jueves, 5 de mayo de 2022

Algunos recuerdos de Martha Mannucci sobre Laura Pastor Salcedo de Salcedo

   

Algunos Recuerdos

Laura Pastor Salcedo      Laura Pastor Salcedo y Bernardino Salcedo Taforó

    

Antonio Napoleón Pastor Sevilla 



Laura Pastor Salcedo e hijas



Laura Pastor Salcedo e Hijos 




Marta Mannucci, nos cuenta:

Hola Otto, Tengo muchos recuerdos de lo que nos contaba mi abuela Ana María Salcedo Pastor de Vega, hija de Laura Pastor de Salcedo y de Bernardino Salcedo.

Para empezar te diré que Doña Laura era una persona muy especial, adelantada para su tiempo, escribía poemas (Flopy recopiló algunos, pídeselos).

 

Cuando Laura  nació, su madre Josefa Salcedo Taforó se enfermó, probablemente de tuberculosis, por lo que su esposo Antonio Napoleón Pastor Sevilla la llevó a la sierra como era lo indicado en esos tiempos.

A la pensión donde se hospedaron, llegó una pareja de paso y la señora preguntó por qué lloraba la chiquita. La dueña de la pensión le dijo que la mamá no le podía dar de mamar porque estaba muy enferma. Esta señora le dijo que ella acababa de perder a su hijita y que ella la podía amamantar, como así fue, y  lo curioso que su hijita también se había llamado Laura.

 

Al poco tiempo murió la mamá y el padre le pidió a esta señora, que ya se había encariñado con la niña, que se fuera a Lambayeque con él.

Esta señora era la Mamá Tomasa que crío a Laurita. Cuando todavía estaba muy chica, también murió el papá y ella quedó al cuidado de su tío, hermano de su madre don Bernardino Salcedo Taforó, quien la mandó a Lima a un colegio de monjas. Cuando tenía 15 años y había completado los estudios, las monjas lo llamaron y regresó a Lambayeque. Como era muy bonita, el tío pensó que no era bien visto que viviera con ella pues daría de qué hablar. Así que se casó con ella. Aunque le llevaba muchos años, creo que eran como quince, ella tuvo que aceptar esta decisión pero le puso algunas condiciones.

Una de las cosas que doña Laura le exigió, fue que la llevara a Francia, como parece que así fue.

Le gustaba leer mucho las revistas francesas y así se enteró, después de haber tenido varios hijos, que las francesas ya no tenían que sufrir dolores de parto, pues los médicos les administraban anestesia. Cuando fue  a dar a luz a uno de sus hijos, mandó comprar éter y cuando le vino un dolor se lo aplicó con un pañuelo, pero seguramente era demasiado y casi se muere pues no la podían despertar. Esto fue para ella una experiencia muy graciosa, pero para mi abuela fue un susto tremendo.

Si me acuerdo de alguna otra cosa te la haré llegar.

Un abrazo cariñoso y espero que la reunión sea un gran éxito, tal vez nos conozcamos personalmente en alguna ocasión.

Marta Mannucci de Pardo


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