martes, 21 de junio de 2022

Trinidad, Cupisnique en la ruta del oro -Francisca Lachosa, hija del cacique Chepén

     TRINIDAD, EN LA RUTA DEL ORO

FRANCISCA LACHOSA


Compartiendo las palabras de un enamorado del Perú quien con acierto dijo, “¡Pueblos montados en las cordillera como jinetes audaces, domadores de la fiereza de estos Andes nuestros…!” puedo asegurar que Trinidad, capital del distrito de Cupisnique en Cajamarca, es uno de esos pueblos “domadores de la fiereza de los Andes”. Es un pueblo que, como muchos en nuestro país, se pierde en la memoria de los peruanos.  Gracias a la invitación de la entusiasta familia trinitaria Espino Alva, he tenido la gran oportunidad de regresar a este histórico lugar para participar de sus fiestas patronales. Como en otras oportunidades, cinco alumnos universitarios me acompañaron en esta nueva incursión por el Perú profundo, Karolina, Johan, Yoshi, Pierre y Kevin.

 


Trinidad, ubicada sobre los 1,881 m.s.n.m., fue fundada por la orden católica de los padres Jesuitas un 3 de junio de 1583 y fue advocada a la Santísima Trinidad; por lo tanto, sus fiestas tienen ya 430 años de tradición. Desde allí, los hijos de San Ignacio de Loyola impartieron el catolicismo a pueblos cercanos, entre ellos, la villa de San Francisco de Guzmango, San Luis, San Mateo de Contumazá, San Francisco de Catan, San Pablo, entre otros poblados indígenas del alto Jequetepeque. Dada su importancia, Trinidad fue visitada en 1584 por Santo Toribio Mogrovejo quien, saliendo de Contumazá, llegó a Trinidad para pasar luego a San Luis y San Pablo. También el obispo Baltazar Martínez de Compañón en una de sus visitas a su Obispado, entre 1780 y 1782, llegó a este pueblo en su paso hacia Cajamarca, siendo el primer estudioso que dejó una descripción muy sencilla y un dibujo de “Huaca Tantalluc”, hoy conocida como la ciudadela de Tantarica, cercana a Trinidad.

 


Durante la colonia, fue el paso obligado en la ruta de Cajamarca hacia la costa norte. Un antiguo camino partía de aquella ciudad hacia Contumazá y desde allí salían dos ramales para Trujillo, uno por Guzmango y otro por  Cascas;  un tercer ramal partía hacia Trinidad para bajar a la costa por la quebrada de Cupisnique terminando en los puertos de Pacasmayo o Malabrigo. Entonces, es fácil deducir que el oro proveniente de las minas de Cajamarca pasase por Trinidad rumbo a España; como en efecto sucedió. Se nos dijo que el metal precioso era transportado en caravanas de mulas. Cada caravana estaba compuesta por doce recuas, cada recua la conformaban de doce piaras y cada piara tenía doce mulas, es decir, eran ¡1728 mulas cargadas de oro!

 


Don Ricardo Palma en sus “Tradiciones Peruanas”, específicamente en la titulada “Los macuquinos de Cupisnique” cuenta que cuando los Jesuitas fueron expulsados de las colonias españolas por el Rey de España en 1762, los sacerdotes de Cajamarca tuvieron que abandonar el virreynato del Perú, utilizando la ruta de Trinidad y la quebrada de Cupisnique para dirigirse al puerto de Malabrigo. Entonces,  por Trinidad pasaron los ocho o diez religiosos llevando cuarenta mulas cargadas de oro, tesoro que fue enterrado en el desierto de Cupisnique. Se cuenta que desde aquella época, éste ha sido encontrado por más de un trinitario llevándose a la tumba el lugar del entierro.

 


 A este distrito lleno de historia, ubicado al pie del cerro Quinrre su apu tutelar, llegue para disfrutar de sus tradicionales fiestas patronales en honor a la Santísima Trinidad, Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo cuyas imágenes se veneran en el antiguo templo jesuita de una nave, bautisterio y alto campanario. Lamentablemente, la parte correspondiente al claustro han desaparecido con el tiempo para dar paso a un colegio.  Son doce días festivos en el que participan los hijos de este lindo lugar llegados de todas partes del país, participando de los festivales deportivos, corridas de toros, actividades sociales, concursos de marinera y por supuesto, los amenos bailes populares.

 


 Como es costumbre en estas fiestas, una de las actividades más sabrosas y participativas es la de compartir las comidas gratuitas que ofrece el Mayordomo y el Comité Central a toda la población respirando una auténtica “democracia gastronómica”. Son varias las reses beneficiadas para dar de comer a todos, población, visitantes, devotos, músicos y deportistas. Todos por igual disfrutaron, como yo, de la carne guisada con menestra acompañado de ají de rocoto y berenjena el primer día; el segundo día disfrutamos del chirimpico en base a la sangrecita y menudencia de carnero y como segundo plato, el carnero guisado con arroz graneado. Todo cocinado con leña, sencillamente delicioso.

 

Para participar de la fiesta del “Dios Trino” llegan las imágenes representantes de los caseríos cercanos de San Lorenzo, San Antonio de Padua y San Francisco de Asís; además la venerada imagen de Santa Catalina de Alejandría transportada en procesión desde el caserío del mismo nombre durante la noche anterior. Luego de los fuegos artificiales de la víspera, el día central la Santísima Trinidad sale en procesión por las calles precedida de las imágenes de los cuatro santos cuyas andas son cargadas por sus fieles seguidores, notando una mayoritaria participación de jóvenes. Impresionante.

 


 

Y así pasaron los días en Trinidad, un típico pueblo andino donde su clima, paisaje y amable gente son sus principales referentes. Allá quedaron los campos de trigo y arveja, las huertas de berenjenas, manzanas y membrillos, los poteros con sus árboles de taya y pencas. No puedo dejar de mencionar la piedra “wanka” que se encuentra en plena carretera que, como un dios, protege todo el valle. Atrás quedo un pueblo histórico, ubicado en un balcón andino que, “montado en la cordillera como un jinete audaz, ha domado la fiereza de los Andes”.

Publicado 21st August 2013 por IVAN LA RIVA

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RELACIÓN DE LA TRINIDAD CON CHEPÉN

1618.- Francisca Lachos, hija natural de Francisco Chepén, Cacique de Chepén, Viuda de don Antonio Cacique de la Huaranga de Chonta Provincia de Caxamarca y su hijo, Cacique principal del pueblo de la Trinidad, vendieron a don Pedro Méndez de Donlebún unas tierras que contienen 6 fanegadas llamadas Pocupe situadas en la otra orilla del rio Pacasmayo.

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