurría y éstos,
trasmitían al propietario todas las ocurrencias, obrando él de un modo idéntico.
Si el día anterior se habían dirigido á los administradores, si por estos
conocían la resolución de D. Manuel Salcedo ¿con qué motivo le iba Miner á
sorprender en el camino en lugares completamente solitarios y sin un solo
testigo?
Tanto habría importado llenar sus deseos como no
satisfacerlos. Era un plan arreglado ya, del cual se habían ocupado con
bastante calma y desvergüenza, en casa de un carpintero (Miner), cuyo nombre
forma parte de uno de los considerandos o puntos cardinales, en que se apoya la
sentencia del Juzgado de primera instancia.
Miner debió recordar los respetos que se debían al individuo
que tantas veces llamara padre y generoso protector, para no injuriarle con esa
acritud que le ponía lejos de abordar una cuestión, llamada por su propia
naturaleza a ser concluida, por una gracia especial, pero jamás por la
violencia; y decimos gracia especial, porque el señor Salcedo á nada podía
estar obligado con Miner, sino solamente a lo que constaba en las cláusulas de
un contrato, a todas luces ventajoso para los vascos.
Miner no quería pues un reclamo justo, quería una venganza. No
se limitaba a interponer su razón para alcanzar su propósito, sino que
pretendía á toda costa un escándalo no se bastaba así mismo para alcanzar su
fin, sino que procuraba reunir a sus compañeros no quería que D. Manuel Salcedo
le siguiese distinguiendo, prestándole servicios, hijos de su sincera bondad,
sino que intentaba revelarse en sus furiosas pasiones. El propietario por consiguiente
veía en tal proceder uno de los móviles que autoriza la justa defensa.
Los acontecimientos ocurridos en Talambo, no hacen más que
mostrarnos la verdadera actitud de los españoles residentes en Lima, que nunca
se conformaron con la derrota en Ayacucho y firma de la capitulación
Ellos han visto con avidez nuestros tesoros y los han podido
avaluar, cuando la España precisamente, se veía tratada por los mercados
europeos, como un deudor moroso; más que esto aún, como se trata a un
insolvente, incapaz de hacer frente a sus compromisos, condición que hasta la
actualidad mantienen, es uno de los países que más ayuda recibe del Banco
europeo. Para los españoles no ha existido sino un pensamiento: aprovechar nuestras
revueltas y presentar a la España nuestra opulenta hacienda, como el más precioso
y rico botín.
Pensemos nada más como
interpretaban las cosas los españoles, después de Ayacucho La reina de España
renunciaba la soberanía, derechos y acciones que le correspondían sobre el
Perú. ¿Qué derecho, qué acciones?,
Derechos que algún día del descubrimiento de américa o de la conquista de
nuestros países americanos se iban adjudicando unilateralmente.
La prensa española quedó indignada con la resolución final
del proceso judicial referente a los hechos de Talambo, tal es así que los
españoles residentes en Lima ya incitaban
el ataque de Pinzón y la escuadra española contra las costas peruanas.
Bajo estas impresiones se hallaban los acontecimientos,
cuando la digna y suprema Corte de Justicia
de la República, declaró la nulidad de lo actuado en el proceso de Talambo,
desde fojas 90; esto es, dice el ilustrado y lógico autor del folleto titulado “El
Perú y los Españoles”, lo que proporcionó a los defensores de los vascos, la
oportunidad de que reparasen sus faltas, de que hiciesen resaltar en el proceso
toda la justicia que les asiste; y sin embargo, en el Comercio de 17 de
Febrero, se pretende justificar en esa misma declaración de nulidad, la
necesidad de la intervención diplomática.
Las leyes del país admiten el recurso de nulidad, y de consiguiente
los extranjeros que en él se avecindan, demore o acelere la tramitación de los
juicios, están en el estricto deber de someterse a los resultados que produzca;
y, sin embargo, en el uso legal de su recurso, se funda el autor del artículo a
que nos hemos referido para solicitar la intervención diplomática.
Cuando la duración de un juicio se retarda, admitiendo
recursos contrarios a las leyes, puede creerse que existe el propósito de
denegar la justicia, y en tal caso los ministros públicos estarían en su
derecho reclamando; pero como esto no ha sucedido y la declaración de nulidad cede en beneficio de
los agraciados y es una prueba más de que los tribunales quieren que los
procedimientos sean arreglados a las leyes; el autor del artículo a que contestamos,
nada menos pretende que la violación de ellas.
Si la nulidad hubiera sido denegada, en virtud de la denegación
se pediría intervención diplomática, porque lo que se quiere no es justicia
sino querella.
Los vascos son almas cándidas que explotan con fines que ya
se han hecho públicos, personas conocidas por todos. De esta causa proviene la
intolerable insolencia con que se escribe sobre la cuestión de Talambo.
Pero cuando todo lo dicho, no probase la injusticia de los
españoles residentes en Lima, para dar en tierra con sus pretensiones, respecto
de la rara intervención diplomática que han solicitado por la cuestión Talambo,
nos bastaría, decimos, volver a citar las palabras de Wattel, que hemos dejado
copiadas, en la proposición 4, en la vista expedida por el respetable señor Fiscal
Dr. D. Gregorio Paz-Soldán. No hay motivo pues, para hacer internacional
un caso común y sujeto en todo, a las atribuciones y jurisdicción de nuestros íntegros
y rectos tribunales de justicia.
Pinzón durante el periodo de que nos ocupamos, no tenía otro
pensamiento que emplear odiosos calificativos contra el Perú y sus autoridades.
La cuestión Talambo interpretada por Mansi y por Garrués, era un estímulo
poderoso para excitar sus groseros sarcasmos, y aquí es cuando Pinzón confabuló
con Mazarredo y pasa su memorándum y su carta del 12 de abril. Cuando supo de
qué las autoridades peruanas habían recibido su misiva partió rápidamente a
embarcarse en la escuadra de tal forma que el Ministro de RREE del Perú ya no
pudo citarlo o darle contestación.
Luego sucedió la toma de las islas Chincha sin declaración
previa de guerra
Después de conocerse con precisión los hechos ocurridos en Talambo,
creo haber esclarecido como se desarrolló finalmente esta aventura de parte de
Ramón Azcárate de traer compatriotas para trabajar en Talambo, y que
lamentablemente culminaron con la muerte de dos personas un peruano y un vasco,
una sola hubiera bastado para lamentar los hechos, aquí fueron dos, nadie quiso
que así se dieran los hechos, pero se dieron, y el lector juzgará las cosas.
Se trató también de
dejar claro que la justicia peruana actuó conforme a ley, se detuvo y encarceló
injustamente a D. Manuel Salcedo en Primera Instancia, quedando absuelto
finalmente en la Corte Suprema por el Fiscal.
El gobierno peruano hizo lo que debía, la de respetar la
justicia vigente sin infringir la Constitución ni las leyes, velando los
asuntos nacionales que le significaba la presencia de la escuadra española, y
dejando a D. Manuel Salcedo y la cuestión de Talambo, como dijimos, en manos de
la justicia.
Los gobiernos no tienen responsabilidad alguna cuando el
órgano judicial respectivo ha actuado en todas sus instancias, bajo un marco
jurídico de acuerdo a la Constitución de la República y las leyes del estado.
SI LLEGUE
AQUÍ ES QUE ESTA TODO LO ANTERIOR REVISADO
HAY QUE
AGREGAR LO DE RAMON AZCARATE
5. El
enganchador: Ramón Azcárate (1809-1887)
PAGINA 25 DEL
BOLETIN BASCONGAD0
CONCLUSIONES A LOS
SUCESOS SEGÚN LOS ESPAÑOLES, REPRESENTANTES DEL GOBIERNO ESPAÑOL
Para los españoles la causa en manos de la justicia se
alargaba demasiado sin emitir fallo alguno definitivo, manifestándose así: Por
mucha que fuera la simpatía del Cónsul Ugarte hacia el Gobierno del Perú,
apremiado por las órdenes del Gabinete español, tuvo que cumplir con lo más
rudimentario de su deber, reclamando, sobre tan extraño acuerdo, que alargaba
indefinidamente la conclusión de la causa de Talambo, y por lo tanto, las satisfacciones
debidas al país ofendido.
Muy extraño era que, si la reposición de la causa de Talambo se
fundaba en infracciones de leyes terminantes, el Tribunal Superior no hubiese
fallado
Esta fundada consideración “me obliga a expresar á V. E., con toda la firmeza que me ciñe el
carácter público que invisto, lo peligroso que es para la causa de Talambo ese
sistema de reposiciones jurídicas y en semejante situación, me veo en la
necesidad de protestar a tiempo contra el carácter que se le ha dado a dicha
causa; y protesto, en efecto, ante V. E. en debida forma, a fin de que el
Gobierno de S. M. C. tome en consideración el carácter, y pida por los medios
reconocidos la satisfacción y las reparaciones a que hubiere lugar, según la entidad
de los daños irrogados por los súbditos españoles que residían en Talambo.”
A esta protesta del Cónsul contestó inmediatamente el Ministro
de Relaciones exteriores, Sr. Ribeiro, diciéndole “que había pedido los necesarios datos al Tribunal Supremo, y que en
cuanto los obtuviera tendría el cuidado de dar la respuesta debida a su oficio.
“
No se crea que entre tanto los españoles establecidos en Lima
aguardaban con paciencia y en silencio los resultados de las actuaciones; pues
valiéndose de la amplia libertad que disfruta la prensa en el Perú, escribían
artículos que indudablemente hubieran motivado serios conflictos en otros
países
Ejemplo de ello fue uno que se publicó en El Comercio, de
Lima, “donde atacando con terrible encono
al Cónsul Ugarte, se envolvían dicterios y desprecios al Perú, a su Gobierno y a
sus Tribunales”.
El artículo de referencia fue contestado con cierta malicia
por un peruano, que decía, entre otras cosas: “Francamente le confesaremos a V. (al articulista), aunque no nos lo
crea, porque nacimos “en tierra de indios y negros, que el acontecimiento de
Talambo nos causó tan desagradable impresión, como se lo causa-iría a
cualquiera de los de sangre pura; y que a estar en nuestras trigueñas manos,
dejándonos llevar de nuestra sincera simpatía por la España y los españoles
(perdone V. que no lo correspondemos; pero qué quiere V., así somos los
salvajes), todas las teorías sobre distribución de las funciones del poder
público, se habrían ido a pasear y nosotros nos habríamos constituido en Talambo
á hacer justicia, como la hizo el paisano en la famosa península. Mas ¿cómo, si
ni aun en los tiempos de los pesos columnarios, ¡que es mucho decir! Andaba la
justicia en volandas? Quien lo hereda no lo hurta, amigo; y si a paso de
tortuga nos enseñaron a andar, de la noche a la mañana no nos hemos de poner locomotoras
en las zancas”....Refiriéndose el mismo periódico a una interpelación que hizo
el Sr. Calderón Collantes al Ministro de Estado en las Cortes españolas, decía:
“Un desmán cometido por un individuo,
como acertadamente observa el Sr. Marqués de Miraflores, no puede dar lugar a
reclamaciones diplomáticas, sino en el caso y de la manera que hemos indicado
nosotros en nuestro precedente artículo”.
Los diarios El Comercio y El Mercurio siempre fueron pro
Monarquía española, pro españoles en Perú, no reflejando una verdadera independencia
para informar con veracidad la vida cotidiana del Perú, fue así como publicaba
con fuerza y algarabía todo lo que favoreciera a España.
Pero los consejeros áulicos del Sr. Almirante Pinzón, quisieran
que en vez de notas se cambiaran tiros, sin esperar nada ni tomar en
consideración el deseo sincero que a todo el país le anima, de que los
criminales sean castigados. Santo Domingo le está enseñando a la España que no
sería el Perú el que más perdiera; pero Santo Domingo no le enseña a la España
como equivocadamente acabamos de decir; España y su Gobierno están por la
moderación y la justicia; algunos, muy pocos españoles, son los que desean
comprometer las buenas relaciones que felizmente existen entre la que fue
nuestra metrópoli y la república Sur Americana.
“Los que nadan tienen
que perder, porque nada; han sabido ganar en un continente donde el trabajo es
muy productivo, quieren que todo se revuelva, creyendo que de esta manera
alcanzarán todo aquello a que aspiran”. Funesta ilusión, que, por fortuna, españoles y americanos,
por su propio interés, re-oprimirán con energía y oportunidad. “Para
que no faltase circunstancia alguna sorprendente en las apreciaciones sobre los
sucesos de Talambo, he de advertir que españoles residentes en aquel punto declararon
ante el juicio público sosteniendo la inculpabilidad de D. Manuel Salcedo y la
injusticia de las reclamaciones de sus paisanos contra dicho individuo”
(i).
(i) Los que suscriben, españoles actualmente residentes en
Talambo por su espontánea voluntad, declaran ante el juicio público:
1.” Que en los tres años que como colonos dedicados a la agricultura
permanecemos en dicho fundo, jamás se nos ha tratado con aspereza o acritud ni
hostilizado de modo alguno.
2.” Que sus reclamaciones ajustadas a la contrata que en
número mayor firmamos en 1860, como cabeza de familia, las ha practicado siempre
convenciéndonos con amabilidad de la utilidad de su exactitud, la que él por su
parte ha observado.
3.” Que por tales precedentes y por su conducta posterior a
los acontecimientos del 4 de Agosto, que hemos palpado, no podemos en nuestra
natural franqueza dejar de repugnar la participación que en ellos se quiere
imputar al Sr. Salcedo y de confesar que han sido independientes de su orden y
de su voluntad, y sin que haya estado en sus manos poderlos evitar como desde
antes de ahora lo han manifestado por el periódico La Estrella del Norte Juan
José Hormaechea y At. Guisasola que también suscriben la presente aclaratoria.
4.” Que satisfechos y convencidos del leal proceder del Sr.
Salcedo, hemos preferido á siniestras sugestiones, permanecer, esperándolo todo
de nuestros afanes y trabajos y
5.”Finalmente, si bien deploramos los lamentables y desgraciados
sucesos que tuvieron lugar en esta hacienda, llevados también de un sentimiento
de justicia y de gratitud, lícito me parece hacer esta pública manifestación en
merecida ovación al Sr. Salcedo contra los diversos artículos que en su desdoro
se han publicado hasta el 23 del presente mes en El Mercurio de Lima.—Talambo á
2 de Enero de 1864.— Juan Juder, no ha tenido ninguna queja hasta la presente
fecha.—Atanasio Guisasola,—Juan José Hormaechea.
Sabemos que el Gabinete español, convencido de su torpe
nombramiento en favor del Sr. Ugarte, lo destituyó de su cargo, previniéndole
entregase sin demora todos los documentos al encargado de negocios de Francia,
pues no trataba de reemplazarlo con ningún otro agente.
El Ministro francés contestó que no habían variado los
propósitos del Perú, y que por tanto serían de total ineficacia sus gestiones.
Así, pues, en lo sucesivo la protección de los súbditos españoles quedaba
reducida a la que desde el puerto de Islay pudiera dispensarle el Vicecónsul
señor Albistur.
No dejaba de aparentar interés el Gobierno del Perú en
contener las iras de España. Así remitió a su Cónsul en Madrid, señor Moreira,
ciertas comunicaciones con encargo de que las diera a conocer al Gabinete
español.
En una de ellas procuraba demostrar que la causa de Talambo
no había sufrido retardación de justicia, y que, si bien los Tribunales Supremo
de la Nación y Superior del Departamento de la Libertad no habían estado enteramente
de acuerdo, esto no influiría en el resultado final, ni revelaba falta de
imparcialidad o acierto; añadía, que cuando el Gobierno del Perú se hubiera
impuesto bien de la causa contestaría a la protesta que le había hecho el
Cónsul antes de que fuera cancelada su patente. “Usted está en el deber (decía el Ministro Ribeiro al señor Moreira) de
disipar cualquiera mala impresión de informes exagerados é inexactos que
pudieran producir en el ánimo de las autoridades de esa Península”.
En la otra de las comunicaciones lamentaba que las
circunstancias hubiesen impedido la celebración de un tratado de paz y amistad
con España; que cuando la Escuadra llegó al Callao, el Gobierno no excusó acto
de hospitalidad ni de exquisita atención, atestiguando la confianza que le merecían
los marinos que desembarcaban en sus playas, a los cuales toda la sociedad
peruana recibió con nobles y generosos sentimientos, sin embargo de que el General Pinzón se hizo siempre refractario
a toda intimidad, demostrando prevenciones injustas para con el Gobierno
peruano; que esclavo de estas prevenciones había proferido palabras ofensivas a
la susceptibilidad del país.
En el supuesto de que el Almirante Pinzón diera malos
informes sobre nosotros, cumple a V. desvanecerlos, haciendo llegar a conocimiento
del Sr. Ministro de Estado de ese Reino, las buenas disposiciones que el Perú
abriga para con la España, en su deseo de consolidar definitivamente la paz.
Para no dudar de lo sincero de estos deseos, preciso sería
reconocer como vicio orgánico del Perú una gran inconstancia de propósito, un
anómalo sistema de persuasión, una política infantil o una cándida confianza en
lo excelente e impecable de todos sus actos.
Sólo así se podrían combinar sus ataques contra España cuando
los sucesos de Méjico, y sus demostraciones afectuosas cuando llegó la
Escuadra: las activas gestiones de su Gobierno en los sucesos de Talambo, y los
extraños manejos de los Tribunales respecto a los mismos; las reiteradas
malicias o torpezas de sus agentes al intentar el tratado de paz, y la
templanza revelada en las notas oficiales; en una palabra, tanta asombrosa y
rápida alternativa, de las que sólo deberían tomar en cuenta los españoles
aquellas que les fuesen satisfactorias, y las desfavorables o injuriosas
dejarlas pasar, que este era su criterio, pruébalo la acusación que hacían al
Almirante, porque rehusaba corresponderles en el tono que entonces le hablaban.
Si este Jefe fue inoportuno en Chile hiriendo la
susceptibilidad de aquel país, no lo fue tanto en Perú, donde se había herido,
y no poco, impune e injustamente la no menos respetable susceptibilidad de
España
CONSECUENCIAS DEL
INCIDENTE DE TALAMBO EN LAS RELACIONES ENTRE PERÚ Y ESPAÑA
El incidente de Talambo se produjo el 4 de
Agosto de 1863, precisos instantes en que la armada española después de su
larga travesía desde España hacia América y luego de haber recalado algunos
días en Valparaíso donde recibió saludos de los españoles residentes e
intercambiando ágapes y relaciones formales entre ambos gobiernos, pasaba por
la rada del Callao rumbo a Panamá, sin enterarse aún el Almirante Pinzón de lo
que estaba sucediendo en Talambo.
Los hechos de Talambo se produjeron en el andar
de las naves españolas por las toda la costa del pacífico americano hasta los estados unidos y su regreso, auscultando el
ánimo de los gobiernos y sus relaciones con España luego de lograr la independencia
de España de todos los países americanos.
Isabel II de Borbón, quién era la Reina España desde 1833 y hasta 1868 había dispuesto esta expedición a sus
antiguas colonias motivadas por la
ambición, que deseaba como fuente de recursos para España las islas
guaneras, recobrar colonias y todo recurso que vaya a mejorar las alicaídas
arcas españolas.
Entre esos recursos ambicionados estaba la de
cobrar al Perú por los gastos en la guerra de la independencia, Junín, Ayacucho
y otros.
El 10 de Agosto de 1862, a las cinco de la
tarde, salieron de la bahía de Cádiz las fragatas Resolución y Triunfo en
avanzada y posteriormente lo hicieron otros navíos
El 10 de Julio de 1863 llegan al Callao. El General Pinzón tenía instrucciones para saludar a la plaza,
previa la seguridad de ser correspondido: así se efectuó. El capitán de puerto
felicitó al Jefe español en nombre del Comandante general de marina y del
Prefecto político. El Almirante cambió sus visitas con estas autoridades, y a
los pocos días se trasladó a Lima donde fue recibido por el Jefe de la
República, quien le había cumplimentado con uno de sus ayudantes apenas llegó
aquél a la capital.
La entrevista de Pinzón con Canseco fue breve y
de pura cortesía. La escuadra permaneció en el Callao poco más de dos semanas,
en cuyo intervalo aceptó un banquete del encargado de negocios de Francia M.
Lesseps, que le fue devuelto el día 11 de agosto de 1863 abordo de la Capitana, y al cual concurrieron
el Almirante Bonet con su Jefe de Estado mayor, los comandantes de la corbeta
Gala-thée, goleta Diamant, y de una fragata inglesa, los Cónsules de Francia y
Prusia y otras varias personas distinguidas del país, de las cuales se habían
recibido agasajos y demostraciones de simpatía.
A su regreso de la travesía que lo llevó hasta
los estados unidos de norte américa, visitando varios países americanos en
Octubre de 1863 al recalar en Panamá en Almirante Pinzón se enteró por primera
vez de lo ocurrido en Talambo, sin mayores detalles.
La Resolución llegó al Callao el 13 de
Noviembre de 1863; el Comandante de la Covadonga impuso al General Pinzón de
los graves sucesos ocurridos en Talambo durante la ausencia de las fuerzas
navales
El 13 de Enero de 1864 salió la Covadonga por
orden de Pinzón para el puerto de Pacasmayo, con objeto de conducir al Callao a
los vascongados, restos de la colonia de Talambo
A fines de Marzo de 1864 llega a Lima Eusebio Salazar Marredo
en calidad de Comisario Regio, título no aceptado por las autoridades del Perú
puesto que es usado en las Colonias españolas.
Salazar traía comentarios negativos de parte de
las cortes españolas sobre la persona del Almirante Pinzón.
Al entregar sus credenciales al gobierno
peruano este no las aceptó puesto que el título de comisario Regio era usado
para las colonias y no para una República.
Esto indignó a Salazar y manifestó que
intercederá para que sea denegado un empréstito de setenta millones de duros
solicitados por el Perú.
Con tal lenguaje y tales formas, nadie dudaría
que las órdenes que Salazar había recibido del Gobierno de S. M. C. fueran
provocar la guerra a todo trance, extinguiendo desde el principio cualquiera
impulso de reconciliación que pudiese tener el Perú.
Eusebio Salazar de esta manera incitó a la toma
de las islas Chincha por parte del Almirante Pinzón la que se produjo el 10 de
Abril de 1864
El Almirante Pinzón por sus continuos
desaciertos y carácter belicista fue relevado finalmente de su cargo y
reemplazado por el almirante Manuel Pareja
4. TRATADO VIVANCO-PAREJA.- Fue el Tratado que
se firmó el 27 de enero de 1865 a bordo del barco “Villa de Madrid” en el mar
del Callao entre Manuel Pareja a nombre de España y Manuel Ignacio de Vivanco a
nombre del Perú. Vivanco actuó en comisión dada por el entonces Presidente del
Perú Juan Antonio Pezet.
Este tratado establecía lo siguiente:
España devolvía las islas de Chincha al Perú.
El Perú aceptaba al Comisario Regio para
solucionar el Incidente de Talambo.
El Perú debía abonar a la escuadra española
tres millones de pesos como gastos por la guerra.
Los pabellones de ambos países serían saludados
recíprocamente como acto de desagravio; salva de 22 cañonazos recíprocamente.
El Tratado Vivanco Pareja
Se firmó el 27 de enero de 1865 a bordo del
barco “Villa de’ Madrid” en el Callao, entre los generales Pareja e Ignacio de
Vivanco.
Se consideró en el documento:
(1) La devolución de las islas de Chincha al
Perú.
(2) El Perú debía abonar a la escuadra española
tres millones de pesos para su sostenimiento.
(3) Los pabellones de ambos países serían
saludados recíprocamente como acto de desagravio.
El Tratado fue aprobado por el Presidente
Pezet, pero fue rechazado enérgicamente por el parlamento, el pueblo y la
prensa.
Sucedieron incidentes que agravaron la
situación. Castilla fue deportado a Gibraltar por un grave altercado en el
parlamento con el Presidente Pezet.
EL TRATADO VIVANCO PAREJA
El gobierno de José Antonio Pezet firmó el
tratado Vivanco-Pareja que, en pocas palabras, resultaba humillante para el
país:
1. El Perú debía pagar una cantidad superior a
los 2 mil pesos por los gastos ocasionados a la escuadra
2. Aceptar la investigación del comisario regio
(funcionario de la corona que tenía injerencia en las colonias)
3. Lo más oneroso: cancelar la deuda que el
Perú tenía pendiente con España.
4. La aceptación del saludo con artillería a la
bandera española una vez desocupadas las islas guaneras
La indignación no pudo ser mayor. Acusado de
traidor, el general Pezet huyó hacia Europa cuando se enteró del levantamiento
de Manuel Ignacio Prado en Arequipa. Declarado nulo el tratado Vivanco-Pareja,
se formó la Cuádruple Alianza entre Ecuador, Perú, Chile y Bolivia y se declaró
la guerra a España.
OCUPACIÓN
DE LAS ISLAS CHINCHA PAG 179 DE HISTORIA GUERRA PACIFICO
(10 Abril
1864 – 1865)
En el período más álgido de protestas y
reclamaciones a causa de los sucesos de Talambo, recibió el Almirante Pinzón un
oficio que le enviaba el representante de España en Washington, señor Tassara,
por conducto del Cónsul Ugarte, noticiándole confidencialmente que la Escuadra había
sido destinada con urgencia a las aguas de Cuba. No dejó de sorprender al
Almirante, y con razón, que en vista de la gravedad que implicaba en las
circunstancias actuales aquella orden, no se le hubiera comunicado
directamente, sino valiéndose de un comerciante que ni aun pertenecía a la
carrera consular: así se lo expresó al Sr. Tassara, participándolo también al
Gobierno español. Pero Tassara había hecho más, porque también le dirigió igual
aviso por medio del Vicecónsul de España en San Francisco de California.
Esto revelaba, al parecer, dos propósitos;
darle toda la publicidad posible y contribuir a que el señor Pinzón dispusiera
sus barcos inmediatamente y se hallara listo a zarpar en cuanto recibiese la
anunciada orden, abandonando el Pacífico. En atención a que Tassara era íntimo
amigo de Barreda (hermano político de Osma), uno de los agentes del Perú que
más había combatido a España, creyóse por los Jefes de la Escuadra que Tassara,
sin comprenderlo, venía a ser instrumento de su amigo y del Gobierno peruano,
por el cual se ponía en juego una intriga para conseguir a todo trance la
retirada de la Escuadra.
Era también extraña la actividad demostrada por
Tassara, si se considera que durante los veintidós días que permanecieron los
buques en San Francisco, no demostró igual cuidado en comunicar con ellos bajo
ninguna forma.
La anunciada orden de regreso fue motivo de una
amplia discusión y de un acuerdo unánime por parte del Almirante y Jefes de los
buques, que resolvieron dejarla de cumplimentar, fundándose en consideraciones
muy atendibles: pártase del principio que los súbditos españoles establecidos
en Lima habían presentado a Pinzón una relación de vejámenes y atropellos con
exceso exagerada; que los sucesos de Talambo se relataban con horribles colores
y detalles de crueldad infinita, que no habían concluido, y los que suponían
quedaran impunes; que otros españoles habían elevado una instancia al General
rogándole detuviera su salida para proteger sus vidas e intereses seriamente
amenazados; únase a esto que el Sr. Lesseps, representante de Francia, no era
admitido por el Perú como protector de los súbditos españoles; y, sobre todo,
que el Sr. Ballesteros cumplía concienzudamente la guerra sin tregua que había
declarado al Perú, haciéndose oír con harta frecuencia a bordo de los buques.
Los sucesos de Talambo que se circunscribieron
a un levantamiento y la muerte de un español, la comunidad limeña a estas
alturas ya había sido mal informada y exagerada por Julián Fano y Juan
Ignacio Sorazu a tal extremo de tildarla
de crueldad infinita, decir de vejámenes, de impunidad cuando el proceso
jurídico estaba aún en curso, de tal forma que se impresionaba mucho a la
población limeña pensando seriamente en todo lo que dijeron y publican los
diarios pro españoles, y por todo esto se suma el hecho de Talambo a la ambición
reconquistadora que ya cundía en sus ánimos reforzada por la presencia de
Pinzón y la escuadra.
Tampoco vemos pues durante la estadía de los
barcos en el Callao alguna actividad científica, lo que corrobora las
intenciones que traía la visita española
No hubiera sido dudoso para ningún Almirante,
en caso igual, lo que la dignidad le obligaba a resolver, sin embargo de la
restricción que habían sufrido, con las nuevas instrucciones, sus poderes y
derechos. Por si no fuera suficiente todo lo expuesto para que el Jefe de la
Escuadra se resistiera a cumplir la orden, hay que decir que apareció por
entonces en el Perú el Sr. Salazar y Mazarredo, cuyos consejos no pudieron ser
más belicosos y desatinados.
Los mismos españoles en esta su declaración
vemos pues que consideraban a Salazar y Mazarredo una persona de mala calidad
confirmándose en todos los hechos en que tuvo participación en el Perú y
Talambo.
La junta de jefes, reunida a bordo de la Resolución,
extendióse en un prolijo análisis de todas las circunstancias que pudieran
ocurrir, y se comunicó al Gobierno el resultado de la discusión, que puede
extractarse con estas palabras: “Atendidos
los recursos del Perú, la Escuadra tiene fuerza bastante para garantir el éxito
en todos los extremos. La simple
presentación de una sola fragata en las islas Chinchas, pondría al Gobierno
español en posesión accidental de este importante punto. El éxito de las primeras
operaciones es seguro: resta sólo poner los medios de sostener lo hecho por un
tiempo determinado y mantenerse en posesión de estas prendas hasta tanto que S.
M. resuelva lo que estime por
conveniente”
Calcúlese que la respuesta a esta comunicación
podría recibirse a fines de Marzo, en cuyo intervalo se guardaría profunda
reserva, y la Escuadra, siguiendo el curso ordinario de la comisión, dejaría a
todos en la creencia de que después de Chile iría al Atlántico.
El Sr. Salazar y Mazarredo se ofreció a llevar a
España personalmente la comunicación documentada y dar al Gobierno de S. M.
amplias explicaciones verbales sobre todos los sucesos.
Así lo hizo viajó a España y regresó con un
nuevo título “Ministro de su Majestad
Católica en Bolivia y Comisario Extraordinario para el Perú”
El Almirante presentaba su dimisión para el
caso de que el Gobierno desaprobara la conducta que había seguido y la
resolución que había tomado de permanecer en el Pacífico esperando nueves
órdenes
Sin duda desde los inicios de esta expedición
Pinzón sabía y eran sus esperanzas de una
confrontación recuperadora de la colonia peruana, por lo que regresar
con las manos vacías era una afrenta muy grande.
Continuaron
la Resolución y la Covadonga fondeadas en el Callao, sin intervenir en cuestión
alguna y como ajenas e indiferentes a los trámites que seguía la causa de
Talambo y a las reclamaciones o quejas de nuestros compatriotas.
Por entonces se presumía que el General
Echenique subiría al poder, en cuyo caso todo podría arreglarse, porque aquel
General estimaba a España. La situación del Perú era muy crítica; por un lado
el Gobierno francés le exigía una indemnización considerable de ciertos
agravios inferidos a colonos polinesios que estaban bajo su protección; por
otro lado débale recelos el ejército de Nueva Granada, que a las órdenes del
General Mosquera, victorioso, había invadido el Ecuador. Por fin, con la
retirada de Mosquera se recobró la tranquilidad y el Gobierno del Perú,
pretextando la necesidad de consolidar la independencia americana, expidió otra
circular a varias de aquellas repúblicas, invitándoles para la celebración de
un Congreso.
El 13 de Enero de 1864 salió la Covadonga por
orden de Pinzón para el puerto de Pacasmayo, con objeto de conducir al Callao a
los vascongados, restos de la colonia de Talambo; pues decíase que aquellos se
veían obligados a hacer total abandono de sus intereses a causa de la incesante
persecución de que eran objeto. La Covadonga regresó el 20 del mismo mes,
trayendo a su bordo un total de nueve vascongados, que fueron los únicos que acudieron
en busca de mejor fortuna.
La fragata Resolución salió del Callao con
dirección a Valparaíso, fondeando en esta rada el 16 de Marzo de 1864, donde ya
lo estaba la Triunfo hacía largo tiempo; la Covadonga, entre tanto, había sido
enviada a Panamá, en cuyo punto recogió a Salazar Mazarredo, que llegaba de
España investido con la categoría de Ministro residente de S. M. C. en la
República de Bolivia y Comisario extraordinario de España en el Perú;
inmediatamente regresó la Covadonga al Callao, en cuya rada fondeó el día 18 de
marzo de 1864 quedando allí a las órdenes del Sr. Salazar, que desembarcó en el
acto dirigiéndose a Lima.
Es de advertir que el Sr. Salazar había escrito
desde Panamá al General Pinzón, diciéndole, en primer término, que el Consejo de
Ministros había reprobado por completo su conducta; que todos los obstáculos
habían sido vencidos gracias a muchas cosas que no podían confiarse al papel; que
los enemigos del Almirante le habían criticado mucho por su inercia en los momentos
graves; todos dicen ( añadía Salazar ), que las cosas se han puesto peor en el Pacífico
desde que Pinzón anda por allí, por no saber demostrar energía a tiempo.
Bien se lo anuncié á V. Estas injustificadas
frases, pues no había habido ocasionen que demostrar poca o mucha energía, fue
un recurso de Salazar para herir el orgullo de Pinzón; precisamente si algo
temía España del Almirante era todo lo contrario. ¡Increíble parece que el Gobierno
hubiese confiado su representación á persona que aparentaba merecer el dictado de
loco! ¡Quién dijera que le estaba reservado al Gabinete Miraflores nombramiento
más inoportuno y descabellado que el del famoso Ugarte!
La ocupación de las Chinchas era una idea fija,
una antigua monomanía de aquel mal diplomático, y así lo revelaba en la carta de
referencia:
Recibirá V.
ésta el 29de marzo de 1864; dese V. á la vela en seguida con las dos fragatas y
vaya V. á fondear a las islas de Chincha.
Es el rendez vous más conveniente, después de pesados
todos los argumentos que V. puso
Y los míos .D Concluía diciendo que no le enviaba
las comunicaciones oficiales porque quería entregárselas personalmente. Antes de
abandonar a Valparaíso conferenció el General Pinzón con el Sr. Tavira respecto
a la facilidad que pudiera prometerse para abastecer la Escuadra en aquel punto
si se rompieran las hostilidades con el Perú. Tavira
Le indicó que no lo dudase, aunque el pueblo y
la prensa chilena se pondrían inmediatamente de parte de la vecina República.
Acudió con puntualidad el Almirante a la cita de Mazarredo, cuyo reciente
nombramiento le inspiraba una confianza ciega en que dicho señor era fiel
intérprete de los deseos del Gobierno de S. M. C, con el que había conferencia
doy discutido todos los asuntos. Era muy natural.
Entre tanto, en abril de 1864 apenas llegó a Lima Salazar, notificó al
señor Ribeiro su misión especial para que le designase día y hora en que hacerle
entrega de los documentos que conducía.
Contestó le el Ministro peruano accediendo a su
petición; que lo recibiría con la mayor cordialidad, dándole aquellas
facilidades y concediéndole todas las preeminencias que el derecho reconoce y
son necesarias para el desempeño exacto de su encargo; pero que como el Sr. Salazar
iba acreditado con un carácter puramente confidencial, según se desprendía de
la denominación de Comisario que no estaba de acuerdo con las reglas y usos
diplomáticos, y que podría traer quizás embarazos en el curso de las negociaciones
, se hacía conveniente una previa entrevista y explicación con el Ministro que
le escribía, y el cual lo aceptaba desde luego como agente del Gobierno de Madrid.
Si el Sr. Salazar, decía, admite, como es de
esperarse esta previa y precisa explicación, puede, cuando lo estime por conveniente,
dar principio a su misión, seguro de encontrar de parte del Perú y su
administración las más felices disposiciones para entenderse con el Representante
de la ilustrada nación española.
A los pocos días le contestó Salazar que en
vista de que el Perú no quería reconocerle el carácter de Comisario especial o
Extraordinario para el Perú , había él dirigido ya un memorándum a los
representantes extranjeros, del cual le incluía copia; que constándole proyectaba esa República contratar un empréstito de 70
millones de duros, esto no podía ser sino para oponerse a las justas
reclamaciones de España; que cualquiera que fueran las eventualidades del
porvenir, se guardase mucho de cometer excesos con súbditos españoles, porque las
represalias serían mucho mayores y decisivas.
Con tal lenguaje y tales formas, nadie dudaría
que las órdenes que Salazar había recibido del Gobierno de S. M. C. fueran
provocar la guerra a todo trance, extinguiendo desde el principio cualquiera
impulso de reconciliación que pudiese tener el Perú.
Pues bien; todo lo contrario: Salazar había
recibido dos pliegos de instrucciones que venían a complementarse, pero ocultó
mañosamente uno de los pliegos, y ya veremos hasta qué punto llevó a cabo esta
ocultación. En aquel pliego se le decía:
Ahora, después de todo, fije V. S.
Altamente su atención en que la misión que el Gobierno de S. M. le confía es de
paz: que el Gobierno quiere paz y buena inteligencia: y por este medio, antes
que por ningún otro, la justa reparación a que aspira, y que si, sin culpa suya,
hubiera que llegar a demostraciones de fuerza, las razones que á V. S.
determinen a ello, de concierto con el Jefe de nuestra Escuadra han de ser
tales, que el Gobierno español, sin más que hacerlas notorias, quede
justificado ante las naciones de Europa y de las demás civilizadas.
Como prueba del anunciado leal propósito del
Gobierno español en este punto, si las gestiones pacíficas produjesen el
resultado satisfactorio que es de esperar, va V. S. autorizado para proponer
después al Gobierno dela República la continuación de las negociaciones
interrumpidas o la iniciación de otras nuevas, que aseguren entre los dos
países las buenas relaciones que hoy son ya una necesidad entre las naciones civilizadas.
El Ministro que esto escribió y que de tan buenos propósitos estaba animado, no
paró mientes sin duda en el significado que pudiera dársele en Perú al título
de Comisario español, y de que esto fuera un grave obstáculo. Sin embargo, este
escollo hubiera sido salvado por un hombre de buen juicio; el error que no podía
orillarse era el de la elección de este hombre.
La postura de Salazar ya era tema de debate por
parte del gobierno del Perú, tanto es así que el Presidente Pezet manifestó en
un discurso “Autorizo a cualquier hombre para que me corte la cabeza si
transijo con los españoles” (Basadre 1969, 217).
Las relaciones eran un tanto especiales, puesto
que pese a la tensión se estaba tramitando el empréstito comentado y este ya
había sido aprobado para tal fin viajan a Inglaterra el Coronel Francisco Bolognesi,
y a los Estados Unidos y Europa otras comisiones navales para adquirir buques;
mientras que las colonias italianos, francesas y estadounidenses, así como un
grupo de españoles, pidieron la liberación de las islas Chincha. (Basadre 1969,
218)
El 10 de Abril de 1864, las fragatas Resolución
y Triunfo fondearon en las islas de Chincha, donde lo estaban muchos buques de
todas nacionalidades cargando guano, y el bric-barca de guerra Iquique, artillado
con cuatro cañones pequeños. La Covadonga llegó casi en seguida puntual a la
cita, conduciendo a Salazar y a Merino Ballesteros, que había embarcado en la
goleta, temeroso de pasarlo mal en Lima.
El Sr. Salazar, desde el bote que lo trasladó a
la Capitana, manifestaba con grandes gritos que el Gobierno del Perú no había
querido recibirlo, y después de hallarse a bordo, sin calmar un punto su
cólera, relató los sucesos, enseñó las notas que mediaron entre él y el
Ministro Ribeiro, y entregó al Almirante las instrucciones que traía del
Gabinete español. Leyó Pinzón el oficio del Ministro de Marina referente a
dichas instrucciones, y al llegar al párrafo que decía «se ha servido» encomendar
a D. Eusebio Salazar y Mazarredo la misión extraordinaria en dicha República,
de que se impondrá V. E. por las dos adjuntas copias de las instrucciones que
para su desempeño le han sido comunicadas por el Ministro de Estado, etc. Advirtió
Pinzón que sólo se le mostraba una de las copias mencionadas, y preguntó a
Salazar por la otra. Este dijo que era un documento de poca importancia y que
se le había extraviado en el laberinto de sus papeles.
La respuesta no satisfizo al Almirante, nial
Mayor general, e insistieron en que lo buscase. No sé lo que he hecho de él, ya parecerá; repetía
Salazar invariablemente. La insistencia en pedir esta parte de las
instrucciones debiera haber sido más tenaz y su extravío muy sospechoso, no obstante,
la confianza manifiesta que el Gobierno había colocado en Salazar, al
revestirlo con plenos poderes y tan alta representación; pues si bien era fácil
la pérdida de la copia que al Almirante se le remitía por Marina, no era
probable que también se hubiera perdido el original entregado directamente a
Salazar por la primera Secretaría de Estado. La situación no admitía término
medio; o se sospechaba de la buena fe del Comisario y del alcance de sus
poderes, negándose a reconocerlo hasta que fueran leídas todas las instrucciones,
o se prestaba crédito a sus disculpas y se cooperaba a sus deseos. Esto último
aceptó el Almirante, arteramente engañado.
Quedaron, pues, como únicas subsistentes, las órdenes
que con el carácter de muy reservadas enseñó a Pinzón. Veamos sus capitales
puntos para deducir si también se apartaron de su espíritu. Comenzaba por expresar
el Ministro que si había investido a Sa-lazar con el carácter que llevaba era atendiendo
a la intimidad y confianza que decía tener con Pinzón, como lo confirmaba el hecho
de haberle éste pedido consejo cierta vez y de haberlo enviado con una misión
cerca del Gobierno. Prevenía le a Salazar que antes
De practicar gestión alguna se enterara por cuantos
medios le fuera posible del curso y estado del proceso de Talambo, y que examinara
bien las quejas de los súbditos españoles, eliminando las exageradas e infundadas,
y que después de formar el pliego de agravios, con sujeción riguroso, a sus
instrucciones, presentara su primera reclamación razonada y enérgica, apero de todo
punto pacífica y sin género alguno de indicación sobre haber de recurrir o no a
la fuerza.
De la forma adecuada de esta reclamación, y de la
preparación favorable hábilmente causada en la mente de aquel Gobierno, puede
pender la terminación honrosa y pronta que apetece España, obligada por altas y
perentorias razones de necesidad y conveniencia a procurar y desearla solución rápida
de esa complicación y el retiro pronto, también, de la Escuadra a las aguas dela
Península.
Penetrado V. S. así de la intención del Gobierno,
no exagerará V. S. las pretensiones; reducidas a lo justo, se sostienen mejor y
queda más justificado el empleo de la fuerza
en el peor caso.
Como el Gobierno del Perú no quiso establecer negociaciones
sino puramente confidenciales con el Comisario especial de España, cuyo título
repugnaba a la susceptibilidad de aquel país, demos esta negativa como un equivalente
al fracaso de todas las gestiones efectuadas (no cual las comenzó o planteó el
Sr. Mazarredo, sino tan templadas y sensatas como las prescribían las instrucciones.
Para este caso también tenía el hábil Comisario su camino trazado con perfecta
claridad. «Si contra todo lo que es de esperar, la reclamación fuese desechada in
lamine, expresando V. S. su pesare la precisión de recurrir a demostraciones de
fuerza, que nadie y querría evitar con más cordial resolución que el Gobierno de
S.M., anunciará V. S. que se retira a la goleta surta en aquellas aguas, y así lo
verificará. Si el rechazo de la reclamación presentada por V. S. no fuere
absoluto, sino condicional y no cono- D adámenle para ganar tiempo, cruce V. S.
alguna contestación, si de ella espera el pacífico, favorable y pronto
resultado a que se aspira. Aún puede suponerse que el no admitir al Comisario
fuera para ganar tiempo, pero en este mismo caso también hallaba concretas
instrucciones el Sr. Salazar.
Veamos de
qué modo las cumplió: Ya en la goleta, dirija V. S. su ultimátum, acompañando
copia de las instrucciones fundamentales y publicables que V. S. lleva, y con término de treinta
horas para contestar, pasado el cual, sin verificarlo, o ceder a las
satisfacciones pedidas, levará V. S. anclas o adoptará sus disposiciones para
la aproximación de la Escuadra.
Anuncie V. S. asimismo que la reparación a que
se le obliga al Gobierno español a procurarse por medio de la fuerza estaba de»
todo punto fuera del deseo del Gobierno, y que en su manifiesto a la Europa y a
la América toda, hará ver por qué agravios y por qué medios y negativas se ha
obligado a España, que quería y quiere siempre la paz, a recurrir a medidas
coactivas, si bien autorizadas por el derecho de gentes.
Si en este estado las cosas el Gobierno de la
República propone solución al conflicto, admita V. S. las nuevas gestiones, no
encaminadas notoriamente a ganar tiempo; admita V. S. mediación, en su caso,
siendo autorizada, pero todo en el buque. Si ni aun así hubiera resultado
honroso, parta V. S. á noticiar al General Pinzón que la cuestión le pertenece
ya, según las instrucciones que habrá recibido al efecto.
V. S., sin embargo, continuará a su lado hasta
la terminación de lo que haya que emprender y para ultimar su comisión, si
aquel Gobierno hace al cabo con la Escuadra a la vista lo que ha rehusado por
medios pacíficos.
Aun empezada ya la demostración de fuerza a que
haya que apelar, y para acreditar siempre al Gobierno español que ha querido la
paz hasta lo último, recibirá V. S. la mediación o arbitraje que pudiera
proponerse de representantes de naciones amigas. Últimamente, fije V. S. su atención
para cuanto emprenda y resuelva y mire como circunstancia esencial de» su
comisión, que la mente del Gobierno es la terminación más breve posible de su
radical encargo, toda vez que sea honrosa; y el facilitar, en cuanto de V. S.
de-penda, el más pronto retiro de la Escuadra.
En efecto, el Sr. Salazar no dirigió ultimátum a
nadie, ni copia de instrucciones, ni dio plazo de treinta horas, ni de una, ni se
ocupó en decir que España quería la paz o la guerra, ni quiso someter a prueba
la terquedad del Perú llamando la Escuadra al Callao, ni concibió arbitraje de
ninguna especie.
En cambio, para facilitar el pronto regreso de
la Escuadra, la dejó bien clavada en las islas de Chincha, y permaneció al lado
del Almirante mientras
no pasó por allí el primer buque que pudo traerlo a Europa. Pero no adelantemos
los sucesos. Ni aplaudamos sin reserva las instrucciones del Gobierno de
España.
Las islas de Chincha carecían de
fortificaciones; su guarnición consistía en unos 200 hombres de tropa de
infantería de Marina, y su Gobernador lo era el capitán de navío D. Ramón
Valle-Riestra; esta autoridad, el capitán de puerto, varios empleados de
Hacienda, la guarnición citada, 1,000 individuos dedicados a la carga de guano
y 160 presidiarios, constituían la totalidad de los habitantes de las islas.
El buque de guerra Iquique era la única fuerza
marítima que allí tenía el Perú. En la bahía había fondeados de 70 a 80 buques
mercantes de todas las nacionalidades. El Almirante y Salazar conferenciaron, y
con presencia de las instrucciones y de las reglas de derecho internacional que
tuvieron a la vista, resolvieron bajo su exclusiva responsabilidad apoderarse
de las islas de Chincha a nombre de España, medida que les pareció preferible
al bombardeo de los puertos del litoral del Perú, y conservarlas hasta tanto
que el Gobierno de la República se prestase a dar las satisfacciones que el
nuestro reclamaba. Inmediatamente el General pasó una intimación al Gobernador
de las islas que decía así: Estando
resuelto a posesionarme de las islas Chinchas con las fuerzas de mi mando lo
participo á V. S., debiendo en el término de quince minutos dejarlas a mi
disposición, pues de lo contrario las tomaré á viva fuerza.
Lo curioso es que mientras el alférez de navío Canga
Arguelles llevaba esta misiva al Gobernador, vinieron a saludar al General, el
capitán del puerto y el Comandante del Iquique, quienes permanecieron abordo
largo rato, hablando con perfecta tranquilidad y ajenos a lo que se preparaba.
Llegó la respuesta del Gobernador que fue la
siguiente: He recibido la nota que el
señor Almirante ha tenido a bien dirigirme con fecha de hoy, en la cual me
intima que ponga a su disposición estas islas, y que en el caso de no hacerlo
así tomará posesión de ellas por medio de la fuerza: en contestación debo decir
al señor Almirante que no tengo instrucciones de mi Gobierno sobre el
particular, y que no pudiendo por lo tanto proceder en asunto de tanta gravedad
pediré las necesarias, esperando que el señor Almirante tenga a bien darme el
tiempo necesario para recibirlas.
Apenas obtenida esta contestación, mandó el
General que se alistasen los trozos de desembarco, y que un bote armado fuese a
tomar posesión de la barca Iquique apresándola con toda su gente.
Al mismo tiempo contestó al Gobernador con
estas frases. En respuesta a la atenta
nota de V. S. que acabo de recibir, pongo en su conocimiento que el alférez de navío
dador de esta comunicación lleva una bandera española que deberá sustituir a la
peruana en el plazo improrrogable de quince minutos. Si así no fuese, se
romperá el fuego inmediatamente sin contemplaciones de ningún género, y V. S. será
responsable de la sangre que se derrame y de la propiedad que se destruya.
Contestó el Gobernador protestando de la
violencia que se le hacía, que sólo cedía a la mayor fuerza y que no arriaría
su pabellón hasta tanto que no fuese gente española a verificarlo.
Por entonces la goleta ya había recibido orden
de impedir la salida de varios botes que se daban a la vela. Habíase hecho el zafarrancho
de combate abordo de las fragatas, y en junta de Jefes se acordó la forma y
modo de efectuar el desembarco y toma de posesión. Hecha señal a la Triunfo, envió
esta su gente armada, y unida a la de la Resolución bajo las órdenes del
teniente de navío don Evaristo Casariego, abordaron el muelle, y sin
resistencia de ninguna clase llegaron a la plaza, al mismo tiempo que el Almirante
con el Mayor general entraban en la casa del Gobernador. Tuvo con éste una
conferencia, a la que asistieron el capitán del puerto, el secretario del
gobierno, dos señores del país, uno de ellos Álvarez Calderón, Senador de la
República y contratista de su Gobierno, que estaba encargado de la dirección
del cargamento del guano.
En esta conferencia se convino trasladar el
presidio a la barca Iquique, y se concertaron los medios para que no se turbase
la tranquilidad pública; entre tanto se había cambiado el pabellón peruano por
el de España, al cual saludó la Capitana con veintiún cañonazos.
El General constituyó presos en calidad de rehenes
para garantizar la seguridad de los españoles residentes en Perú, al Gobernador,
capitán de puerto, comandante de la Iquique y varios oficiales. Últimamente
pareció mejor que el presidio se trasladase a Pisco, custodiado por la tropa
peruana que guarnecía la isla. Esta comisión fue confiada al Teniente de navío D.
José Navarro y alférez Lora.
Á la Iquique se le nombró un oficial de mar y
30 hombres de tripulación. Tomadas todas estas disposiciones, aquella misma
noche se puso en marcha la Escuadra en demanda del Callao, en cuya rada fondeó al
amanecer del día 16; el objeto principal que allí la llevaba era sacar de dicho
puerto al brik-barca español Heredia antes de que pudiera ser apresado, y además
participarle al Gobierno del Perú que España había tomado posesión de las islas
de Chincha.
Cuando la Escuadra arribó al Callao, estaban
surtos en su rada la corbeta Amazonas de 40 cañones, los vapores Sachaca, Apurímac,
Tumbes y Loa.
Al parecer no se tenía conocimiento de lo ocurrido;
así venía a indicarlo la tranquila actitud de los buques, y el hecho de haber
enviado el Prefecto del Callao un oficial que cumplimentase Pinzón, y otro el
Almirante peruano.
¡No obstante, supuse después que desde la noche
anterior el Gobierno del Perú había tenido conocimiento de! Inferido agravio.
Inmediatamente conferenciaron el Almirante y el
Comisario con el Ministro de Francia y con los Jefes de las estaciones navales
inglesa y norte-americana, entregándoles el Memorándum y declaración que debía ser
dirigida a todos los miembros del cuerpo diplomático a los mismos se notificó
oficialmente el acto realizado asegurándoles que todo continuaría como estaba,
que el tráfico del guano no se interrumpiría, quedando así garantidas las propiedades
de los súbditos extranjeros.
Concluidas las conferencias, se advirtió una excitación
extraordinaria en la ciudad del Callao; que el Jefe de las fuerzas peruanas se
dirigió a bordo de la Amazonas donde acudieron también los Comandantes de los
otros buques; que a poco todos habían encendido los hornos de sus máquinas y no
tardaron en desahogar vapor; y que los mercantes se pusieron en movimiento para
dejar francos los fuegos de las fortalezas.
En vista de esta actitud, ordenó el General zafarrancho
de combate a la Escuadra, y disponerse para proteger en caso preciso a la Covadonga,
que había de dirigirse a la barca Heredia, fondeada cerca de los muelles bajo
las baterías de la plaza, y remolcarla hasta fuera del puerto. La Covadonga para
desempeñar su comisión tuvo que cruzar ante el inmenso gentío que coronaba los
muelles, y tan inmediata a los buques de guerra del Perú que, desde uno de ellos,
el Loa, le gritaron atrás, no se pasa
y el Comandante Fery contestó, adelante y
viva España.
Llegando a la barca le dio remolque y la
condujo fuera, sin la más pequeña oposición por parte de las fuerzas peruanas.
Esta maniobra fue verdaderamente bella, tanto que, acaso no exagere al decir
que colmó de admiración al pueblo peruano, arrancándole gritos de reproche la conducta
reservada o prudente de su marina.
La Escuadra española pase o su bandera por
entre las múltiples baterías de los buques y de los fuertes y bajo las miradas
de millares de personas que cubrían las azoteas de la población, creyendo sin
duda presenciar un combate, para el cual esperaba la Escuadra que la agresión
partiese del Perú, pues bastábale a ella haberlo ofendido primero y provocado después.
Muy lejos está de mi ánimo achacar a cobardía una conducta que se prestaba a
muchas explicaciones dignas y honrosas.
Acaso aún no se creían rotas las hostilidades o
completamente perdida la esperanza de un arreglo, que hubiera sido imposible después
de sangriento combate. En efecto; el Presidente del Consejo de-Ministros
peruano, señor Ribeiro, contestaba en aquellos instantes a las comunicaciones
que le habían trasmitido de la Escuadra, acompañadas del Memorándum y
declaración de los Sres. Pinzón y Salazar (1), protestando con energía del acto
realizado; no dando por perdida su confianza en que los representantes de España
subsanasen el agravio inferido, y a este propósito añadía: El Gobierno del
Perú, en cuyo nombre hablo, aceptará con sincera satisfacción las explicaciones
que espera de V. S. en contestación a esta nota; pero si ellas no vinieren, o
si dadas por V. S. no fuesen tan explícitas y completas como corresponde a la
enormidad de la ofensa, debe entender desde luego V. S. que el Gobierno peruano
y el Perú entero con él cumplirán su deber.
Una vez conseguido el objeto que los llevó al
Callao, regresaron los buques españoles a las Chinchas con la barca Heredia.
(R) Esta declaración era la siguiente: Los infrascritos, Comisario especial
de S. M. Católica en el Perú, El Comandante general de su Escuadra en el
Pacífico.
En atención a que las
razones expuestas en el Memorándum dirigido el 12 de este mes a los representantes
de las naciones aliadas en Lima, demuestran de modo evidente que el Gobierno de
la República peruana se ha colocado respecto del de S. M. en una actitud que
hace indispensable el empleo de la fuerza.
Considerando que la
política de conciliación fraternal, seguida hasta el día, sólo ha servido para
que el Gobierno de un país, que tiene con la España obligaciones sagradas, las
olvide, creyendo que la moderación significa impotencia.
Considerando que el
Gobierno de S.M. Católica no ha reconocido la independencia del Perú por culpa del
de la República, y que, según la expresión de uno de sus publicistas, ni la
tregua continúa sólo de hecho.
Considerando que el bombardeo de uno o más
puertos serviría sólo para derramar sangre inútilmente, y para destruir la
propiedad de súbditos de las naciones aliadas, tal vez la de peruanos que
censuran la conducta de su Gobierno.
Considerando que el de
S. M. no pretende nunca mezclarse en la política interior de las Repúblicas
hispano-americanas, y que para demostrar la sinceridad de sus deseos ha
evitado, en cuanto ha sido posible, hacer ningún desembarco en tierra firme.
Considerando que el Gobierno del Perú ha
declarado además en un documento diplomático dirigido al de la Gran Bretaña que
las islas del guano no son sino una factoría, un establecimiento rentístico del
Gobierno, y que por esa razón no podía admitir en ellas ni cónsules, ni agentes
consulares.
Considerando que la propiedad de las mencionadas
islas puede reivindicarse por el Gobierno de S. M. con un derecho semejante al
que la Gran Bretaña sancionó devolviendo las islas de Fernando Póo, Annobón y
Coriseo, después de una ocupación formal, y no interrumpida, durante un número
considerable de años.
Considerando que según
una manifestación que acaba de hacerse en la comisión permanente del Congreso
peruano, el Gobierno ha enviado al extranjero comisionados que deben contratar
un empréstito de 60 millones de pesos, cantidad excesivamente superior a las
atenciones del Tesoro
.—Considerando que,
según la opinión pública, parte de ese capital se destinará a adquirir los
medios de oponerse a las justas exigencias de la España, y que los obstáculos
puestos al recibimiento del infrascrito Comisario especial tienen por objeto
ganar el tiempo suficiente para terminar aquella operación rentística.
Los infrascritos,
Comandante general de la Escuadra de S. M. Católica en el Pacífico, y su Comisario
especial extraordinario en el Perú, declaran que han resuelto lo siguiente:
Artículo 1. ° La
Escuadra de S. M. se apoderará de todas las islas pertenecientes al Perú, y de
los buques de guerra que sirvan de obstáculo a este proyecto.
Art2° El guano que
contienen las islas de Chincha servirá de hipoteca para todas las cantidades
adelantadas al Perú por súbditos extranjeros con la garantía de aquel abono,
siempre que los respectivos contratos hayan sido aprobados por el Congreso
peruano, y publicados de un modo oficial antes del día de la fecha.
Art. 3.° Las compañías
extranjeras que embarcan guano en la actualidad, seguirán exportándolo, y
rendirán cuentas al Gobierno de S. M. de las toneladas que extraigan desde el
día de hoy, en que se ha enarbolado el pabellón español en las islas de
Chincha. Y para que conste y llegue a conocimiento de quien corresponda,
firmamos esta declaración en el fondeadero de las islas de Chincha, a catorce
de Abril de mil ochocientos sesenta y cuatro. (Firmado) Luis »H. Pinzón. =
(Firmado) Eusebio de Salazar y Mazarredo.
En las islas no había ocurrido novedad; los
cargamentos continuaban verificándose por todas las naciones, incluso el Perú; el
tráfico se hacía exactamente como antes, bajo el pabellón de España: los buques
que las compañías propietarias de los contratos de consignación para los
diferentes países enviaban a las islas á cargar guano debían, según los
reglamentos vigentes, traer sus papeles registrados por las autoridades del
Callao; después de despachados tenían la obligación de volver a aquel punto
antes de salir para su destino. Lo mismo se siguió ejecutando, y la
intervención de la Escuadra en estas operaciones se redujo a comprobar si los
documentos iban en la forma acostumbrada.
Así se logró evitar fraudes y llevar una nota
de las cantidades de guano que se extraían. Los capitanes de buques extranjeros
creyeron que se les iba a relevar de la molestia de su doble viaje al Callao, y
pidieron se les despachase desde luego para ahorrar mes y medio de navegación, pero
no se accedió a sus deseos» (i).
El día 20 de abril de 1864 llegó a las Chinchas
un oficial parlamentario conduciendo la nota del Ministro del Perú, a que hemos
hecho referencia. Como en ella aseguraba que el Gobierno se comprometía a que
los súbditos españoles fueran respetados aun rotas las hostilidades, el
Almirante Pinzón puso desde luego en libertad a todos los rehenes y rogó al extremaunciónGobernador
Sr. Valle Riestra entregara al Ministro la contestación que daba a su nota.
Decíale que no se le ocultaba la gravedad del acto realizado; que tenía gran confianza
en haber obrado con razón y derecho, felicitándose altamente de que no se
hubiese derramado una gota de sangre, y de que la conducta que observaba con
los súbditos y con el comercio del Perú fuera correspondida por-el pueblo de la
República; que estaba resuelto a esperar, posesionado de las Chinchas, las órdenes
del Gobierno de España.
(i). Comunicación del Sr. Salazar y Mazarredo, dirigida al Gobierno español en
28 de Abril de 1864.
El Almirante no quiso implantar medidas
definitivas en las islas para evitar compromisos o dificultades. Nuestra
bandera sólo se arboló en el acto de la toma de posesión. La Escuadra se hallaba
muy escasa de combustible: para proporcionárselo tuvo que aprovechar las cortas
cantidades que como lastre solían conducir los buques que llegaban del Callao a
cargar guano.
El Gobierno del Perú había prohibido a los correos
ingleses hacer su escala de costumbre en las islas, con objeto de privar a la
Escuadra de toda comunicación; sin embargo, a uno de estos correos le salió al paso
la Covadonga y dejó en él al Contador de este buque, que había sido comisionado
para arbitrar 2.000 toneladas de carbón y tres meses de víveres en Valparaíso, y
remitirlas a la Escuadra. Entre tanto el Gobierno del Perú había pedido
facultades extraordinarias a la comisión permanente del Congreso. Solicitó
contratar un empréstito de 12 millones de duros, y se le concedió que fuera
hasta de 50 millones, a fin de aumentar considerablemente el ejército y adquirir
20 buques de guerra.
Muchos voluntarios se alistaban, y el entusiasmo
era general; los Prefectos y comandantes militares estaban advertidos para que
privasen a la Escuadra de toda clase de auxilio, como carbón, víveres, agua y comunicaciones,
y del mismo modo habíase prohibido que tocasen en las Chinchas los buques
nacionales, excepto aquellos que fuesen a cargar guano.
También se dieron órdenes para cerrar los pozos
de Paracas, situados a ocho millas al Sur de Pisco, que eran los que proveían de
agua a las Chinchas, de la que allí se carecía en absoluto.
En tales circunstancias, el Sr. Salazar y
Mazarredo demostró(según frases del Almirante Pinzón), el más vehemente anhelo
de regresar a Madrid a dar cuenta de lo efectuado; y juzgando aquel que la
presencia de dicho señor sería muy importante cerca del Gobierno, para que lo
ilustrase verbalmente, y en su creencia absoluta en la buena fe con que
procedía, no vaciló en satisfacer sus deseos; y así, a pesar de la penuria de
combustible, salió con la Resolución y la Covadonga a esperar el paquete inglés
en el frente de los islotes Mazorca y Pelado, hasta 158 millas distantes del
grupo delas Chinchas, consumiendo en esta marcha no poca cantidad de carbón,
sin obtener el resultado propuesto porque no se logró avistar el correo.
Trascurridos otros días, dice el Almirante, la impaciencia
del Sr. Salazar por verse fuera del Pacífico aumentaba, y yo secundaba sus
deseos con tranquilidad de espíritu, creyendo que con hacerlo así llenaba las
miras del Gobierno.
El 6 de Mayo de 1864 fondeó en las Chinchas la
corbeta de guerra inglesa Shearwater, que llegaba del Callao conduciendo a los señores
encargados de negocios de Inglaterra, Francia y Chile, cerca del Gobierno del
Perú, los que en nombre del cuerpo diplomático extranjero residente en Lima
deseaban conferenciar con el Almirante español.
Al día inmediato se reunieron todos a bordo de
la Resolución y expusieron su objeto de mediar oficiosamente para el arreglo de
las dificultades surgidas entre España y Perú; opinando que para suavizar la
tirantez de la situación y conjurar grandes desastres, se les hiciese cesión o
traspaso delas Islas al cuerpo diplomático en términos y condiciones honrosas
para España, ofreciendo las debidas garantías.
A esto se opuso Salazar enérgicamente, y desde
el principio lo declaró fuera de discusión; lo único que pudo obtener la
mediación de aquellos señores, fue que se devolviese la barca de guerra Iquique,
no al Perú, sino como prueba de deferencia a la gestión diplomática. Pero si la
gestión diplomática no obtuvo mejor resultado, proporcionó en cambio
oportunidad de que el Sr. Salazar se trasladase con seguridad completa al
Callao en la Shearwater, para tomar allí el paquete inglés que debía conducirlo
a Panamá, y de aquí a Europa. Le acompañó con el carácter de secretario el
alférez de navío D. Cecilio de Lora, quien llevaba instrucciones secretas de
dirigirse a la isla de Cuba y pedir al Capitán general refuerzos para la Escuadra.
Antes de dar amplias noticias sobre la efervescencia del Perú, hostil actitud
de Chile y otros pormenores de nuestra permanencia en las Chinchas, séame
lícito hacer algunos comentarios y apreciaciones sobre sucesos de tanta
trascendencia e importancia.
La historia contemporánea ha de adolecer siempre
de poca claridad: sólo pueden consignarse en ella hechos comprobados, so pena
de exponerse a estampar una cosa verdadera que, con buen éxito, sea perseguida
por calumniosa.
Por el pronto diré que el Perú contaba en la
corte de España con algunos traidores, que comunicaban al Gobierno de la
República traslado de las instrucciones reservadísimas que se daban a nuestros
representantes. Así ocurrió con las que Salazar llevó a Lima.
Entre tanto se había conseguido del Gobierno
español repetidas muestras de debilidad y torpeza en cuanto se relacionaba con
el Perú, y esto produjo hondo disgusto entre los españoles de allá y sorda
marejada entre los españoles de aquí.
Los asuntos del Perú fueron objeto de extremadas
soluciones. Mientras el núcleo de amigos y de influencias que los peruanos
tenían en Madrid pasaban por todo y lo perdonaban todo para sostener la paz, el
partido español impuesto del asunto abultaba y exageraba todos los agravios que
había recibido de la República, y hallaba motivo en el más pequeño para que España
redujese a pavesas el territorio peruano
Fruto de opiniones tan opuestas eran las
anomalías que señalaban los Gobiernos en su política con el Pacífico. Sus
agentes fueron los enemigos o los secuaces del Perú. Sus acuerdos, hijos de
consejos encontrados y por tanto poco definidos o enérgicos.
Con un sincero afán de mantener la concordia,
enviaron para ello al único hombre que había jurado encender la guerra (i); y
para el caso improbable, aunque posible, de que se negaran a toda satisfacción,
recomendaban las instrucciones que se apresasen los buques de guerra peruanos y
luego se bombardease algún puerto, retirándose en seguida la Escuadra, pues
urgía mucho su regreso España.
Esto puede traducirse en otros términos. Háganles
todo el daño que puedan en poco tiempo, agravien al país e incendien los
edificios públicos, en castigo de haber atropellado súbditos españoles, y
luego, sin esperar a que se apague el incendio, den la vuelta, porque urge,
mientras los peruanos echan a las llamas, si les place, a los recién vengados súbditos
que allí quedan en número de cuatro mil.
Cierto es que las mismas instrucciones
autorizaban al Almirante para escoger la solución que creyese más oportuna, y
por mi parte confieso que en caso de hostilidad, no eran dudosas las grandes
ventajas y conveniencias que aconsejaban el apoderarse de las islas de Chincha.
Pero también tengo el convencimiento de que, a
haberse cumplimentado la primera parte de las instrucciones, no hubiera sido
necesario apelar a la fuerza. Puesto que las islas estaban indefensas y en
cualquier momento podían tomarse, nada hubiese estorbado decirle al Gobierno
del Perú: Si en el término de cuarenta y
ocho horas no se han otorgado a España las debidas satisfacciones, me apoderaré
de las Chinchas. Amenaza terrible para un pueblo que en ellas guarda su
tesoro, y que, incapaz por entonces de defenderlo, hubiera suscrito a todo lo
digno que España le exigía.
(R) Dos días antes de tomar las Chinchas,
supo Salazar que D. Joaquín Francisco Pacheco había entrado a formar parte del
nuevo Gabinete español y le escribió una carta que contenía este párrafo: Si alguna vez he querido ser Ministro, ha
sido para preparar lo que la torpeza de esta gente (los peruanos) coloca hoy en
nuestras manos. Gibraltar ha sido siempre mi pesadilla desde niño. Por eso me
dedique a estudios sobre marina; por eso
fui el autor de la expedición al Pacífico; por eso contribuí el año pasado
a que no retornase a España, y por eso vine a ver a Pinzón. Si dentro de algún
tiempo ofreciéramos a los ingleses 15 o 20 millones de duros, por lo que hoy
les sirve de poco, quién sabe si lo obtendríamos. Es de hombres de Estado ver
las cosas de lejos, y he soñado con ser el Guisa pacífico del Calais español.
No disculpa la falta de intimación y de ultimátum
el que se rechazase el título de Salazar, pues se le
admitía con carácter bastante para negociar como agente de España; no le
disculpa el recelo de que conocido el proyecto se conjurase, pues esto era
imposible; ni lo disculpa la conveniencia de obrar rápido para regresar pronto,
porque la ocupación de las islas era sin duda el más largo de todos los expedientes.
La toma de las Chinchas fue una agresión injustificada y arbitraria; para
efectuarla se faltaron a las instrucciones del Gobierno, al derecho
internacional y a todas las conveniencias, traspasando, desde aquel instante y
por ese solo hecho, al Perú, la razón y justicia que nos asistía. Empezamos por
dar el golpe antes que el amago, y ese fue nuestro gran error. Si el Perú,
después de la intimación y el ultimátum hubiese permanecido tenaz en no
conceder lo razonable, entonces, alta la frente, tranquila la conciencia y con
aplauso general, hubiéramos clavado en las Chinchas nuestro pabellón en espera
de las satisfacciones exigidas.
Ni los sucesos de Talambo, ni todos los
anteriores agravios reunidos, constituían causa de tanta monta que obligara a
medios extremos. Pero se tomaron las Chinchas, y se invocó para ello el derecho
de reivindicación.
¿Era justo Este derecho?
Justísimo e innegable; pues el Perú no estaba reconocido y sólo existía una
tregua de hostilidades. España, al tomar parte de aquel territorio, sólo tomaba
lo que era suyo desde que lo descubrió y pobló y civilizó a la antigua usanza.
¿Pero se hizo bien en emplear la palabra reivindicación?
Fue la más grande de las imprudencias, el más
inconcebible de los disparates; pues, aunque el alardear de un derecho no
debiera encerrar nunca tanto peligro, en las presentes circunstancias equivalía
a herir de un solo golpe todos los rostros americanos Disculpan al Almirante,
su condición de marino y militar que no le obligaba a hacer distingos; pero al diplomático
Salazar, ¿qué lo disculpa? Si ignoraba los precisos y funestos resultados de
esa palabra, ¿dónde hallar ni sombra dela astucia y discreción aneja a su cargo?
Y si no lo ignoraba, ¿entonces, ¿quién puede adivinar lo que se proponía?
Nunca se repetirá bastante que el acto de la
toma de las islas Chinchas fue injusto, y el pretexto imprudente; que Salazar iba
decidido, no ya a pretender avenencias, sino a rechazarlas, como lo indica
(sobre todo lo dicho) que había pensado apoderarse con la Covadonga de la isla
Lobos (también guanera) el día 6 de Abril de 1864, o sea antes de haberse
avistado con Pinzón; que este jefe confió en él con exceso y aun olvidó que el ultimátum
era indispensable, como lo prescribían sus instrucciones, opusiérase o no el
Sr. Salazar.
Pero una vez inferido el tremendo agravio al
Perú, una vez expresado el firme propósito de conservar las Chinchas hasta obtener
satisfacción a las reclamaciones pendientes, debía haberse obrado de acuerdo
con esta idea. El daño mayor estaba hecho, pero se retrocedió ante el daño
menor, resultando de aquí totalmente estéril el propósito capital. Mucho se
debe meditar y discurrir antes de dar un golpe; pero ya resuelto a ello, tal
debe ser, que no permita, al contrario, por lo leve de su dolor, encontrar
burlas y risas en medio del castigo.
Una cruel ofensa despierta indignación, pero no
miedo: por el solo hecho de insultar no se doblegan voluntades; lo que por
fuerza ha de arrancarse, exige el empleo de la fuerza, que cuando no es
bastante eficaz resulta contraproducente.
La toma de las Chinchas fue el agravio que
produjo indignación, pero para conseguir otra cosa faltó el empleo de la fuerza,
o sea lo más preciso. Por fortuna allí hubiérase podido ejercer este recurso
sin derramamiento de sangre y atacando sólo a los intereses del Gobierno
peruano. Si desde el primer momento se hubiera establecido en las islas la
administración del guano por cuenta de España, habrían quedado cortados todos
los recursos del Perú; tanto es así, que hasta algún tiempo después de conocido
el sistema hidalgo que se seguía en las islas, no hubo contratista que se
resolviera a prestar al Gobierno de la República la más pequeña suma. Pero el
Sr. Salazar determinó que no solamente se cuidase de la exactitud en los
derechos para efectuar las cargas, sino que los mismos buques peruanos continuasen
cargando libremente.
Causa de risa debió ser para el Perú, en medio
de sus enojos, ver cómo iban sus buques a hacer un valioso cargamento después
de bien registrados a fin de que no condujesen a las Chinchas ni un pedazo de
carbón, ni un saco de harina que pudiese servir a la Escuadra. Causa de risa
debió ser nuestra inexorable resolución de que los barcos extranjeros no se
dispensaran de recalar en el Callao para que les tomaran nota como en los
tiempos normales; y carcarcajadas sin fin debieron resonar a todos vientos, por
la sandez que implicaba aquel medio anti-práctico y aun anti-patriótico delos
españoles.
Bien sé que el establecimiento de la
administración del guano ofrecía, entre otras dificultades, la falta de
operarios; pero lo principal era poderle decir al Perú: Dame las satisfacciones pedidas y te devuelvo el tesoro y la
tranquilidad. ¡Cuan poco se hubiera hecho esperar el resultado! En vez de
las penalidades y guerras y pérdida de vidas que sufrió la Escuadra, habría
obtenido el respeto y el prestigio que inspiran los fuertes y los hábiles.
Lo singular es que con las medidas del Sr. Salazar
resultó un notable incremento en la exportación del guano, desde la ocupación
española, aumentando también los ingresos del Perú, que no tardó en tener
crédito y dinero para adquirir buques y fortificar plazas.
EL Perú se conmovió hondamente y demostrando
enérgica actitud para defender su derecho, fue pródigo en manifestaciones de
patriotismo. Al parecer todos los partidos políticos formaron uno solo. Hacia
el Sur de la República se demostró más grande aún su exaltación. En todos los
pueblos se organizaron batallones de voluntarios y los guardias nacionales se
ponían en pie de guerra. También artillaron dos castillos del puerto del
Callao, y con gran actividad comenzaron la construcción de algunas baterías
En una nueva comunicación hizo constar el Almirante
que se había posesionado de las islas por vía de represalia (no ya de reivindicación),
lo que había juzgado preferible a hostilizar los puertos de la República, para
conminar al pago de una deuda, y la reparación de una injuria, pudiendo
aprovecharse de ellas hasta que se le hubiese dado plena satisfacción ; que
sólo se mantendrían a la defensiva, que no hostilizarían los puertos peruanos
sino con previo aviso de cuarenta y ocho horas, y especificaba la clase de
créditos que serían objeto de reclamaciones.
El Gobierno del Perú, creyendo que no podía
entrar en transacciones con los agentes de España sin menoscabo de su honra
mientras que no cesase la ocupación de las Chinchas, se negó a recibir la barca
Iquique que los diplomáticos extranjeros habían traído y puesto a su disposición.
En Chile la excitación pública fue aún más
grande y el pueblo entero protestó de la invasión española, declarando que la causa
del Perú era la causa de América.
En Valparaíso y Santiago tuvieron lugar grandes
reuniones encaminadas a que el país adoptase una actitud decidida y enérgica
contra España. Se abrió una suscrición para comprar buques de guerra y pensóse
en armar cuerpos de voluntarios. El Sr. Tavira comunicó al Almirante todas
estas nuevas, diciéndole, que su larga experiencia de aquél país le hacía creer
que no debía alarmar mucho tanto bélico aparato y añadía lo siguiente: Los planes políticos de los que hacen
oposición al Gobierno se han realizado en parte, los Ministros del Interior y
de Hacienda, Sres. D. Manuel Antonio Tacornal y D. Domingo Santa María,
impulsados por la situación, se han visto en la necesidad de dimitir sus respectivas
carteras, y por consiguiente, la crisis ministerial actual es explotada por los
muchos a que la ocupación de las islas de Chincha sirve de pretexto para sus
planes políticos.
El Gobierno comprende perfectamente el puesto
adonde desea conducírsele, y ha hecho y hace los mayores esfuerzos para
contener el torrente o desborde del falso y verdadero patriotismo, pues
persuadida o alucinada una gran parte de la sociedad sensata o de arraigo, que la ocupación de las islas de Chincha es el
preludio de un plan preconcebido de acuerdo con la Francia, para reconquistar
la América o monarquizarla, echan en la balanza todo el peso de su influencia,
y ésta es la que más en conflicto pone al Gobierno, que desea conservar sus
relaciones amistosas con España. Pero como la pasión ofusca los entendimientos,
a pesar de que he hecho publicar el memorándum del Sr. Mazarredo, la
declaración de éste y de V. E. así como su nota a 1 de Abril de 1864 al Sr.
Ministro de Relaciones Exteriores del Perú, no se ha conseguido disipar la idea
arraigada de que la palabra reivindicación de las islas de Chincha, estampada
en dicha declaración, dice terminantemente que se han tomado con el derecho de
reconquista. Como las Asambleas populares se reúnen en ésta libremente y toman
cuantas resoluciones se les ocurre, por disparatadas e inconvenientes que sean
reunida una numerosa el 2 del corriente, pasó por delante de mi casa en ocasión
de que por ser día festivo tenía enarbolado el pabellón de S. M. y deteniéndose
enfrente empezaron a gritar «mueran los Godos”, “muera España», «abajo el
pabellón», y oponiéndose otros a que tal se hiciera, triunfó el buen sentido y
no se cometió el atropello proyectado,
pero como coincidió este suceso con la llegada de un batallón de milicia cívica
que se retiraba a sus casas marcó el paso al llegar a la multitud y siguió
después detrás de ella, pasé una nota al Gobierno llamando su atención y pidiéndole
explicaciones sobre dicho acto y sobre algunas expresiones que se le
atribuyeron dirigidas a una comisión de la Asamblea popular, é ínterin no se me
den satisfactorias, no enarbolaré el pabellón de S. M.
He sabido privadamente que el Gobierno ha
desaprobado y desaprueba los citados actos, y tomado medidas para que no se
repitan, y calmar los recelos de toda clase. “Participó también el Sr. Tavira a
los diplomáticos extranjeros, el que había llegado a su noticia que sin
intervención del Gobierno de la República y por cuenta y riesgo de una fracción
política, se estaban afiliando individuos secretamente en todo el litoral, para
sorprender, incendiar o causarle averiará cualquier buque de guerra español que
llegase a uno de los puertos de Chile; y excitaba a dichos señores diplomáticos
para que en obsequio a las buenas relaciones que existían entre ellos y el
Gobierno de S. M.,se dignasen trasmitir a sus agentes consulares respectivos,
la orden de informar con la mayor reserva a los comandantes de los buques que
arribaran, el mencionado proyecto.
Entretanto, la situación de la Escuadra
fondeada en las Chinchas era poco satisfactoria, pues los recursos que se
esperaban de Valparaíso no habían llegado aún y la larga distancia a que se
encontraban de San Francisco de California (único puerto que pudiera
abastécela) lo hacían inútil.
No tardó el Almirante Pinzón en descubrir a
poco de la marcha de Salazar el engaño de que había sido víctima, y comunicar al
Gobierno el asunto a la vez que sus nuevas ideas sugeridas por el conocimiento
de las verdaderas instrucciones (1).
Buscando un medio honroso para desembarazar al
Gobierno de S. M. de la situación en que debería encontrarse, acordóse por el
Almirante y jefes de la Escuadra promover una nueva conferencia con el Cuerpo
diplomático extranjero. Á este fin fue enviado al Callao el Mayor General en la
goleta Covadonga.
(R) De la comunicación del Comandante general de la Escuadra al Gobierno de S.
M. fecha 9 de Junio de 1864. Pero de todos modos nos proporcionó la ventaja de
que se realizase el sueño dorado del Sr. Eusebio Salazar y Mazarredo, de tomar
en el Callao, con toda seguridad, el paquete inmediato, como lo verificó según
supe después. Pero calcule V. E. cuál sería mi sorpresa cuando al cabo de unos días,
registrando un libro que me había oído decir el señor Ministro leería tan luego
como la situación se normalizase algún tanto, encuentro, entre otros papeles
viejos de su pertenencia, la copia que faltaba al expediente de marina; y
cuánta mi indignación y disgusto a la vez, cuando penetrándome de su contenido,
vi querías instrucciones reservadísimas que le eran comunicadas al Sr. Salazar Mazarredo
por la primera Secretaría de Estado, le prescribían una línea de conducta en el
Perú, que ciertamente no es la que puso en acción , que el Gobierno en este
documento, tan sabia y prudentemente redactado, y con cuya estricta observancia
pudieran tal vez haberse allanado algunas dificultades, con honra y prez de
España , le decía en resumen :
“Paz y arreglo y no
hostilizar hasta el último extremo”; y que, por el contrario, habíamos empezado
por esto último. Mi disgusto no conoció límites; mi corazón, poseído del más
vivo patriotismo, no perdonaba el engaño y la artería sin nombre de que había
sido la víctima.
Es de advertir que el
hallazgo de este documento y mi primera sorpresa, tuvo lugar a presencia de D.
José Merino Ballesteros, que incidentalmente se hallaba en mi cámara mientras
hojeaba el libro en cuestión, que pertenecía al archivo del Consulado de España
durante el tiempo que lo desempeñó el Sr. Ugarte, en el cual constaban varios
datos y antecedentes que tenía necesidad de conocer, y he formado expediente
del caso para mi tranquilidad y mi vindicación en su día.
Permítame V. E. que
antes de pasar más adelante, me detenga a considerar este suceso. Que el Sr.
Salazar, fiel al proyecto que concibiera de ocupar las Chinchas a todo trance,
al cual, como ya he dicho, todo lo sacrificaba, me ocultó este importantísimo
documento, que prescribía ciertas reglas de conducta enteramente contrarias, es
punto que no deja lugar a duda alguna.1° Por no haberme enviado a Valparaíso
mis instrucciones como era su deber y lo más lógico. 2°Por haberse esforzado en
momentos de nuestra entrevista antes de fondear en las islas, y antes también
de darme los documentos, a persuadirme que en la mente del Gobierno entraban
tales actos de hostilidad, cuando tan al contrario era, que dicho Gobierno sólo
deseaba recurrir a estos en último extremo. 3° Por su insistencia en negar al
Mayor el documento que casi todos los días le pedía con el pretexto de que se
le había extraviado, pues, aunque hubiese sucedido así, debiera quedarle el de
su pertenencia, o al menos el recuerdo de lo que expresaba un documento que era
nada menos que el alma del negocio. 4° Por haberlo mantenido oculto cuando
estuvo en las islas el cuerpo diplomático; pues la dificultad, que nunca se
hubiera creado por mi parte con conocimiento del mismo, pudo entonces haber tenido
la más honrosa solución. 5° Por su inexplicable impaciencia en desaparecer de
esta escena, sin duda atormentado por una conciencia culpable y por el temor de
mis justas reconvenciones si aparecía el mencionado escrito. 6° Por mis
sospechas fundadas de haberla colocado con insidia en un paraje donde no era
fácil descubrirlo al pronto, y que cuando se verificase ya no tuviese remedio y
por último, Excmo. Sr. Por mil circunstancias más, que si hubiera de relatarlas
necesitaría todo un volumen.
Ahora he visto claro en
la tenebrosa conducta de D. Eusebio Salazar y Mazarredo, que si bien tuvo
suspenso mi juicio durante algún tiempo, logró al fin inspirarme la mayor
confianza, especialmente en su segunda excursión a América, adonde venía con
carácter oficial lo que no consiguió en la primera, no obstante los esfuerzos
que puso en juego; y ciertamente, no sólo
a V. E. y al Gobierno de S. M., sino al país entero, les sorprendería su
narración. Pero me esfuerzo en vano en calificar este proceder; pertenece al
dominio de las cosas que se sienten, pero para las cuales faltan expresiones,
porque todas parecen pálidas al lado de la realidad: y aunque sea ingresar
sobre mi personalidad, ¿es digna correspondencia este deseo de desmedro propio con ajena mengua, sin parar
mientes en los altos intereses que comprometía, con mi solicitud en encontrarle
el día señalado, con el sacrificio del gasto de carbón en la operación del
Pelado y con mi anhelo en facilitarle con interés casi fraternal el
cumplimiento de sus proyectos? Pero no importa. Estoy penetrado de que el
Gobierno de S. M. podrá desaprobar mi conducta en este caso, pero al mismo tiempo
confío en que cuando esta carta llegue a manos de V. E. se pondrán en su punto
los hechos, y la Reina y el país sabrán las causas que han motivado el que
quizá mi conducta no haya armonizado con las esperanzas que el Gobierno
fundara. ¡Y en qué situación nos deja el Sr. Salazar, cuyas instrucciones
reservadas le prescribían que no se separase de mi lado hasta el término de las
negociaciones!
Pero este señor,
midiendo a los demás por sí propio, ignoraba que quedaban aquí servidores de S.
M. dispuestos a sacrificar sus vidas, si necesario fuese, antes de que la honra
de España se mancillase.
Como era de esperar, el Gobierno peruano no le
permitió la solicitada conferencia, pero en cambio no tuvo inconveniente en
admitir de parlamentario a nuestro Mayor General, comisionando para el efecto a
uno de los vocales de la Corte superior de Justicia, Sr. Álvarez Barriga, el
cual trasmitió a su Gobierno la misión del Mayor, reducida en extracto a lo
siguiente: “Sabéis la conducta que observamos con el comercio y súbditos
peruanos; somos, sin embargo, hostilizados por vosotros, que impedís el abasto
de las islas, que tratáis de hacer lo mismo con la Escuadra, valiéndoos de los
cruceros que tenéis establecidos; pues bien, estas distintas maneras de obrar,
juzga el General Pinzón que no se corresponden, y os advierte, por si queréis
remediarlo, que no extrañéis que, con gran pesar suyo, lleguen las cosas al
punto de tener que hostilizaros en vuestros puertos, en vuestros buques o en
vuestro tráfico de guano. Esto no lo desea el General Pinzón, ni mucho menos el
Gobierno de la Reina; pero caben lo posible que las circunstancias le obliguen
a ello”.
Pasadas treinta horas, el mismo Sr. Álvarez
trasmitió la respuesta del Gobierno del Perú en estos términos. Que después de
la gran hostilidad llevada a cabo con la ocupación de las islas de Chincha,
cualquiera otra era pálida y de menos cuantía y afectaría menos la honra del
Perú que la primera; que en tal virtud no estaba en el ánimo de hacer por su
parte alteración alguna en el estado de cosas existentes; y que si el Almirante
Pinzón en el curso de sus operaciones hostiles perjudicaba a súbditos de otras
nacionalidades, no debería recaer la responsabilidad sobre el Gobierno del Perú
ajeno enteramente a la situación que aquel había creado; y que en cuanto a su
deseo de conferenciar con el Cuerpo diplomático, parecía al Gobierno fuera de
los usos establecidos.
No renunció el Almirante a la proyectada
conferencia y al efecto se dirigió a los señores Ministros de Francia,
Inglaterra y Chile, pidiéndoles una entrevista en cualquier lugar excepto la
rada del Callao, para tratar sobre puntos que se referían a los intereses de
sus respectivos súbditos; pero todos ellos presentaron sus excusas bajo
distintos pretextos, y la conferencia no tuvo lugar.
El 20 de Junio de 1864 llegó al fondeadero de
las Chinchas una fragata mercante francesa procedente de Valparaíso conduciendo
víveres y carbón para la Escuadra. Esta fragata había sido adquirida en 50.000 pesos
fuertes por el contador comisionado en Chile, el cual tuvo que vencer no pocas
dificultades y realizar extraordinarios esfuerzos a fin de llevar a cabo el
cargamento (1). Llama profundamente la atención como el gobierno y pueblo
chileno permitió la salida de estos víveres y carbón para la flota española,
por cuanto estaban de parte y apoyando al Perú.
Los nuevos recursos fueron de un gran efecto
moral; el Perú lamentó su desengaño, pues había creído que la falta de medios
de subsistencia lo desembarazaría de nuestra Escuadra en no remoto plazo.
El Almirante comunicó al Gobierno que el Sr.
Tavira había demostrado una conducta muy extraña, evitando el auxiliar a los
comisionados españoles en Valparaíso y ausentándose de este punto por más de
cuarenta días, después de haber retirado su escudo y su bandera de la puerta de
la Legación.
El Gobierno de la República continuaba en su
sistema de hostilidad pasiva extremando sus cuidados en que los buques guaneros
no condujeran efecto alguno para la Escuadra. Como en tales circunstancias
nuestros despachos oficiales se hallaban expuestos a sufrir extravío y eran del
mayor interés, comisionó el Almirante al guardia-marina D. Víctor Matheu, para
que recogiera en Panamá los pliegos que llegasen en el paquete del 1 de Agosto
de 1864, así como para obtener noticias del alférez de navío Lora y de su gestión
en la Isla de Cuba.
Este oficial, después de compartir con Salazar
y Mazarredo los peligros y persecuciones por parte de enemigos de España en el
istmo de Panamá (de los que más adelante hablaré), había llegado a la Habana el
15 de Junio de 1864 y hecho entrega de los pliegos al Comandante general; en
ellos se le pedía auxilio de gente, de dos fragatas de hélice y de dos vapores o
un trasporte; pero no hubo posibilidad
de atenderlo, pues solo existían en aquel apostadero la fragata Asturias y la Concepción,
ambas en mal estado para aventurarse a expedición tan larga sin que sufrieran
previamente una gran carena.
Entre tanto, se había tenido en Madrid noticia
de todos los acaecimientos, y, en Consejo de ministros, se acordó aprobar lo
hecho por las fuerzas españolas y reforzar la Escuadra inmediatamente con las
fragatas Blanca y Berenguela y goleta Vencedora.
Hay que advertir que el Gobierno conceptuaba
como nueva causa de reclamaciones enérgicas los atropellos sufridos por el Sr. Eusebio
Salazar y Mazarredo en su viaje desde el Callao hasta Aspinwall. Por el
Ministerio de Estado se trasmitió una circular a todos nuestros representantes en
el extranjero, en la cual se desaprobaba terminantemente el empleo de la
palabra reivindicación (1). Por la misma se ve que fue tomada al pie de la
letra toda la historia de los atropellos cometidos con nuestro Comisario
especial inclusas las tentativas de envenenamiento. Triste es que un Ministro
ilustrado como el Sr. Pacheco hubiese caído en la ligereza de estampar en su
documento las aseveraciones de nuestro Comisario sin las salvedades que
requería, y considerándolas no como base para una indagación acerca de su
exactitud, sino como elementos de una cuestión previa para reparar un atentado.
Lo ocurrido con el Sr. Salazar puede
concretarse a lo siguiente: En el vapor correo Talca donde él se trasladó a Panamá,
iban dos individuos de nacionalidad francesa, uno de ellos desertor de su marina,
que habían ofrecido a una de las principales logias masónicas de Lima
apoderarse de los despachos oficiales que conducía nuestro Comisario.
Parece ser que uno dijo de modo que pudiese oírlo
Salazar, “esta clase de hombre debe morir;” pero tan lejos estaba de ponerlo
por obra, cuanto que públicamente vertió la frase entre festivo y burlón.
Añadió el mismo individuo con la sonrisa en los labios que Mazarredo no había
de morir con la bala de un revólver, sino bajo la influencia de un veneno
mortífero que él poseía.
El asunto se prestaba al desprecio nada más. Si
de alguna agresión fue objeto, ésta debía conceptuarse como incidente personal.
Y de hombre a hombre cualquiera que fuere la causa que la motivara. No diré lo
mismo respecto a lo ocurrido en Panamá, que reviste otro carácter y mayor
trascendencia. Allí los citados franceses promovieron un tumulto cerca del
hotel Aspinwall creyendo que en él se había alojado el Sr. De Salazar, y
advertidos luego de que se hallaba en casa del Cónsul francés, se dirigieron
allí en número de doscientos hombres gritando mueras y a veces vivas
sarcásticos en contra de la Reina de España, de Salazar, de Pinzón, del
Emperador de Francia y del mismo Cónsul, acompañando estos gritos con el ruido
estrepitoso de instrumentos destemplados y de hojas de lata que arrojaban al
aire o contra las paredes y al escudo del Consulado, no obstante hallarse
enarbolada en la casa la bandera francesa. Cansados de alborotar y amenazar, se
dirigieron los grupos a los Consulados Peruano y de los Estados-Unidos y les
obsequiaron con una serenata de música acorde. Entre tanto los Sres. Salazar,
Lora y Zeltner marcharon para la ciudad de Colón donde recibieron aviso de que
se embarcaran en el acto porque los perseguiría una partida de negros armados y
dirigidos por el implacable emisario de la logia.
Efectivamente, cuando ya no podían darles
alcance aparecieron los perseguidores que se lamentaron de haber llegado tarde.
Por la información que a poco fue instruida sobre estos sucesos, y acusación
contra el Presidente Santa Coloma (Gobernador de Panamá), a causa de su
inercia, por el procurador general de Colombia Sr. Quijano, se infiere que el
propósito de aquél tumulto fue apoderarse de la persona de Salazar o al menos
de su equipaje y correspondencia. No se sustrajeron, por tanto, los despachos
oficiales en Panamá, si bien aquellos agentes lograron apoderarse de un saco
que sólo contenía cartas particulares y paquetes de periódicos.
A poder del Cónsul fue a parar la hoja de una cartera
privada perteneciente a uno de los emisarios del Perú, en la que expresaba que
le ofrecían diez mil duros por apoderarse de la correspondencia de Prado,
Lesseps y Pinzón.
Es de advertir, que tanto antes como después de
aquel aislado suceso, los españoles procedentes de todos los puntos del Pacífico
pasaban el istmo sin que les perturbaran, y pruébalo, que el señor Navarro,
Mayor General de la Escuadra, lo atravesó pocos días después sin ocultar su
nombre y como Jefe de la marina española, al dirigirse a Europa por haber sido
relevado por el capitán de navío D. Miguel Lobo.
Respecto a la complicidad del Gobierno peruano en esta
persecución, no puede ni debe suponerse, por más que a la logia masónica de
Lima pertenecían casi todos los Ministros y autoridades de aquella capital. En
el Callao se abrió una información por la Comandancia de Marina en la que
declararon capitán, oficiales y mayordomo del vapor Talca sobre lo ocurrido con
el Sr. Salazar. Inútil es decir que todas estas declaraciones fueron favorables
al Gobierno del Perú.
Con las nuevas de que el Perú disponía
construcciones de buques blindados y de que el Congreso Sudamericano iba a reunirse,
otorgándosele a lo primero una importancia de que carecía, y a lo segundo una
trascendencia ilusoria, pareció poco a España el refuerzo de las fragatas Blanca
y Berenguela, por lo cual determinó reforzar la escuadra del Pacífico con la Villa
de Madrid.
El guardia marino Matheu, al pasar por la rada
del Callao para dirigirse al istmo en el vapor correo Bogotá conduciendo pliegos,
dio detallada cuenta de los trabajos que se efectuaban en aquel puerto peruano,
y otras importantes noticias que en su viaje pudo recoger. Es de advertir que
este guardia-marina poseía no obstante sus pocos años, una vasta ilustración, y
era observador minucioso.
Según él, trabajaban entonces en blindar el
casco dela goleta de hélice Loa, disponiéndola de modo, que la dirección del
choque de los proyectiles fuese siempre oblicua a la superficie del blindaje;
que en el lazareto habían montado una nueva batería de seis cañones, etc.; que
desde-Valparaíso iban en el Bogotá el Almirante Simpson, su hijo y su
secretario comisionados por el Gobierno de Chile para comprar dos buques
blindados, y que dicho Almirante le dijo confidencialmente estas palabras. “Tanto nosotros como nuestro Gobierno,
estamos convencidos de que España no tiene las miras hostiles que se le
atribuyen, pero nos hemos aprovechado de la efervescencia pública, para que nos
concedan con que comprar un par de buenos barcos que tanta falta nos hacen y
ahora más que nunca, pues el Perú va á quedar con un gran aumento en su marina
y bien sabido es la protección que dispensa a Bolivia, con quien tarde o temprano
llegaremos a romper por la cuestión de Mejillones.”
El señor
Matheu conceptuó aquella confidencia como de pura diplomacia, no obstante, el
fondo de verdad que aparentaba. Otra mucha importante noticia comunicó el
guardia-marina D. Víctor Matheu al Jefe de la Escuadra, por las que se infería la
poca seguridad en el trayecto del istmo para los pliegos y despachos oficiales
que debían siempre ser dirigidos al Cónsul francés en Panamá M. Zieltner.
El nuevo Ministro de Relaciones exteriores de
la República, en circular que dirigió al Cuerpo diplomático en el extranjero,
contestando a la ya conocida de nuestro Ministro de Estado señor Pacheco, decía
entre argumentaciones poco exactas, algunas cosas razonables, aunque me pese
confesarlo. «Doloroso es por cierto ver a un Gobierno tan ilustrado como el de
España incurrir en palpables contradicciones y manifestar tan patentes
inconsecuencias, al tratar de una cuestión tan grave como la presente.
Reprueba el atentado perpetrado por sus agentes
en el Perú, y acepta como acto legítimo el atentado mismo: fija primero, como
base de sus reclamaciones, los maltratos de que supone víctimas en el Perú a los
súbditos españoles; á poco tiempo, cree encontrar esa base en la no menos
supuesta repulsa del comisario; y después cesa de hacer hincapié sobre esos
hechos, para acogerse únicamente a sucesos posteriores, de cuya exactitud no tiene
más prueba que la relación apasionada de ese mismo comisario.
Por demás ardua y penosa es la tarea que nos
impone el Gobierno español con este sistema de cambios incesantes. No hay base
segura, no hay punto fijo de partida. Mientras
en Lima se contesta a los últimos cargos, cada vapor nos trae otros distintos formulados
en Madrid. Razón de sobra hay pues, para acusar al Gobierno español de falta de
sinceridad; para creer que, vencido por la fuerza de la razón y de la justicia
en cada proposición que sienta, busca nuevos pretextos que, alargando la
discusión, le den tiempo para ponerse en aptitud de descubrir un plan pre concebido
sin temor de que sea acusado.
Con la ocupación de las Chinchas habíamos
traspasado al Perú toda la razón y el derecho que nos asistía; séale permitido a
mi humilde criterio discurrir sobre la forma y manera más honrosa y más eficaz
que la prudencia aconsejaba, para que España recobrase con su primitivo derecho
las simpatías de la América y lograra las satisfacciones pedidas al Perú.
Nuestro Gobierno debió reconocer lo arbitrario
de la conducta de Salazar, lo impolítico de los hechos consumados, y pues ellos
estaban en contradicción manifiesta con los propósitos de España, debió desde
el primer instante devolver las islas de Chincha a la República peruana y
satisfacerla de aquel tremendo agravio, no de otro modo que satisface un
cumplido caballero cuando por error y sin voluntad insulta; y una vez realizado
este hecho de verdadera y noble hidalguía, presentarse ante aquel Gobierno en actitud
idéntica a la que prescribían las instrucciones formuladas con anterioridad y
tan contrariamente atendidas por el comisario español.
Desagraviado así el Perú, desengañada toda América
é impresionada por tan digna conducta sin mezcla alguna de debilidad, hubiese
suscrito indefectiblemente y con placerá todos aquellos desagravios que España
le exigía y que volvía a exigirles tan íntegros como antes y tan dentro de la
justicia y la razón.
Muy lejos de obrar así, proclamóse que no se
devolverían las islas hasta tanto que el Perú hubiese enviado a Madrid un
representante diplomático para que declarase con toda solemnidad que el
Gobierno desaprobaba el intento de las autoridades del Callao en cuanto
quisieron reducir a prisión al secretario del comisionado de España (i); que el
mismo Gobierno no había tenido participación alguna en los conatos contra el
Sr. Salazar; que España enviaría un representante a Lima con una credencial idéntica
a la que llevó aquel señor, el cual comisionado sería recibido por el Gobierno
del Perú; y entonces y sólo después de esta recepción serían entregadas las
islas de Chincha, quedando el Perú en enviar inmediatamente un plenipotenciario
a España para negociar un tratado semejante a los que hemos celebrado con las
demás repúblicas hispano-americanas.
No; no estaban de acuerdo estas medidas con las
palabras del Ministro español cuando decía en su circular: “Nada hemos pedido, nada hemos de pedir que
humille ni degrade a aquel Estado.” Con razón replicaba a esto el Perú: ¿Consentiría la nación española en que se le
impusieran las condiciones que el Sr. Pacheco quiere imponer al Perú, aun en el
caso de no tener derecho la España a una satisfacción por una injuria anterior?
Creerlo así, suponerlo siquiera, sería revelar
que se tenía un pobrísimo concepto de la nación española. Ni sería de presumir
que hubiese decaído tanto el proverbial honor castellano.» Resultado de no
obedecer a un plan preconcebido y digno, fue esa tenacidad en retener las
Chinchas de cuya posesión no sacábamos ventaja alguna, lo que sin embargo de
ser evidente producía los mismos efectos que si las explotáramos.
Habíamos planteado el sistema inglés de
usurpación descarada atrayéndonos todos los odios, y a un tiempo mismo habíamos
renunciado al cambio de beneficios materiales con que aquella nación se
consuela de las perdidas simpatías. No es, pues, de extrañar que a la prensa
peruana pareciese inconcebible el que los periódicos La Patrie y La France considerasen
como caballeresca la conducta observada por nosotros en las islas Chinchas, y
que aquella misma prensa juzgando absurdo nuestro desinterés exclamara: Comprendemos
que España poseedora de las islas no se apresurará ya a mandar su agente diplomático
y más bien creemos que comience a ejercer actos de dominio y señorío para
explotar el abono de su cuenta, lo que sucederá indudablemente cuando lleguen
los refuerzos marítimos.
Es seguro que la arrogancia castellana con su
exquisita susceptibilidad y su afición a las islas, nunca dará la más pequeña satisfacción
al Perú, por más que se pretenda hacer precisamente la guerra con balas de oro.
Apenas abierta la legislatura ordinaria de 1864,
se había resuelto la crisis ministerial; el entonces presidente del Congreso,
General Ramón Castilla, había acusado de dilapidador y de cómplice de
connivencias secretas contrarias al Perú al Presidente de la República, ofreciendo
al mundo un verdadero escándalo.
A la entrada del nuevo Ministerio había sido
presentada por trece diputados una proposición compuesta de diez y nueve
considerandos, en la que se acusaba del delito de traición a la confianza
pública a los Ministros de Estado que habían funcionado desde el 14 de Abril al
18 de Julio de 1864. Castilla que ambicionaba sustituir a
Pezet,
continuó agitando los ánimos dentro del Congreso, en su mayoría hostil a todo
arreglo pacífico, así como al populacho de Lima, procurando para lograr sus
fines unirse estrechamente a su antiguo enemigo el General Echenique.
La penuria del tesoro no les detenía ni
preocupaba porque juzgaban segura la realización del empréstito de cincuenta
millones en la Bolsa de Londres; grande debía ser su desengaño.
Los trabajos de blindaje en el Monitor fracasaron
por completo; la fragata Apurímac que había estado mucho tiempo echada a pique,
necesitaba larga carena, y a este tenor
la Amazonas; la Loa y demás buques ofrecían bien pocos cuidados a nuestra
seguridad; por entonces se proyectó encargar a Inglaterra como comentamos la construcción o compra de dos fragatas
blindadas.
La compañía de vapores ingleses del Pacífico se
había colocado manifiestamente de parte del Perú trasportándoles toda clase de efectos
de guerra, al par que uno de sus buques, el Bogotá, se negó a entregar a la
goleta Covadonga unos cajones que contenían tubos para sus calderas y que
conducía desde Panamá.
Con este motivo el Almirante Pinzón reclamó
enérgicamente al Comodoro Harvey, jefe de las fuerzas navales de Inglaterra,
quien a su vez interrogó al agente principal de la compañía, que trató de
escudarse con los reglamentos de aduanas del litoral; replicó de nuevo el
Almirante haciendo saber al Comodoro inglés que el aserto del agente de que sus
buques no habían trasportado pólvora para el Perú era inexacto; que mirada la
cuestión bajo el punto de vista mercantil o bien con arreglo a lo que de los
neutrales exige el derecho de gentes, la conducta de la compañía de vapores era
inexcusable, sobre todo en el sensible caso de tener nosotros que obrar
hostilmente contra las costas del Perú.
Bien es
cierto que la citada compañía pagaba con gratitud a la República la compra de
vapores que ésta le había hecho por un precio casi triple del que realmente
valían.
Los tubos de la Covadonga no pudieron ser
desembarcados en ningún punto ni aun en Guayaquil como se suponía, por haberse opuesto
el Cónsul del Perú; volvieron pues, a Panamá quedando disposición del Cónsul
francés.
Ya sabemos que en Chile la conducta de los
españoles había producido honda sensación cual si ella hubiese sido la
directamente ofendida. La mayor parte de la prensa vertía diariamente insultos a
nuestro país, en tanto que el Gobierno aseguraba al señor Tavira que la
cuestión peruana en nada había entibiado las cordiales relaciones entre España
y Chile.
No sorprende que todas las simpatías de esta
república se dirigieran al Perú y que su prensa censurara nuestra conducta,
pero apenas puede concebirse que en un país modelo de civilización de la
América del Sur, pudiera soportarse por propia dignidad la publicación de un
papel tristemente célebre llamado El San Martín, cuya lectura debía en remecer
á los mismos chilenos. Sus soeces y groseros insultos llegaban a un grado tal,
que conseguían extraviar el mejor criterio que ciego de ira juzgaba al país
entero por el estrecho molde de los más ruines de sus individuos.
No quiero detenerme ni detallar nada sobre
aquel periódico, pero sí diré que en la oficialidad de la Escuadra y en toda la
marinería despertó indignación tan grande, que la autoridad del Almirante no bastaba
a contenerlos en los límites de la disciplina.
Cuan cierto es que el hombre más insignificante
y desprestigiado puede arrastrar al combate a dos naciones, valiéndose como
poderosísima palanca del sagrado amor patrio. Tavira indignado manifestó al Ministro
de Relaciones exteriores que era indispensable hacer que terminara la
publicación de El San Martín, pero el Gobierno contestó escudándose con el
jurado de la prensa, único tribunal al que podía someterse la acusación del
dicho periódico, que probablemente saldría absuelto envista de que en Madrid no
dejaban de publicarse furiosos artículos en La Discusión, en La Iberia y otros
diarios, contra las Repúblicas americanas.
En honra de Chile debo consignar que sólo el
papel ya citado descendió a tan vergonzosos ataques, y que no faltaron
periódicos en Santiago y Valparaíso que censuraran rudamente tan villano
proceder. Tales periódicos eran acusados de reaccionarios por el San Martín.
¿Es ser reaccionarios (contestaba uno de ellos) el no pedir Como
cierta prensa que se ahorquen godos, que se extermine a todos los que no
quieran consumar tan evangélicos preceptos? ¿Es ser reaccionario el no insultar
a la Reina de España con los dicterios que sólo se dicen en las tabernas, y de
los que no puede echarse mano en los papeles destinados a la publicidad, y
mucho menos tratándose de una mujer soberana de una nación con la que todavía
no hemos roto las relaciones de amistad que hemos contraído? El Independiente, periódico
de Santiago y órgano del Gobierno, hizo también algunas amigables observaciones
al San Martín por lo áspero de su lenguaje, y no faltó algún chileno que
atacara con dureza la indignidad de dicha publicación.
Pero ¿cómo se podría expresar toda la infamia
que revela la siguiente aseveración de un escritor contemporáneo? (i) Había en
Santiago dos españoles, el corazón se me despedaza al recordarlo, que eran los
principales agentes y expendedores del inmundo periódico San Martín, que tan
escandalosos insultos escribía contra la Reina de España.
El 10 de Octubre de 1864 llegó a la bahía de Pisco, incorporándose a la
Escuadra la goleta Vencedora, procedente del Río de la Plata con cincuenta y un
días de navegación. Su Comandante, él Teniente de navío D. Serafín Aubarede,
demostró la mayor pericia e inteligencia en tan larga travesía. A su paso por
el estrecho de Magallanes, en lo que invirtió catorce días, hizo de él un
estudio excelente y extenso, y observaciones que revelaban su buen juicio
(2). Para desembocar en el estrecho tuvo que
luchar por mucho tiempo contra el viento huracanado, chubascos y fríos muy
intensos. Cerca de cabo Pilar sufrió un fuerte temporal del primer cuadrante
que capeó con los cangrejos en dos antagallas y la máquina en el tercer grado
de expansión, perdiendo el botalón de foque y petifoque, el estay del juanete
de proa y su mastelerillo, pero el buque, aunque medio anegado se defendió muy bien.
En el puerto de Lota procuró hacer el carbón
necesario para seguir su viaje, pero el encargado del establecimiento dijo al
señor Aubarede que no podía proporcionarle ninguno por tenerlo comprometido
todo para cargarlo. Manifiesta mentira. Acudió entonces al capitán del puerto,
quien tuvo a bien contestarle que no tenía atribuciones para obligar al dueño
de las minas á que vendiese carbón a ningún buque, aconsejando al Comandante de
la Vencedora que continuase su viaje a la vela hasta Valparaíso.
Aubarede que había recibido expresas
instrucciones para conducirse en presencia de la esperada negativa, se atuvo a
ellas, y después de protestar en debida forma haciendo responsable a la
autoridad chilena de cualquier contrariedad que pudiese sufrir en su derrota por
falta de carbón, continuó el viaje. Es de advertir, que en el establecimiento
carbonífero tampoco quisieron venderle madera, ni algunos herrajes precisos
para remediar las averías del botalón de foque.
La actitud de Chile era ya decididamente
hostil. El Gobierno de esta República expidió un decreto prohibiendo la
extracción de carbón de piedra de sus puertos, fundándose en la guerra que se
hacía inminente entre España y Perú; inútil es decir que, puesto que los
peruanos no habían de tener necesidad absoluta de buscar carbón en Chile, sólo
a nuestra Escuadra se refería el decreto.
Declarar contrabando de guerra el carbón se
hallaba fuera del derecho marítimo y también de la práctica establecida durante
la guerra de federales y confederados en los Estados Unidos; además era risible
que, no un beligerante, sino un país neutral, determinara qué efectos deberían
considerarse como de contrabando de guerra. La parcialidad de Chile se
evidenciaba no sólo con que diariamente salían de sus puertos buques cargados
de carbón, armas, caballos, etc., con destino al Callao, sino también el que a
dicha rada habían enviado su único barco de guerra, la corbeta Esmeralda, con
el propósito de que saliese unida a los buques peruanos cuando decidieran
atacar a la Escuadra española.
Entre tanto el nuevo cambio de Gobierno en el
Perú había hecho aún más difícil su situación política; el Ministerio entrante
era ya acusado de reaccionario y débil por la prensa y por el partido rojo cada
día más robusto, lo que hacía profetizar la caída del Presidente Pezet al que suponían
harto débiles en la cuestión con España. No hay duda que la gran mayoría del
país clamaba por la guerra, generoso arranque de patriotismo o de ceguedad,
según se mire, atendiendo a lo mal preparados que se hallaban para resistirnos.
Noes esto decir que la situación de la República era tan inofensiva como sus
hijos la presentaban en los momentos de la toma de las islas de Chincha, pues
según ellos, al aparecer los españoles en el Callao para sacar la barca Heredia,
estaban completamente desarmados, sin pólvora, sin municiones, sin un solo
buque en buena situación, y la plaza completamente desguarnecida (i).
(R) Refiriéndose a aquel suceso, daba curiosas noticias un periódico peruano
por el que se viene en conocimiento de circunstancias ni aun sospechadas
entonces por la escuadrilla española. Decía así: «Cuando se tomaron las islas,
cuando se aparecieron los españoles en el Callao, no había sino un quintal de
pólvora en la fortaleza; los hemos intimidado con una señal que puso un viejo
patriota, Cirilo Coronel, que hacía de mayor de órdenes. «Ponerse en son de
combate», hizo decir Coronel a las banderas, cuando asomaban los españoles por
la cabeza de la isla de San Lorenzo, y ellos, que se habían tomado nuestro plan
de señales con la Iquique y que habían visto que un buque había salido de las
islas de Chincha para el Callao a pocas horas de habérselas tomado, creyeron
que estábamos prevenidos, y no se atrevieron a tomar la escuadra que era su plan
(¿).
Por allí debieron haber
comenzado, pero la Providencia suele embrutecer a los perversos; si con la
misma felonía con que se agarraron al guano, comienzan por agarrarse la
escuadra, hoy tendrían escuadra y guano, sin haber disparado un tiro. También
han tenido temor de ser los primeros en hacer fuego (¡); por eso no se sacaron
la escuadra aquel día; por eso nos provocaron con la sacada de la Heredia.»
¡Cuanta lógica!
Sin embargo, de haber fracasado por completo el
empréstito de cincuenta millones de pesos y de haberse reducido mucho las rentas
de sus aduanas por la paralización del comercio, el Perú sacaba recursos
cuantiosos casi exclusivamente del producto del guano que extraían con entera
libertad. No tardó el Jefe de la Escuadra en reconocerlo así y en lamentarlo. La suspensión del carguío de aquel abono
(decía el Almirante) no acarrearía reclamación alguna extranjera, puesto que el
Gobierno peruano tiene en Europa existencias que cubren con mucho sobrante los
créditos que contra él puedan tener sus consignatarios. Es indudable, que esta
tolerancia en permitir la extracción del guano, así como el mucho tiempo que va
trascurriendo desde el principio de las dificultades, han alentado y alientan
no sólo al Perú sino también a Chile y hasta Bolivia, cuyo Gobierno acaba de presentar
a la Asamblea nacional un proyecto de ley para aliarse ofensiva y
defensivamente con el Perú y en contra nuestra.
El Congreso Sud-americano que por fin se había
logrado reunir en Lima después de dos juntas preparatorias en las que sus
miembros demostraron divergencia de opiniones, redactaron de conformidad una
nota que le fue remitida a Pinzón por el vapor Talca.
Es de advertir que aquella era la primera
noticia oficial que el Almirante tenía de la instalación del Congreso. Creyó,
por tanto, algo irregular el requerimiento que se le hacía en la nota, pero
como entre las firmas de los plenipotenciarios acreditados en el Congreso se
hallaba el del Perú, y como ello se hacía de acuerdo con ese Gobierno, y como
la nota contenía promesas de que el Perú una vez desaparecida la dificultad
creada se hallaba dispuesto a atender las reclamaciones españolas, le pareció oportuno
al Almirante contestar a la nota de los plenipotenciarios (i): que le era
sensible no poder acceder al deseo de los distinguidos miembros del Congreso,
pues le faltaban competentes instrucciones del Gobierno de S. M. C, y que la
devolución delas islas de Chincha según la circular del Ministro de Estado
Pacheco, circular que había de servir de pauta a todos los agentes españoles,
aquellas islas debían conservarse ocupadas hasta tanto que se cumplieran por el
Gobierno del Perú las previas diligencias.
Añadía el Almirante que se conceptuaba fiel
intérprete de los sentimientos del Gobierno de España, al recordar que nuestra
nación la que llevó al Nuevo Mundo su fe católica y su santo amor a la
independencia, deseaba conservar amistosas relaciones con los pueblos que le
deben su origen, y estaba dispuesto a ofrecer a los que legítimamente puede
llamar hijos, sinceros testimonios de su simpatía.
(R) Hé aquí la nota de referencia. «Lima, Octubre 31 de 1864. —Los infrascritos,
Ministros plenipotenciarios de Bolivia, Chile, Confederación Argentina, Estados
Unidos de Colombia, Estados Unidos de Venezuela y Perú, residentes en esta
ciudad, creen de un deber dirigirse a S. E. el Almirante D. Luis H. Pinzón y
hacerle saber que la ocupación de las islas de Chincha, verificada a nombre de
la España, ha afectado profundamente los intereses de la América y, en especial
los de las Repúblicas que los infrascritos representan. Esta ocupación, a que
no precedió la negativa por parte del Perú a satisfacer reclamos clara y
expresamente individualizados; que no fue consecuencia de una declaración de
guerra hecha con arreglo a las prescripciones de la ley internacional; que se
ejecutó bajo el amparo de un derecho de reivindicación y de un estado de tregua
inconciliable con la independencia indisputada de la República del Perú, hiere los
derechos de todos los Estados del Continente, e introduce justas y fundadas
alarmas en orden a los designios de la España sobre su condición de naciones
independientes. La independencia de la América fue el resultado de esfuerzos
comunes de los pueblos que se constituyeron en Estados soberanos, y la
solidaridad que aquellos hechos establecieron, les impuso deberes, de cuyo
cumplimiento no pueden dispensarse. La amenaza hecha a una de las Repúblicas en
su existencia política, por motivos que fueron comunes a todas ellas, autoriza a
los infrascritos para esforzarse en conjurar un peligro que es de grande
atención y de trascendentales consecuencias. —Los infrascritos se dirigen a S.
E. el Almirante Don Luis H. Pinzón, como único representante del Gobierno
español en esta cuestión, y como jefe superior de las fuerzas navales que
ocupan las islas, parte constitutiva de la República Peruana. Más de seis meses
corridos sin que la España haya hecho demanda alguna al Perú, el peligro de que
la ocupación se prolongue indefinidamente, y la acumulación de fuerzas, que
parece agravar en los pueblos de América esa situación incierta y alarmante,
obligan a los infrascritos, por la injerencia misma dé la materia, a prescindir
de ciertas formas, y a requerir a S. E. el Almirante Don Luis H. Pinzón por la
pronta desocupación de las islas y su entrega al Perú, en los términos
correspondientes a los derechos y a la dignidad de esta República.—La
declaración del Gobierno español de que no había autorizado aquel acto, aleja
toda contradicción en su conducta, y todo menoscabo de su dignidad,
restituyendo lo que no mandó aprehender; así como esa misma declaración en la
parte que reprueba el principio de reivindicación y el estado de tregua
invocados, había disipado las justas alarmas de la América, si no se hubiese
mantenido el hecho que fue la consecuencia inmediata de los principios
reprobados.—Las Repúblicas representadas por los infrascritos, desean conservar
sus amistosas relaciones con la España, y están dispuestas a dar a la nación a
que estos pueblos deben su origen sinceros testimonios de sus sentimientos; y
el Perú que participa de ellos, lo está también a atender con solicitud los reclamos
justos que se le hagan, a examinarlos y arreglarlos por las vías diplomáticas,
integrado que sea, en forma debida, en la posesión de su territorio. No pueden,
sin embargo, permanecer expectantes é inactivas en presencia de la situación
creada por el acontecimiento del catorce de Abril.—Los infrascritos no creen
preciso insinuar que sucesos que se suponen ocurridos después de aquella fecha,
tampoco pueden ser un obstáculo para el fin propuesto, porque son imposibles,
tratándose de gobiernos cultos y civilizados, porque el Perú los ha rechazado
con toda la energía de su dignidad, y porque las investigaciones practicadas
manifiestan hasta la evidencia, que jamás existieron, ni hubo antecedente que
pudiese mancillar en este punto la conducta de la República Peruana.—Los
infrascritos, en nombre de las Repúblicas que representan, gravemente
alarmadas, en justa tuición de sus derechos, y en consideración a los deseos
que las animan de mantener sus amistosas y cordiales relaciones con la España,
se dirigen a S. E. el Almirante D. Luis H. Pinzón con el objeto que dejan expresado,
y esperan tenga a bien darles una respuesta, que servirá para poner término a
esta situación, o para arreglar sus procedimientos ulteriores.—La presente nota
será puesta en manos de S. E. el Almirante D. Luis H. Pinzón, por D. Ignacio Centeno,
comisionado al efecto, a cuya persona recomendamos.—Con sentimientos de
distinguida consideración, los infrascritos saludan á S. E. el Almirante D.
Luis H Pinzón, y se suscriben sus muy atentos y seguros servidores.— V. de la
Cruz Benavente, Ministro Plenipotenciario de Bolivia. — Manuel Montt, Ministro
Plenipotenciario de Chile. — D. J. Sarmiento, Ministro Plenipotenciario de la
República Argentina. — Justo Arosamena, Ministro Plenipotenciario de los
Estados Unidos de Colombia. — Antonio L. Guzmán, Plenipotenciario de los
Estados Unidos de Venezuela. — José G. Paz Soldán, Plenipotenciario del Perú
Mientras tanto el 26 de noviembre, unidades
navales atacan a la escuadra española en Pisco. (Ramón García 1993, 19)
ocasionándoles daños menores, huyendo al sur.
El 6 de diciembre de 1864, el Almirante español
Hernández Pinzón, es relevado de su cargo por el General José Pareja y Septién
y se unieron a la Escuadra las unidades “Blanca”, “Berenguela”, “Villa de
Madrid” y la fragata “Numancia”. Unas semanas después se firma el Tratado
Vivanco-Pareja
hasta 225
ANEXOS
Invitación que D. Ramón Azcárate dirige a los agricultores Guipuzcoanos,
para que se comprometan al cultivo del algodón en esa región, según las bases y
condiciones que se expresan á continuación.
Hijo de la provincia de
Guipúzcoa, educado en mis primeros años en el antiguo Real Seminario de esta
villa y con muchos parientes y amigos en el país, a que profeso un cariño
acendrado, he venido á el después de largos años de ausencia, no solo
arrastrado por el recuerdo de afecciones vivas, sino atraído también por el
deseo de realizar en Ultramar, con hijos exclusivamente de este suelo una empresa,
que mi mente acaricia hace tiempo; y para llevar a cabo la cual con provecho,
que no ocultaré, así mismo de mis intereses quisiera y espero hacer la
felicidad de algunos naturales del país.
Para ello, y aunque
ofrezca algunas dificultades, he preferido, sin vacilar, como Guipuzcoano,
intentar vencerlas, desechando proposiciones de extranjeros y nacionales que me
han sido hechas con condiciones muy aceptables bajo el punto de vista
económico; no solo, repito, porque quiero labrar la dicha de algunos centenares
de Guipuzcoanos, sino porque hace mi felicidad el vivir entre ellos, aunque
lejos de nuestra patria común, que llevarán consigo como yo, las tradiciones
queridas de nuestros hogares, sus venerandas prácticas religiosas y sus hábitos
constantes y apreciables de moralidad, honradez, frugalidad y amor al trabajo.
Talambo, es una
hacienda de una extensión considerable, en la que, bajo la influencia de un
clima sano y benigno, cuya temperatura ni baja de 12 grados ni sube de 24,
Termómetro Réaumur, vienen con trabajo no cansado y con prontitud el algodón,
la caña, el café, el arroz, la cochinilla, el maíz, el trigo, el camote
(parecido en su gusto a la castaña) y, en general, todas las hortalizas y legumbres
de esta provincia.
La emigración se ha de
componer de 300 personas agricultoras de ambos sexos y de todas edades,
honradas y bien constituidas que formen familias.
A su cabeza marchará un
capellán vascongado, que haga como de párroco, celebre misas, explique la doctrina
cristiana, dé el pasto espiritual y predique el evangelio, un médico cirujano, también
vascongado, que atienda a todas sus dolencias y enfermedades, y un mayordomo,
del mismo origen, que enseñe a los niños a leer, escribir y cuentas, que lleve
las de los colonos, si gustan, y así mismo Ia correspondencia que tengan con sus
familias y amigos. También formarán parte de la expedición algunos canteros,
carpinteros y herreros del país.
Me obligo a trasportar
por mi cuenta a toda la expedición, pagando los gastos de flete y alimentación,
desde el día en que se haga el buque a la vela de uno de los puertos inmediatos
que se anunciará a su debido tiempo.
Los expedicionarios
agricultores y artesanos llevarán consigo sus camas y herramientas que puedan, a
fin de que las primeras les sirvan a bordo, y las mismas con las segundas para
su uso particular, aun después de llegados a la hacienda de Talambo; sin
perjuicio, se entiende, de llevar el equipaje posible.
Los años de compromiso
son ocho y comenzarán a contarse desde el día en que llegue la emigración a la
hacienda.
Una vez allí,
señalaré a cada familia de colonos, toda la extensión que pueda desear de terrenos de regadío para cultivar el algodón, pastos para sus
ganados, granos y hortaliza para su consumo y edificar sus caseríos
respectivos, a uso todo del país.
Inmediatamente después
principiarán a trabajar sus casas, las bodegas para las maquinarias y depósitos
de algodones, los cercos para los algodonales, sus huertas y heredades, pasando
luego a preparar, sembrar y cultivar las tierras destinadas a estos productos;
y mientras trabajan sus habitaciones, corre de mi cargo el alojarlos.
En el primer año, como
que los colonos se han de ocupar en los trabajos indicados, en el párrafo
anterior, no se puede contar con alcanzar en el campo más que hacer la siembra.
En él segundo habrá una o dos cosechas, que serán incompletas por ser las primeras,
y quedarán exclusivamente para mí, en compensación de los grandes gastos que me
ocasiona la expedición, no solo por los precios de flete y alimentación durante
su viaje, sino también porque me comprometo a continuar alimentándola bien en
dichos dos primeros años, y a dar, además, mensualmente a los agricultores que
la forman un peso por cada persona, que no llegue a doce años y dos por las que
pasen de esta edad, para su vestir y demás necesidades particulares. Aparte de
estos desembolsos llevaré a mi costa desde Inglaterra á Talambo la maquinaria
necesaria para despepitar y empacar el algodón.
Transcurridos los dos
primeros años, la cosecha de algodón, que coja cada familia de colonos en las
tierras que les serán señaladas, se dividirá en dos partes iguales, de las
cuales la una será para ella y la otra para mí con el socio señor Salcedo.
Las otras cosechas que
pueden lograr de granos, hortalizas, ha. Y que en el año serán dos de cada
clase, servirán para la alimentación colectiva de los agricultores durante los
dos primeros años y después exclusivamente de la familia a que pertenezcan los terrenos
en que se coja.
Facilitaré desde luego,
y para los dos primeros años, conservando su propiedad, a cada familia todo el
ganado y herramientas que les falte.
Al principiar el tercer
año quedarán con el uso propio de lo que sea suyo en ambas clases, y se hará
propietaria además de lo que estime conveniente adquirir de mí en los dos géneros,
estipulando conmigo su valor y abonándomele en los plazos sucesivos y términos
que convengamos.
Cada familia
contribuirá desde el tercer año en adelante, después de verificada la recolección
de algodones, con el cuatro por ciento de lo que coja para atender por partes
iguales al culto, al capellán, al médico y al mayordomo. En los dos primeros
años corren estos ramos de mi cuenta particular.
Las trescientas
personas se dedicarán principalmente al cultivo del algodón, y podrán sostener
el mínimum de 500,000 plantas, de que se alcanzarán dos cosechas al año. Se
puede suponer en cálculos muy razonables que este número de plantas dará al año
un peso de 20,000 quintales, y a contar desde el tercero inclusive, tendrá de
consiguiente la emigración diez mil para ella, que venderá al comprador o
compradores que sean de su más agrado entre los muchos que allí se presentan.
Quiere decir que,
calculando que los 300 agricultores formen 60 familias tocará a cada una de
ellas 166 quintales de algodón por cosecha anual, principiando desde el tercer
año, y sin contar con las demás recolecciones que son exclusivamente suyas.
Fundado en este cálculo
enteramente prudencial, recordando el precio subido del algodón, y teniendo
presente la seguridad y prontitud con que los colonos alcanzarán sus artículos
alimenticios, granos, hortaliza y forraje para el ganado, es indudable que cada
una de dichas familias y de consiguiente la expedición logrará, sin que pase
mucho tiempo, una posición cómoda, desahogada y hasta lisonjera.
Transcurridos los ocho
años de Ia contrata o compromiso, tanto mi socio y yo, como cada una de dichas
familias quedaremos en completa libertad para continuar sino en; el mismo
compromiso y con iguales condiciones por el tiempo que se señalará de mutua voluntad.
Estas condiciones serán las mismas de los últimos seis años de la primera
contrata.
Vergara, 27 de Octubre
de 1859.
RAMON
AZCÁRATE
Bases para la contrata
que han de celebrar Don Manuel Salcedo y Don Ramón Azcárate con la expedición
vascongada
1°A cada familia, o a las
familias que constituyan una sola, se asignará el terreno que deba cultivar a razón
de media fanegada por cada persona de las que la forman.
2°Los agricultores vascongados destinarán al
cultivo del algodón, las nueve décimas partes del terreno que se les haya
destinado, quedándoles la décima restante para la siembra y cultivo de hortaliza
y granos, que serán de su exclusiva propiedad, y destinados únicamente para su mantención,
nunca para negocio.
Si faltaron estos víveres
(lo que no. Es de esperar) se suprimirá del terreno destinado al algodón la
parte necesaria que baste a producirlos; más si sobraren se disminuirá una
parte del terreno dedicado al cultivo de los víveres, para aumentar el del algodón.
Como en el terreno destinado para sus granos y hortaliza, no pueden sembrar el
arroz, los dos socios se comprometen a dar diez onzas por día de este grano a toda
persona desde un año para arriba.
Esta cantidad de arroz,
será entregada a cada familia para toda la semana los domingos, concluida que
sea la misma.
3° Los gastos de
herramientas que necesite cada familia para la labranza de sus terrenos serán
hechos, mitad por Salcedo y Azcárate, y la otra mitad por dicha familia y los
de yuntas si ellas lo admitiesen.
4° El dinero que cada
familia pidiese tanto para estos gastos como para otros, le será prestado por
Salcedo y Azcárate sin ningún interés, hasta que lo devuelva con el producto de
sus cosechas.
5° Los adelantos que se
expresan en la base anterior se harán en proporción á; las necesidades que
tenga que cubrir cada familia; pero si se observase que alguna excede en sus
pedidos para gastos superfluos o perjudiciales, entonces se le dará únicamente aquella
cantidad que se nivele con la que pide una familia económica y juiciosa. ‘
6° Todo el algodón que
cosechen los agricultores será entregado por ellos en el local de la
maquinaria, ensacado con su respectiva marca, y el encargado otorgará su
correspondiente recibo.
7° Cada familia tiene
la obligación de despepitar y empacar en la maquinaria del fundo, todo el algodón
que coseche, sin más costo para ella, que la mitad del valor de forros y
sunchos. Concluida esta operación, queda facultada para buscar comprador, para todo
el que hubiese cosechado, cuyo importe se dividirá entre la familia y los dos
socios; más si estos no les conviniesen vender su mitad, quedan obligados a
comprar lo que corresponde a la familia por el más alto precio que les hayan
ofrecido. En el inesperado caso de que la familia no encuentre comprador, los
socios Salcedo y Azcárate al vender su mitad, incluirán la que corresponda a la
familia si esta conviniese en ello; más si fuese deudora procederá; A la venta previo
aviso.
8° Para la fabricación
de la bodega en que hade colocarse la maquinaria de despepitar el algodón, y
para la construcción de su depósito en pepita, concurrirán con su trabajo
personal “observando un riguroso turno” todos los hombres que tengan más de catorce
años, y para transportar del puerto a la hacienda las maderas que han de servir
para esta obra, alternarán en este servicio que ha de hacerse en carretas, por
todos los hombres de veinte y cuatro años para arriba, En cuanto a los
carpinteros, herreros, canteros y albañiles, siempre que se les ocupe fuera de
su turno, recibirán la gratificación de un peso por cada día que trabajen.
9° Es obligación de cada familia concurrir a
la limpia del canal principal del agua, que se hace una vez al año, con tres
jornales por cada media fanegada de las que se le hayan asignado; y en cuanto
las ocurrencias extraordinarias de aumentar el agua del cauce, descajar o sacar
algún derrumbe, concurrirán los agricultores por su turno con todos los
sembradores del fundo.
10° Los animales de
labranza estarán sueltos en el campo y cuando los recojan para el trabajo, los
mantendrán con la chala del maíz o alfalfa que tuvieren.
11° Las vacas lecheras
estarán igualmente en el campo, y los terneros en casa del labrador, y cada
familia no tendrá derecho sino a una sola.
12° La inmigración vascongada
tiene y tendrá en lo sucesivo, un capellán que haga de párroco, celebre misa,
explique la doctrina cristiana, dé el pasto espiritual y predique el evangelio;
un médico cirujano que atienda a todas sus dolencias y enfermedades, y un administrador
que lleve las cuentas de los adelantos que se les haga bajo recibo, la
correspondencia que tengan con sus familias y amigos, y además enseñe a los
niños a leer, escribir y cuentas.
13° Los agricultores
contribuirán con el cuatro por ciento del algodón que les corresponda, siendo
una para el culto de la capilla, otra para el capellán, el tercero para el
médico y el cuarto para el administrador, siendo de cargo de los socios Salcedo
y Azcárate la mantención de dichos empleados y de sus cabalgaduras; así como el
de conservar aseada la capilla con todos los ornamentos y útiles necesarios.
14° El socio Azcárate
interesado en la tercera parte de la empresa como que concurre en igual parte
del principal, quedará a la cabeza de las familias vascongadas, y de las demás
que en adelante puedan agregárseles comprometiéndose a residir en este fundo
durante los ocho años, que es el término de este contrato, y procediendo en
todo lo relativo a la dirección de la empresa de acuerdo con su socio Salcedo.
15° El dueño del fundo
no reconoce más mejoras que aquellas que se hayan pactado en el periodo de los
ocho años.
16° Aunque por el
contrato celebrado en España los agricultores vascongados quedaban
comprometidos a ceder a los socios Salcedo y Azcárate, todo el producto de sus
trabajos durante los dos primeros años en justa compensación de más de
cincuenta mil pesos invertidos en sus transportes y demás gastos consiguientes
a la empresa, estos renuncian hoy a tal derecho en beneficio de sus asociados, esperando
la remuneración en la parte que en el periodo de los ocho años les corresponda.
Más si alguna familia quisiese separarse en el día no se le impedirá; más quedaría
obligada a pagar el dividendo que le correspondiese, partiendo de la suma total
de gastos. Si verificase su separación después de algún tiempo, se tendrá en consideración
el que hubiese trascurrido, de manera que a los dos años se le deducirá del
dividendo la cuarta parte, a los cuatro la mitad, y así proporcionalmente.
17° Los años de compromiso
son ocho y comenzarán a contarse desde el primero del presente mes.
18° Trascurridos los
ocho años de la contrata o compromiso queda la familia en completa libertad
para continuar o no, reservándose el derecho de renovar su contrata por otro
periodo, cediendo a favor de los dos socios la cuarta parte del total del
producto, y reservándose para si las tres. Cuartas partes restantes.
NOTA.—No habiendo
aceptado las familias que el gasto de yuntas fuese a medias como lo indica el artículo
tercero, y habiendo pedido en lugar de una vaca, que por el articulo once se
les concedía, se les permita tener dos; consultando las ventajas de obtener las
dos vacas con la mitad del valor de la yunta, la de que aquellas sustituyan á
esta en los trabajos agrícolas, la de ser los agricultores dueños exclusivos de
las vacas y de sus crías, y la del aumento de la leche, los dos socios han
convenido en acceder a su solicitud, bajo la condición de que dichas vacas no
puedan tener dos crías a la vez por cuanto el aumento de animales perjudicaría a
la agricultura.
Así mismo pidieron se
les concediese engordar dos cerdos en cada año encerrados en chiqueros, y
hacerse de su remplazo dos meses antes de consumirlos o venderlos. Los socios
Salcedo y Azcárate acceden también á esta solicitud.
Talambo,
6 de Agosto de 1860.
M. Salcedo——-R.
Azcárate—Siguen las firmas de las cabezas de Familia—Diego Unanue—Juan Judes—
Manuel Retarvide— Juan José 0rmachea—Domingo Alverdi—Pedro. M. Aguirre—Miguel
Alverdi—J0sé Ramón Aguirre—Domingo Argarate—Felipe Artiaga —José Smitagoistia—Pedro
Martija—José Joaquín Martija—Francisco Larrarte—Marcial Miner—Martin
Eguren—Juan Eguren
Petronilo Martin—J0sé
Faustino Aguinaga—Ignacio Oriozabala —Bautista Dorriotz—Francisco
Cel0m—Francisc0 Antonio Gainza—Ignacio Langarem—José Ignacio Arceluz—Marcos
Iturbe—Martin Antonio Querejeta—Francisco Zavala—Hipólito Espeleta—Estevan
Zamora—Roque Larrañaga—Juan Bautista Asegninolaza—Francisco Arrizabala—Pedro JoséMarticorena—Toribio
Lasagabaster.
DECLARACIÓN
De Rosario Salazar
antes de morir a petición de sus padres
ESCRITO.
(m) Señor Juez de Paz
Segundo. Salazar de
este domicilio, ante U. en la mejor forma parezco y digo: Que en mi casa se
halla mi hijo Rosario Salazar, enfermo y próximo a expirar a consecuencia del
balazo que se le infirió en la hacienda de Talambo, en el mes de Agosto último,
y a fin de descubrir al autor de tal crimen, ocurro a la autoridad de U. pidiendo
se sirva constituirse en el acto a recibirle su declaración, para que exprese
la persona que lo hirió, pues que la omisión
de esta diligencia, de suyo urgentísima, sería perjudicial, por cuanto
dejaría en impunidad tan atroz delito. Con cuyo objeto A U. suplico que,
teniéndome por presentado, y en fuerza de lo expuesto, se sirva deferir a mi
solicitud, por ser así de justicia.
Ferreñafe, a 15 de
Febrero de 1864.
Segundo
Salazar.
SUMILLA – Juzgado de
Paz—Ferreñafe, 15 de Febrero de mil ochocientos
sesenta y cuatro.—Por presentado: en mérito de lo que se representa, y
estando lo dispuesto en el inciso
séptimo, articulo trece de la ley reglamentaria de mis atribuciones, constitúyase
este Juzgado en la casa de D. Segundo Salazar a recibir la declaración de su
hijo D. Rosario Salazar, con citación del promotor fiscal, para cuyo cargo se
nombra a D. Sebastián Verjél, previa su aceptación y juramento, y verificada
que sea dicha diligencia, remítase al señor Juez que conoce de los sucesos de
Talambo, para que obre los efectos a que haya lugar.—-Condemarín.—Pazos.
DILIGENCIA. —En el mismo día, mes y año siendo las nueve de
la mañana, yo el Escribano hice saber a D. José Andrés García el nombramiento
de promotor fiscal, y enterado lo aceptó y firmó, de que doy fe. —José Andrea García
Pazos.
OTRA. —Incontinenti practiqué igual diligencia con D. Sebastián
Verjél y enterado de su nombramiento lo aceptó y firmó, de que doy fe. —Sebastián
Verjél—Pazos.
OTRA. —En la Villa de Ferreñafe a las nueve y media de la
mañana de hoy 15 de Febrero de mil ochocientos sesenta y cuatro, compareció
ante el señor juez de Paz D. Simón Condemarín D. José Andrés García a quien le
recibió juramento que celebró por Dios Creador del Universo, Remunerador de los
buenos y Castigador de los malos, bajo del cual prometió desempeñar bien y
fielmente el cargo de promotor fiscal, firmando esta diligencia con el señor
juez, de que doy fe:—-—Condemarín—José Andrés García—Benjamín Pazos.
OTRA. —Acto continuo compareció D. Sebastián Verjél a quien el
señor juez de Paz D. Simón Condemarín le recibió juramento por ante mí el
Escribano y lo hizo aquel por Dios Creador del Universo, Remunerador de los
buenos y Castigador de los malos, prometió desempeñar bien y fielmente el cargo
de defensor, y firmando esta diligencia, con el señor juez, de que doy fe. –Condemarín–Sebastián
Verjél—Benjamín Pazos.
DILIGENCIA. —Incontinenti cité al promotor fiscal D. José
Andes García, como se ordena en el decreto anterior, y enterado de él, firmó,
doy fe. —José Andrés García—Pazos.
OTRA. ——Consecutivamente hice igual citación al defensor don Sebastián
Verjél, y enterado firmó, de que doy fe. —Sebastián Verjél—Pazos.
DECLARACIÓN DE ROSARIO SALAZAR
En la Villa de Ferreñafe a los nueve de la mañana de hoy
quince de Febrero de mil ochocientos sesenta y cuatro. El señor juez de Paz D. Simón
Condemarín asistido de mi el presente Escribano, del Promotor fiscal D. José Andrés
García, - del defensor D. Sebastián Verjél, del señor juez de Paz primero D.
Juan del Carmen Pérez, del Escribano público D. Andrés Samillán y de D. Segundo
Salazar, se constituyó en caso de este último, en donde halló enfermo en cama o
su hijo D. Rosario Salazar, pero en todo su acuerdo, memoria y entendimiento natural,
quien recibió juramento en la forma establecida por el articulo novecientos seis
del Código de Enjuiciamientos Civil y advertido de las obligaciones que le
impone el novecientos siete del mismo Código, le interrogó el señor juez, para
que dijera la persona que lo había herido, y por qué causa, expresando cuanto
crea conveniente sobre el particular, y contestó: Que la persona que le dio el balazo causa de su mortal enfermedad, fue
el español D. Julián Fano, que con su paisano D. Juan Ignacio Sorazu protegía
el motín provocado y encabezado por Marcial Miner, para atacar al dueño de
Talambo D. Manuel Salcedo: que el motivo que tuvo Fano para darle ese balazo fue,
el haber ido el declarante con otros a tomar á Miner, que se hallaba en el
cuarto de Fano y Sorazu, para ponerlo a disposición del juez de Paz de Chepén,
y evitar las consecuencias dañosas de la conducta de aquel individuo; y que al
llegar el que habla a la puerta de la pieza donde se hallaba Miner con Sorazu y
Fano le descargó este último un tiro a bala con una pistola de que estaba
armado, sin haber habido de parte del exponente la menor provocación. Que si
antes de ahora no ha declarado al señor juez de la causa de los sucesos de
Talambo que Fano fue quien le dio dicho balazo, fue porque creyó que la herida
no era mortal y que podía sanar de ella, y porque creyendo también que Fano
continuara de administrador de la hacienda de Talambo quería seguir trabajando
en paz y armonía, como ha dicho Fano, de manera que éste no le perjudicase; más
ahora que está desengañado por los médicos, que no es posible que sane, se ha
visto precisado a confesar, que Fano es el autor de su próxima muerte, para no
dejar remordimiento alguno en su conciencia, antes de entregar su alma a Dios y
para que no se impute dicho balazo a otra persona, y padezca esta injustamente;
declarando por último, que se ha venido a la casa en que se halla, porque en el
lugar en que lo tenían en Guadalupe además de ser insalubre, carecía de los recursos y de la asistencia
que aquí se le presta en su curación: Que lo expuesto es la verdad en que se
afirmó y ratificó, leída que le fue esta su declaración, la que firmó á ruego
de él D. Juan del Carmen Pérez, haciéndolo antes el señor juez con las demás
personas que intervienen, de que doy fe.—Condemarín—Juan del Carmen Pérez—
Sebastián Verjél—José Andrés García—Segundo Salazar—Manuel Samillán—Ante
mí, Benjamín Pazos.
ESCRITO.
Señor Juez de Paz.
Segundo Salazar, de
este domicilio, ante U. en la mejor forma parezco y digo: Que en este momento
que son las tres y media de la tarde acaba de fallecer mi hijo Rosario Salazar,
y a fin de que se le practique la autopsia de su cadáver, se ha de servir U.
mandar que se verifique por dos peritos, y que original se remita el expediente
al señor juez que conoce de la causa de los sucesos de Talambo. Y para ello, A
U. suplico, que atendida la grave urgencia, se sirva evacuarla en el día, para
los fines indicados. Justicia, Ferreñafe, Febrero 15 de 1864. —Segundo Salazar.
SUMILLO. —Pide que se practique la autopsia del cadáver de Rosario
Salazar.
DECRETO. —Juzgado de Paz.—Ferreñafe á diez y seis de Febrero
de mil ochocientos sesenta y cuatro.—Por presentado: y atendida la urgencia de
la presente solicitud, practíquese en el acto el reconocimiento y autopsia del
cadáver de Rosario Salazar por los peritos D. Lorenzo Sono y D. José María González,
previa su aceptación y juramento y noticia del promotor fiscal y defensor
nombrados, para recibir la declaración del expresado Salazar, cuya partida de defunción
con lo que se actuare se agregará a las diligencias evacuados ayer, y se
remitirá original al señor juez que conoce
de la causa de los sucesos de Talambo para los fines legales sí que haya
lugar.—.—Condemarín .—Pazos.
DILIGENCIA. —-En el mismo, día siendo las tres y tres cuartos
de la tarde, yo el Escribano, citó al promotor fiscal D. José Andrés García con
el auto anterior y enterado firmo. —y doy fe—José Andrés García—Pazos.
OTRA. —Seguidamente practiqué igual diligencia con el
defensor D. Sebastián Verjél, y firmó, de que doy fe—Sebastián Verjél —Pazos.
OTRA—Acto continuo, yo el Escribano hice saber a D. Lorenzo Sono
el nombramiento de perito para el reconocimiento y autopsia del cadáver de
Rosario Salazar, y reiterado dijo: que lo
aceptaba, en cuya virtud procedió el señor juez a recibirlo juramento que lo hizo
por Dios Creador del Universo, Remunerador de los buenos y Castigador de los
malos, bajo del cual prometió desempeñar bien y fielmente el cargo que se confía,
firmando esta diligencia con él señor juez, de que doy fe.—Condemarín,
Lorenzo Sono—Benjamín Pazos.
OTRA. —inmediatamente hice igual notificación s D. José María,
González y enterado de su nombramiento dijo: que lo aceptaba; en cuya virtud procedió el señor juez a recibirlo
juramento, que lo hizo por Dios Creador del Universo, Remunerador de los buenos
y Castigador de los malos, bajo del cual prometió desempeñar bien y fielmente
el cargo que se le confía, firmando esta diligencia con el señor juez, de que
doy fe. —Condemarín—José María González Benjamín Pazos.
En el mismo día siendo las cuatro y media de la tarde, el
señor juez de Paz en cumplimiento de lo mandado en auto de esta fecha, y con
asistencia de mí el presente Escribano, se constituyó en la casa habitación del
señor D. Segundo Salazar, en donde se encuentra el cadáver de Rosario Salazar,
con el objeto de que los peritos D. Lorenzo Sono y D. José María González, que
presentes se hallan, procediesen al reconocimiento ordenado, y en su
consecuencia así lo verificaron, y después de ratificarse en el juramento que
tienen prestado, y del detenido examen
que al efecto hicieron, resulta, que del reconocimiento y autopsia que han
practicado de dicho cadáver, han encontrado una herida en el costado derecho,
la cual había fracturado la quinta, sexta y séptima costilla de ese lado; y a
la distancia de media pulgada otra herida que se halla en toda su cavidad, la
que tocó en el hígado donde habían penetrado dos cortadillos; siendo cada uno
la cuarta parte de una bala de onza, los mismos que manifestaban al Juzgado:
que dichas heridas eran hechas a su parecer con armas de fuego; habiendo sido
la muerte de dicho Salazar la consecuencia precisa de ellas, pues que no solo han
sido de necesidad mortal, sino instantáneamente mortal, habiendo podido
conservar su fuerza vital, la edad juvenil en que se encontraba. Que es cuanto
pueden certificar, procediendo conforme su leal saber y entender, sin agravio
de partes, y sin que se les toque las generales de la ley, en cargo del juramento
que tienen prestado, ratificándose en esta su exposición que firmaron el señor
Juez por ante mí, de que doy fe. —-Condemarín—Lorenzo Sono – José María González—Ante
mí, Benjamín Pazos.
DECRETO. —Juzgado de Paz—Ferreñafe Febrero diez y siete de mil
ochocientos sesenta y cuatro. —Estando concluidas las diligencias que anteceden,
remítase al señor juez que conoce de la causa, para los fines á que hubiere
lugar. —Simón Condemarín—Pazos.
PARTIDA. ———EI presbítero
Juan Isidoro Aguilar, cura propietario y vicario de esta doctrina de Santa
Lucia de Ferreñafe, certifica Que en el libro de entierros que empezó a correr el
año pasado de 1863, se halla una partida sentada en la manera siguiente—Año del
Señor de mil ochocientos sesenta y cuatro. En diez y siete de Febrero, yo el
infrascrito teniente cura en esta doctrina de Santa Lucia de Ferreñafe, en su panteón
di sepultura al cadáver de José Rosario Salazar, soltero, al parecer de
veinticinco años, recibió los Sacramentos de Penitencia y Extrema Unción, deja
en Talambo dos hijos según la razón que da D. Segundo Salazar, de lo que certifico.
–Juan de Dios Caballero. Concuerda fielmente con la partida original que se
halla en el citado libro á que me refiero. El juzgado de Paz pide esta certificación
por su nota de ayer 21. —Ferreñafe, Febrero 22 de 1864. —
Juan Isidoro Aguilar.
Gobierno del Perú,
ordena tomar declaraciones a los vascos, con declaración de Fano y Sorazú,
dando conformidad al contrato
Para que se pueda apreciar con más exactitud el juicio apasionado
y mezquino de los españoles que han denigrado al gobierno del Perú, con tan ligera
como punible maldad, vamos a copiar el siguiente documento. El hará la mejor justificación
de nuestros asertos y una vez más quedará probada la inocencia de D. Manuel
Salcedo:
El Supremo Gobierno en virtud de algunas publicaciones y de
lo mucho que se hablaba de la inmigración vascongada, y a causa del primer motín
delos vascos para separarse más de cierto, sin respetar sus compromisos, ordenó
al coronel D. Juan de Dios Días qua levantase un sumario para averiguar si era
cierto el mal trato que se decía, se daba a los españoles, mostrando desde
ent0nces su celo en favor de esta primera inmigración venida de España.
En esta sumaria información, de la que damos un extracto escrito
de puño y letra de Fano y Sorazu, con anuencia del señor Garay, manifiestan los
vascos que la contrata acordada el 6 de Agosto de 1860 les favorece, a pesar de
lo que han dicho en contra de esa contrata los mismos Sorazu y Fano, después de
haber suscrito la información que se va a leer en seguida, el comisionado del
Supremo Gobierno pasó a la Hacienda de Lurifico, para averiguar los motivos que
tuvieron los disidentes que no quisieron firmar la contrata, y resulta de su exposición
que Azcárate, Fano, Sorazu y Garay tuvieron la principal parte en el engaño de
que se quejaban, y de ningún modo D. Manuel Salcedo, quien ni tiempo tuvo de
entenderse con ellos; no conociendo su idioma ni habiéndolos siquiera tratado,
en seis días que corrieron desde su llegada hasta su separación.
Pero lo que resulta en todas estas medidas, es la paternal
solicitud de nuestro Gobierno a favor de los vascos, desde 10 primeros días que
llegaron.
He aquí la sumaria información:
En la hacienda de Talambo á los ocho días del mes de Febrero y
año de mil ochocientos sesenta y uno (2).
(2) Siete meses después
de establecidos en la hacienda.
El Subprefecto de la provincia Coronel D. Juan de Dios Días,
en cumplimiento de la suprema resolución de fecha 12 de Noviembre del año
próximo pasado transcripta por el señor general Prefecto del departamento, en
26 de Diciembre del mismo año: se constituyó en la referida hacienda a examinar
las razones que hayan tenido y tengan los colonos para faltar a las
obligaciones a que se contrataron con D. Ramón Azcárate, socio de D. Manuel
Salcedo; en su consecuencia se presentaron D. Julián Fano, administrador de la expedición
vascongada, D. José dela Cruz Garay y D. Juan Ignacio Sorazu, ambos también
pertenecientes a la expedición, a quienes el referido Sub-prefecto les preguntó
y expusieran: si se ha dejado de cumplir por parte del señor Azcárate algunos artículos
o deberes a que se impuso con los individuos contratados, y cuál es el trato
que se recibe actualmente, y expusieron: que D. Ramón Azcárate no solo ha cumplido con el anuncio que les indicó en
la provincia de Guipúzcoa perteneciente a la España, sino que ha excedido en su
ofrecimiento con todos,(Siete meses después de establecidos en la hacienda),
como se halla demostrado en la tranquilidad y gozo que disfrutan los que
actualmente existen trabajando y presentes se hallan en este acto: que las
familias que faltan, separándose del contrato, se quejaban de la temperatura de
la hacienda, que no les era conforme con su salud: por lo que se separaron de sus
compañeros sin haber empezado ninguna clase de trabajo: así mismo que no les
agradaba la primera contrata, por cuya razón se les puso otra a la que convinieron
quedarse en la hacienda las treinta y cinco familias en número de ciento
setenta y cinco individuos todos conformes a ella, la que firmaron
voluntariamente obligándose, continuasen el trabajo de la agricultura, cuyas
familias constan de la razón que se acompaña.
En seguida el mismo señor Sub—prefecto, reunió familia por familia,
a quienes les hizo iguales preguntas y contestaron D. Diego Únanse por medio de
un intérprete, que se hallaba él y su
familia muy conforme con la contrata hecha, y que no recibía ningún mal trato
de D; Ramón Azcarate ni de su socio Salcedo.
Juan Judes contestó de igual modo el hallarse conforme, y no haber ninguna clase de agravios.
Manuel Betarvide expuso: que
también se hallaba conforme con la segunda contrata y que siempre su compromiso
seria exacto si continuase observándose por los hacendados el buen trato que actualmente
se recibe;
Juan José Ormaechea expuso que se hallaba muy contento y conforme con toda su familia; que no
recibe ningún perjuicio.
Domingo Alberdi, dijo que
se hallaba conforme con toda su familia en el trabajo de la agricultura, pero
si teniendo hijos menores que necesitan de educación primaria, espera que el señor
Azcárate pusiese el maestro que les tenía ofrecido en actual ejercicio, y que
tiene a D. Julián Fano en la hacienda
con ese fin.
Pedro María Aguirre dijo: que
no tenía queja ninguna del patrón, que en todo se hallaba muy conforme con su
familia, que solo le falta lo que tiene expuesto el anterior, esto es, maestro
de escuela.
Miguel Aiberdi manifestó que
en todo se hallaba conforme como el anterior, pero si pedía la educación de sus
hijos.
Toribio Lasayabaster dijo que
él y su familia necesita de un maestro de escuela y un sacerdote vascongado;
pero que en todo lo demás se halla conforme con la contrata, recibiendo él,
como todos, mucho más de lo ofrecido en España.
Francisco Arrizabalaga expuso que no tenía ninguna queja que exponer por hallarse en todo conforme y
solo necesita lo que pide el anterior.
Domingo Argárate expuso lo
mismo que el anterior.
Ramón Aguirre dijo: que
en trabajos y alimentos esté conforme, que nada a este respecto tiene que
reclamar; sino solo que se ponga en la hacienda el maestro de escuela y un
sacerdote vascongado.
José Semitiagoitia dijo lo
mismo que el anterior.
Felipe Artiaga expuso que
si D. Ramón Azcárate continúa observando el buen trato que se recibe no tendrá
queja que exponer, que solo solicita el maestro de escuela y un sacerdote, y
que se le dé una copia de esta nueva contrata pero que se halla gustoso.
Pedro Marticorena dijo lo
mismo que el anterior.
Hipólito Espeleta expuso que
estaba gustoso y no tenía ninguna queja que exponer, pues recibe del patrón
todo lo que necesita.
Francisco Zavala expuso lo
mismo que el anterior.
Marcos Iturve dijo que
se hallaba muy conforme; que solo lo que falta es que se ponga en ejercicio el
maestro de escuela.
Martin Querejéta dijo lo mismo.
Ignacio Arcelus dijo lo
mismo que el anterior.
Ignacio Lengaran dijo: que
en todo se hallaba conforme con la contrata celebrada, que solo se necesita el
maestro de escuela y sacerdote.
Francisco Celan dijo lo
mismo que el anterior.
Estevan Zamora dijo que
le falta el sacerdote y la escuela.
Ignacio Oriozabala dijo que
no tiene ninguna queja que poner y que solo le falta el maestro de escuela y el
sacerdote.
Hasta aquí lo escrito por Sorazu, lo que sigue es de puño y letra
de Fano (3)
Que se recibe más de lo
contratado en España, que como á todos se les da diez onzas de arroz diarias a
cada individuo de familia gratis, como servicio particular de la hacienda, sin gravamen
a las familias por este servicio; y pide la copia de la contrata celebrada
últimamente.
Bautista Dorriotz, dijo: que
solo falta el maestro de escuela y un sacerdote, por faltar a pocos días el que
vino en la expedición; no por esto dejan de oír misa los días de fiesta que viene
a decirla el Cura de Chepén.
José Aquinaga, expuso
que está muy conforme con el trato del patrón, que solo le falta el agua para
sus sembríos.
José Martija, dijo: que
no tiene nada que exponer contra la buena conducta que observa el patrón con
él, como con los demás que solo falta que se establezca la escuela, y la permanencia
de un sacerdote.
Pedro Martija, dijo que
solo le falta agua para sus sembríos, y que por todo lo demás se halla muy conforme.
Francisco Larrarte, dijo: que
en todo se hallaba conforme con la contrata hecha con el señor Azcárate, y pide
se le dé copia de la contrata.
Martin Eguren, expuso: que
en todo se hallaba conforme con el trato del patrón, pues ni a él ni a su
familia les faltaba nada.
Juan Eguren, dijo: que
no tiene ninguna queja que exponer, ni recibir mal trato alguno
(3) Los mismos que, después
firmaron una exposición contraria para acarrearnos los conflictos en que nos
vemos, faltando a la verdad que ellos conocían mejor que nadie. ¡Y después del
atentado de Pinzón, Sorazu ha obtenido en. Lima un destino público con 60 u 80
peso de sueldo al mes!
Petronilo Martin, dijo: que
hasta la fecha no tenía queja que exponer contra el señor Azcárate, que él y su
familia se hallan conformes en todo.
Roque Larrañaga, dijo: que
tiene lo suficiente finalmente para él y su familia, que no tiene queja que exponer
y solo desea que se ponga el establecimiento de instrucción primaria, y un
sacerdote vascongado.
Juan Bautista
Aseguinolaza, dijo: que solo falta la
escuela de instrucción primaria, un sacerdote vascongado, que sus terrenos
están escasos de agua por la falta de ella, que por lo demás, se halla muy
conforme. Y no habiendo más padres de familia que vengan a exponer sus quejas,
se dispuso que los padres de familia y demás individuos de la expedición
vascongada, firmaran los que supieran para constancia de la exposición que cada
uno ha hecho presente.
En este estado se presenté Francisco Gainza, y expuso que solo le falta el establecimiento de instrucción
primaria, y el sacerdote vascongado, y que en todo lo demás se halla muy
conforme y contento en la hacienda.
El Sub—prefecto Juan de D. Díaz, Julián Fano, José Cruz
Garay, Juan Ignacio Sorazu, Juan Judes, Domingo Alberdi, Juan José Ormaechea,
Ignacio Lengaran, Marcial Miner, Martin Eguren, Roque Larrañaga, Felipe de
Artiaga.
Concluidas las anteriores averiguaciones en la hacienda de Talambo,
pasó el Sub—prefecto a la de Lurifico a practicar con los trabajadores residentes
en dicha hacienda iguales diligencias, haciendo comparecer a los padres de
familia que se separaron del compromiso celebrado en España, y habiéndose
presentado el primero Juan Bautista Azpiri, dijo: que en virtud de no saber el idioma castellano no presentaba para que
lo explicara, por pedimento del mismo interesado
A Martin de Mendizabal, el que expuso que el señor Azcárate no cumplió con lo ofrecido en España, en el
trasporte de este punto al del Callao ofreciéndoles darles diariamente pan
tierno para las criaturas y las raciones suficientes para su mantención, y al
desembarcarlos en cl puerto de Pacasmayo solo se les dio por la mañana un poco
de sopa y tocino, continuando su marcha á Talambo, y llegaron a esta hacienda
el día siguiente de dos a tres de la mañana, y los pusieron a todos en un almacén
techado, a donde permanecieron como unos diez o doce días alimentados con
arroz, carne y galletas, que no les agradó este modo de trato por lo que tuvieron
a bien separarse, y venirse a la hacienda de Lurifico, por que fueron botados
por el mismo señor Azcarate. A más de lo expuesto les faltaba un sacerdote vascongado,
y un médico de igual Provincia; pero si lo tenían un sacerdote y un médico que
no eran de la provincia: que la temperatura no era igual a la que se le había dicho
en España que se les había ofrecido un peso a cada uno de los niños de doce
años para abajo, y de doce para arriba dos mensuales, y habiéndoles dicho a los
señores Azcárate y Salcedo, presente que no se hallaban contentos con la
segunda contrata, ;debía hacerse otra que les conformase como la hecha en
España, porque ignoraban que en Talambo los artículos de más necesidad son más
caros que en el país, habiéndoles dicho
que eran más baratos, que el señor Azcárate y el señor Salcedo reformaron en
Talambo la y contrata primera con la que no se conformaron: que les dijeron en España
que la fanega de trigo, su valor era en el Perú diez reales, y el maíz á cinco
y seis reales y un par de toros una onza.
Todos estos motivos les obligaron a separarse como tienen dicho y venir
al Lurifico sin pagar los gastos que han ocasionado en la expedición al señor Azárate.
Esta misma exposición la oyeron todos los demás vascongados en número de nueve
padres de familia, firmando los que sabían escribir enmendado para segunda con
entre renglones como la hecha en España, todo vale. —Martin. Mendizábal—. Juan
Bautista Ugalde- José Joaquín Padilla.
Documentos del
Ministerio de Relaciones Exteriores al Cónsul de España dando respuesta a sus
protestas.
Los siguientes documentos del Ministerio de Relaciones Exteriores,
son indudablemente la pruebo más auténtica de que el Gobierno del Perú, nada ha
deseado tanto como la terminación del juicio de Talambo á que tan pérfidas
interpretaciones se han dado. Convencido de esa parcialidad ha procurado explicar
la verdad y nada más que la verdad de los hechos al cónsul de España en esta
ciudad y al de igual clase de la República en Madrid: el primero para que explicase
á su parcial gobierno la realidad del hecho tal cual ha sido, y al segundo para
que sostuviese la verdad contra las calumnias que se debían arrojar por la
prensa. He aquí los documentos:
Lima,
27 de Diciembre de 1863.
Desde que el Gobierno supo el desgraciado suceso de Talambo, creyó
que el crédito del país se interesaba en la pronta conclusión del juicio, dirigido
al esclarecimiento de hechos que tanto habían llamado la atención pública.
Aunque los jueces y tribunales de la República no necesitan estimulo de ningún género
para proceder imparcialmente en el ejercicio de su elevado ministerio, se
recomendó, la causa criminal que se seguía con tal objeto para que, tanto en la
celeridad de los procedimientos como en el castigo de los que resultasen
culpables, se consultasen inviolablemente las prescripciones de la justicia; y
desde entonces hasta ahora no se ha dejado de recordar siempre al Poder
Judicial el cumplimiento de sus deberes en cuanto le es permitido al Ejecutivo
obrar de esta manera.
La condición constitucional del Gobierno no le permite entrar
en la apreciación legal de un asunto que está bajo el dominio de la única autoridad a quien compete decidirlo;
pero si bien es verdad que esta debe ser la actitud de la administración, no
por eso omitirá ni diligencia ni medida alguna que contribuya a satisfacer el deseo
del señor Cónsul español y el deseo de su Gobierno, porque así cumple con los
sentimientos benévolos que le animan para con todos los extranjeros que viven
en el territorio de la Nación, llena las disposiciones de la ley y afirma la reputación
de hospitalaria que justamente ha adquirido la República.
He pedido datos al señor Ministro de Justicia sobre la causa de
Talambo. Ruego que los reciba me dirigiré nuevamente al señor Cónsul para
manifestarle con exactitud el estado en que le encuentra.
Soy del
señor Cónsul de S. M. C. atento servidor, (firmado—Juan Antonio Ribeyro
Al Señor Cónsul de S. M. C. en esta capital.
------------------------------------------------------
Lima, Enero 29 de 1864.
La causa de Talambo, sobre la que el infrascrito habló al
señor Cónsul de España, en nota 27 de Diciembre último, ha sido objeto constante
de las atenciones y providencias del Gobierno, no porque dudase nunca de la
integridad y prudencia de los Tribunales y Juzgados de la República, sino por
el interés que le ha inspirado un asunto de que tanto se ha ocupado la prensa,
durante los últimos meses. Ha recomendado la pronta administración de justicia y
editado el celo de los magistrados, porque su acción no podía extenderse a
otras indicaciones, ni a medios que pudiesen tal vez coactar la independencia
del Poder Judicial. Felizmente el juicio sigue su curso natural, y aunque hasta
ahora, no ha podido terminarse definitivamente, proviene esta circunstancia de
la multitud de hechos que merecen esclarecimiento, de la prolijidad con que se persigue
el crimen para castigarlo, y del cumplimiento que se da fi todas las
disposiciones de nuestro Código de Enjuiciamientos en materia penal.
Hay procesos en que está tan complicada la materia sometida al
juzgamiento, que no es posible concluirlos con la brevedad que se apetece; y
sucede muchas veces, que sin voluntad son sacrificados los términos cortos a la
investigación minuciosa de la verdad.
Y no acontece esto solamente aquí, sino en otros lugares, cuyas
legislaciones no merecen censura, y cuyos jueces gozan de la mejor reputación.
Nuestros Códigos criminales que están i. la altura de los conocimientos
filosóficos de la época, no dejan nada que desear en la aplicación de las
penas; y pueda asegurarse que no quedará impune ningún crimen; siempre que se
pruebe, de una manera completa, y sin dudas que quizás pudieran comprometer a
la inocencia.
Y tan cierto es este principio, que la Corte Superior del Departamento
de la Libertad, que tan cumplida se manifiesta siempre en el cumplimiento de
sus deberes judiciales, ha pronunciado en 31 de Octubre último, un auto
detenido, por el cual manda practicar diligencias esenciales, que conducirán a
la averiguación de los sucesos de Talambo.
No se obra en tela judicial por procedimientos acelerados,
que dejarían con frecuencia los hechos improbados o confusos, hasta el punto de
hacer vacilar el ánimo del juez en el pronunciamiento de la sentencia.
En el sumario se realizan muchos actos, que revelan el cuerpo
del delito y la existencia genuina de su autor, entrando después a otra parte,
en que se formulan actuaciones de distinta esfera, que sin dejar de tender al
descubrimiento del hecho dominante, abre al acusado campo para su exculpación y
su defensa, y esto no puede ciertamente improvisarse, mucho menos desde que
suelen presentarse contradicciones de interés entre los principales autores del
delito, desde que la divergencia de opiniones y dichos, hacen tardía, sino difícil,
la apreciación de la verdad, y desde que antes que todo debe tratarse de no
sancionar la impunidad o infligir con precipitación una pena inmerecida.
No hay, pues, según lo expuesto tan ligeramente en esta nota,
ni retardación, ni olvido absoluto del juicio, como pudiera creerse con equivocación
alguna vez. La Corte Superior, al declarar nula la resolución de primera
instancia y ordenar la ampliación y renovación de la parte informativa del
proceso, se ha conformado no solamente con las prescripciones dela ley, sino
que ha escuchado el sentimiento público, tan vivamente pronunciado en este
delicado negocio.
No existe, ni puede existir tampoco motivo de queja, porque
hasta aquí el Gobierno, que sigue paso a paso la marcha de la causa, ha visto
que cuanto se ha mandado hacer y se está haciendo, lleva el fin laudable de
acertar, para satisfacer los derechos de las diversas personas interesadas en
ella.
No desatenderán, sin embargo, en cuanto le permitan sus funciones
administrativas, de instar por su fenecimiento, como que en esta conducta no
tiene otro móvil que llenar obligaciones austeras, y asegurar el crédito de la nación
que representa.
El infrascrito aprovecha esta oportunidad para suscribirse
del señor Cónsul de España, su más atento y seguro servidor.
(Firmado)—JUAN
ANTONIO RIBEYRO.
Al señor Cónsul de España en Lima.
--------------------------------------------------
Lima, 10 de Marzo de 1863.
Señor Cónsul de la
República en Madrid.
Sabe U. que, en una hacienda de la costa del Norte de esta República,
nombrada Talambo, hubo una desgracia con los colonos españoles, que trabajaban
en las labores del campo, que ha llamado no poco la atención pública, y dado
mérito para publicaciones por la prensa, en sentido tanto favorable como
adverso para averiguar la verdad de lo ocurrido é infligir, a los que resultasen
culpables, la pena merecida y determinada por las leyes, se está siguiendo el juicio
correspondiente.
Cuando el asunto es sumamente grave y envuelve hechos, por su
naturaleza complejos, necesita esclarecimientos prolijos o investigaciones
minuciosas que conduzcan con seguridad a la posesión de la verdad. Los
procedimientos, a pesar de la rapidez con que marchan todas las causas
criminales, se prolongan muchas veces; porque así lo exigen tanto la naturaleza
misma del delito, como las contradicciones de los testigos, las citas abundantes
que resultan de las declaraciones y las oscuridades que suelen ocultar por
desgracia actos en los que hay intereses opuestos y un verdadero antagonismo.
Hasta ahora no existe retardación de justicia, porqué ningún juez
ni tribunal de la República, de los que han intervenido en tan delicada
materia; han dejado de la mano la prosecución de un proceso, en que, si bien se
agitan derechos de particulares, se atraviesa también la honra nacional, que es
para el Gobierno de no escasa importancia.
Por las copias que incluyo á U., observará cuál ha sido hasta
ahora el curso de los autos: nada definitivo se ha pronunciado en la causa, ni
nada concluyente se ha obrado en ella, por donde pueda deducirse, que las cosas
han concluido completa mente, sin recurso para las partes y sin remedios
ulteriores y legales.
No se ha incurrido, ni se ha presentado todavía ocasión do incurrir
en injusticia notoria, única circunstancia en que pudiera entablarse ante. El
Gobierno gestiones de carácter distinto de las judiciales. La acción de los
tribunales está en ejercicio pleno; y el día llegará, no muy tarde, por cierto,
en que, depurados los hechos y absueltas las acusaciones y defensas, según el
mérito que del sumario resulte, se expida la correspondiente sentencia, sin predilección
por ninguno de los contendientes, con sujeción a La justicia, y con crédito del
país, que más de una vez se ha atacado sin razón y sin derecho.
Aunque por las copias aludidas se ve que los Tribunales
Supremo y Superior del Departamento de la Libertad no están enteramente de
acuerdo acerca de los principios que deben emplearse para caracterizar el
juicio y determinar su curso, este incidente no afecta en manera alguna el
negocio en lo sustancial, ni influye en el resultado final, ni se ve la falta
de. Imparcialidad, .de acierto y de contracción. Tan lejos de esto, se ha
procurado encontrar sin tropiezos y sin ambigüedades, muy peligrosas en la administración
de justicia, el crimen con todas sus circunstancias, y autores legítimos, para
que la penalidad no se resienta de falta de oportunidad, ni se atenúe sin motivo,
ni se equivoque en su aplicación genuina.
El Cónsul español, antes de que su Gobierno le cancelara la patente,
hizo una protesta, con motivo de la resolución expedida por la Corte Suprema,
que aún no ha tomado en consideración el Gobierno, porque está reuniendo datos e
informes, para hacer de esta comunicación la apreciación correspondiente:
Por esta razón
no entro desde luego en consideraciones de ningún género sobre tan desagradable
suceso, más tarde, podré, dueño el Gobierno de las noticias que está
inquiriendo, dirigirme á U. para que se precava al Perú de las falsas
interpretaciones, de que pueda ser objeto su generosa y leal conducta de todas
las autoridades nacionales.
No obstante, pues, este proceder franco, notase un secreto
manejo en algunas personas, para tergiversar los hechos y para indisponer los
ánimos hasta el punto de provocar conflictos entre dos naciones, cuyas
relaciones, por lo mismo de no estar perfectamente definidas, deben ser tratadas
con sumo esmero y delicadeza. Ya he expresado a U. en otra comunicación, cual
es la disposición del Gobierno, respecto de la España, disposición que
continuará siempre en su mismo estado de bondad, si, como es de esperarse, se encuentra
reciprocidad, y el mismo sentimiento en ese Gabinete.
U. está en el deber de disipar cualquiera mala impresión, que
informe, exagerado e inexactos pudieran producir en el ánimo de las autoridades
de la Península, en lo que tiene relación con la causa y sucesos de Talambo;
manifestando el interés que el Gobierno toma siempre por la imparcial administración
de justicia, por el trato agradable a todos los extranjeros, y por la conservación
de la reputación nacional, adquirida á costa de actos reiterados de justificación.
Dios guarde
á U.
(Firmado)
—JUAN ANTONIO RIBEYRO.
El supuesto contrato
suscrito entre la Hacienda y los vascos
Las características del contrato eran las siguientes:
Al llegar a Talambo, los vascos deberían dedicarse a preparar
los terrenos para el cultivo de algodón, sus viviendas, graneros y otras
instalaciones necesarias para el trabajo.
El cultivo principal sería el algodón, además de hortalizas
para autoconsumo.
El salario mensual a recibir sería de 2 pesos de plata para
los mayores de 11 años y un peso de plata para los menores. Esta remuneración
era superior a la percibida por los coolies.
Desde un comienzo el clima se tornaba tirante, los recién
llegados querían imponerse sobre las costumbres locales y usanzas en los
métodos agrícolas, como querer quemar los algarrobos, en lugar de cortar con
hacha para hacerse de vigas para la construcción, pretender disponer de más
tierras para las hortalizas. Esto trajo como consecuencia el aprovechamiento de
algunas familias, que, sin firmar el contrato, y beneficiándose del viaje,
abandonaron la hacienda, para buscar trabajo en otras haciendas, que al igual
que Talambo necesitaban mano de obra.
Estas deserciones, evidentemente desfavorecían a Julián Fano
y a Ramón Azcárate, quién sentía el desasosiego al ver el comportamiento de sus
compatriotas, y por otra parte el malestar de Salcedo, quién constantemente
tenía que enfrentar situaciones desagradables. Por último, en Junio de 1862 Ramón Azcárate abandona
la hacienda Talambo, decepcionado de sus con nacionales, y con evidente
malestar ante su anticipado fracaso, dejando acéfalos a los inmigrantes en
manos de, Julián Fano y Juan Ignacio Sorazú además de José Vicente Azcárate quienes
pasaron a liderar el grupo provisionalmente.
Empieza una nueva relación de Salcedo con españoles con los
que no había hecho ningún pacto en dicha expedición
Las complicaciones, aumentaban, con el correr de los días y
meses, la primera cosecha no fue lo esperado, por la poca dedicación e
impericia de los vascos en las labores así como el desconocimiento del cultivo,
inexistente en tierras hispanas y tampoco existía conducción técnica en
Talambo, cuyas labores se hacían con conocimiento de los trabajadores coolies o
de los nativos de Chepén. Azcárate no previó este asunto, el que gatilló
definitivamente en el malestar general.
Los nuevos representantes de los vascos, Marcial Mirne y José
Vicente Azcárate, en su afán de modificar el contrato, con aspectos más
ventajosos para los vascos, quisieron hablar con Salcedo para proponerle
ampliar la superficie de cultivo de hortalizas que era el 10 % de lo dedicado
al algodón, además solicitaban traer peones coolies para el trabajo del
algodón, en circunstancias que el contrato no lo estipulaba. Salcedo no atendió
las propuestas quedando los vascos indignados.
Relación de Vascos en
Talambo
R. Azcárate—— José de la Cruz Garay, Juan Ignacio Sorazú, Julián Fano,
Marcial Miner, Juan Miguel Ormazábal---Diego Unanue—Juan Judes— Manuel
Retarvide— Juan José 0rmachea—Domingo Alverdi—Pedro. M. Aguirre—Miguel
Alverdi—José Ramón Aguirre—Domingo Argaraté—Felipe Artiaga —José Semitagoistia—Pedro
Martija—José Joaquín Martija—Francisco Larrarte—Martin Eguren—Juan Eguren- Petronilo
Martin—José Faustino Aguinaga—Ignacio Oriozabala —Bautista Dorriiotz—Francisco
Cel0m—Francisco Antonio Gainza—Ignacio Langarem—José Ignacio Arceluz—Marcos
Iturbe—Martin Antonio Querejeta—Francisco Zavala—Hipólito Espeleta—Esteban
Zamora—Roque Larrañaga—Juan Bautista Asegninolaza—Francisco Arrizabala—Pedro José
Marticorena—Toribio Lasagabaster.
Francisco Otadin, José F. Aguinaga, Domingo Algarate, Roque Larrañaga,
Vicente Azcarate, Martin A. Querejeta, Juan B. Aseguinaloza, Fermín Ibargura,
Francisco Martija, Cayetano Olastegui y Fermín Poyen
Pedro María Aguirre, Miguel Alberdi, Toribio Lasayabaster,
Francisco Arrizabalaga, Domingo Argárate, Pedro Marticorena, Francisco Zavala, Ignacio Arcelus, Francisco Celán, Esteban Zamora, Ignacio
Oriozabala,
Juan Judes, Domingo Alberdi, Martin Eguren, Roque Larrañaga,
Francisco Gainza
José Aguinaga, Pedro Martija, Petronilo Martin, Juan Bautista
Aguinaloza,
En Lurifico
Juan Bautista Azpiri, Martín de Mendizábal, Juan Bautista
Ugalde, José Joaquín Padilla
Haciendas Talambo y
Huabal
Continuación de la
Tasación solicitada por la viuda de Manuel Salcedo en 1877
Actas en Talambo En 30 de abril de 1878 – En la Hacienda
Talambo comprensión del Distrito de Chepén de la Provincia de Pacasmayo,
Departamento de la Libertad – El Señor Doctor Don José Clemente Peralta, actual
juez de Primera Instancia de la Provincia y comisionado por el de igual clase
de Lima, Sr. Dr. Adolfo Quiroga para la diligencia de inventario y avalúo de
los bienes que radican en esta jurisdicción y que han fincado por fin y muerte
del que fue el Sr. Don Manuel Salcedo, se
DSCN2563 constituyó con asistencia del Sr. Don Guillermo
Valentín Fry, albacea del referido difunto y a la vez apoderado de la Sra. D.
Josefa Ruíz Vda. del mismo finado, su albacea y guardadora legal de sus menores
hijos ; de los Peritos Don Timoteo Gastelo, y Don Eusebio Ulfe y del Tercero
dirimente Don Adriano Saavedra, así mismo del Perito Agrimensor, nombrado a
Petición del señor Albacea, Señor D. Santiago Rosse, todos los cuales han
presentado el juramento de Ley, y estando la administración de los bienes a
cargo del Sr. D. Baltazar Ramírez, siendo las once de la mañana del día citado,
el Sr. Juez hizo comparecer al referido Sr. Baltazar Ramírez, y por ante mí el
Escribano Público, que he sido elegido para la presente actuación, le recibí
juramento en esta forma. ¿Juráis por Dios creador del Universo, remunerador de
los buenos, y castigador de los malos, manifestar todos los bienes que
pertenezcan a la testamentaria del Sr. Don Manuel Salcedo, los cuales han
estado en su poder como su administrador y dar razón de todos otros que sepáis
existen en extraño poder, para que sean inventariados? Respondió. – Si Juro =
En seguida el Sr. Juez dispuso se principiase la diligencia comenzándose a
inventariar y avaluar todos los enseres y capitales consistentes en animales, y
casas, habitaciones, Ingenios y otras maquinarias y todos otros bienes,
dejándose para el final, la apreciación de los terrenos de los Fundos “Talambo”
y “Huabal”, según su mesura y calificación de tierras, se procedió a la
diligencia en la
forma siguiente:
Ganado vacuno
Primeramente, se inventariaron y avaluaron la cantidad de
sesenta y tres toros mansos de trabajo, que el Perito Don Eusebio Ulfe les dio
el valor de 80 soles cada uno……..5040
Ídem se inventariaron y avaluaron cincuenta y tres toros de cría, 3180
Ydem se inventariaron y avaluaron la cantidad de 100 vacas
que el Perito Sr. Eusebio Ulfe valorizó cada uno en la cantidad de 50 soles $
3600
Ídem se inventariaron y avaluaron la cantidad de 105 terneros
de distintas edades. 3° dirimente Sr. D.
Adrián Saavedra y dio el valor a cada toro la cantidad de diez soles que todos
importan la cantidad de $ 1680
Son $ 13500
Ganado caballar
Primeramente, se inventariaron y avaluaron la cantidad de
cuarentaicinco bestias mansas entre caballos y yeguas mansas. el perito 3er
dirimente, Sr. D. Adrián Saavedra y dio el valor a cada animal en la cantidad
de 325 soles, que todos importan 1125
Se inventariaron y avaluaron dos mulas que actualmente se
están quebrantando o domando, dirimió el perito 3er dirimente, Sr. D. Adrián
Saavedra y dio el valor a cada una de las mulas en la cantidad de 100 soles,
200
Se inventariaron y avaluaron 125 bestias de cría eso es
caballos y yeguas chicas y, el perito 3er dirimente, Sr. D. Adrián Saavedra y
dio el valor a cada una en la cantidad de 20 soles que importan…………2500
Se inventariaron y avaluaron 23 mulas chúcaras grandes y
pequeñas, . El Perito D. Timoteo Gastelo valorizó cada mula en la cantidad de
65 soles y habiendo resultado
1495
Se inventarió un burro hechor, el perito 3er dirimente, Sr.
D. Adrián Saavedra y dio el valor a cada una en
la cantidad de 80 soles que importan 80
Se inventariaron y avaluaron dos burros el perito 3er
dirimente, Sr. D. Adrián Saavedra y dio el valor a cada una en la cantidad de
20 soles que ambas cantidades hacen 40
Se inventarió y avaluó un caballo color zaino, el perito 3er
dirimente, Sr. D. Adrián
Chinos contratados
Se inventariaron y se avaluó el servicio de 39 chinos
contratados, faltándoles para concluir su contrata, un año tres meses 25 días,
cuyo tiempo se cumple el 25 de agosto de 1879 el 3° dirimente D. Adriano
Saavedra que valorizó el referido servicio en la cantidad de 100 3900
Carretas de servicio
Se inventariaron y avaluaron dos carretas grandes con ruedas
de madera, el 3° dirimente D. Adriano Saavedra que valorizó el referido
servicio en la cantidad de 250 soles que hacen 500 9440
Se inventariaron y avaluaron 4 carretas pequeñas con ruedas
de madera el 3° dirimente D. Adriano Saavedra que valorizó el referido servicio
en la cantidad de 150 soles que todos forman la cantidad de 1050
Se inventariaron y avaluaron 2 carretas chicas con ruedas de
fierro el 3° dirimente D. Adriano Saavedra que valorizó el referido servicio en
la cantidad de 300 soles que ambas partidas son 11590
Tierras cultivadas
Caña sembrada
Se inventariaron 20 cuarteles de caña dulce, en corte o al
machete en su estancia de ¾ de fanegada de 288 varas castellanas de largo por
144 de ancho, que examinaron los peritos su estado el tercer dirimente Sr.
Adriano Saavedra y valorizó cada cuartel en la cantidad de mil soles que
hacen………………………………………………………………………………….20000
Se inventariaron 12 cuarteles de caña dulce en brote,
el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra y valorizó cada cuartel en la
cantidad 500 soles 6000
Se inventariaron 9 cuarteles de caña dulce, en brote,
principiando a desarrollar con la misma extensión de los primeros inventariados
el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra y valorizó cada cuartel en la cantidad
de 200 que hacen…………………………1800
27800
Pastos y sus potreros
de tapias
Se inventariaron y avaluaron 14 cuarteles 27800
Potreros sembrados de gramalote tapiados y cuyas tapias se
hallan en estado de repararse en diferentes partes, tercer dirimente Sr.
Adriano Saavedra y valorizó cada potrero en la cantidad 400 soles que hacen el
total de……………………………………………………………………………....5600
Se inventariaron y avaluaron dos Potrero de pasto denominado
“Sorgo” tapiados de adobe el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra y valorizó
cada potrero en la cantidad 300………………600
Se inventariaron y avaluaron doce Potrero de adobe tapiados,
rastrojos, el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra y valorizó cada uno en la
cantidad 400 soles que hacen….…...4800
Se inventariaron y avaluaron dos huertecitas de árboles
frutales, tapiadas con adobe, el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra tazando
cada huerta en 500 soles que hacen…………1000
12000
Chacras de arroz en
cosecha en Talambo y Mancoche
El Sr. Juez, el Sr. Administrador, el Sr. Albacea y Peritos
se constituyeron en el Paraje de Mancoche con el objeto de examinar las chacras
de arroz que allí se hallaban sembradas y en cosecha y se encontraron las
siguientes chacras
Una de D. Juan
Larrañaga – Otra de D. Juan Lizarzaburu – Otra de D. José Vicente Azcarate –
Otra de D. Manuel Gamarra y otra de D. Nicolás Rázuri y examinadas dichas
chacras por dentro y por fuera, los peritos calcularon la cosecha en la
cantidad de 2500 fanegas de arroz, que
el perito D. Eusebio Ulfe valorizó cada
fanega de arroz en la cantidad de 7 soles; el perito D. Timoteo Gastelo
valorizó cada fanega en la cantidad de 6 soles y resultando discordia pasó a
dirimir el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra valorizó cada fanega en 7
soles cada una, que suman……………………………………………………………………………………………………………………...17500 17500
Son
57300
Chacra de arroz del
“Huabal”
Se inventariaron y avaluaron 1410 fanegas arroz en cáscara
existente en la Hacienda “Huabal”, de 175 lbs c/u de las cuales corresponden a
la Hacienda 705 fanegas el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra y valorizó
cada fanega en 7 soles C/U que importan………….4935
De esto tiene que rebajarse la cantidad de
%-20 C. que paga la Hacienda por cada fanega, que importa la cantidad de………
846 4089
Existencias del año
pasado de 1877
En la misma Hacienda no entregada por los sembradores
calculando lo que debe entregar 216 fanegas arroz manchado valorizado en 4
soles fanega, hace……864
Se rebaja sobre 116 fanegas arroz que paga la Hacienda 1.20
C………13920 724800
Materiales, Fábricas,
Casas, Maquinarias en “Talambo”
Se inventarió y avaluó un trapiche nuevo, desarmado con lo
siguiente = Cuarenta y cinco piezas diversas en la pampa –En la bodega bajo la
casa, 3 cajones, tres atados con trece pernos, y 4 pernos grandes, 2
chumaceras, 5 piezas fundidas, 2 planchas valorizado el trapiche 7500----------- $ 12313.80
Se inventarió y avaluó una bodega (depósito) fábrica de adobe
con 171 pies de largo por 68 de ancho, techo de barro con un reloj sobre la
puerta el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra tazando cada huerta en 500
soles que hacen……….6000
En la bodega existe lo
siguiente:
Una prensa para algodón con su motor, una máquina para
despepitar con 60 serruchos, una máquina de despepitar con 55 serruchos, tres
despepitadoras de 60 serruchos en mal estado, una prensa de algodón con
palanca, valorizado todo en la cantidad de …1700 son 20013.80
Se inventarió y avaluaron la cantidad de 51 atados de fierro
flojo con 2835 lbs. Que los peritos valorizaron en 8 centavos cada una que
hacen la suma de………226.80
Se inventarió y avaluaron 192 arrobas de algodón rama, que
los peritos valorizaron en dos soles cada una…………………384
Se inventarió y avaluó una romana de plataforma, peso de 900
lbs. que los peritos valorizaron en dos
soles cada una……75
Se inventariaron y avaluaron 6286 atados de chancaca , que
los peritos estimaron en 12 ½ ctvs. c/uno……785
Ingenio viejo
Se inventarió y avaluó una bodega con techo de fierro
galvanizado con 91 pies de largo y 23 de ancho el tercer dirimente Sr. Adriano
Saavedra lo valorizó en ………1000
Se inventariaron y avaluaron 5 piezas una encima de otra con
10 morteros pilones y ejes con poder de agua que los peritos avaluaron en……1500
Se inventario y avaluó una bodega en mal estado que los
peritos valorizaron en…………200
Se inventario y avaluó un arnero viejo existente en la misma
bodega que los peritos estimaron en……5
2705 $ 4603.95
Se inventario y avaluó una bodega con techo caído que los
peritos estimaron en…………100
En la misma bodega una máquina de cegar vieja que los peritos
estimaron en……………….40
Una máquina de cortar pasto en mal estado que estimaron
en……………………………………..15 155
Son 4758.75
Se inventarió y avaluó una bodega de pared ruinosa que los
peritos estimaron en……150
En esta bodega existen 8 yuntas de fierro para carreta que
los peritos valorizaron en 30 soles cada una, hacen…….240
Dos ruedas de coche viejas que los peritos valorizaron en…80
Cuatro pares de ruedas de fierro para camino de rieles que
valorizaron en 40 soles cada una .160
Se inventariaron y avaluaron dos corrales de pared en muy mal
estado que los peritos avaluaron en 300 soles cada uno…………………600
Se inventariaron y avaluaron un tubo de cobre con 60 lbs. Que
los peritos valorizaron en 80 ctvs. Cada libra sean……..........48
Se inventarió una máquina despepitadora en mal estado que los
peritos valorizaron en 5. Se inventarió una máquina de cegar en mal estado que
los peritos valorizaron …………60
Se inventarió una cama de carreta de dos brazos que los
peritos valorizaron …6 1049.80
Se inventarió un Ingenio de pilar arroz de dos pisos y de 16
morteros, techo de fierro, máquina a vapor del poder de 20 caballos, con tres
departamentos, todo en buen estado, actualmente funcionando, con sus arneros,
piedras, lustrador, dos piedras de repuesto, fajas, y demás útiles – Un cuarto con
una máquina a vapor del poder de 11 caballos para un trapiche de moler caña de
tres cilindros o masas de 30 “de largo.
Tres cilindros nuevos de repuesto todo en buen estado y
actualmente trabajando. Dos calderas a vapor para el Ingenio y Trapiche, con su
depósito de fierro para agua bombas y todo en buen estado: Dos hornos con
dos
1692.80
Pailas de fierro para cocinar caldo de caña con 23 pies de
largo por 6 de ancho; necesitando los hornos compostura, fallándole las
parrillas de fierro: un horno con una paila de cobre para dar punto al dulce,
capacidad de 200 galones: dos estanques para miel, uno cuadrado y otro redondo.
El Ingenio con sus departamentos y útiles el 3er Perito Don Adriano Saavedra valorizó el Ingenio en la cantidad
de veintiséis mil soles……26,000
El trapiche con todos sus útiles lo valorizó el Perito Don
Eusebio Ulfe en la cantidad de 16,000 soles, el Perito Don Timoteo Gastelo lo
valorizó en la cantidad de 14,000 soles, y habiendo discordia pasó a dirimirla
el 3er Perito Don Adriano Saavedra valorizó el Trapiche en la cantidad de
veintiséis mil soles…12,000 38,000.
Son 39682.80
Herrería
Se inventarió y avaluó un fuelle, una piedra molejón, una
piedra de taladrar, dos yunques, un pescante, dos tornillos de bancos y varias
herramientas que los peritos valorizaron todo por el estado en que se hallan
en….315
Al frente
315
Se inventarió un corralón de pared para bagazo y leña de 360
pies de largo por 250 de ancho que el Perito Don Eusebio Ulfe en la cantidad de
2000 soles, el Perito Don Timoteo
Gastelo lo valorizó en la cantidad de 1800 soles, y habiendo discordia pasó a
dirimirla el 3er Perito Don Adriano
Saavedra quién lo estimó en …..1500
En este corralón existe lo siguiente que se valorizó del modo
siguiente:
Se inventariaron dos calderas chicas en buen estado que los
peritos valorizaron en 200 soles cada una…400
Se inventarió una paila de fierro doble fondo que los peritos
valorizaron ……….450
Se inventarió una máquina de taladrar incompleta los peritos
le dieron el valor de……50
Se inventarió una paila de cobre con el peso de 275 lbs. Que
los peritos valorizaron en 80 cts. C/una ………220
Se inventarió una romana de plataforma de 200 lbs. Que los
peritos valorizaron en 80 cts. C/una …………….150
Se inventarió una caldera tubular de fierro en mal estado que
los peritos valorizaron en………100
Se inventarió un horno de quemar ladrillos de 26 pies en
cuadro que los peritos valorizaron en…1000
Bodega
Se inventarió una bodega que existe encima de la de elaborar
chancaca, o sea la anterior, con su techo de fierro, piso de madera con 66 pies
de largo por 38 de ancho que el perito D. Eusebio Ulfe valorizó huerta en la cantidad de 1600 soles; el
perito D. Timoteo Gastelo valorizó en la cantidad de 2000 soles y resultando
discordia pasó a dirimir el 3err dirimente Sr. Adriano Saavedra la valorizó
en…1000 1000
Bodega
Se inventarió una bodega de 89 pies de largo por 22 de ancho
que el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra quién la tasó en…000
Esta bodega sirve de destilación y se valorizó su existencia
que es lo siguiente:
Un alambique de cobre de continuación que tasaron los peritos
en………..1212 6764
Se inventariaron 100 botijas vacías que los peritos
valorizaron en 80 centavos cada una……….80
Se inventariaron 10 toneles para depósito de mosto que los
peritos avaluaron en 25 soles cada uno…………………250
Bodega
Se Inventarió una bodega de 84 pies de largo por 22 pies de
ancho
el tercer dirimente Sr. Adriano Saavedra quién lo valorizó
en…..1000
En esta bodega existe lo siguiente:
Galpones
Se inventariaron tres galpones para chinos con 84 pies de
largo por 22 de ancho
el tercer dirimente
Sr. Adriano Saavedra quién los estimó en 1000 soles o sea….………3000
Bodega
Se inventarió una bodega en seguida de los balcones, de 84
pies de largo por 22 de ancho el tercer
dirimente Sr. Adriano Saavedra quién las estimó en…1000
Se inventarió 4 arados de fierro que los peritos avaluaron en
20 soles cada una, o sea…………..80
Se inventariaron 4 arados
sin punta que los peritos avaluaron en
5 soles, sean………20
Se inventariaron 3 arados rodrillos que los peritos
avaluaron
200 5538
Cárcel
Se inventarió una pieza que sirve de cárcel puerta de reja de
madera con 20 pies de largo por 20 de ancho que los peritos valorizaron
en…….250
Bodega
Se Inventarió una bodega con tres departamentos con 103 pies
de largo por 23 de ancho, situada enfrente la cárcel y una hilera de 12
carritos, dos departamentos sin puertas que necesitan refacción; que los peritos estimaron en………..1000
Enfrente de la casa Hacienda y a la mano izquierda hay 50
cuartitos de tabique para trabajadores, como sigue:
Treintaicinco casas de dos piezas con techos y puertas que
los peritos valorizaron en 100 soles c/uno……………3500
Doce casas de dos piezas sin techo con puertas, valorizadas
en 80 soles c/una sean……………..960
Tres casas de dos piezas sin techo ni puertas, valorizadas en
70 soles c/una, sean…210
Son
12974
Casas
Mirando del balcón de la casa Hacienda, el cerro de Chepén en
frente del costado de la mano derecha hay doce casitas con tres piezas cada una
con puertas y techos que los peritos valorizaron cada una en la cantidad de 500
soles que hacen la suma de…………….6000
Se Inventarió la casa de Hacienda grande con dos pisos,
compuesto, el piso de debajo de 6 bodegas y el de arriba de 13 piezas con un
oratorio y diez corredores con barandas de fierro y madera, teniendo en el
patio 8 cuartos y una cocina y dos corrales y mide la circunferencia de toda la
casa 840 pies, la casa en buen estado, Los peritos valorizaron en……………20000
En la bodega bajo la sala de la casa, hay las siguientes
especies.
Treinta idos yugos de palo que los peritos valorizaron en dos
soles cada uno……………………………..64
Quince rejas de fierro que los peritos valorizaron en dos
soles cada uno…………………………………....30
Veinte palos de puerta que los peritos avaluaron en dos soles
cada uno…………………………..………..40
Doce gavetas de madera que los peritos valorizaron a sol cada
una sean……………………………….…..12
Tres lámparas, a dos cada
una………………………………………………………………………………………………………6
Un yunque de fierro……………………………………………………………………………………………………………………..16
Sesenta marcos de cajón de tapias que corresponden a los
cajones Inventariados
Cuarenta y una estacas con punta de fierro para señales que
valorizaron a sol cada una…………….41
Cinco cadenas para tirar ramas que estimaron en 10 soles cada
una……………………………………………50
Ciento cincuenta y tres atados de flejes de fierro con 86 qt.
80 lb. A 8 cada libra son………….694.40
Al frente
953.40 26000
Una capilla con techo y puertas en mal estado,
con dos campanas grandes de cobre, seis santos de madera un crucifijo, seis
cuadros de lienzo en mal estado, una anda, un altar de madera, dos asientos,
tres bancas, y seis candeleros de
1297.30
Madera; los peritos han valorizado la Capilla con todos sus
útiles en…1500
Son 2897.30
Muebles de casa
Se inventarió una campana grande de cobre para señales que
los peritos avaluaron en…………400
Una mesa de cedro, de seis divisiones, en…….80
480
2 mesas pequeñas de pino a 8 cada una……………16
3 mesas grandes viejas en 4 cada una……………12
1 mesa pequeña……………5
1 sofá…15
1 reloj de colgar…………20
1 armario con vidriera…….16
1 juego de 6 mapas en francés…….40
33 silletas de medio uso a $ 2 cada una…………….66
1 cocina de fierro con varios útiles………….30
Oratorio
Útiles de oratorio
1 Virgen de Mercedes
1 pila de cobre
1 campana de metal
1 caliz de plata
1 vinajera
1 caldereta de humo 2177
1 maceta de plata
1 incensario
1 cáliz de plaqué faltándole la columna
1 cruz de plata
4 ornamentos viejos
1 caja de plata para
óleos
4 ornamentos nuevos
1 misal viejo
3 albas
1 cíngulo colorado
1 hostiario de fierro
1 atril de madera, todo valorizado
en…………………………………………………………………..300 300
Deudores de la Hacienda
José Cardon……………………20
Peones…….802.25
Cayetano Olórtegui…………….136.40
Caja
Existencia, según cuenta del Administrador…………4311.50
Son 7744.15
Libros y documentos
Se pusieron por inventario 11 libros viejos de varios apuntes
y cuentas corrientes - Un legajo con 14 paquetes de documentos y recibos viejos
– Un legajo de contratos de chinos que son los 39 inventariados – Un testimonio
de arrendamiento por Dn. Bernardino Salcedo y Ruíz a D. Manuel María Cruzado –
Un cuaderno en que trata de mas tierras de Pocupe. Un
Cuaderno que trata sobre un pago que hizo D. Juan de la Torre
a la Caja Fiscal. Dos cuentas de Da. Gertrudis Bernuy. Un cuaderno que contiene
una escritura de deuda por D. José Francisco de la Torre a Da. Isabel Martínez.
Un Expediente que trata sobre la traslación de una colonia alemana a Talambo.
Uno que trata de un cuaderno de cuentas que presenta la Contaduría Fiscal a
Cargo de D. José Francisco de la Torre por contribución. Un Testamento de Da.
Gertrudis Bernuy. Un testimonio que contiene un compromiso celebrado con el
común de Chepén relativo a aguas. Una memoria de lo que fue Talambo en el año
1665. Unos Testimonios sobre la entrega de unos indios a Talambo. Un tanto,
Testimonio de una Escritura de donación de las tierras de Moro al Convento de
Guadalupe. Una copia simple que trata sobre linderos con Talambo. Un cuaderno
que trata de licencia de la Capilla. Uno que trata de licencia del oratorio. Un
legajo de planillas de peones de Talambo. Un legajo de 6 paquetes de
comunicaciones de D. Juliá Zaracóndegui. Un documento de D. José Escolástico
Esteves por el que declara deber 100 fanegas de arroz en cáscara y 16 sacos de
arroz quebrado, su fecha 22 de Diciembre de 1876 endosado por D. Manuel Salcedo
para su cobro al Administrador Ramírez. Dos tomos libros de Cañada – Tres tomos
libros Leyes del Perú – Dos tomos de la Curia Filípica. Dos volúmenes de
comentarios y de ordenanzas de minería.
Con lo cual y siendo las cincos de la tarde el señor Juez
ordenó se cerrar la diligencia, y todos los bienes hasta aquí Inventariados se
dejan en poder del señor albacea. Y firmaron los concurrentes haciéndolo antes
el señor Juez, por Ante mí de que doy fe = Peralta –
Linderos
Guillermo V. Fry = Eusebio Ulfe = Baltasar Ramírez = Santiago
Rosse = Timoteo Gastelo = Adriano Saavedra = Ante mí – Manuel Pozo – Escribano
Público y Notario de Provincia.
Decreto Talambo Mayo 12 de 1878 = Habiendo dado cuenta el
Ingeniero Agrimensor con el plano para valorizar las fanegadas de tierras,
suspéndase esta Diligencia, para continuar cuando lo verifique. Hágase saber.
Ante mi – Pozo
Notificación En el mismo día 12 de mayo se notificaron a los
Srs. Guillermo V. Fry, Baltasar Ramírez,
Santiago J. Rosse, Eusebio Ulfe, Timoteo Gastelo, y Adriano Saavedra. Pozo el
Escribano.
Decreto San Pedro Junio 11 de 1878. Estando Practicado el
Inventario, avalúo y Tasación de las Haciendas “Talambo” y “Huabal” dese cuenta
al Sr. Juez exhortamente con la nota de atención – Peralta – Ante Mí –
Chávarri.
Escrito del Ingeniero Rosse Sr. Juez. de 1era Instancia-
Santiago Rosse de Profesión Ingeniero, cumpliendo con mi deber como mensurador
de las Haciendas “Talambo” y “Huabal” y en conformidad con el nombramiento
aprobado por Us. Con fecha 29 de Abril y en virtud de mi juramento diré a Us.
Que conforme los títulos que me han sido presentados, procedí
A reconocer los linderos y conforme de los deslindes
practicados en varios,
1° Por el deslinde practicado por el Sr. Subdelegado D. José
Álvaro Cavero con fecha Julio 6 de 1802 se principió el deslinde a la otra
banda del “Rio seco” hasta que por el Camino del Inca que va de Guadalupe a
Zaña, se deslindó Talambo por el cerro Prieto de Zaña, el Tambillo y horno de
vidrios, que es adonde he principiado mis operaciones.
2° En otro título en que el Gobierno hace concesión de
terrenos baldíos, el finado Sr. D. Manuel Salcedo dueño de “Talambo” se ha
reconocido como linderos de “Talambo” lo siguiente; en su circunferencia y que
consta del cuaderno N°9 al punto a donde principié, como he expresado arriba,
hasta tocar con una acequia que va a juntarse con la de “Moro” y Chepén dejando
los terrenos de “Lurifico” a mano derecha y siguiendo esta acequia hasta
juntarse con la de “Lurifico” seguí hacia arriba hasta la “Puntilla”, sitio en
donde se juntan las tres acequias, de “Talambo”, Chepén y Guadalupe, seguí por
las faldas de los cerros, llevando estos a la mano derecha con sus entradas y
salidas hasta tocar la quebrada de “Lives” en el sitio de las Ventanillas, bajé
al Río seco a un punto de los cerros al otro lado del río llamado el “Mirador”
y desde este sitio seguí río abajo faldeando los cerros llevando estos sobre la
mano derecha como quién va para Zaña hasta llegar a una cordillera en frente
del antedicho “Cerro Prieto” que he considerado como los linderos de “Talambo” con los antedichos terrenos
baldíos adjudicados al Sr. Salcedo
DSCN2592 En esta circunstancia he encontrado la siguiente
agrimensura, sometida a las cinco divisiones que en seguida se expresan.
Agrimensuras
practicadas
Primera División
Principiando en el antedicho sitio llamado “La Puntilla” con
la acequia de “Talambo” y siguiendo esta hasta el “Río Seco” y bajando este
hasta encontrar con la acequia que va a juntarse con la de “Moro” y Chepén
arriba mencionada y volteando por el lindero de “Lurifico” hasta la acequia de
esa Hacienda, seguí por esta acequia hasta encontrarme otra vez con la misma
“Puntilla” punto en donde principié.
Resultó la agrimensura de esta División, como sigue
Buenos terrenos, bajo riego de la acequia madre de Talambo
novecientas noventa y cuatro 30/100 fanegadas 994.30
Fanegadas
Terrenos algo inferiores a los anteriores, pero de cultivo y
el mismo riego 378.80
Segunda División
Siguiendo desde el punto de la acequia que va a juntarse con
la de “Moro” y Chepén, Rio Seco abajo hasta el punto en que una línea entre
Cerro Prieto y la Huaca de las Estacas cruza el río, seguí desde “Cerro Prieto”
hasta la acequia llamada “acequia de la chacra de las tres torres” seguí esta
hasta la acequia regadora del algodonal volteando por esta hasta el Rio Seco y
por esta hasta el punto en
Al frente
1343.10 Fanegadas
Del frente 1343.10
Fanegadas
Que principié mi primera división. El estado de esta
agrimensura da la cantidad de 2498 30/100 fanegadas, todas de muy buenos
terrenos que han sido cultivadas y todas bajo riego por la acequia madre de
“Talambo” y aquella de las “Tres Torres” 2498.30
Fanegadas
Cuarta División
En el valle del Río Seco desde el algodonal hacia arriba
hasta el punto llamado el “Mirador” crucé el río a “Ventanillas” y bajé el
mismo río hasta el sitio del “Río Seco” en donde llegue primero en mi primera
División.
Este trayecto ha dado por resultado en su mensuración la
cantidad de 938 30/100 de fanegadas de muy buenos terrenos todos cubiertos de
monte espeso, principalmente de algarrobal, pero regables únicamente durante
las avenidas anuales del “Río Seco” 938.30
Fanegadas
Quinta División
Al tomar las medidas de las 4 Divisiones anteriores, he medido
los terrenos eriazos que no pueden regarse, pero que durante los aguaceros
anuales producen pasto
A la vuelta
5271.70 Fanegadas
DSCN2593 De la
vuelta
5271.70 Fanegadas
Natural para animales y alguna leña; esta agrimensura resulta
en 3962
Fanegadas
Total de Fanegadas 9213.70
Fanegadas
Dando por resultado de todos los terrenos medidos en
“Talambo” salvando cerros y quebradas, el resumen siguiente
Resumen de Talambo
PERSONAJES
Fiscal de la corte suprema Dr. D. Gregorio Paz-Soldan
Bibliografía
* La cuestión de Talambo ante la América, García Robledo, 1864
* Historia de La inmigración vascongada, El Mercurio de Lima,
Sorazú y Fano, 23 de Diciembre de 1863
*El Incidente de Talambo, Marco A. Flores Sánchez, Tarragona,
abril del 2006, 24 págs.
*Blog de Juan Luis Orrego
Últimos asesinatos de españoles, Mensi 1863
El Perú y los españoles. Refutación á un folleto de Madrid y
otros escritos. Manuel Salcedo
Revista Compendio de Historia económica del Perú, Tomo 4
El precedente de la Hacienda Talambo en el conflicto Hispano
Peruano, Rodolfo Aguado Contreras.
ESPAÑA Y EL RECONOCIMIENTO DE LA INDEPENDENCIA DEL PERÚ. Pág,
xx, xx y 654 - 662
Elena Villanueva
http://revistas.pucp.edu.pe/index.php/boletinira/article/viewFile/11132/11645
Informe de Salazar y Mazarredo al Primer Secretario de Estado
español sobre la situación del Perú. Callao, 12 de abril 1864.
Informe sobre un comunicado de españoles residentes en el
Perú al gobierno español sobre la buena acogida del Perú a ellos y sobre una
manifestación de la Municipalidad de Guayaquil con motivo de la ocupación de
las islas Chincha por los españoles. 26 de abril 1864.
Circular a los representantes de España sobre los incidentes
de Talambo y la llegada de Salazar. Madrid, 24 de junio 1864.
Boletin Bascongado,Vol LXXII, 1-2, Pag 442 “Con el fi n de
labrar su fortuna”: caseros guipuzcoanos en Perú (1860-1863) PEDRO BERRIOCHOA
AZCÁRATE
Historia de la Guerra de España en el Pacífico, Pedro Novo y
Colsón, Madrid 1882
Personajes
Manuel Salcedo,1802, natural de Lambayeque, dueño de Talambo.
Ramón Azcárate, Natural de Bergara, España, socio de Salcedo
Mariano Moreyra era el representante del Perú ante el
gobierno español, en 1851.
José de Jane era el encargado de los asuntos españoles en
Lima
Eusebio Salazar y Marredo, comisionado para impulsar la
conciencia recuperadora
García Robledo, autor del libro La cuestión de Talambo ante
la América, 1864
Pedro Gálvez, representante peruano en Madrid, objetado por
la corona.
José Merino Ballesteros, vice cónsul, reemplaza a Jane, no
grato en Perú por su anti peruanismo. Ballestero era también anti peruano.
Eusebio Salazar y Marredo, es nombrado comisario regio en
1862
Almirante Luis Hernández Pinzón, jefe de la escuadra
científica 1863
Melgar, Ministro de RREE, Perú.
Seoane, representante del Perú en B. Aires, entrevista con
Pinzón, 1862.
Tassara, cónsul español en Washington, 1862.
Paz Soldán, ministro peruano, 1862.
José Joaquín Pérez, jefe supremo de Chile, 1862.
Canseco, jefe de la república del Perú, 1863.
M. Lesseps, encargado de negocios de Francia, 1863.
Juan de Ugarte vascongado residente en Lima reemplaza a
Merino Ballesteros.
José Antonio Pezet, General presidente del Perú, tratado como
pusilánime y cauto.1863.
José Manuel Pareja, vicealmirante, español encargado de ver
rendición del Perú 1864.
Manuel Ignacio de Vivanco, general peruano, encargado de
firma tratado con Pareja 1865.
Manuel Ignacio Prado se levanta en Arequipa, acusando de
traidor a Pezet tomando el mando del Perú.1865.
Casto Méndez Núñez, sucede a Pareja quien se suicidó, como
comandante de la flota española invasora hasta el combate del 2 de mayo de
1866.
Toribio Pacheco, secretario RREE de Perú 1866 firmó el
Tratado de Alianza con Perú y Chile.
Domingo Santa María ministro
plenipotenciario de Chile, firmó en tratado de alianza.
Blog Salcedo Peramás, Augusto Salcedo. 1745, Testamento Tomás
Infuc Huycop. Copia dada en 1800, Títulos de Sialupe. Documentos notariales. https://salcedoperamas.blogspot.com
Tomás Infuc Huicop, Geneanet, https://salcedoperamas.blogspot.com/2020/07/inclusion-de-las-tierras-de-cosleche.html
Blog Salcedo Peramás, Augusto Salcedo. Cosleche, Mancoche,
Chamán, 1803 Escritura de Compromiso de Don José Bernuy y el Prior del Convento
de Guadalupe como apoderado del colegio de San Ildefonso. Documentos
notariales, https://salcedoperamas.blogspot.com
Propiedad de Cialupe, de Juan Sabedra Cabero y Manuel Salcedo
Peramás, http://archive.org/details/revistahistrica00histgoog,
http://salcedoperamas.blogspot.com/2013/07/resumen-del-origen-y-ascendencia.html.
Torcello: Muy buena informacion sobre Lambayeque y el norte. Gracias por enviarla.
ResponderEliminarSaludos Cuchi, ya me queda muy poco para terminar este libro. Espero conseguir apoyo para publicarlo, sino quedará aquí en el blog solamente.
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